martes, 21 de enero de 2014
En blanco
Lo que se empieza como un juego suele dar buen resultado. Sólo cuando uno se toma en serio las cosas no marchan.
Este maldito caballero de la mano en el pecho me machaca. Así, vestido de negro, con la mano extendida, siempre tan serio, tan trascendente, tan castellano. Es verdad: es elegante y honrado. Pero es un saboteador al que hay que mandarle un ratito a una taberna. O mejor, hacerle niño. Así, con su espadita, con el caballo de madera y su pequeña gola blanca, incluso vestido de negro -porque siempre se nos ha muerto alguien-, impone menos.
Alguien me dice que lea a Clarice Lispector. Saco tres libros de la biblioteca porque en formato electrónico en español no hay nada. Clarice Lispector me recuerda mucho a alguien. Pero me cuesta tanto leer, que devuelvo dos de los libros tras el fin de semana. Ya habrá un momento mejor. No hay que obligarse a nada, y menos a leer.
Empiezo "Las señoras" de Jiménez Lozano. Qué alegría. Me encanta. Esas dos hermanas ancianas, Clemencia y Constancia, son geniales.
-¿Y usted nos detendría, comisario?
-Lo que dijera la ley. Ya saben que es igual para todos.
A Constancia le entró la risa, y todavía entró riéndose en el cuarto de estar.
-¿Has oído, Clemencia? -dijo.
-He oído; he oído lo de la ley, lo he oído.
-¿Y no crees que es demasiado mayorcito el comisario para creerse esas cosas? Tendríamos que hacer algo para desengañarle.
-Sí, pero los hombres no son como las mujeres. No quieren desengañarse nunca. Y, si un día se desengañan, montan unas tragedias impresionantes.
miércoles, 10 de julio de 2013
Los niños enfermos
lunes, 17 de junio de 2013
Fantasmas románticos y otros fantasmas
Quiero historias de fantasmas románticos, dije en Páginas de Espuma. Y me enseñaron lo que tenían, una antología del cuento gótico. No doy con ello. Y no sé cómo explicarlo. Les mencioné “Otra vuelta a la tuerca”, de Henry James, que a mi padre le gustaba tanto. Debería volver a leerla, aunque tampoco es ni el tono ni la aproximación, pero es interesante. Cómo contar lo que no se puede ni contar de tan terrible y malo. Para eso también existen los fantasmas.
viernes, 31 de mayo de 2013
La respiración vigilada ("El estupor y la maravilla" o Pablo D'Ors revisitado)

Aquí abajo hay un texto que vuelvo a leer de vez en cuando. Pertenece al primer capítulo de "El estupor y la maravilla" sobre la vida de un vigilante de un museo, una auténtica joya publicada por Pretextos en 2007.
"La noche en que Gabriele volvió a aproximar su rostro al mío (todavía no tan cerca como antaño, pero mucho más, ciertamente, que las semanas anteriores) supe que me quería como nadie me había querido antes. Esa noche tan dulce (y las siguientes lo fueron más, pues ella fue aproximándose poco a poco hasta llegar a la cercanía deseada) supe que la vida era justa conmigo al brindarme lo mismo que yo le había dado: durante veinticinco años había vigilado a los demás; ahora, al fin, era a mí a quien vigilaban. Con ese celo que da el amor al propio oficio, durante veinticinco años había vigilado los cuadros en un museo; ahora, cuando ya casi era un viejo, era yo el vigilado con esa incomprensible entrega y abnegación que sólo puede brindarse al ser amado.
Y fue entonces, con los ojos cerrados, con la respiración de Gabriele todavía caliente en mi piel, cuando decidí escribir este libro: las memorias de un vigilante de museo. Pocos días antes, en unos de los bancos de Schwarzenberg -el jardín romántico de mi ciudad natal, desde donde se distingue con toda nitidez una de las fachadas del museo-, ella me había dicho "Todo esto tienes que contarlo", comentario al que yo había sonreído con indulgencia, como quien tiene la sabiduría demasiado domestica, acaso incomunicable. Había sonreído vanidoso, pues con aquellas pocas palabras me decía por primera vez que mi vida podía aspirar a cierta posteridad. "Todo esto tienes que contarlo", había dicho Gabriele tras escuchar el relato de mis historias, tan insignificantes. Y así empecé a ver grande lo que hasta entonces había visto pequeño.
Ella me vigilaba por las noches para saber que no me había muerto; yo escribiría durante el día para que el mundo supiera que había vivido. Ahora sé que sólo escribimos para que en algún lugar de la Tierra alguien abra nuestros libros por las noches y sienta nuestra respiración cerca, como una brisa tibia en la piel".
Me conmovió la primera vez que lo leí y vuelvo otra vez a emocionarme mientras lo copio. Es así la escritura de Pablo D'Ors. Puedes volver a ella siempre porque siempre encuentras un lugar donde sentarte.
Pablo D'Ors estará en la Feria del Libro de Madrid estas semanas.
miércoles, 15 de junio de 2011
Quieta (Vida perra XV)
Al principio nosotras damos vueltas a su alrededor, pero acabamos por echarnos a su vera. Hay situaciones en las que una perra se siente más unida al ama y son estos. Le voy lamiendo el pie desnudo mientras ella intenta hacer lo que a mí me sale espontáneamente: dejar que la mente se calme estando solo en el momento presente. A ella le cuesta esto. Cree que no está en su naturaleza.
Es más fácil, ama, de lo que tú piensas. No te propongas nada. Tampoco hagas planes, ya sabes lo que Dios hace con ellos. No te resistas siquiera a lo que venga o a lo que se vaya si no haces ... ¿qué? No hay nada que puedas hacer realmente, ni tampoco que puedas evitar haciendo. Te esfuerzas demasiado a veces, te agotas y no tienes muchas fuerzas. Yo, como perra tuya, lo veo claramente.
Deja fluir el río, el de dentro y el de fuera. Y observa. Tendrás así la dimensión exacta de lo que sucede. Serás más consciente de todo si permaneces como ahora, quieta. Es cuestión de práctica, yo soy una experta.
jueves, 26 de mayo de 2011
Elegante (de coplas, gatos e historias orales)
El otro día Carlos me recitó coplas. Él llama coplas no al cante flamenco, sino a historias por las que antes se pagaba. Historias de amores contrariados, con mujeres deshonradas y asesinatos en su caso, ríete tú de las series sudamericanas. Luego mi tía Charo me contó que era así, que se compraban las coplas, las letras, en papel para luego poder cantarlas. La SGAE todavía no funcionaba, ni la tele, la radio era otra cosa.
"La literatura está en la calle", quizás pongamos ese título a la actividad que planeamos en Boecillo, Maripaz, la bibliotecaria, es un encanto. Allí en ese edificio impresionante, madera y cristal, luz por todas partes, se está bien. Pero la literatura está en la calle, los escritores como los cineastas recogen lo que otros viven y hablan, o podrían vivir y hablar. Ya lo sé, a veces se crean mundos propios y nuevos, universos que parecen singulares, historias que tienen lugar en pueblos y tierras totalmente imaginarios. Pero tengo la sensación de que todo ya está escrito porque todo está vivo y muerto a la vez. Mil historias posibles suceden al mismo tiempo y no hay distinción entre ficción y realidad; algo así como entre el gato de Schrödinger y aquella historia oral inacabada que Joseph Mitchell narra en "El secreto de Joe Gould", luego película espléndida.
Lo difícil es elegir qué contar y contarlo tan bien como se pueda y sepa, podando.
Carlos me recita la copla, intenta recordarla, mientras apoyado en el suelo sigue cortando ramas con una navaja. Él no se cansa.
viernes, 29 de abril de 2011
Guión, vida (es decir, conflicto)
El conflicto, siempre el conflicto, sin conflicto no hay guión. Ni vida, pienso, es igual. Una de las guías de Alba para escribir novela trataba de lo mismo, "Cómo diseñar el conflicto narrativo", tela.
El miércoles analizamos un capítulo de "Friends". Gustará o no gustará, pero, como dice Javier, el guión de esa serie es un mecanismo de relojería perfecto, me encanta. Construcción de cada acto, los puntos de giro, términos nuevos y técnicas propias, luego el diálogo, encima hay que escribir diálogos, te mueres... Qué diálogos tan buenos tiene "Friends", frescos, ágiles, estupendos.
Tengo que pensar visualmente y me cuesta más de lo que creía. Sigo pegada al modo que tengo de escribir novela o cuento que, encima, no son buenos, párvula en todo, horas que me faltan echar, y mira que lo intento. ¿Demasiadas cosas entre manos? Puede.
Tramas y objetivos de los personajes, trama principal y secundaria, quizás alguna que podemos calificar de relleno. Objetivos. Objetivos. Cada personaje tiene un objetivo que consigue o no real o aparentemente, clave también en un guión. Interesante esto.
Lo disfruto todo como una niña, pero sé que no trabajo lo suficiente. Quizás es un conflicto ¿O la falta de tiempo es solo un problema y no un conflicto? Son conceptos diferentes…
Veremos “Sonanmbula” de Fernando Spiner hoy en la Factoria del Guión. Pedro lo recordó el otro día. Yo no había visto “El día de la marmota” –aunque la vi en su día-, había que verla la semana pasada. Como cada viernes, nos toca una película sobre la que luego se trabaja, sin ello no se hace el curso bien. No hay aprendizaje sin exigencia. Pero la falta de tiempo es un conflicto ¿o solo es un problema? ¿Y si fuera una excusa simplemente...?
Bueno. Me voy al campo a escribir, tengo que escribir, quiero, lo necesito...
Si el jardín, el tejado y el dinero me dejan. Lloverá, dicen. Bien, eso espero.
miércoles, 19 de enero de 2011
Árbol (sin deadlines)

Árbol, los anillos en tu tronco cuentan que sufriste un incendio, el año donde creciste menos y aquel en el que engordaste porque la temperatura fue buena.
Nudos rugosos en tu corteza, guaridas de ardillas en lo alto, o de serpientes y lagartos en tus huecos. Y dos aldeanos sentados a veces conversando a tu vera. Su merienda en el cesto -bocadillo de chorizo, vino tinto, fruta y chocolate con cacao al 70%-. Y un perro al que de vez en cuando le tiran un palo para que vaya y vuelva.
Árbol con ramas muy delgadas y desnudas, ateridas en este momento. Tus yemas engordan ahora muy lentamente. ¿Y qué? Es invierno. No hay prisa. Ya vendrán nuevas hojas verdes y pequeñas. O no. Nada es seguro afortunadamente.
Árbol abierto siempre a lo que venga, lluvia, sol y viento. El cielo es tu otro suelo definitivamente. Por la noche respiras. Con la luz de la luna llena de ayer creces.
Árbol: fresno, castaño, olmo, quejigo, haya, álamo, alcornoque, cedro, pino o hasta abeto, sauce, eucalipto, arce, acebuche, roble o almendro. Los mejores bosques no son los de una sola especie, ni sólo salvajes, tampoco domésticos. Ni selva ni huerto. Recuerda la fraga de Cecebre que te gusta tanto: expuesta es expuesta. No lo tomes todo en serio, no seas un triste poste de telégrafos. El centro de un árbol siempre está fuera.
Árbol, lee, escribe, vive, come, bebe, ama y reza. Y todo un poco más lento. No hay plazos ni deadlines. No hay línea ni delgada ni muerta. Tómate tu tiempo y tu silencio. Sé un árbol siempre.
jueves, 13 de enero de 2011
El solar de mi barrio (y maratón en las Tablas)
Hay en mi barrio un solar que tiene más de treinta años. En él estuvo un convento de monjas con sus jardines, el que alojó a la parroquia de San Fernando hasta que se edificó la iglesia en los 70 en otro lugar cercano. Luego se fueron las monjas, se tiró el convento, entraron las maquinas, aplanaron la tierra y la horadaron más tarde. Desde entonces sigue sin edificarse. Es un solar muy grande. Se dijo en su día que iban a poner el Ministerio de Asuntos Exteriores. No sé que habrá pasado.
Doy un paseo con Olimpia. Subo Padre Damián hasta la plaza de Madre Molas. El solar con sus vallas, “Prohibido anunciarse”, se abre con su hueco. Miro por una rendija. Me entra vértigo, me aparto. Pero la curiosidad me puede y vuelvo a mirar a ver si pasa algo. No se mueve nada, silencio. Reanudo la marcha. Rodeo el solar andando, vuelvo por Henri Dunant, por Qüenco, el restaurante de Pepa, luego por El telégrafo, el 5 jotas, y otra vez Padre Damián arriba, hacia el solar, y otra vez abajo. Una pena que continúe así, negro mordisco en el suelo, blanco espacio vacío en el aire.
El sábado estuve en las Tablas, un barrio nuevo en el norte de Madrid. La parroquia está en una barraca, decente, pero barraca, en medio de otro solar, éste pequeño. “Iglesia en construcción” casi, como en internet cuando una página se está montando. También así empezó mi barrio hace casi cuatro décadas. En las Tablas hay edificios impecables, avenidas grandes, bares y negocios que se abren a pesar de la crisis y un par de mimosas que descubrí andando. Ahí están, como un testigo de cuando aquello fue campo. No las han plantado ahora, están de antes. Las pude fotografiar en marzo del año pasado a reventar. Todavía no han florecido, hay que esperar unas semanas. Dependerá del calor que nos haga.

Hoy luce un sol fantástico en Madrid, ayer 15 grados. Las mimosas estarán engordando y las lavanderas, que son pájaros chicos, de color gris, blanco y negro, que mueven mucho la cola, y que andan siempre cerca de un charco, a veces hasta en las ciudades, deben de estar al sol en alguna parte.
Han montado en las Tablas los de Go fit, una cadena de gimnasios, un maratón solidario para el 23 de enero, sólo 5 kilómetros, no es demasiado. Vi el cartel en la parroquia, pero aquí puede uno apuntarse. Está bien que a todos los que nacieron antes del 95 les metan en el mismo saco deportivamente hablando. Pensar que alguien que nació en el 61, por ejemplo, puede correr en la misma categoría que alguien que lo hizo 34
PS: Acabo de quemar las alubias. Y van siete veces que me pasa en los últimos meses. Si escribes -o lees, peor-, no cocines mientras lo haces. O ponte un despertador que avise. Menos mal que no he invitado hoy a nadie.
domingo, 9 de enero de 2011
En busca de María Blanchard

María y Diego Rivera en Goya 27. Aprendiendo con Sotomayor. Aprendiendo con Anglada Camarasa. “La bruja, la bruja”, así le gritaban por ser jorobada por la calle. Profesora en Salamanca por poco tiempo, irrespirable esa España tan bestia. Juan Gris. Lothe. Liptchiz. Fuera Gutierrez Cueto, solo Blanchard. Cubismo humano. Luego distinta, española siempre. Si no fuera por su ternura hubiera sido muy negra. Sus maternidades tan esféricas. Los niños omnipresentes. Y es

miércoles, 29 de diciembre de 2010
Cada amanecer es un milagro
Plenas Navidades, recuperar el sueño natural, volver a dormir sin nada, esto es, a soñar como antes soñaba, es para dar gracias. Veo amanecer hoy y se me saltan las lágrimas, y eso que no estoy en el campo. Solo diviso el sol detrás del jardín del Olivar del Castillejo. Con él unas pequeñas nubes blancas que desaparecen al poco rato. La ciudad está hoy menos ruidosa aunque en Madrid hay demasiado ruido siempre. Desayuno un café rápido porque viene luego C. y lo haremos con calma.
Día de los inocentes ayer, caí en una pequeña inocentada. Me hizo gracia. Quizás soy inocente en algún sentido, más bien ingenua todo el tiempo y especialmente a ratos. Quisiera tener la piel fina, sea la de niña o la de anciana. Necesito una piel más fina para vivir y escribir. Tendré que buscar la hidratante adecuada, rosa mosqueta, aceite de jojoba o argán, vitamina C, mejor de herbolario. El principio activo es lo que cuenta, su concentración, me lo dijo una farmaceútica hace años. Pagamos a veces cifras exorbitantes por cosmética cuyo principio activo está en más alto porcentaje en otra crema sin marca, desconocida, y mucho más barata.
Recuerdo los atardeceres en el Boalo, la Maliciosa azul y fría, esa oscuridad de la noche sin farolas. La echo de menos. También al silencio, a la soledad, todo eso acrecentado o quizás solo sin amortiguación, como es a veces en el campo, a pelo, sin nada, o con mucha menos parafernalia. Como el sueño natural que viene o no viene, es corto o largo y, como es, debería bastarme.
La luz artificial tiene muchas ventajas, nos vemos y podemos seguir trabajando. A la vez hay algo que es extraño, lo dice la palabra: artificial. Compré ayer bombillas de bajo consumo, son caras, pero más cara va a ser la subida de la luz. Tengo que ser pragmática. Sigo preparando clases. "High Maintenance" está ya colgado aquí para quien le interese leer el relato de 5 cócteles con tequila y 2 coñacs solos, a palo. Desde aquí agradezco al Ayuntamiento de Coslada, a Beatriz, de la biblioteca, muy especialmente, y a la Asociación la Bufanda, su amabilidad, su acogida y, por supuesto, el accésit.
sábado, 25 de diciembre de 2010
Sin pie del árbol, a pequeños pasos
El Belén tiene a San José con el brazo pegado. Debió de romperse al guardarlo en enero de este año y Josianne lo pegó sin decir nada. Al niño le hice una mantita de lana a punto de arroz para taparle. Ponemos el Nacimiento en la terraza y, aunque está cubierta, daba frío verle. Mucha vela, un farol y flores blancas, una tela adamascada amarilla preciosa, pero a mí me gustan esos belenes populares con ríos, peces, pastores, cabañas y hasta señores que cagan o una mujer con pavos. Lo tendré uno de estos años.
Por sorpresa, no sabía nada, me enteré por google que "Fernanda, las magnolias y el Rey Mago", la selección de 50 entradas de este blog publicada por Ediciones Siltolá, está en ebook en versión electrónica. Lo ha colgado la editorial, no ha sido un pirata. Por si interesa a alguien, aquí puede descargarse, está a un precio muy razonable.
Por mi parte, y con el beneplácito de Coslada, colgaré aquí o en una plataforma adecuada "High Maintenance", el relato corto que fue accesit del concurso del ayuntamiento. Será gratuito bajárselo, eso lo tengo claro: han editado el libro con todos los que fuimos premiados, pero no lo van a vender, sino a distribuirlo por bibliotecas y sitios similares. Así que, lo cuelgo en breve por si acaso alguien lo quiere leer.
"High Maintenance" trata sobre un mexicano que trabaja en las Vegas en un hotel y casino en el que va progresando. Cuenta el alto mantenimiento que llevan esos lugares, donde, si falla algo, hay que arreglarlo para que esté todo impecable, sin una mota, sin una mancha. Salen algunas mujeres de esas que son muy caras, que gastan mucho y necesitan que los hombres se gasten en ellas todo el rato -"high maintenance ladies" les llaman-. También va sobre el tiempo, el esfuerzo y la atención constante que lleva tener hijos, mujer o marido, una familia, vaya. David C. (Reyvindiko) y Reyes O. (Mirna) me inspiraron este relato y a ellos, y a sus hijos, aunque no sean mexicanos sino malagueños, está dedicado con admiración y cariño, son geniales.
En fin, "High Maintenance" es un cuento de 26 páginas en 5 cócteles con tequila (Mexican Mule, Margarita, Cosmpolitan, Bullshot, Tequila Sunrise) y, en medio, dos coñacs solos que el jefe del casino bebe a palo seco, sin mezclarse con nada ni con nadie.
Así que sin pie pero con pequeños pasos sigo en esto de escribir.
Estoy acabando "Abuelitas Malditas" estas Navidades. Lo tengo a huevo. Es cierto que ya no está mi madre, pero a los ancianos, como a los pobres, de alguna manera siempre los tendremos a nuestro lado. Así que es fácil escribir sobre viejos que querrían ser acratas.
Felices Navidades a todos.
jueves, 16 de diciembre de 2010
Jugar a lo grande (Todo o nada)
Se coloca bien las gafas y gana otra vez. Así llevan toda la tarde, media vida casi.
“¿Un mus antes de irnos”? propone tía Amelia. Pasa otro rato largo.
Vuelve a ganar Mariana ahora de pareja con Eulalia Martínez de los Castillos Grandes, tía Lali. Pero Marianita hace tiempo que no se encuentra entre las cuatro paredes de la casa familiar. Vuela ligera, escapa más allá del pueblo, asciende por los pinares, atraviesa los trigales y cruza los mares.
Se imagina en una partida clandestina en Detroit. Hombres con tirantes que fuman y sudan a pesar del aire acondicionado, muchos dólares arrugados, bourbon a raudales, ella misma agradablemente borracha. No, tampoco es esto. No bastan el alcohol, el dinero o el riesgo de ser descubiertos por la policia. Ni siquiera es suficiente ser la novia de Tom Elías Gardner que la tiene como una reina. Los mejores y los peores hombres acaban siendo como tres tías solteronas y ancianas, previsibles y tiernos, dan ganas de abrazarles.
Otro escenario, venga, vamos a intentarlo.
Un casino en la Costa Azul, rien ne vas plus, todo al rojo o al 24, cada vez más fichas que el croupier arrastra hacia ella. Moño perfecto italiano, cartera plateada de mano, ropa interior de la Perla y Sean Connery para completar el cuadro, "por ti dejo yo al British Empire y al espionaje".
De nuevo sabe Mariana que nada importante se juega cuando se viste de largo y se tiene un Aston Martin bien aparcado . El portero le da las llaves y ella se marcha dándole las gracias. Todo sobra de nuevo: el pelo impecable, el bolso caro, el traje de firma, la seda acariciando su cuerpo y la mirada de 007. "¿Dónde está el juego?" sigue ella preguntándose.
Acaba la tarde de cartas y se van tía Amelia, tía Julia y tía Eulalia calle abajo. Cierra Mariana el portón, apaga la luz del farol del patio. Cantan en ese momento los pájaros. Sube las escaleras. Entra en la antigua habitación de sus padres. Busca la llave del cuarto cajón de la mesa del despacho. Lo abre. Allí está en el fondo, negra, vieja y preparada. Comprueba algo. Corre las cortinas y el jardín oscuro del otro lado se cuela. Coloca delante del balcón el sillón y se sienta con las piernas ligeramente separadas. Espera. Suenan las campanadas de la iglesia, nueve, luego el silencio.
Hay un solo espacio negro que por eso es blanco. El hueco de la vida tiene pocas posibilidades, cinco contra una exactamente, ruleta castellana. Ahora no es un maldito sucedáneo. Algunas viejas en la plaza se santiguan al oír el disparo."Bendito sea Dios, ¿qué ha pasado?"
Mariana Zayas Rodríguez de Almenara sigue adelante.
martes, 3 de agosto de 2010
Espacio 211 DiLab /Ilustradores tusitalas ("¿Conocéis el lugar? Urueña", 5)
Al dejar el coche un día, buscando una sombra en Urueña, que no es fácil, descubro Espacio 211, una galería de arte fundida en la calle con una puerta de cristal tras la que me quedo mirando. Está cerrado. Luego con G. decido ir a visitarla, expone Javier Zabala, ilustrador. Creo recordar haber visto algo suyo en alguna parte.
Miryam Anlló nos abre. Tiene un espacio diáfano y espléndido, invita a pasar y quedarse. Javier Zabala, ahora recuerdo, ha hecho las ilustraciones para "Bartelby el escribiente" de Herman Melville, en Nórdica. He regalado sin parar libros de Nórdica. Los últimos “El capote” de Gogol y “El Festín de Babette” de Isaak Dinesen, ambos ilustrados por Noemí Villamuza que me encanta.
Miryam me cuenta qué es Espacio 211 y DiLab, el laboratorio de diseño. En una parte veo botellas de vino con sus cajas, apiladas, así se hizo la inauguración, todo cajas hasta arribe.
Me cuenta de Urueña. Ella se vino hace poco, su hijo va al colegio con los de unos peruanos que se instalaron en el pueblo. Le pregunto más de su apuesta profesional y vital, tan interesante. Da gusto conocer a gente que practica la leyenda que Esperanza nos puso al enseñarnos caligrafía: “Nada funciona excepto aquello a lo que entregamos el alma. Nada es seguro excepto lo que arriesgamos”. Miryam es para mí un ejemplo, quiero aprender de ella. Un aparador antiguo en el fondo del espacio encaja perfectamente en la arquitectura limpia y clara, la luz se cuela desde arriba. Le hablo de mi sobrino pintor, ella me cuenta de proyectos vinculados a la moda, me encanta.
Esta semana en Valladolid hay un doble programa ligado a la ilustración organizado por Ilustrarte: los talleres, a los que no asistiré, no estoy en el gremio, y las jornadas de fin de semana para quienes nos interesa ese ámbito, aunque no seamos ilustradores.
Viene Rebecca Dautremer, autora de "Princesas olvidadas y desconocidas", "Enamorarte”, “Babayaga”, “Elvis”, “Cyrano”, otros libros que he regalado a hijos de amigos y familiares. Expone su obra en el Museo Patio Herreriano estos días, el espacio donde tienen lugar los talleres y jornadas. Los que nos apuntamos a las jornadas vamos a poder ver a partir del viernes lo que han hecho quienes están trabajando en los talleres durante la semana además de la exposición de Rebecca.
Estoy buscando un socio, una socia, para varias historias que tengo escritas o a medio hacer. Creo que a alguien que empieza le puede interesar otra persona que está comenzando como yo. Uno de los proyectos es “Abuelitas malditas”, una novela corta que empecé el verano pasado y que quiero acabar éste, Dios mediante. Le he dado prioridad sobre “Novus Ordo”. Sé que tengo que acabar de escribir esto ahora, con mi madre ausente y presente, a mi lado estos días. El otro proyecto es los cuentos que componen “Cóctel” que escribí el año pasado. Tuve que sacar 5 que son los que hacen "High Maintenance", el relato con el que me dieron el accésit de Coslada el abril pasado. Así que volví a escribir otros 5 nuevos para que fueran unos 10 finales y quedasen más compactos. Tengo además un par de relatos largos en la recámara para los que quizás otra mirada sea buena, necesaria. Es posible que pueda encontrar esa mirada del ilustrador este fin de semana. No es un añadido lo que busco, ni una decoración, no es nada de eso. Es parte del proyecto en sí. La ilustración es un texto propio de por si, no es complementario de lo que otro escribe o cuenta. Es la historia, un modo de contarla, así lo veo yo en este caso. Los ilustradores son tusitalas completos.Y eso es lo que estoy buscando: alguien que quiera contar conmigo algo que los dos veamos. Si lo encuentro, fenomenal; si no, será que debo ir en solitario en esas historias, novelas, relatos o cuentos. Vamos a ver qué pasa.
domingo, 1 de agosto de 2010
El silencio que calma ("¿Conocéis el lugar?" Urueña, 4)

En el año 2003 estuve con MA en Bretaña. A la vuelta a España pasamos por Bécherel, un pueblo, una “villa” o "ville" como les llaman, dedicada al libro como hoy lo es Urueña en España. Nos encantó a las dos el lugar, sus librerías, tiendas de encuadernación o papel, pequeñas editoriales y aquellos cafés con sus bibliotecas cada uno, tan apetecibles. Era como si estuvieras en tu casa, podías coger un libro y leerlo allí mismo con un vino delante. Ahora, al visitar Urueña, he recordado lo que AK me dijo a la vuelta aquel verano, yo entusiasmada con lo que había visto: “Desengáñate, la gente en España en los bares quiere fútbol y chicas en bikini, grandes televisiones... ”. Tenía yo la romántica idea de un café como los que había visto y AK me la quitó de inmediato. Ahora en Urueña he vuelto a pensar en las tabernas, cafés o bares con lectores, especialmente tras pasar por el Portalón, el bar de Mariví.
A mí me gustan los bares y los restaurantes siempre que, además de comer y beber decentemente, se pueda hablar en ellos. Que se pueda escribir o leer es pedir demasiado. Hablar y poder escuchar es cosa difícil hoy en día por varias razones: en primer lugar, la extendida costumbre de tener una televisión encendida de modo permanente; luego, que la mayoría de los establecimientos están muy mal insonorizados, en cuanto somos unos pocos no hay quien oiga nada; y, además, solemos hablar muy alto en España. Resultado: un ruido insoportable que acaba por echarte.
En Urueña hay mucho silencio y otro ritmo, el del campo. A mí solo eso ya me parece interesante e importante. Por el silencio se paga, creo. Es un bien muy escaso. Ayer me mandó AK una noticia al respecto que, como visitante de Urueña, comparto. Quizás ese lugar, el lugar, lo será en la medida en que lo rural –en un sentido amplio- se mantenga, perdure unido al libro, a los museos, a las iniciativas culturales que hay o que en el futuro haya. A mí me parece que en Urueña lo rural y la cultura son ámbitos complementarios mientras que la segunda no sea vista como una mercancía más, sino como un cultivo del alma. Urueña podría ser un reducto hasta rentable si hay paciencia y se afina, me parece, pero no intentando competir en "mercados" culturales o de ocio, de entretenimiento, que ya están saturados, sino siendo fiel a otro tipo de espacio aún donde exista el intercambio necesario para que la gente se gane la vida.
Tengo la sensación de que hay personas que jamás irían a Urueña si lo que acaban haciendo allí es una especie de parque temático. Pienso que el valor del lugar está en sus dimensiones humanas y a pequeña escala, en lo que es el pueblo, en las personas que lo hacen, los de siempre y los que se añaden. Ese es su atractivo entre otros muchos. Llegar a quienes lo valoren, a quienes puedan llegar a valorarlo, es el tema, y serán, en mi opinión, pequeños nichos muy pensados, no mayoritarios. Urueña supone algo diferente en su "oferta cultural", por llamarlo de alguna manera, y su público será -debe ser- minoritario, no de masas, aunque quizá yo esté en todo esto equivocada.
Conozco en el bar de Mariví al alcalde. Está con tres parroquianos que me presenta. Hablamos, me cuentan, y hay en los ojos de alguien ese brillo especial cuando habla de la tierra porque la trabaja. Luego conozco a X que está en TF, muy majo. Nos dice que si queremos conocer su estudio. G y yo vamos y nos quedamos encantados. Yo pido que me adopte de inmediato. Vemos trabajos que han hecho, entre otros para Fundación Mapfre, libros, identidades visuales, gráficas, excelentes, cuidadas. Un gato nos mira desde el patio tras la ventana que llega hasta el suelo. Me fijo en lo bien hecha que está esa ventana, la albañilería redondeada por abajo, insólita, trabajo del que ya no se hace. X me dice contento que lo ha hecho su padre. Antes también me contó con orgullo, o yo lo percibí así, que ese campo de trigo que compone parte de la pequeña finca que tiene Amancio Prada al lado de la ermita de la Anunciada lo segó también su padre. Me quedé admirada de ese “jardín” que no es tal, aunque algo de árboles tiene en un lado. Si estás en Castilla lo propio, creo, de tener algo -si es que hay que "tener" algo, el campo es de todos quienes lo miramos- es un campo de trigo, y no de golf o una rosaleda británica, un césped amplio, etc., todas esas cosas en las que nos empeñamos a veces uniformando lo que en origen era variado y distinto, no el modelo americano o el que sea.
Volviendo a Mariví, hay tres cosas fundamentales en una taberna: la comida, la bebida y la conversación. No es que en relación calidad, precio y ambiente Mariví no se lleve la palma, con permiso del resto de los bares o restaurantes de Urueña. Es que en su mesón o taberna además se puede escuchar y hablar con calma. Más: me cuenta ella cómo se ha sentido acogida y cómo cuando hay mucho trabajo alguien, sin preguntar, se pone detrás de la barra para ayudarla. Mariví como Mercedes o Esperanza tienen ese ritmo de las mujeres que no tienen que demostrar nada.
En el pequeño hueco que hace de terraza en el Portalón, mirando al campo, acabo de leer lo que había empezado. Escribo luego cuatro o cinco textos a lápiz en el cuaderno sobre Urueña y lo que estos días estoy escuchando en el curso organizado por la Universidad Europea Miguel de Cervantes. Luego ya lo pasaré a esta bitácora. No hay prisa para nada.
viernes, 30 de julio de 2010
Esperanza Serrano, caligrafista ("¿Conocéis el lugar? Urueña" 2)

En el principio fue el verbo, luego la palabra se hizo carne. Pero la letra, el signo, la grafía, o como se le haya ido llamando, ese trazo hecho en piedra, papiro, piel de animal, tela o papel es siempre importante. Es el comienzo de algo.
Empezar haciendo palotes con una plumilla inclinada a unos 30º en el papel es bueno. Enseña. La tinta es nogalina mezclada con agua, creo, una versión más barata que los tinteros.
“Esperanza, no tengo ni humildad ni paciencia, de monje no tengo nada...” le advierto. Ella calla.
En letras grandes, cuidadas, una caligrafía preciosa, haciendo dos círculos, uno dentro del otro, negro y rojo, una doble leyenda cuelga en la pared del centro E-Lea de Urueña donde nos da las clases.
“Nada funciona excepto aquello a lo que entregamos el alma”
“Nada es seguro excepto lo que arriesgamos”
Dos guías para la vida, dos lemas.
Mi sobrino G. hace los palotes perfectos, Lola también. Yo saco la lengua fuera como cuando era pequeña concentrada en el esfuerzo. No me sale. Utilizo la plantilla que nos ha dado Esperanza, pero me lío y estoy trabajando en los cuadrados de caja alta y no en los de caja baja. Me corrige con paciencia.
Alcuino es la asociación que varios han creado y no paran. ¿La caligrafía interesa tanto? Mucho al parecer, y no es raro. Ese mundo que agoniza, que diría Delibes, quiere ser rescatado, mantenido como un tesoro. Pienso que internet y todo lo que conlleva debería convivir con el libro y la escritura a mano de alguna manera. Creo que todo vale y el pasado más que nada. Somos quienes nos precedieron ... ¿Lo somos? Dios quiera que lo seamos de alguna manera.
Hablé con Esperanza de varios temas. Es una mujer pausada, bibliotecaria entre otras muchas cosas que es. Acaba de hacer estudios de psicoanálisis además, qué interesante. Tiene una tienda en Urueña también bajo el mismo nombre que la asociación. Me encanta Esperanza.
Abecedario. Empiezo por las vocales. Las áes me gustan, las óes me cuestan más, son dos trazos, nada de uno solo. El circulito ese que se hace en dos partes que luego se unen es la base de muchas letras: la p, la q, la d, la b… Si el círculo no me sale, mal vamos.
Espero volver a ver a Esperanza, valga la redundancia.
Tras las letras, la caligrafía cuidada y lenta, ya saldrán las palabras, la frase, el párrafo, el capítulo, un cuento, algo. Volver a empezar como si de una niña se tratara. No sé escribir ya nada. Estoy con la o minúscula, insistiendo, a ver si me sale.
Urueña este verano es "el lugar" por antonomasia. Yo sé que lo es para mí, y no porque lo diga Antonio Colinas en su poema, tan bello, o la sólida muralla , la vista hasta los montes leoneses, las librerías de artesano, las casas o los museos. Ni la iglesia, ni el viento desolador o el sol que abrasa ni, sobre todo ese cielo que ocupa la mayor parte de nuestro horizonte siempre, como en las fotografías de Ortiz Echagüe.