Estuvieron unos amigos en casa, 11, el número perfecto. Lo pasamos genial, con el noviastro hacían la docena.
-Tus amigos son muy majos.
-Por supuesto.
-Y muy buena gente.
-Sí, de lo mejor. Tengo la suerte de estar rodeada de personas muy buenas.
Sonrió el noviastro. Aproveché que estaba bajo de defensas tras el halago indirecto. Yo tenía algo en la cabeza.
-Y hay que ver lo que valen, ¿verdad, cielo?
-Sí, tu amigo Jesús se puso a hacer la cena...
-Bueno, varias veces la ha hecho, no veas. Y lo mismo improvisa un arroz chino sin apenas ingredientes que nos fríe unos huevos con patatas para un regimiento y hace una ensalada con un aliño secreto... Es muy dispuesto.
-Sí, es muy dispuesto...
Le cogí la mano entonces, hay que preparar las cosas cuidadosamente.
-Y David ¿qué me dices de David? Ha arreglado la puerta que rozaba el suelo y la barra de una cortina, ha fijado la caja de luces de fuera que se caía y estaba así desde hace meses, ha pasado la barredera de la piscina... Y casi todo ¡sin herramientas!, que me ha dicho que la próxima vez que venga se las trae...
-Sí, sí... Son encantadores, y ellas también, valen mucho... Y te quieren, se nota...
Seguí al acecho.
Nada de orientaciones y direcciones, mucho menos que parezca que mando. Yo en esto tengo que tener cuidado porque me falta entrenamiento. Y puedo dar la impresión al noviastro que tiro al mando y ordeno, según me ha hecho saber recientemente. Y la influencia es más cómoda que el poder o así lo creo.
Suspiré.
-Es que en esta casa hay que hacer muchos arreglos, ya sabes...
Permaneció el noviastro en silencio. Creí que cogía la idea. Pero especifiqué el tema porque es ingeniero y hay que ser muy concreta. (Ya contaré la anécdota de la raqueta y el gira a la derecha, da para otra historia).
Volví a suspirar.
-Por ejemplo, esta puerta...
La puerta es de madera, da al sureste, sufre el sol prácticamente todo el día y hay que lijarla y barnizarla de nuevo. Y mide 3 metros largos de ancho y casi 3 de alto.
Emplée el plural mayestático que suele funcionar seguido de la declaración de incompetencia, también eficaz habitualmente.
-Tendríamos que lijarla, uf, es un trabajo muy pesado, no tengo ni idea de cómo hacerlo.
El noviastro ama Leroy Merlín, se pierde por allí siempre que puede. Es un manitas y tiene paciencia, ambas cosas muy importantes en la vida según voy viendo.
Volvió ayer muy contento a visitarme. Yo venía de Urueña prometiéndomelas muy felices.
-Mira, mira, mira lo que te traigo...
Abrió la caja. Sacó una Black and Decker. Me enseñó cómo funcionaba, las diferentes lijas , cómo se quitan y ponen y el trabajo que hacen en la puerta. Hasta me trajo una alargadera preciosa roja de veinticinco metros porque además hay que lijar y pintar el portón de la calle que es metálico y promete mucho más curro que la puerta.
Yo, ingenua, pensando que el benchmarking o estudio ese que se hace en marketing mostrando a los mejores competidores había funcionado, que era un aliciente.
Mi gozo en un pozo cuando le sugerí lo siguiente.
-Gracias por la Black and Decker, por traértela. ¿No la necesitarás tú en casa?
-Pero hombre, si es nueva, es un regalo que te hago, te la he comprado...
En fin, sin comentarios.
El caso es que le he cogido el gusto. No sé si para las 30 horas que por lo menos costará lijar la puerta y sus recovecos, eso es cierto. Pero crea cierta adicción esto. Todo en esta vida es ponerse. Y yo, hay que decirlo, no me había puesto a nada en esta casa desde que recuerdo.
Hoy pasé por el Bricodepot de Laguna de Duero y no pude evitarlo, me metí dentro.
El noviastro está haciendo de mi una mujer nueva a los cincuenta, bendito sea.
Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.
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viernes, 29 de julio de 2011
miércoles, 8 de junio de 2011
La ferretería y el cumpleaños

Lo dejé caer como quien no quiere la cosa, por si acaso.
-Claro que me acuerdo, esto... ¿hay ferretería por aquí?
Se me quedó la cara petrificada. El noviastro no me la vio porque estaba conduciendo y tenía que mirar hacia delante, yo de copiloto. Tragué saliva y puse otra cadena en la radio. Hice como si no le diera importancia.
-Pues sí, hay una muy grande en...
No sé, hay que entender que las personas regalamos a menudo en función de lo que nos gusta a nosotros. Y al noviastro le encantan las ferreterías, es un apasionado.
“Tranquila, que seguro que hay algo adecuado” dije para mis adentros. Tampoco quería yo poner dificultades. “Lo importante es que haya pensado algo, que tenga un plan, que quiera regalarme” me repetía todo el rato.
Pasé no obstante el fin de semana con cierto mosqueo mezclado con curiosidad. Por la mañana estaba enfadada y por la tarde cavilaba. ¿Qué podía regalarme de una ferretería que me gustara a mí? Me acordé de mi santa madre a quien mi padre regaló una olla express el primer año de casados por su cumpleaños. Ya digo, mi madre era una santa. Soy yo y le tiro la olla a la cara a mi padre. Pero claro, cuando estás enamorada perdonas cosas así y peores, las olvidas y hasta te llegan a hacer gracia.
Vigilé atentamente todos los pasos del noviastro el viernes y el sábado. No volvió a hacer mención de la ferretería, así que yo callada, pero cada vez más mosqueada e inquieta mientras él seguía tan campante. "Encima ni sale a la ferretería ni nada... va a olvidarse de mi regalo."
Llegó el día del cumpleaños y yo totalmente en ascuas. Y de repente me da un paquete envuelto, cuadrado. Sé que soy transparente y no quería hacerle daño si no me gustaba. Me imaginé un cuadro eléctrico para colgar en la entrada, una caja de herramientas que me hace falta, un black & decker que también, en fin, otros muchos artículos que pueden venir en caja cuadrada y son de primera necesidad y muy románticos. Abrí el paquete con miedo y una sonrisa más falsa que Judas. Casi lo mato.
Era el puñetero ereader por el que llevo suspirando desde hace tiempo, para mí era inalcanzable.
-¡Eres un sinvergüenza, me has tenido pensando todo el fin de semana en el regalo, en la ferretería de los …!
El noviastro se moría de risa.
La próxima vez prometo que lo cuelgo de los pulgares.
lunes, 6 de junio de 2011
Historias del noviastro (Presentación)
He decidido escribir un conjunto de relatos sobre el noviastro.
Noviastro /a = dícese del novio o novia que no presta la debida importancia y necesaria atención a la novia o novio según se trate. Aquel que descuida por trabajo, relaciones familiares, complejísimas e inesperadas circunstancias personales, altos y bajos, o simple despiste general y básico a la susodicha o susodicho compañero del alma. Utilícese de forma literal o figurada.
Los cuentos populares están llenos de madrastras, algunos de padrastros, y otros, pocos, de hijastros. Pero ni la literatura tradicional, ni tampoco la moderna, han prestado atención alguna al noviastro, quien merecería, por sí solo, una colección de relatos en Alfaguara. A eso voy, de eso se trata. Sé que con estas entradas en mi bitácora voy a iniciar un subgénero literario ciertamente extraño al que espero contribuyan otras, u otros, con sus comentarios.
Mi noviastro, que parece un buen hombre –y lo es, me batiría en duelo por demostrarlo-, no da abasto. Lo sé y hasta le entiendo, dicho sea esto con ciertos reparos. Porque es que soy yo la que acabo llevándome la peor parte. Y no pienso resignarme. Pasada la cosa esa de la conquista, el cortejo, o como quiera llamarse, el novio se convierte del día a la mañana, sin avisar ni nada, en noviastro. Forma casi ya una etapa en las relaciones amorosas que llegamos a asumir todas, ¿todos?, como inevitable. Los síntomas los iremos describiendo con mi experiencia al respecto, junto con otros datos que las lectoras o lectores quieran aportar en su caso.
Por ejemplo, el novio llama de modo puntual y constante; en cambio el noviastro se olvida de llamar por la noche (dato fundamental y de vital importancia, ya que el teléfono, especialmente para una mujer, es un instrumento clave para mantener viva la llama -especialmente si no se vive cerca, aclaro-: una falta en este modo de comunicación siempre es terriblemente grave); el novio, otro poner, planea asiempre anticipadamente cualquier cita con la novia de su alma, no vaya a ser que le falle, y así le pregunta sólicito un lunes qué va a hacer el sábado proponiéndole, además, un magnífico y completo programa, mientras el noviastro el viernes a las 9 pm no tiene ni idea de si podrán verse el fin de semana. Ya ni hablo de las vacaciones de verano –allá perdidas, cualquiera hace previsiones-. O en otro plano: ¿qué fue de aquellas cenas de enamorados o de aquellos cines los dos abrazados? Han desaparecido, se han esfumado.
Alguien, y no miro a nadie, se ha convertido en todo un noviastro de libro, en un espécimen de noviastro yo diría que ejemplar, paradigmático. Podría llevarse el primer premio al noviastro del año, o el de "noviastro revelación 2011", éste último es casi más apropiado.
Este primer capítulo o relato ha sido descriptivo, somero y con poquísima mala baba, pero prometo historias de ficción (naturalmente basadas en hechos reales, como las tv movies o telefilms, gracias, Factoría del Guión, gracias) bajo la etiqueta ésta de “Historias del noviastro” donde voy a explayarme a mis anchas. Me ha gustado el concepto y la palabra. La clasificación adicional de "MUDANZAS" que pongo abajo significa ficción, por si acaso alguien quiere demandarme. Solo me falta pagar más abogados.
PS1: Cada uno, querido noviastro, utiliza sus propias armas. La mía es la palabra, aunque sea figurada en esta bitácora. Quedas avisado. Con cariño, que no me falte.
PS2: Come despacio, amor, que luego te atragantas. Y duerme, que últimamente no duermes nada.
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