Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.
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miércoles, 15 de junio de 2011

Quieta (Vida perra XV)

Tranquilidad en el frente. Papeles y más papeles, mi ama me saca poco últimamente aunque vayamos al campo muchos fines de semana. Ahí me desquito tumbada durante horas en el jardín ese donde los gatos han hecho su fuerte. Ya me he acostumbrado a ellos, ni me muevo. Luego, en Madrid, ella me saca en pareja, como la guardia civil, con una vecina y su perra a las 7 am. Al llegar a casa las dos humanas intentan meditar en la terraza cubierta sentadas en el suelo frente a frente. Cierran ambas los ojos. Se quedan en silencio y muy quietas.

Al principio nosotras damos vueltas a su alrededor, pero acabamos por echarnos a su vera. Hay situaciones en las que una perra se siente más unida al ama y son estos. Le voy lamiendo el pie desnudo mientras ella intenta hacer lo que a mí me sale espontáneamente: dejar que la mente se calme estando solo en el momento presente. A ella le cuesta esto. Cree que no está en su naturaleza.

Es más fácil, ama, de lo que tú piensas. No te propongas nada. Tampoco hagas planes, ya sabes lo que Dios hace con ellos. No te resistas siquiera a lo que venga o a lo que se vaya si no haces ... ¿qué? No hay nada que puedas hacer realmente, ni tampoco que puedas evitar haciendo. Te esfuerzas demasiado a veces, te agotas y no tienes muchas fuerzas. Yo, como perra tuya, lo veo claramente.

Deja fluir el río, el de dentro y el de fuera. Y observa. Tendrás así la dimensión exacta de lo que sucede. Serás más consciente de todo si permaneces como ahora, quieta. Es cuestión de práctica, yo soy una experta.

jueves, 17 de marzo de 2011

Nunca más volveré a pasar hambre. Vida Perra XIV (El hombre tranquilo o mano con mano)







Ya sé que es la frase de Escarlata O´Hara porque yo también he visto “Lo que el viento se llevó”, aunque mi película favorita es la de "Up" con los perros esos que hablan por los collares, o, ya puestos, "Very Important Perros" o "La verdad sobre perros y gatos". Bueno, me enrollo, al grano.

Hace ya más de 6 meses que no escribo en el blog, no me dejaba ni acercarme. Ni comer ni dejar comer, de eso sé un rato. Como de atar perros con longaniza, ya me gustaría a mí que fuera el caso. De hecho estaba pasando más hambre que el perro de un maestro de escuela de los de antes, a régimen me tenía, ella también más flaca por el duelo, el trabajo y las preocupaciones de papeles y dinero. Hasta que llegó él, el hombre tranquilo, qué gran descanso.

Ha tenido mucha suerte mi ama, no es fácil. Su historial era penoso en líneas generales, no por nada, es maja pero torpe sentimentalmente hablando: donde ponía el ojo la pobre se estampaba, aunque salía rápido, cabeza tiene y no se enreda con la persona que no es la adecuada. Así que solo pensando en la actuación divina el 1 de enero este año y en la materna, por eso de que en el cielo toda madre es doblemente madre, se puede entender lo que ha pasado y que a mí me beneficia tanto y que se inició a través de las nuevas tecnologías y Edarling, un sistema fantástico. ¡Nunca más volveré a pasar hambre! tal y como se juro Escarlata. El hombre tranquilo trabaja en alimentación de perros. No digan Vdes. que nos ha ha tocado la lotería a ambas, vamos.

Él quiso conquistarme desde el primer momento: me trajo galletitas, luego huesitos, mientras el muy ladino se iba acercando. A eso se le llama adorar al santo por la peana. Lo vería un ciego, pero no mi ama que, como además es cegata de lejos y de cerca, no se enteraba.

Que si un cine, que si dos, que si cuatro, que si te ayudo a buscar piso, a tu disposición estoy todo el sábado, que si chuletón en El Escorial o teatro, misa en su barrio, y yo detrás en el coche, que ha sido mi hábitat natural en este ritual de cortejo humano, esperando a que salieran del cine, del restaurante o de la parroquia de San Jorge o de San Fernando. Yo esperando con huesito, pero esperando. Santa Olimpia de Chamartín me llamaran cuando me beatifiquen, prometo conceder favores varios.

Resumiendo, que es gerundio: está ella feliz con el hombre tranquilo y yo también, aunque ligeramente celosa, a qué negarlo. Son muchos años y no voy a dar señas de cambios, de líder de la manada mi ama tenía poco o nada, pero ahora llega él. No es que mande en exceso (a la mujer y a la cabra, soga larga), pero me tiene más a raya. Bueno, nadie es perfecto, dicen en "Con faldas y a lo loco". Supongo que ella lo sabe aunque esté en las nubes. Puso bien el nombre mi ama a esta bitácora, Máster en nubes. Ahora sabe mejor de lo que habla. Por allí se anda con el hombre tranquilo, mano con mano. Quererle es fácil.




PS: 17 de marzo, día de San Patricio, patrón de Irlanda. En el corazón siempre Beara.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Tana adolescente (adiestramiento de perros... y dueños)


Necesito pienso para Olimpia, se me ha acabado y lo compro siempre a un amigo de A., que lo vende más barato. A. me dice que me lo baja él. Sin decirme que vendrá acompañado, se presenta en mi casa con Tana y Otto, otro nuevo perro que tiene, un bóxer también pero atigrado. Este tipo de sorpresas me encantan. Me pongo a saltar en plena calle de la alegría que me entra al ver a Tana, mi antigua perra, a la que no pude educar. Ella es ahora más feliz porque es una perra educada. La educación no solo hace felices a los demás, a quienes nos rodean, sino al propio sujeto educado, en este caso un animal, que vive mejor si está bien adiestrado. Pero ay, qué gracia me hace, ahora Tana no está mayor, sino adolescente y reta a mi amigo, su dueño, como si fuera una joven de quince años, “a ver hasta dónde me aguantas”. A. ni se inmuta, ni sube la voz, solo con la mirada y el gesto la domina. Pero el tira y afloja dura a veces un poquito más, o sea, todo adolescencia. La muy perra se me acerca a mí, me busca, me recuerda, sabe que soy la parte débil, y yo me derrito de afecto.

Olimpia mira la invasión y pide caricias, es la edad seguramente. Me dice A. que ni me mueva, que los tres perros tienen que arreglarse entre sí en el espacio doméstico. Les daremos atención cuando nos salga de un pie y a quien queramos. Los perros piden, pero nosotros somos los amos y no accedemos a lo que nos demandan, es un tema de principio. Ay, Dios mío, qué mal me sale esto. Lo que me pide el cuerpo es rascarle las orejas a Tana, hacerle caso a Otto para que no se sienta de menos y no dejar que Olimpia tenga celos. Pero por lo visto así les pongo nerviosos y el equilibrio natural que ellos tienen que generar bajo nuestro liderazgo (será el de A., el mío es inexistente) se interfiere. Es mejor pasar totalmente, a nuestra bola los humanos. Me cuesta, pero me freno. “No des cuando te pidan, mucho menos te adelantes o muestres tu entusiasmo, tú siempre menos…”. Curioso, coincide A. con expertos en otros ámbitos.

Hablamos de proyectos y trabajos. A. es un figura en lo que hace con los perros (y sus dueños), me pide que suba a verle dar clases y lo que Tana hace en ellas. La utiliza de “guía” con otros perros a los que está adiestrando. Los perros son animales de manada, así se crían y educan mejor. Tana, aunque sea adolescente y tenga arranques, tiene muy buena energía, es muy útil como apoyo en una clase de adiestramiento. A. tiene ahora 6 perros propios, creo, y 2 residentes, en internado mientras los adiestra. Es como Cesar Millán mi amigo, pero encima más guapo. Estoy convencida que todos sus proyectos en el área van a salir adelante porque A. se mueve despacio, con paso seguro, en calma y centrado. Vamos a colaborar si Dios quiere.

Cuando se van nos miramos Olimpia y yo. Hay 36 kilos de pienso en la despensa, durará más allá del verano. Me ensayo a ser dueña consciente y, aunque me ponga la pata encima para que le haga mimos, sigo escribiendo esto y no le presto atención. No sé cuánto durará ser una buena ama. Aprieto los dientes y me digo “menos, Aurora, siempre menos…” Los perros son una constante en mi vida, una buena compañía siempre.

martes, 7 de septiembre de 2010

Graduada a los 70. Vida Perra XIII


Un verano extraño, diferente. Murió la madre de mi ama y dejó un hueco. Incluso yo, que soy una perra, lo noto. Ya no está la anciana a la que me quedaba mirando horas, su olor se va desvaneciendo. Huelo en cambio mucha tristeza y la acompaño por eso de que ningún animal se despierta con pena y, como los niños pequeños, damos alegría por naturaleza. Mi ama lo veía venir tras la escapada del año pasado al cementerio que hizo ficción luego, aunque fuera cierta realidad originalmente.

Pero en fin, señores, yo tengo que darles una noticia buena en mitad de todo esto. He cogido hoy el mando del blog para que lo sepan: ¡he cazado un conejo!. A mis años, 9 y medio, aproximadamente 70 en los humanos, yo, Olimpia, además de "cazar" huesos de jamón que me encuentro (a veces patas enteras, no me pregunten cómo lo hago), robar panes al entrar en patios o casas o rebuscar en basuras diversas, he podido con un animal vivo. Estoy contenta y para mi ama es como si me hubiera graduado, sacado el bachillerato de perros. Me mira con orgullo de madre, como esas que a cualquier tontería que sus hijos hacen ya sacan pecho.

Fue en Urueña, me dejaron suelta en la Ermita de la Anunciada y me volví loca, desaparecí inmediatamente y atrapé a un tipo pequeño que no se dio suficiente prisa para meterse en la madriguera. “Estaría muerto de antes…” dijo mi ama, que es escéptica sólo en temas puntuales como el de mis dotes de cazadora (ahora ya es una creyente casi completa). Miriam dijo que el animal tenía los ojos abiertos y que incluso estaba vivo todavía. “A ver, que lo vea yo, quizás tiene la peste…” dijo una lugareña dudando también. Ni peste ni muerto de antes (de vez en cuando traigo feliz conejos, topos o pájaros tiesos como la mojama), nada de eso: yo, Olimpia, he podido con un animal vivo y lo he matado sin problema. Lo enterré inmediatamente como hice con un pan de pueblo que había robado horas antes en Urueña. Todo lo escondo en la tierra por si vienen malas y luego a ver qué hacemos si no me alimentan. Al menos así tengo, si no un amor en cada puerto, un mendrugo o algo que llevarme a la boca cuando vuelva.

Lo dicho. Verano triste con un final donde mi ama sonríe a pesar de la pena que tiene y del enfado del momento, porque luego me hice la longuis y no volvía perdida entre la maleza. Quería cazar más, qué caramba, soy una perra. Me silbaba y llamaba desesperada porque anochecía, pero yo a mi bola como siempre. Miriam, paciente, esperaba y hablaba con una carrasqueña (gentilicio de los de Urueña). Al final aparecí sin nada. Lástima, me hubiera gustado traer otra presa para obtener ya el doctorado de las perras cazadoras. A cambio me llevé una buena reprimenda que quería disimular el orgullo de mi dueña por tener una perra que caza, no solo que duerme, come, caga, hace compañía, pide caricias a propios y extraños y es toda alegrías cuando ella vuelve o alguien, sea quien sea, llega.

Vida definitivamente perra en un verano de ausencia, triste y lento, muy acompañadas por Josianne, tan buena, por familia, amigas y amigos presentes y al telefóno, y donde al final cazo cuando ya nadie lo espera.

Mi ama ha estado escribiendo sobre su madre, la infancia, es su forma de hacer el duelo, de recordarla y tenerla presente. Porque ¿saben?, ella espera a su madre a la salida del colegio, y a su padre, claro, y a su hermana Luisa. Pero tampoco quiere que se den prisa, ¿eh? Le gustan muchísimo las clases que tiene, las niñas y los niños, el recreo, las profesoras, los libros, etc.

El Padre Eterno que no se acelere ni con ella ni conmigo, por favor, que no se acelere. La vida tiene momentos muy hermosos y nosotras lo agradecemos, a Él y a ellos siempre.

PS: La foto es del jardín de Boecillo sin ella, la ha hecho Silvia González Parra.

sábado, 8 de mayo de 2010

Agradecida, contenta y sin tiempo (Vida Perra XII)


En vista de esta pelmaza que tengo por ama no actualiza su bitácora, he tomado el mando. No soy como Quequi, que tiene blog propio, aunque escribo ya desde hace año y medio por aquí cuando me deja. Y en esta ocasión, qué menos. Aurora está agotada y con trabajo hasta las cejas, clases que preparar y viajes de por medio, uno ayer mismo para celebrar otro libro de Olga Bernad, lo pasó estupendamente, y dos viajes más la semana que viene.

Así que yo, su perra, Olimpia, les cuento. Miren a la foto, por favor, y no me digan que no soy guapa para ser mestiza o chucha, ejem.

Aunque a mí NO me invitaron porque no admiten perros en las librerías –un error como otro cualquiera-, la presentación de “Fernanda, las magnolias y el rey mago” fue estupenda. Un montón de gente en Diálogo: familia, amigos y amigas, la Santa Hermandad en pleno (son unas amigas que se reúnen un viernes al mes, y Aurora no las mencionó en los agradecimientos expresamente, espera ser perdonada… pero me temo que tendrá que hacer penitencia). Y, además, muchos colegas de trabajo o ex colegas que son amigos también. Todos generosos e incondicionales. Aurora sabe que no es por el libro ni por lo que escriba: es que la gente es muy buena.

Javier Sánchez Menéndez allí estuvo venido desde Sevilla, y Beatriz Becerra y Ouka Leele o Bárbara. A los tres el ama les está muy agradecida porque fueron muy generosos con lo que dijeron. Ella leyó al final porque sabía que sin papel la lágrima sería casi segura. Y se emocionó cuando recordó a las profesoras del colegio, el mocó ahí, casi colgando, y el editor a su izquierda, un numerito, vamos. Luego a firmar, a cada persona una dedicatoria sentida (y larga, no podía ser menos). Y en Bo Finn con todos celebrando, mucho ruido, eso sí, demasiado. Y cierre con cena con Ouka Leele, Beatriz, Toi y Marga, venidos desde Sevilla, y Paco, uno de sus hermanos, y Javier Sánchez Menéndez.

El ama está muy contenta, intentará agradecer uno a uno a quienes estuvieron (a algunos ya lo ha hecho) y a otros que se disculparon porque no pudieron ir, pero ella sabe que estuvieron.
A sus pies, señoras y caballeros.

PS: Las 2 fotos de arriba -no la de Olimpia ni la de abajo- son de Antonio del Junco, Toi, amigo de los buenos. Me falló el fotógrafo "oficial" (se olvidó, ay, madre, aunque JM Nieto, un encanto, me mandó fotos, mil gracias, la de abajo es la suya), pero ahí estaba Toi al quite, las que cuelgo ahora arriba son las suyas.

Por cierto, ¿a que es bonito el detalle del corazón encima de Marga y Toi en el restaurante...? Se nota que se quieren...

Otro tema de la misma foto: el hombre guapo -sin menoscabo alguno del resto de los presentes, por supuesto, que eran mi hermano Paco al fondo (con entradas, ejem), JSM y Toi- es mi querido sobrino Alberto Guerrero Gil, el pintor (ver a la derecha su web, lo recomiendo vivamente, y no es por ser de la familia, lo prometo)

Y el barbudo sonriendo detrás de Javier Sánchez Menéndez, también sonriendo, en la librería... es otro familiar (cuñiprimo) llamado Javier o The Navy entre los amigos.

Tengo más fotos de barbudos diversos sonriendo... incluyendo a del Río, Toi y más gente (si es que Sean Connery a vuestro lado palidece, donde esté el producto nacional que se quiten los escoceses...)

lunes, 8 de marzo de 2010

La mirada de Tana (una felicidad discreta) (Vida Perra XI)



Los ojos de los perros tienen algo de canica oscura, de vidrio redondo y tenebroso donde te reflejas. Te mira tu perro y entiendes un poco más lo que es la tristeza. Es extraña esa devoción que sienten por ti. Casi mejor a veces no hacer contacto visual con ellos. Te sabes indigna de su ¿amor?, de su lealtad más bien.

Tuve una cachorra de bóxer fruto de un impulso estúpido. Ya tenía perra, Olimpia, adoptada tras la muerte de Pepa, otra perra igualmente sacada de la protectora. Siempre me llevo a la que más lo necesite. Ya lo saben y me escogen siempre a la perra que nadie quiere, demasiado vieja, demasiado negra, siempre son demasiado algo... Pero Tana fue la ilusión de pensar que yo podía educar a alguna perra que no viniera con el bachillerato ya hecho, como vienen todas las de la protectora de Segovia, allí donde yo voy a buscar a mis perras, al lado de la destilerías Dyc. También me dijeron que no encontraban dueña, dueño ,para una boxer de pura raza, preciosa es y era. Como hago siempre, di un paso hacia delante que nadie me pedía realmente, sobrevaloré mi capacidad y mis fuerzas.

Llegó Tana un día de febrero de hace un año y se montó la de san quintín en mi casa y en la de mi madre. Dos meses tenía, inquieta, meona, cagona, divertídisma, indisciplinada y muy inteligente. Me cogió el aire, los bajos, nada más verme. Soy fácil hasta para un perro. No pude con ella y en este blog dejé constancia, hay varias entradas al respecto. Vivía entonces en el campo pero ni con esas, no había manera. Busqué una entrenadora en Madrid. Luego Alejandro, con quien me tope un día frío por la Maliciosa y quien se quedó prendado de la perra, volvió a encontrarme al cabo de 5 meses y se ofreció a entrenarla y, si no podía yo al final con ella, a llevársela él, tenía ya cuatro perras. Al final se la di en agosto con gran dolor de mi corazón. La sensación de que la abandonaba era de horror, que había sido toda una inconsciente. Lo último era cierto, no lo primero.

Alejandro tiene a Tana a raya, la manda con la mirada solo, qué suerte. De hecho la utiliza para entrenar a otros perros, él sigue el sistema ese del de la tele. Mejor dicho, Alejandro ya lo hacía antes de conocer el programa, sabe bien que los perros se educan mejor en manada y con un líder firme al frente que es él (yo no soy líder ni puedo serlo, sniff). Me envía fotos de Tana, me la trae ahora a mi casa a Madrid, me informa de cómo va. Ella me mira en directo o a través de la cámara de Alejandro con ojos que quiero pensar que son de agradecimiento.

Al final quisiera creer que cuando uno renuncia a algo, a un perro, pero también a alguien, es por amor y no por simple comodidad del que tira la toalla o simplemente no puede. Es reconocer incluso con dolor que la otra persona que acoge a ese ser vivo no es ni mejor ni peor que nosotros, pero sí mejor para él, para ella. Que así ella será más feliz, que es de lo que se trata ¿no? Cuesta mucho decírselo una a sí mismo sin sentirse de pena. Pero da tranquilidad el verse de nuevo reflejada en los ojos de vidrio de Tana, en esa oscuridad y tristeza de una perra que te mira, el rastro quizá en ellos de que ha entendido de alguna manera lo que has hecho y está... maldición, ¡está tan campante y tan contenta! ¡ay!

... Me podría echar algo de menos la muy... Pues no señor, ahí está la Tanita, feliz de la vida, la muy sinvergüenza... Lo dicho: a veces una desearía la felicidad del amado al que renuncia más o menos voluntariamente... Pero tampoco que se pase, vamos, una cosa discreta de felicidad, tampoco una felicidad a lo grande... Somos humanos ¿no?, los perros son definitivamente más simples, ni se enteran.
PS: Las fotos, naturalmente, son de Alejandro Schifferstein, la de la piscina de agosto de 2009, la de la cara de Tana hace 4 días, recién despierta.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Vida perra X (Solsticio de invierno, sol ya quieto)



Estamos en los días más cortos del año, soy perra y lo siento. Llega el invierno y, como una contradicción, mañana comienza a alargar la luz y  a ser más breve la noche de nuevo.

El sol quieto, solsticio de invierno.

Sábado activo por la mañana. Ella compró temprano y cocinó para los 12 que serán en la Fiesta Grande, la de cada año, ese día extraño para nosotros, los perros. Y, sin embargo, sabemos que algo pasa. Siempre nos cae algún hueso, algún resto. El Creador es también con nosotros bueno.

Sol quieto, cada vez más quieto.

Escribió luego. Y leyó en voz alta no una vez, cuarenta. Imprimió y otra vez leyó. Y luego leyó más, y luego se durmió, y otra vez a escribir y a leer. Salimos después. Ella volvió tarde, necesita olvidarse por un momento, ver gente, reírse para luego quedarse en silencio, acompañada y al mismo tiempo ausente.


Hoy otra vez lo mismo, siguió escribiendo, desayuno de chocolate con churros con los sobrinos, corto  nuestro paseo.

El sol entró a raudales por la ventana, yo dormida en la alfombra muy cerca de ella.

Luego leyó en voz alta. De vez en cuando alguien le llama por teléfono y se cuelga media hora. Vino un amigo a tomar café. Vuelta a  escribir y leer.

El sol estará más quieto en unos días, se parará en el cielo, y todo entrará otra vez en movimiento.

Extiende sus lazos mi ama a través del teléfono, también con la otra máquina de la que sale luz. Teje una red amplia y densa, un círculo extenso. Habla con los vecinos, con los chinos del supermercado, con sus amigos, con su familia, con quien conoce ya y con quien no conoce siquiera. Se acuerda de unos y otros, de los que están cerca y, sobre todo, de quienes están ya lejos. Los tiene en su corazón. Y aprovecha la menor ocasión entre silencio y silencio.

Sol quieto, ama.
Sol muy quieto ya.

Precisamente porque necesita de la soledad y del silencio, busca luego la voz humana y el afecto en palabras y gestos, como los busco yo, su perra. Sociabilidad y apartamiento en extraña combinación: de uno en uno de tanto en tanto, en grupo también, después solas las dos y en silencio.

Por eso nos llevamos bien, nos entendemos,  las dos necesitamos de esos tres tiempos y espacios.

Llega el invierno, más luz a pesar del frío helador, más, como hoy, día  de sol espléndido en Madrid.

Sol quieto, se parará el firmamento, cambiará el universo y todo se hará de nuevo.
Cuarto domingo de Adviento. Faltan cuatro días para la Navidad. Esperando a la Luz con la luz ya del invierno.

PS: Las fotos son de Alejandro Schifferstein, tomadas estos días en los alrededores de Cerceda, creo.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Vida perra IX) Ya está


Madre de Dios, vaya pesada, hacía meses que no me dejaba escribir. Aquí estoy de nuevo con Vdes. Soy Olimpia, negra, grande, buena, calmada, la perra ideal para alguien que no me merece. Que conste que nadie suele merecer a su perro. Somos un regalo inesperado que venimos a poner en evidencia las muchas limitaciones de nuestros amos.

Un año, muchos cambios, dos mudanzas, la otra perra -la otra- se tuvo que ir con Alejandro, demasiada vitalidad incluso para Aurora que se mete en camisas de once varas. Luego puede salir porque Dios es grande. Ahora Tana está muy bien viviendo en manada, tres perras más y el líder. Soplaba un viento furioso el último día en el Boalo. Caían lágrimas al cerrar la casa, al decir adios. Todo movimiento cuesta siempre a quienes no son nómadas y están hechos para echar raíces. Ahí dejamos al árbol de los pájaros, a la Maliciosa, al silencio, al campo.

Campo, campo, campo, campo.

A mí al final me es igual donde estemos, me adapto rápido. Sigo con mis rutinas: oler mendigos y comer basura en cuanto se descuida, acercarme para que me acaricien, subirme a su cama cada dos por tres. Mientras estemos juntas vamos bien. El miedo es sólo humano.

Confía, boba, has andado mucho en un año. No te das ni cuenta del camino recorrido. Estás fatal acostumbrada a que todo tiene que ser ya, sprinter, más que sprinter. Así caes agotada, mejor ser corredora de fondo. O quizás deberías ser perra como yo, esperar con paciencia a que te dé de comer el amo y no preocuparte por nada. Y luego ponerte alegre si salimos de paseo. Ningún animal se despierta triste, recuerda. Y tú eres un animal, siempre lo dices.

Parece mentira que leas, escribas y vivas con tanta intensidad y no aprendas que todo pasa. Todo pasa. Ya pasó. Ya está pasando. Ya está. Ya.

sábado, 6 de junio de 2009

Y de repente me haré mayor


Llegará un momento, ama, en el que no habrá
más pises ni cacas a destiempo
ni en el lugar equivocado,
tampoco esa alegría mañanera
sin razón alguna,
ese entusiasmo que me hace correr
calle arriba,
doblar la esquina de Búcaro
y perderme sin hacer caso a tu llamada
de mujer adormilada todavía.
Me haré mayor, ama, como te dijo
el dueño de Bas ayer,
de repente y entonces
tú echarás de menos
la locura del cachorro,
ese no vivir,
la desesperación del
"no tires de la correa", "no tires o me paro",
ese cabreo que te entra cuando paso de ti
y no te obedezco a la primera
ni a la segunda,
ni a la tercera,
ni a la cuarta.

Estás mucho más divertida
cuando te enfadas,
me provocas más,
es un juego
y tú, boba, no lo entiendes.

Cumplí seis meses ayer
¿qué quieres, mangas verdes?
¿qué me porte como el bachiller de perros?
¿qué te mire arrobada como te mira Olimpia,
fiel, tranquila, obediente aunque,
como yo, perra basurera?

Qué obsesión con los restos,
con lo que nadie quiere,
con el residuo
tenemos las dos.

Da que pensar
ese indagar olores putrefactos,
ese comer sobras
aunque hayamos comido
el pienso de primera calidad
Hills, que hay que ver lo que
cuestan estas perras.

De repente me haré mayor, ama.

Será una mañana de junio
como la de hoy,
dentro de un año,
no te pongas optimista,
más bien de dos.

Los boxer,
como algunas personas,
maduramos tarde,
muy tarde,
es una cruz,
o una gloria.

Entrarás en tu casa
y no habrá una novedad.
Todos los zapatos en su sitio,
tus calcetines,
tu ropa interior
también, y mira que me gusta.
El sofa isabelino
dormirá tranquilo,
la terraza mostrará sus flores
intactas,
no habrá ningún desastre doméstico.
Josianne no te contará ninguna maldad mía,
tu madre no esperará para mostrarte
una vez más lo que soy capaz de hacer
con un solo rollo de papel higiénico,
me tendrían que contratar
en una galería de arte pero muy moderno
tal es el mi creatividad con
la celulosa.

Ese día me habré hecho mayor
y tú, conmigo,
serás no ya madura
serás vieja,
no sé si has caido en la cuenta.

Así que tú verás lo que deseas.

viernes, 22 de mayo de 2009

Yes, we can


Esto va mejor poco a poco.

Cada sesión de entrenamiento con Tana a solas, luego con Tana y con Rocío ("Rocío, ay mi Rocío" me gustaría cantar), veo que avanzamos y digo "Yes, we can" como Obama. Por poder y por can, de perro. Llevo casi una semana de entrenamiento intensivo por inmersión, es como la academia Berlitz pero más barato. Necesitaré casi un mes y luego recordatorios.

Tengo un pantalón y botas como de militar, me destrocé los pies con una sandalias planas, cómodas, pero totalmente inapropiadas para estos menesteres. Con Tana hay que vestir como Rambo, ir como igourney Weaver en Alien, un horror. Qué ganas de ponerme los tacones y un vestido, por Dios.

Salgo todos los días una hora por la mañana y otra por la noche con Tana. Y para que Olimpia no se quede triste, no se sienta ignorada, la dedico a ella más tiempo que nunca, media hora al menos de paseo ella y yo, también solas. Con Oli da gusto, salvo lo de comer basuras, el resto como la seda. Qué verdad es el refrán de "otros vendrán que bueno me harán".

Y en medio de todo esto preparación de clases, un plan de igualdad que me trae loca, y muchas otras cosas: cuanto menos tiempo tienes, mejor lo aprovechas.

Yo me desperezaba habitualmente por las mañanas al ritmo que me imponía ... nada, nadie. No trabajo con un horario definido y, salvo los días de clases o viajes por trabajo -unos seis al mes, más o menos- que me levanto antes de las 6 con despertador, lo de levantarse "a lo católico" (o sea, cuando Dios quiere, que acaba siendo cuando te pete) era una verdadera tentación. Como lo era tomarse tranquilamente el té en la cama, Olimpia aguantaba tranquila.

Ya admiraba a los padres y madres de niños pequeños antes. Ahora los entiendo. Joé.

Lo primero del día es que Tana haga el primer pis del día fuera, se mea en cuanto se pone en pie. En el Boalo basta con abrir la puerta, aquí hay que vestirse a toda prisa sobre las 7 y salir con las dos una media hora, festivos incluidos, da igual. Con lo que me gustaba a mí quedame entre las sábanas y hacer las cosas con calma. El cielo debe de ser algo así, un ángel que te diga "todavía tienes media hora más", y a la media hora, otro ángel que te lo vuelva a decir, así hasta el infinito. Ahora será en el cielo, espero, porque lo que es aquí se me acabó por una buena temporada.

Desayuno a eso de las 8 o antes, ellas también, sigo con 2-3 horas de curro, salgo con Olimpia de nuevo a solas un ratito y con Tana también a solas. Cuando vuelvo puedo trabajar otras 2 horas antes de comer porque ellas, las dos, están muertas y yo, increíble, me encuentro en plena forma mental. A eso de las 6 de la tarde de nuevo paseo, con ambas ya juntas, más relajado, hay otros perros y Tana tiene que socializar. Le encanta jugar, es incansable. Olimpia en cambio pasa de perros, es como una actriz ya mayor, consagrada, que puede elegir muy bien sus papeles y con quien quiere estar. Es la Lola Herrera de las perras, piensa esta perra, tiene corazón, estoy segura.

Ceno rápido, a las 11 o así otra vez clase con Tana y Rocío, la entrenadora. Caemos rendidas pasada la medianoche. Estoy con un suplemento vitamínico, otro para abrir el apetito y doble ración de comida porque realmente lo necesito. El miércoles me comí un pollo entero, el jueves filetes para parar a un regimiento, pasta en abundancia, devoro. Y ahora mismo estoy pensando en un bocadillo de jamón ibérico, o de lo que sea.

"Yes, we can", esto del adiestramieno "en positivo" es un esfuerzo continuo. Tengo que imponer mi deseo con mi cuerpo y mi actitud porque soy el líder de esta peculiar manada y lo mejor para los perros no es ni el enfado ni el cariño tal y como lo entendemos los humanos -y en especial algunas humanas entre las que me encuentro-, es la disciplina constante, el orden.

Pasear a buen ritmo, hacerles andar, jugar con ellos también, ignorarles totalmente cuando hacen algo mal, en casa o fuera, no pasarse demostrando alegría por sus logros tampoco, anticiparse a lo que van a hacer. Tú eres más listo, tú eres mujer u hombre y debes de saber que ese niño que se acerca va a ser un atractivo enorme para Tana y hay que prevenir qué puede pasar. Es fundamental canalizar el entusiasmo y la fuerza de una cachorra boxer. No hace falta hablarles tanto. En casa ni caso, en la calle pendientes de ellos, y siempre mucha autoexigencia personal para mantener esa disciplina. Si tú no te valoras, no entiendes tu propio poder, ellas tampoco.

"Yes, we can", una perra, una cachorra, no siente tu cariño "a lo humano", por supuesto que necesita contacto físico, mucho, y darle palmaditas, pero el abrazo y otras cosas no significan nada para ella. Es otro contacto físico el que aprecia. Es un animal de manada, necesita que haya orden, jerarquía, disciplina o está perdida. Por supuesto que nota tu voz, pero da igual que la recites "Veinte poemas de amor y una canción desesperada" de Neruda que la guía de teléfonos, es el tono lo que cuenta, no lo que digas. Y con una vez que le digas "Tana, buena perra" basta, más allá de tres o cuatro palabras tuyas y el tono en que lo digas ella pasa de todo, la lías.

¿Qué valora? Fundamentalmente el premio alimenticio: un trocitín de salchicha, continuo, de cada vez que hace algo bien, al principio de cada vez que la nombras y te mira. El contacto visual es vital siempre entre perra y amo. Y que digas su nombre: nombre y premio cuando te responde mirándote, así muchas veces. Más adelante su nombre, la orden que quieras que siga, y, seguido, cuando obedece, el premio alimenticio para que lo asocie al acto que quieres que haga. Actuará por premio, no por nada más, y por hábito de hacerlo, algo por tu tono. Salvo su nombre y 6 órdenes claras y reconocibles -ven, aquí, lado o junto (para que ande a tu lado)- poco más va a entender. No hay más, es todo mucho más simple, mucho más fácil.

"Yes, we can", tengo que dominar mi enfado y desesperación cuando no se porta bien -casi siempre- para que me tome en serio, no entiende un cabreo salvo que yo la mordiera, y tampoco es plan, quedaría raro una tipa mordiendo a una cachorrita, seguro que me denunciarían.

La autoridad no pide palabras, es un tema de simple y llana presencia, nada más, en el ámbito animal, no sé si en otros, me temo que también. Una vez que se ha meado Tana en casa no hay nada que hacer, ya no. En la calle tengo que sentir la correa suelta y en cuanto ella tire me paro, no debe de haber lucha, tensión, ni que ella se acostumbre a andar tirando. El líder se supone que manda de modo fluido, que se comunica de modo constante y sin tirar ni tú ni el perro.

Mi cuerpo siempre recto, no irla a buscar jamás ni seguirla, tampoco pegarla, la correa siempre a la izquierda, sueltecita. ¿Tira ella, aún levemente? Me paro de modo suave pero inmediato, no me enfado, no digo no, me paro y no sigo, así 800 veces: la tendencia de Tana es a tirar de la correa. Tiene tanta fuerza que en menos de un mes me derribará si quiere, por eso tengo que dominarla y ya, frenar su impulso de saltar de alegría que le entra al ver a otro perro, a las personas..Mi pierna izquierda (o derecha, según lleve la correa) siempre delante de ella, ella siempre detrás de mi cuerpo, me tiene que seguir y estar ella pendiente de mi ritmo, no al revés. Así otras 700 veces, rectificando de modo continuo.

El otro día casi me echo a llorar, estaba agotada y no cogía el truquillo de llevar la correa sin tensarla y evitar a la vez que la perra no tirase, no se adelantase, me siguiera a mi ritmo. El miércoles ya pude.

Yes, I can. Tengo que poder.

La quiero, me está costando mucho, no por ella, es por mí, soy consciente que soy yo, no ella, el problema.

He aceptado a una perra, una boxer, que es todo un desafío de raza para alguien como yo, nerviosa, entusiasta, vital, activa y con mucha energía pero sin orden, caótica, impaciente e inconstante, nada disciplinada. Se ha juntado el hambre con las ganas de comer, pájaros de un mismo plumaje. En qué estaría pensando aceptando una cachorra boxer como regalo. Me doy cuenta, soy un ciego guiando a otro ciego, pero soy la responsable, la humana, y quiero intentarlo con todas mis fuerzas, una boxer tiene que obedecer y estár muy controlada o es un peligro público.

Quizás Dios me ha enviado a Tana para que aprenda algo y no sólo de perros, necesito ver esto más allá de mis narices y con sentido del humor o tiro la toalla. Creo que tengo cabeza suficiente para llegar a dominarme y para educarla, más bien para instruirla, pero a veces dudo, la verdad.

Tana es buenísima según me dice Cristina, otra amiga propietaria de una dálmata, Tara, a la que mantiene a raya. Habla Cristina, se mueve, y su perra la sigue a rajatabla. Cristina, yo quiero ser como tú, no por el dominio del perro, que me es igual, es por mi propio dominio.

En vista de todo lo cual me voy a tomar un día libre y me voy a Córdoba porque Manolo, que ya tengo ganas de conocerle, me ha invitado y necesito un día de descanso. Sé que me va a tratar de maravilla y que lo voy a pasar genial como me pasó con Toi en Sevilla. ¡Ay ese salmorejo que me estará esperando! Y Manolo, ese el primero, tengo muchas ganas de conocerle en persona.

Será sólo un día pero voy a disfrutar a tope, Josianne sacará a Tana, la ha entrenado conmigo y con Rocío. Y lo hará, por un día, veinte veces mejor que yo. Porque Josianne tiene mucho más autocontrol y corporalmente comunica mucho mejor también, no en vano es brasileña. Y eso lo respira la perra, lo nota.

No soy ni de broma la mejor dueña posible de Tana, hay muchas mejores, soy totalmente consciente. Pero intentaré hacerlo mejor cada día. Con estos bueyes hay que arar: mi familia lo sabe, mis amigos también, mis colegas otro tanto, y Rocío, la entrenadora de Tana, casi la que más. Hasta Tana lo sabe, esto es lo que hay, le podía haber tocado otro ama, pero ésta es la que el destino ha dispuesto, pobre. Tendrá que aguantarse.

Yes, we can. Yes, I can. Y sobre todo, yes, I hope.

Buen fin de semana a todos.

martes, 19 de mayo de 2009

Rocío, entrenadora de perros (y personas)


Rocío es rubia, guapa, tranquila y su sola voz calma a los perros.
Ella misma tiene dos perras, ambas labradoras, que la siguen a su lado sin correa ni nada, se paran en los cruces, se quedan quietas a distancia de su ama cuando ella así se lo pide.

Todo está en el lenguaje corporal y la presencia de Rocío, tranquila y serena, impone a los canes otro comportamiento de forma inmediata.

Rocío me está ayudando con Tana, que ya tiene cinco meses. Los boxer son perros muy entusiastas, con una energía desbordante y un alto nivel de actividad que hay que canalizar. Necesitan disciplina, ejercicio también, son muy cariñosos pero su fuerza y ritmo sin educar puede ser demoledora.

Empezamos el jueves pasado, llevamos unas tres sesiones, yo por mi cuenta debo de poner en práctica lo que con Rocío hacemos. El caso es que la puñetera de mi perra tira muchísimo de la correa y es algo que hay que controlar y enseñar ya porque en menos de dos semanas me tirará.

Tana en el Boalo es más cómoda, está en el jardín y caga y mea casi siempre allí, pero tiene que acostumbrarse a no mear ni cagar jamas dentro de una casa, cosa que todavía no tiene cogido.

Por otro lado a Tana le encantan los niños, los perros, las personas, los jardineros, las ancianitas, los que van en bicicleta, los que corren, los que comen, los que hablan, los que la chistan y los que no. Resumen: le encanta todo el mundo, es decir, muestra un entusiasmo que se desborda y que es un peligro porque salta sin parar, se lanza, quiere jugar y, sin ser peligrosa, lo puede ser.

Cuando digo que hay que educarla no es por mi, no es por un tema de que yo domine a la perra, sino por un tema de seguridad general. Con cinco meses ya asusta, no digamos con una año.

En fin, son cinco meses, estamos en el momento clave, vamos a ver si puedo.

El caso es que la puñetera en cuanto aparece Rocío la sigue, la obedece y hace lo que la dice y ni siquiera lo la dice, no hace falta ni que le de una orden. Es más: delante de Rocío la hija de su madre me obedece, desaparece Rocío y volvemos a las andadas.

Rocío es de las de educación positiva, no castiga jamás, sólo ignora a Tana si no hace lo que quiere, no alza ligeramente la voz, todo siempre con premio, continuo refuerzo en positivo.

Así ha educado no sólo a las suyas, a medio barrio perruno de modo informal o más formal.

Yo creo que Dios me ha enviado a Tana para que yo aprenda algo. Paciencia y constancia. No sé si a los 48 años puedo aprender ya esto. Me está costando Dios y ayuda, la de Rocío, que es impagable. Veremos si puedo.

Yo quiero, pero ¿puedo? Tengo serias dudas sobre mi capacidad. No es Tana, soy yo, que también necesito educación, entrenamiento. Mucho.

jueves, 19 de marzo de 2009

En lo más crudo del crudo invierno. Vida Perra IX)


Aquí me tienen. Ayer fue mi cumpleaños, siento decirlo con retraso, especialmente por Driver que me debe un paseo en su ferrari.

Cuatro años desde que ella me sacó de la protectora, otra forma de dies natalis para mí al fin y al cabo. A perra muerta, perra puesta, debió de pensar y, de nuevo, como ocurrió con Pepa, una chucha que nadie quería, demasiado mayor, demasiado grande, demasiado ... lo que fuere, pasó del comunismo al sistema feudal, definitivamente a mejor vida. Ella la vasalla, nosotras las señoras, y a Cesar Millán que le den.

El caso es que mi llegada a su vida coincide casi con la de la primavera. Esta primavera de 2009 supone, además, el fin de un duro invierno en el que nos mudamos de la ciudad al campo. Y ella de trabajo y otra mudanza más, la interior, la que más cuesta.

Es el momento de hacer balance aunque la pelma de Tana no me deje en paz. Yo, una perra en edad de jubilación casi, nueve años biológicos aunque cuatro de buena vida, no me merecía una adolescente y encima boxer en esta última etapa que debería ser de tranquilidad.

Personalmente, perdón, quiero decir animalmente, el cambio a lo rural me ha gustado. Venir de un piso a una casa con jardín ha estado francamente bien. Nuevos e intensos olores, campo, dónde va a parar. Mi misión, que es proteger, la puedo ejercer aquí mucho mejor, con terreno, que en la ciudad. A ver si Tana aprende porque se va con cualquiera y no ladra los ladridos reglamentarios cuando llaman a la puerta, cuando pasa gente por la calle, al ver un caballo, una vaca.

Otra cosa ha sido el cambio para mi ama. Todo cuesta mucho a veces a los humanos, en términos financieros y en los otros. Se le ha roto todo, por su orden y varias veces. Luz, 2 veces. Calefacción, otras 3 más las 2 de la luz porque sin luz no hay calefacción. Agua, 2 veces. Electrodomésticos, todos rotos recién comprados -salvo la nevera- por una subida de tensión o un electricista que metió la pata. Inundado el jardín, 1 vez. Hemos vividos a 4 grados un par de días en la casa. Se ha duchado con agua fría durante más de 15 días en mitad de nevadas de 4o cm en el jardín.

Lo más duro: anochecer a las 6.30, días -hasta 13- seguidos sin ver el sol. Todo esto se vive de una manera diferente en el campo. Los humanos son más conscientes de todo, de su soledad, de sus limitaciones aquí. Pero hay personas que quieren ser más conscientes, no menos.

A pesar de habernos mudado en lo más crudo del crudo invierno, en noviembre, y haber padecido uno de los peores inviernos que se recuerdan, mi ama ha sobrevivido bien y fuerte al clima y los desastres domésticos. Gracias al teléfono y al blog. Y al trabajo, que no le ha faltado a pesar de la que está cayendo. Y a los amigos y a su familia que han subido casi todos los fines de semana.

Ella, ingenua, creía que había ganado bastante en paciencia estos meses. Pero como su hermano Juan le aclaró en lo que realmente ha ganado es en optimismo, todavía más. Yo le enmiendo a Juan, mi ama es como nosotras: naturalmente optimista. Nos parecemos Tana, yo y ella, compartimos esa alegría de animal, ¿y tú querías ser más consciente? Toma ya biología pura. Te la encuentras quieras o no.

Hace unos días pensé que lo que hemos vivido se parece mucho a la película de Baby Boom. Cambien Vermont por la cuenca alta del Manzanares, a la niña por Tana, el resto es casi igual. Salvo que nuestro veterinario no se parece en nada a Sam Shepard. Desafortunadamente. En fin. Vida perra, ya saben.






sábado, 21 de febrero de 2009

Vida perra VIII) La anciana


Tiempo extraño éste. Mi ama está con un ojo y un pie aquí y otro allá, bajamos a estar con su madre, no es momento de que esté sola.

La muerte de un anciano siempre produce inquietud a quien ve la suya más cerca. Eso que llevamos ganado o no, vaya Vd. a saber, los perros, inconscientes de nuestra edad y nuestro fin.

Los ancianos tienen un olor diferente, como los bebés tienen el suyo. Notas esa vida que se va o que llega. También tienen su propia temperatura. Menos calor en los cuerpos con la edad, se quedan fríos en seguida. En cambio, los bebés como Tana, cachorrita, desprenden un calor constante, llevan la calefacción incorporada.

Se levanta la anciana y va a desayunar. Vuelve luego a echarse en la cama. La miro como va y viene con su bata azul. Se oye el ruido del agua del baño. "Mamá, no te cierres mientras te bañas, por favor".
Ritmo lento, es un descanso estar en esta casa, mi ama lo tiene acelerado y puede agotar a cualquiera.

Me gusta esta casa, soy ya perra que inicia su vejez con casi nueve años, y la juventud de Tana o la velocidad de Aurora me marean a veces.

Me siento a los pies de la anciana. Sé que molesto, pero me gusta estar a su lado. Yo negra e imponente todavía, ella cada vez más pequeña, ojo azul, pelo blanco y encorvada.

Te comprendo bien, anciana, te sientes a veces sola y apartada. Vienen a verte, te llaman, están contigo, pero tú ya no estás en sus cosas, te pierdes en idas y venidas, te marea el trajín. Quieres ver a los niños y a la vez te cansan. Quieres sentirte útil y necesaria y ellos no lo saben hacer. Otras veces te agobias si tienes que hacer un recado o tienes algo pendiente.
Olvidas lo que te dijeron o dijiste. No recuerdas por dónde ibas en el libro que comienzas una y otra vez y vuelves a leer sobre lo leído. Te entretienen ya pocas cosas, tu mundo se va cerrando a lo de fuera, ya sólo tus hijos y poco más.
Te gustaría salir más pero luego te da pereza y dices que no. A los diez minutos de ver un museo te quieres ir. Tu noción del tiempo cambia, vienen a comer y dos horas antes ya les esperas. Se te hacen largas las películas, larga la tarde, larga la vida ya.

Me empieza a pasar lo mismo. Tana me rejuvenece y a la vez me agota, todavía la puedo dar un ladrido, te recomiendo que hagas lo mismo cuando te den la vara.

Mi independencia de perra, siempre relativa como animal doméstico, se hace mayor y sin embargo menor. Necesito estar sola y, a la vez, acompañada.

Nos entendemos bien, anciana. Llega lentamente la vejez a mi vida perra.

martes, 10 de febrero de 2009

Educando a Tana


"Le has puesto un nombre de modelo estonia con medidas de infarto" me dice Nacho al contarle que tengo otra perra, cachorrita de boxer.

Me río con su correo donde confirma que él será fiel a Olimpia, que para eso fue su "cuidador" por unos días. Hay amores imposibles de olvidar, lo sé, y Oli deja huella. Es buena hasta decir basta.

El caso es que he pedido consejo de expertos porque las anteriores perras que he tenido venían ya educadas, eran de protectora y habían hecho el bachillerato. Esto de una cachorrita me ha pillado totalmente desentrenada. Parto desde cero, naturaleza totalmente bruta y ajena a la vida doméstica. Un lío, vamos.

Jesús Dorda me envío algunos buenos consejos. Rocío, mi particular "dog whisperer", y antigua vecina, me ayudará en unas semanas a enseñar a Tana a ir con correa y a mi paso. Todavía es muy pequeña y no la debo sacar a jardines o lugares públicos.

El pis cuesta muchísimo, sólo tiene 2 meses, así que aquí seguimos, inasequibles al desaliento. Es un decir, el aliento me falta a veces, la verdad.

El otro día, al filo de la medianoche, tras una nevada de espanto, un trabajo que no acabo de hilar y me tiene preocupada y a la sexta meada de Tana en casa, la volví a sacar al jardín y ponerla debajo del árbol del pis. O sea, en el que pretendo que haga sus necesidades. Todo centralizado, si es posible, en un árbol.

"Tana, pis, pis, haz pis aquí, aquí". La otra, naturalmente, sin entender nada. Tiritando ella y tiritando yo.

Yo estaba que ya no sabía qué hacer: cansada del tiempo, de la falta de sol, de una casa ideal pero donde todo se rompe, de la soledad y, sobre todo, de mi misma. Con ganas de irme a dormir y olvidarme de todo. Uno de esos momentos "ya lo pensaré mañana" que decía Escarlata O'Hara.

Y entonces, en mitad de la ventisca de nieve, porque seguía erre que erre nevando, se me ocurrió una idea, tengo que decirlo, brillantísima.

Es muy raro, pero a veces me pasa, especialmente en los momentos de desesperación, que es cuando pienso mejor.

Me bajé los pantalones, los leotardos de lana de esos que no llevaba desde que dejé el colegio (hace un frío que pela y aquí son imprescindibles), y, como si fuera yo perra y madre, la enseñé a mear bajo el arbol. Fue como algo atávico, no sé.

Afortunadamente eran las 12 de la noche, no había luz y tengo un jardín con tapia bien alta, porque la escena era de no creer. Lo que hay que hacer por la educación de una perra, joé.

Fue mano de santo, quizás casualidad. A los dos minutos me imitaba Tana moviendo el rabito como diciendo "ajá...". Me puse tan contenta que se debieron oír los gritos en Matalpino. Nos metimos en casa y nos fuimos a dormir las 3, sin pises hasta el día siguiente, felices.

Qué poco hace falta para que un día negro se vuelva estupendo: el pis de una perra. Creo que no pido mucho ¿no?

Y ahí seguimos estos días. Ahora parece que sin necesidad de que yo repita la conducta a imitar, a Dios gracias. La saco y espero y espero hasta que lo hace, luego galletas de recompensa para ella, para Olimpia y para mí también. Yo también me merezco una recompensa, preferiría un vino pero no me gusta beber sola.

Tana todavía se mea en casa, pero creo que va entendiendo algo. Y la hago tales fiestas cuando lo hace donde debe, que yo creo que se mea en el árbol de puro gusto.

Vamos a ver si el premio puede más que el castigo en forma de grito "no, no" y con un cucurucho de periódico en el morrito, pena me da pegarla, no puedo.

¿Qué es lo que imitaba a qué?

¿La naturaleza al arte?

¿El mono al hombre?

En fin, no se me ocurría otra música mejor que la del Libro de la Selva.

Voy a acabar como el Rey Louie, totalmente majareta.

domingo, 1 de febrero de 2009

Vida perra. VII) La otra / No es nada personal


No me lo esperaba. La vida era clara. Pero ha aparecido alguien. Y hay que saber quién es quién y dónde estamos cada uno.

Tana, cachorra de 2 meses, boxer. Brinca y no para un momento, salvo cuando duerme. Me sigue a todas partes. Sigue a mi ama a todas partes. Y no acaba de entender que aquí la antigüedad es un grado.

Mi ama está preocupadísima, quiere que nos llevemos bien.

Pero no es eso, Ama. Y Jesús Dorda te lo ha vuelto a recordar, gracias.

Porque me da igual su tamaño, que sea cachorrita. Si no asume su posición de sumisión ante la perra más mayor, cuando crezca podremos tener un problema, enfrentarnos de verdad. Por eso me porto así. Es mejor ahora, Ama.

La ignoro la mayoría de las veces.
La ladro cuando se acerca demasiado.
La saco los dientes si se acerca a mi comida o me sigue.


No tengo celos, no es envidia. Y ella tampoco me guardará rencor por un ladrido o un bufido. El mundo de los perros es más simple, Ama. Estará ella más cómoda también si sabe dónde está y su lugar, si no hay dudas desde el principio. No hay afectos y no nos hacemos daño, tal y como tu entiendes ambas palabras, afectos y daño.

No hay nada personal. Sólo perruno.

Tenemos que saber simplemente quién manda más, quién un poco menos y quién es el último. El jefe de la manada y luego todos los demás, que siguen una jerarquía. Come mi ama, como yo y luego comerá Tana. Llega mi ama y debe saludarme a mí primero, aunque Tana se haya meado.

Si la das atención primero a ella, Ama, no es que me duela, es que me sacas de mi posición. Me lo haces más complicado, y a ella también.

Es una cuestión de poder, Ama, cambia el chip.

Nota de Aurora: Agradezco mucho a Jesús Dorda sus consejos. Y a cualquiera sobre cómo demonios hago para que la perrita aprenda a hacer sus necesidades fuera. Siempre he tenido perros adultos. Tengo jardín y Olimpia siempre me pide salir, además de que andamos fuera todos los días. Pero con un cachorrito ¿cómo se hace? ¡Y a no morder cables, se va a electrocutar!
La foto es de mi sobrina, Marta, con Tana en sus brazos y Oli detrás. Ayer chuletón y compañía. Gracias prima, Agustín, Carlota, Katia y Marta, por supuesto.

viernes, 9 de enero de 2009

Vida perra. VI) Animales de costumbres


Buenas, señoras y señores. Aquí estoy otra vez.

Me miró esta tarde y me dijo: "Donde yo voy hoy, tú no puedes venir"

Jo, Ama, evangélica me suenas. Luego soltó una historia muy larga, larguísima, como Ella acostumbra, Vdes. saben, que también la aguantan. Resumida era: "Habrá mucha sangre, demasiados olores, estoy invitada y no puedo llevarte conmigo. Es la matanza, Olimpia".

Pues como no sea una matanza de osos polares, con la que está cayendo, no sé yo, Ama. Pero la dejé ir ilusionada con que la voy a echar de menos.

Un aire desvalido cuando cerró la puerta. Antes la miré tristísima mientras metía tres o cuatro cosas en una bolsa, ni dos minutos tardó. Puse esa cara de "¿te vas?". Me sale perfecta.

No hay nada como la literatura para mentir y como perra esa es mi literatura: el gesto.

La tengo engañada, en la gloria que me quedo.

Aquí en casa de su madre, con Josianne además. Mola un montón que te saque de paseo una mulata, dónde va a parar. Te hacen más caso en la calle. "¿Come carne esta perra?" Uno que intenta ligar, el pobre. No sabe dónde se mete. "Principalmente humana" contesta Josianne zumbona. Te está bien empleado, gracioso.

Estoy hecha a que me lleve mi ama a todas partes, casi.

En Misa me deja a la puerta con un mendigo. Me encantan, son todo olorcillos muy interesantes. A la salida soy la sensación de los parroquianos. De hecho ya saben que está dentro mi ama, porque me ven fuera. Como si fuera un converso todavía no bautizado, en el atrio que me quedo.

Suelo visitar las casas de familia y amigos. Soy como una señorita de compañía de las de antes. Da igual a la hora que vuelva Ella, ni que no haya un alma en el Boalo o en Madrid.

"Perro muy peligroso" está avisado en la puerta del jardín. Ladro todas las mañana y tardes por si acaso. Pegada a mi ama impongo, toda negra y colmillos.

Bueno, la verdad es que la echo un poquito de menos.

Duermo en su cama y vago por la casa, doy vueltas sin acabar de asentarme en un sitio.

Como perra que soy, no tengo sentido del tiempo.

Me da igual que salga una noche que dos días. Si no está, pues no está.

La echo bastante de menos.

Es la costumbre, saben, nada más.

Los perros y las personas somos animales de costumbres.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Vida perra. V) Algo pasa y yo estoy aquí ¡Feliz Navidad!



Soy una perra pero no soy tonta y me doy cuenta de que algo pasa.

Sucede siempre por estas fechas donde a mí no me sobra el pelo, sino que me viene muy bien. Mucho más este año, dónde va a parar, venir con el abrigo incorporado, chincha rabiña que ni Elena Benarroch puede hacer un abrigo como el que yo llevo y de natural. A mi plin las nieves y los hielos.

Al grano, Olimpia, que te pierdes o te vas por las ramas.

Digo eso, que algo pasa.

Más tiempo en la cocina, más llamadas de teléfono (mi ama hace rica a Vodafone y Telefónica, a ver si entiende que Skype es la solución), un poco más de estres ese de los que cocinan, que para nosotros los perros significa más despistes y nuevas oportunidades para pillar algo rico, gracias, guapa que no te enteras y ya he salido de la cocina con un hueso que no has visto.

Las casas cambian, colocan a veces árboles dentro. Me meé y marqué uno -soy hembra pero marco sin parar, no entiendo tanto revuelo por esta costumbre- también me comí un par de galletas deliciosas que colgaban de otro. No se me puede sacar a ninguna parte, dijo Ella.

Respiro más ternura, más nostalgia y el Gran Creador -no Padre mío, sólo Ellos pueden llamarle así- insufla un poco de buena voluntad en algunas almas humanas que se dejan hacer.

Como nosotros, los animales, nos dejamos hacer bastante bien, una ventaja que tenemos, otras no. Huérfanos estamos desde que nacemos, pero nuestra inconsciencia no es tal, sino descansar en el dador de vida, el Gran Creador al que nos sometemos sin saberlo.

A veces hace falta saber poco.

Ser perra tiene muchas ventajas en esta vida, para qué nos vamos a engañar. Este tiempo de alegría humana, llena de niños, de algunas lágrimas por quienes no están, y de los roces y desencuentros que nunca faltan entre los humanos, es, pese a todo, tiempo de cariño, también para nosotros.

Javier y Carmen corren hoy por El Boalo y yo sé que los cuatro tupper que acaba de cerrar mi ama contienen una sopa donde metió un animal vivo con pinzas grandotas, quise comérmelo pero ni de broma me dejaron. Nos turnarmos, un día aquí y el otro allá, las casas son de todos, y abiertas siempre están a todos.

Creador de la vida, que no Redentor mío, nada tendría que celebrar por tu nacimiento.

Nosotros los perros no necesitamos salvación alguna, estamos contigo desde el principio, no hay que unir nada roto. Pero me alegro por Ellos, por mi ama en concreto. Tan perdidos a veces, tan sólos, tan malos, tan buenos a veces, tan pequeños todos. Tan limitados.

Gran Creador, bienvenido seas a nuestra tierra.

Es la de Ellos pero también la de nosotros, animales, limitadas ánimas también pero nunca caídas, barro de la tierra en el que Tú quisiste poner un soplo de vida. Dador de vida. De toda vida. Bienvenido a nuestra vida terrenal.

sábado, 13 de diciembre de 2008

La muerte de los animales

Hace tiempo que vengo pensando no sólo en la muerte de los animales, sino en qué pasa con ellos después de muertos.


Tener un perro, un animal que llamamos "doméstico", me hace pensar este tipo de cosas porque les coges mucho cariño. Creo que soy bichera en general. Me encantan los pájaros, los caballos, los gatos también, y me puedo quedar horas mirando animales varios, también un árbol. Pero, además, con los perros que viven contigo, que te acompañan tanto, se desarrolla una relación, no humana, pero relación.

Vaya por delante, y en cualquier caso, que siempre he dicho que un perro no es una persona. Esto, tan elemental, no se vaya a creer la gente que es de cajón. Muchos propietarios de perro te dicen tan campantes que prefieren su perro a una persona. Yo no. Me encanta Olimpia, y antes Pepa, pero prefiero la compañía de personas. Siempre. Por supuesto que si la persona es mala, no la quiero, pero es que estamos hablando de cosas distintas. Para mí un perro no es un "sustituto", o "sustituta", de la compañía humana, ni buena ni mala. Jamás. Un perro es otra categoría, juega en otra liga, por explicarlo de algún modo.

Cuando murió Pepa, recogida de una protectora como Olimpia, lo pasé fatal porque no tenía esperanza. La puse yo la inyección. Lo hice para que no sufriera de un cáncer que le comía la cabeza tras cinco años conmigo. Otros cinco había vivido en la protectora de Segovia, la dejaron abandonada con 5 meses y ahí se pasó media vida. Pedí llevarme a la perra que menos oportunidad de salir tuviera, y me dieron a Pepa. Con Olimpia hice igual, me llevé a la que no quería nadie, una perra ya muy adulta, abandonada al quedarse preñada, otros cinco años de protectora. Soy una mujer con mucha suerte, en los dos casos he tenido las 2 perras mejores que podía tener. Cada una en su estilo.

Pepa era más mía, no veía nada más que mi persona, algo agobiante, pero obedecía más y fue mi primera perra, nunca la olvidaré. Olimpia es mucho más sociable, más cómoda a la hora de estar con personas, pero no me obedece casi, sé que es culpa mía. Eso sí, cae genial, y le encantan los tíos: es algo divertidísimo. En cuanto entra un hombre en casa, allá que va. Debe de ser la voz, el olor, no sé bien. Alberto, Diego, no sois vosotros, de modo individual, es el género masculino lo que le gusta a mi perra.

Pepa se me murió apoyando su cabeza en mí y mirándome mientras se dormía, las dos en la terraza de casa, con Carlos, el veterinario, y mi hermano Paco. Luego no pude dejar que se la llevaran como una basura. La di tierra en un cementerio de perros. Supongo que a mucha gente le parecerá una chorrada, pero es que no podía resistir hacer otra cosa. Mi perra en un basurero ni de broma. Mi trocito de tierra a la tierra de nuevo, lo sé, pero no todo junto y sin diferenciar, ella no.

Este verano en Carnota le pedí a Elisa que me dejara ver cómo mataba a un gallo. Necesitaba verlo. Soy carnivora, necesito comer carne 2 o 3 veces a la semana. Tenía el gallinero cerca de casa y Elisa me enseñó cómo se mata a un gallo que luego nos comimos y estaba estupendo, por cierto. Mentimos a las niñas como bellacas.

Metió al gallo en una especie de embudo metálico boca abajo, saliendo la cabeza, y con un cuchillo lo fue dando tajadas al cuello, no era una de golpe: totalmente en contra de los "modernos" sistemas para matar pollos. El gallo sufrió mucho, lo sé.

Elisa me miraba y me decía "¿Seguro que lo quieres ver?". Hasta el final, Elisa, necesito ver que para que yo me alimente hace falta matar un animal, algo que tiene vida. Este enero me iré a la matanza con Raquel a Badajoz. Hay que vivir con los ojos abiertos.

"Unos cielos nuevos, una tierra nueva".

Que animal viene de anima es que lo da hasta la palabra.

Pienso muchas veces que en el Edén no fuimos carnivoros.

Vuelvo a leer el Génesis, pero también Historia de Adán y Eva de Mark Twain, nada ortodoxo, lo sé, pero siempre me emociona leerlo.

Pecado original, se rompen muchas cosas. Con Dios desde luego, entre nosotros, personas, hermanos, hombres y mujeres también. Con otros seres vivos que no somos "nosotros" creo que también. Puede estar ahí, no sé. El orden original se rompe.

Quizás las consecuencias del pecado fueran también esa quiebra bestial de "tener" que matar a otro ser vivo con un sistema nervioso sensible, que siente, que padece, para comérnoslo. Lo necesitamos. Yo sé que no puedo ser vegetariana, lo sé. Lo tengo muy claro.

Mi perra no tiene libertad ni responsabilidad, no es ni buena ni mala, no es "más" que un animal a la que le hemos puesto un nombre y nos reconoce, un descendiente de lobos. Olimpia no me quiere, no en el sentido en que me quiere un amigo, mi madre. Es otra cosa. Pero es estupenda. No sustitutiva de nada, pero estupenda.

Elisa en Galicia no sabía los nombres de sus perros: todo el día encerrados en 8 metros cuadrados con el fin de que cuando los soltaran, sólo 4 o 5 días al año, se comieran el monte, perros cazadores, ladrando todo el santo día, desesperados. Una faena la costumbre del lugar.

Unos cielos nuevos, una tierra nueva. ¿Viviremos en algo parecido a la tierra?

Porque si es así, no concibo la vida sin animales, sin plantas, sin ríos, sin mar, sin ballenas, sin leones, tampoco sin libélulas, me encantan. Si es tierra tendrá que ser con animales. Y entonces será sin esa quiebra que ahora nos es en gran medida necesaria.

No concibo la vida eterna sin mucha vida, otras vidas, no sólo nuestras vidas.

La vida eterna. Cielos nuevos, tierra nueva, vida nueva. Algo de esperanza tengo. Bueno, mucha, nunca tengo esperanza a medias.

Agus, va por ti, te entiendo perfectamente. Se llora mucho la muerte de un perro y se les echa de menos. Tienes a Olimpia para cuando quieras.

martes, 18 de noviembre de 2008

Vida Perra IV) Esto es vida, señores


Es que no me ha dejado escribir antes, está el ama venga a teclear, blog a veces, trabajo en general, que si no, no va a poder pagar la puesta en marcha de una casa nueva. Qué cosa los humanos, cómo les preocupa el dinero, los perros vivimos sin él.

Sin embargo, y por si acaso, cada trozo de pan que me encuentro, lo escondo bajo tierra: no vaya a ser que ésta no me pueda dar de comer algún día. Perdona, guapa, pero prefiero ahorrar a mi manera, no me fío de ti nada de nada en el área financiera.

Les cuento mi día.

Nos despertamos pronto, nos gusta desayunar tranquilas, té y radio para mi ama, yo salgo un momentito al jardín, hago una ronda de reconocimiento, ladro para que se enteren que aquí hay una perra y que se anden con cuidado. Luego rasco la puerta para que me vuelva a abrir. Hace frío por aquí, pero se está bien fuera, a veces tardo en arañar la puerta.

A eso de las 8 mi ama ya está frente al ordenador y de allí no hay quien la saque salvo para hablar por teléfono. También se levanta para comprobar la caldera que no acaba de entender bien: "1.5 bares, no menos, más puede, pero hay que regularlo ¿dónde era la llavecita esa?" Es torpe, pero maja esta chica, la quiero a pesar de todo.

Mientras tanto ¿yo que hago? Duermo con ronquidos incluidos sobre la cama de mi ama porque entra el sol a raudales allí y se está mejor que en su despacho. Ahí me pilla, me bajo para darle un gusto, pero a los 10 minutos estoy encima otra vez: esto es vida, señores.

A eso del mediodía damos un paseo. Comemos pronto. Volvemos a trabajar. Salgo al jardín otra vez, es divertido, hay muchas piñas y me encanta jugar con ellas. Ladro otro poco, todo en orden, vuelvo a casa, misión cumplida. Algún día bajamos a Madrid, a trabajar y comer en casa de la madre de mi ama.

Me gusta esto del campo, se vive bien, mucho perro simpático, aunque me da igual, yo soy de la manada de mi ama. Ella no es el líder ni por asomo, que quede esto claro. Cuando viene su hermano Paco me pongo a sus órdenes.

La noche es guay, sonidos y olores interesantes, salimos a veces antes de cenar, vamos al pueblo a por algo, a misa, me deja en el coche mientras tanto. Mi ama se ha presentado ya a las fuerzas vivas: párroco, farmacia, tiendas varias, incluso a la guardia civil. Cenamos temprano.

Los fines de semana prometen. Sin nevera y recién llegadas, el pasado sábado vinieron 9 personas y otras 11 el domingo. Es entretenido, gente a la que olerle la entrepierna, no dejo mis buenas costumbres aunque avergüence a mi ama. Y luego siempre se cocina más, guiso al canto, como siempre sobra, ahí estoy.

Me encanta la gente, siempre hay alguien que te acaricia. Si no es así, ya me encargo de quedarme quieta a su lado, rozándole con mi oreja hasta que esbozan una caricia. Palabra de perra: caen todos. Pongo cara de pobre abandonada y recogida en un refugio, triste vida, alma solitaria e incomprendida. No hay como echar teatro a las cosas. Lo dicho: esto es vida.

sábado, 25 de octubre de 2008

Cor Meum Vigilat (Vida Perra III)








El Sagrado Corazón de Jesús vela esta casa.

Así lo cree mi ama.

Pero mientras ella duerme, y con permiso de Jesús, que no le importa que seamos dos, yo también la guardo.

Sábado soleado, día de cocina, soy una perra feliz, algo me caerá.

Pero mientras que se despiertan, yo aquí estoy atenta a cualquier ruido. Organizo mis batidas nocturnas a eso de las 3 o 6 de la mañana. Salgo del cuarto y compruebo que está todo en orden, vuelvo a él y si no protesta -aunque proteste también- me subo muchas veces a su cama.

Mi corazón de perra loba sabe cuando estar más atenta. Este verano, por ejemplo, convivimos con una niña como china, una niña eterna, diría yo. La niña tenía un horror creíamos que invencible a los perros. Fui mansa como un corderito. Pudimos hacer una foto de la niña eterna paseándome. Enviamos la foto a sus hermanos que pretendían venir en peregrinación. Lo llamamos "El milagro de Carnota", mi ama está escribiéndolo en gallego, como si fuera un romance medieval.

Les contaré aún más. Antes de las vacaciones se vino a pasar una temporada a casa una amiga de mi ama. Estaba machacada de salud. Esta casa es como un spa para mucha gente. Me quedé días enteros debajo de su cama mientras mi ama se iba a trabajar. Al volver ella siempre estaba yo ahí: dándole el parte de la enferma. Durmió o no durmió, comió mejor o peor.

Mi corazón y el de Jesús, ama, vigilan, te vigilan y velan tu sueño, tu vida también.

Mira que hemos bajado y subido montes las dos. Tú con mapa, por si acaso. Pero a veces lo mapas no reflejan toda la realidad. Y nos encontrábamos con un regato que no esperábamos. O con una cerca que no se podía abrir. En el primer caso tú eras la que no podía cruzarlo. En el segundo era yo. Así que dábamos la vuelta hasta encontrar un lugar por donde ambas pudiéramos pasar.

Acuérdate del Pindo este verano, subiéndolo con Conchita, ella te decía "la perra no se pierde, siempre encontrará el camino". Y entre los matas de helechos , brezos y tojos salía yo cuando ya pensabas que no iba a aparecer. Lo mismo pasó en Irati hace un año.

Tranquila, mi ama, será igual ahora, siempre es así.
Sigue tu "nariz católica", te comentó alguien hace ya muchos años.
Donde el corazón te lleve, te dijo Javier.
Con el de Jesús y el mío vigilantes estás.