Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.
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viernes, 17 de junio de 2011

Ignacio Aldecoa en lectura vinculada (y algo de Milagro en Milán y Antonio López)

Me pidió Gonzalo, el amigo de mi padre, que llevara algún cuento de Ignacio Aldecoa a la residencia para la lectura vinculada. Teníamos en casa de mi madre publicados por Alfaguara “Cuentos completos”. Debimos prestarlo sin que nos lo devolvieran. Así que lo saqué de una de las bibliotecas de mi barrio, la Dámaso Alonso.

El caso es que leímos tres cuentos de dicho libro el jueves pasado (no ayer, hubo fiesta en Ecoplar Aravaca, nos saltamos la lectura en voz alta). El primero, “Quería dormir en paz”, luego “Los bienaventurados” y, por último, “Caballo de pica”. Los tres gustaron mucho, no se oía una mosca, compartiendo todos la narración y metidos en aquel relato de quien duerme en un banco y es llevado al cuartelillo, luego fascinados por esos vagabundos que se dan un aire a "Milagro en Milán" entre solares, y, después, horrorizados por esa historia dramática de la juerga de unos señoritos de Sevilla que acaba en una barbaridad de las grandes.

Me lo dijo Irene hace mucho tiempo y me lo repitió luego José Julio Perlado hace dos años: “Lee a Aldecoa, Aurora”. Ahora estoy con el volumen ese enorme, de más de 700 páginas, que llevo a todas partes intentando subsanar mi ignorancia lectora.

Un maestro es Ignacio Aldecoa, y yo lamento no haberle conocido antes. Tiene unos tipos humanos entrañables y diversos, de los que casi no quedan en España. Describe el ambiente de ciudad, de barrio o de campo, de clase alta o baja, con una delicadeza admirable y a la vez sin dar la vara, sin ser excesivo, ni pedante, ni sentimental. Va directo a la historia, a la trama, a lo que pasa, y la construye con unos trazos con tanto arte, tan magistrales, que me recuerda al final a algunos cuadros de Antonio López. Es en definitiva una gozada leerle.

Tras los cuentos de Clarín , de la Pardo Bazán, de Medardo Fraile, y, por supuesto, "El bosque animado" de Fernández Florez, creo que Aldecoa va a ser otro de los pilares de nuestra lectura vinculada en la residencia este año. Tendré que pedir una ampliación del préstamo de la biblioteca, solo tengo el libro hasta el 6 de julio.

martes, 31 de mayo de 2011

Furacroyos (o el pie que pide tierra)

Seguimos con “El bosque animado” en la residencia. Acabamos la estancia o capítulo de las truchas la semana pasada. Otro día se lo leí también en voz alta a Gonzalo que, como pescador que es, me dijo que había un par de errores. No sé si Wenceslao Fernández Florez lo era, quizás no, o simplemente se toma sus licencias literarias.

Seguimos fascinados con el relato, prendidos del bosque y de sus personajes humanos y animales, del alma verde y húmeda de la fraga de Cecebre, no cansa.


Menos mal que suelo echar un vistazo al texto antes en casa para estar preparada, casi lloro con el final del peregrino enamorado, el pobre topo, Furacroyos, pelito corto y suave. Te lo imaginas en el pazo con el ratón a su lado mirando a su amada y repitiendo desconsolado “por un gabán, así que eso era …”

Cuando llego la recepcionista de Ecoplar me avisa “Narciso te está esperando ya abajo…” Él es como Furacroyos, otro peregrino enamorado al que se le humedecen los ojos recordando.


El pie me pide tierra de modo constante. Ya no puedo estar mucho rato en asfalto, no sé qué me pasa. Salgo pitando para una cena importante y luego para el campo.


(Jueves, 26 de mayo)

miércoles, 27 de abril de 2011

De cafés, balanceos y mala leche

Vuelvo a la lectura en la residencia, somos siete hoy, muchos menos. Seguimos con otra de las estancias de “El bosque animado” que tanto nos entretiene. Después –sin acabar, pendiente para el próximo martes- el cuento de "Manín" de Clarín, un vago muy simpático que te da pena. Y luego el inicio de “Mendel, el de los libros” de Zweig. La descripción del café de Gluck hace que nos metamos en el ambiente. Es curioso cómo recuerda el narrador la figura del viejo judío y ese modo de leer moviéndose de adelante hacia atrás, el balanceo suave que va unido al estudio y memorización de los textos sagrados y que Mendel luego mantiene cuando lee. Recuerdo que en las escuelas de antes en España se cantaban las tablas de multiplicar o el soniquete al recitar algunos poemas. Es interesante cómo el ritmo, el tono, la música o el movimiento, tienen que ver con la memoria y el texto, con el aprendizaje o cómo nos aproximamos a la palabra o a un concepto.

Recordamos, más bien recuerdan ellos, los cafés de Madrid, ya pocos quedan, el Comercial, el Gijón, el Lyon, el de Levante, etc. Pregunto qué diferencia hay entre un café y una cafetería y Narciso contesta “El café es propiedad de los clientes, es un lugar suyo, en las cafeterías es diferente…” Nos reímos porque es verdad. Luego cuenta cómo antes se escribía en los cafés, era el lugar de trabajo de muchos escritores. Gonzalo habla de algunas tertulias literarias de Madrid, Narciso de cómo se acostumbraba antes a acompañar a casa y se andaba y se andaba hasta dejar en su domicilio a quien fuera, había otro sentido del tiempo y de la educación, comentamos.

Acabamos con Quevedo y un par de poemas suyos con muy mala idea. Qué cosa tan española es la mala leche.

viernes, 8 de abril de 2011

Narciso y su pena

Sentado a la puerta Narciso espera mañana y tarde. Me lo cuentan y le veo yo cuando llego, ahí permanentemente, aguardando.

-Tenía yo una biblioteca muy grande, pero cuando me vine la dieron a un depósito donde los guardan…

La voz se le deshace como siempre que habla y acaba en quiebra, en un sollozo mudo. Narciso cree que su mujer murió hace poco y está inconsolable, se hable de lo que se hable acaba mencionándola. Su muerte se le hace reciente e insoportable. Entonces su ojos se aguan y cae una lágrima, solo una, lentamente por la mejilla izquierda y va a parar al cuello de su camisa de cuadros.

Leemos “El bosque animado”, llevamos haciéndolo un par de semanas. Esa fraga que casi la hueles, los sonidos del mar y la lluvia que hace el bosque, Morriña y los gatos libres, Marica la Fame, tantos personajes inolvidables. Luego más de la Pardo Bazán, de Mark Twain “Diario de Adán y Eva”, de Medardo Fraile unos cuentos preciosos del colegio, de Becquer las leyendas, nos hemos quedado a la mitad del organista sevillano, vaya narración que engancha.

Narciso a las 6.30 se quiere ya ir, dice que tiene que cenar o que le viene a buscar alguien.


-Pues si te vas tú nos quedamos sin hombres, por favor, no te vayas…

La galantería le ha gustado. Se queda un rato más a mi lado.

Antes le leí a él solo, cuando las señoras iban llegando y todavía no estábamos todos.

Llamé a Cotta por el móvil.

-Jesús, mándame ese poema tuyo, lo necesito para leérselo a alguien…

Sonó la blackberry, el mensaje llegó rápido. Leí despacio “Última voluntad” solo para él. A Narciso le cayeron entonces dos lágrimas, no una, dos. Luego nos adentramos en la fraga todos, en la humedad y humildad de sus árboles.

sábado, 19 de marzo de 2011

Intriga y literatura





Vuelvo a la residencia y leemos. Toca Soria, aunque "El santero de San Saturio" de Gaya Nuño está descatalogado según me dicen los libreros de Lé. Gonzalo me recuerda que dejé a la mitad a la Mayorazga de Bouzas de la Pardo Bazán, está intrigado. ¿Qué pasará con ella, tan imponente, esa mujer de genio y carácter montando a caballo por montes y pueblos? Tendrá que ser el próximo jueves, olvidé ese libro de cuentos, esta vez no lo traje.

La intriga, qué importante. Bien me lo aconsejaba José Julio Perlado, fundamental mantener al lector interesado en la historia, con ganas de más, de leer la siguiente página y otra, y otra, y otra. ¿Qué pasa ahora?, ¿qué va a pasar? No poder dejar la lectura y dan las 2 de la mañana. Claro está que a veces, bien lo vimos en la tertulia los mercuriales hace ya un mes con Azorín, algunos autores son descriptivos y gustan.

Llevo a O’Henry, también recomendado por Jose Julio en su día, el cuento del regalo de los Reyes Magos. Les parece bonito, pero Gonzalo me dice que ya sabía lo que iba a pasar desde las primeras páginas. A mí me ocurre lo mismo con las series de televisión y muchas películas, sé por dónde van a ir y eso me hace interesarme menos o nada.

Angelina cuenta sobre Machado y su estancia en Soria. Hoy han bajado 10 personas, parece que va interesando esto de la lectura vinculada. Lee Angelina y también otra señora, Julia creo que se llama. Resulta que es de Soria y pariente lejana de Leonor. Hablamos.

Leemos “La Chucha”, uno de los cuentos de intriga -así los han editado- de Emilia Pardo Bazán, amor entre un preso y quien de modo invisible le cuida, otra reclusa del presidio de al lado, final impresionante. También algo de mi amado Stevenson, fabulas y pensamientos, original, vividor, alegre hasta en las sombras.

Metí entre las lecturas a Zink, medievalista francés y sus cuentos del Juglar de Nuestra Señora, el que da título al libro y el de Miserere tui. Creo que les han gustado.

El próximo jueves toca Toledo, traeré algo de Marañón, una leyenda de Becquer, buscaré más en casa. Y “Diario de Adán y Eva” de Twain, lo tenía prestado y no me acordaba, pero ya lo he recuperado.

Me quedo pensando en la intriga al escribir. ¿Cómo lograrla?, ¿cómo mantenerla y dosificarla? ¿Qué enseñar y cuándo, qué ocultar y hasta dónde? El iceberg del que me hablaba Perlado, el que escribe sabe pero no muestra todo lo que sabe. Escribir no es solo descubrir, describir y contar, sino ocultar, velar, insinuar. Bendita elipsis y silencio, entreabierta la puerta, los visillos echados. Como esa pausa en un buen blues, una gozada. Chill out siempre, destensar y callar un rato. Creo que en música hay un paralelismo, una cosa es lo descriptivo y otra las repeticiones cansinas que ya no aportan nada. Gran parte de la música actual es así, dos por dos, sabes ya lo que van a contar y cantar.

Cierta dosis de intriga es necesaria. Hace todo más interesante el no saber qué va a pasar, desear ver qué hay en la siguiente página.

PS: Llevé la guía de aves de Peterson. Vimos el abejaruco del que escribía Muñoz Rojas en "Las cosas del campo". Creemos que hay un picapinos en el jardín de Ecoplar en Aravaca. Vamos a intentar verlo, no es tan fácil. Algunos pájaros no se dejan ver así como así ... Es parte de su encanto.

domingo, 13 de marzo de 2011

El fin del mundo (todo vuelve, tipos de antes) ("Si hay Dios, todo está bien. Si no hay Dios, todo está mal")

Hablo con mi hermano J. y tenemos la misma sensación al ver las imágenes de Japón, la lengua de agua tragándose tierra, personas, casas. Entre el fin del mundo y la biblia, esas proporciones o dimensiones inabarcables, el Armagedón, el desastre.

Acabo los cuentos de Clarín y me pongo a buscar nuevos textos para las siguientes semanas al hilo de dónde son los residentes y qué les puede interesar. Quizás sea algo de humor lo que necesitamos, Jardiel Poncela, Tono, Mihura, hay una selección en la biblioteca de la residencia que podíamos utilizar. De la de mi padre saco una segunda edición de las obras completas de los hermanos Machado encuadernada en piel roja, páginas de papel biblia, ejemplar 1258 de 3000, año 1951. Me dijo Angelina que para Soria, que es “el tema” de la lectura del próximo jueves (hemos programado para 2 meses aproximadamente), leyéramos naturalmente a Antonio Machado. Coloco los libros que vamos a ir leyendo estas semanas por separado: Soria, Toledo, la Alcarria, Galicia… Desde Gerardo Diego a Machado, "El santero de San Saturio" de Gaya Nuño, Marañón, Cela, Cunqueiro… ¿se puede disfrutar tanto? Al releer te das cuenta: todo vuelve, o quizás nunca se marchó, estaba.

Lo hablé ayer con Angelina y Gonzalo. Quizás vuelva esa España pobre y miserable. Quizás algunos tipos de antes –el poeta o el maestro al que no le alcanza, el cesante- nos vuelvan a visitar remozados. Es posible que nunca se fueran del todo, un velo ligero de progreso que no era tal, solo dinero, nada más que euros inflados, debajo la nada. Poco peso, muy poco, superficial el baño. Pero si fue superficial ¿no éramos también en muchas cosas grandes?

Por un lado Internet y google, el ipad y el móvil, el mundo al alcance de la mano y, de otro, la pobreza que se palpa a poco que una se fije, que repare. Los comedores de Madrid, Martínez Campos y otros, a rebosar, hombres vestidos con una teba ahora pobres vergonzantes, no son ya emigrantes recién llegados. El otro día en Huelva estuve con unos ecuatorianos que quieren volver a su patria, todo problemas, ¿cómo se ganaran la vida? Solo trabajaron en la fresa, y con ese bagaje ¿qué harán? Sus hijos ya jóvenes y también sin trabajo, dos generaciones en paro.

“Es el fin del mundo como lo conocimos” me dice Gonzalo. Ese pequeño mundo de afluencia, de riqueza, de opulencia en muchos casos, se desmorona al menos en España. Nada volverá a ser como antes o pasaran muchos años. No hay trabajo y el fondo todavía no lo hemos tocado, corrupción a mansalva e ineptos gobernando. Simple odio: unos bárbaros, unas bárbaras, entran en una capilla católica en la universidad.

Todo está ya escrito, dicho y desde luego que consumado. El cuento de Clarín “Cambio de luz”, “Si hay Dios, todo está bien. Si no hay Dios, todo está mal” repetía Jorge Arial (¿el propio Clarín quizás? Creo ver al autor en el personaje). Me acuerdo de amigos esta mañana de domingo. No quiero perder la esperanza. No puedo perderla. Y mucho menos estando en contacto con personas jóvenes o mayores: no puedo transmitirles desgana, hastío, negrura de alma.

Cultura, fe y amor. Siempre hay milagros. Lo dice también Antonio Machado. Llega G. a casa.

viernes, 11 de marzo de 2011

"'¡Adios, Cordera!" en lectura vinculada


Ayer comenzamos a leer en voz alta en la residencia Ecoplar de Aravaca. Hablo en plural porque espero que seamos más lectoras en breve. Gonzalo C., amigo de mis padres, y su mujer, Angelina, viven allí. Al ir a visitarles un día pensé que podía ser un buen lugar para iniciar lo que venía pensando. Me hicieron el favor de comentárselo a Marta, la que lleva las actividades de la tarde, y ella, junto a la dirección, me dijeron que adelante. Iremos todos los jueves de 5 a 8, lectura general y por habitaciones, vamos a ver cómo sale.

Gonzalo es una de las personas más cultas que conozco. Trabajó con mi padre muchos años, se querían a rabiar, los dos lectores impenitentes e interesados por todo. Es asturiano y sugirió que empezásemos por Clarín. Busqué en casa y no encontré cuentos suyos. En principio vamos a leer textos cortos, que se puedan iniciar y acabar en la tarde. Así que ayer mismo me fui a la librería de mi barrio, la que han montado antiguos empleados de Crisol, "Lé" se llama. Siempre saben qué aconsejarte, da gusto. Compré por 5,95 euros los Cuentos de Clarín en Debolsillo (edición de José María Martínez Cachero, estupenda introducción, por cierto).

Tengo que reconocer que no había leído “Adios, Cordera” y que ayer, tras dejar el coche que se me estropeó en mitad de la Ciudad Universitaria (lo dejé allí tirado, no podía llegar tarde), solo pude dar un vistazo rápido al cuento en el taxi. Luego realmente lo leí por primera vez en voz alta en la residencia. Mal hecho, casi me echo a llorar con Cordera en mitad de la lectura, me emocionaba a medida que avanzaba. Veía a la vaca, a Pinín, a Rosa, al tren, al poste del telégrafo con sus casi tazas de porcelana (jícaras), a todo el cuadro que pinta Clarín, qué tristeza y, a la vez, qué gozada. Luego por la noche lo volví a leer en casa, acogedor regazo maternal el de la vaca, unidos luego animal y hombre en el destino por la carne que reclaman pudientes y patria.

Tras la lectura Gonzalo explicó lo que era el cucho y otras palabras en bable, el modo en que una casa asturiana de las de antes acogía a personas y animales. Da gusto escucharle, siempre sabe algo que tú no sabes. Leímos después a la Pardo Bazán, un par de cuentos, uno triste y otro alegre que acaba en boda ("El décimo" creo que se llamaba). Dejamos a la mitad el de la Mayorazga de Bouzas, la ves a caballo, otra escritora Dña. Emilia como la copa de un pino. Se sumaron a la lectura más personas, una señora de Cuenca, otra de Toledo y una jerezana. Seguimos con Muñoz Rojas y "Las cosas del campo" (hablamos de los abejarucos, voy a llevarles una guía de pájaros). Luego Victor de la Serna y su "Nuevo viaje por España", segunda parte (la ruta del calatraveño que empieza por Quintanar y Puerto Lápice). Por último, algo de Eugenio D’Ors sobre Marzo (está en unos cuentos filosóficos que compré suyos el pasado otoño).

Vine feliz a pesar de que no sé qué le pasa al coche, me vendría de pena una avería de las caras. La próxima semana vamos a leer sobre Soria. Angelina es de allí y así luego nos cuenta sobre la provincia, la ciudad y su historia. Ella me sugirió que leyera a Becquer, tengo que buscar en la librería de mi padre.

En cualquier caso quedé con Marta, y esta mañana con Gonzalo, que vamos a hacer un programa de lecturas para que así sea más “vinculada”, no sólo como dice Antonio Rodríguez en su blog y en su escuela (lectura proponiendo el texto, "respirando" a las personas, mirándolas, etc…) sino, también, para que haya luego conversación, participación, palabras que el texto promueve y que unen, de eso se trata.

De todo esto seguiré informando en esta bitácora. Por cierto, agradecería mucho las sugerencias sobre lecturas, mejor cortas, cuentos, relatos y poesía para leer en Ecoplar Aravaca. Si he descubierto "Adios, Cordera" a mis años estoy segura que me quedan otras sorpresas muy agradables. La vida se abre. Gracias, Ecoplar, y gracias a Antonio Rodríguez del que espero seguir aprendiendo sobre lectura vinculada.

viernes, 4 de febrero de 2011

Lectura vinculada (Antonio Rodríguez: palabra, persona, mirada. Respirarse)


Desde hace meses estaba buscando alguien que me enseñara a leer en voz alta. Irene me dijo que en el colegio Estudio seguían leyendo a los adolescentes, un modo de que entren en un relato, de aficionar también a la lectura. Busqué en internet y vi que había muchas iniciativas fuera, pero no encontraba nada en España. Hasta que di con Antonio Rodríguez. La lectura como acompañamiento a quien ya no puede leer o se cansa, también a quien nunca pudo, era mi idea inicial. El caso es que tras varias idas y venidas pude escuchar a Antonio Rodríguez, asistir a tres clases prácticas, y estoy encantada. Lo que yo buscaba se ha visto sobrepasado con creces, cosa habitualmente rara.

Él explica mucho mejor lo que es la lectura vinculada, una lectura que no es solo en voz alta, es un modo de leer respirando a quienes están escuchando, a quienes propones el texto y con quienes lo compartes. No se trata de imponer ni con tu voz ni con la palabra -ni con tu interpretación, ay-, justo lo contrario. La lectura vinculada parte también de la mirada, mirarse, generar un ambiente, reconocernos como personas. La lectura vinculada tiene una vertiente social a través de "La voz a ti debida", otras divertídisima de las personas libros, hay mucho detrás, mucho trabajo, entusiasmo y una persona singular como es Antonio, muchas otras también en Sevilla, Málaga, Chiclana, Huelva…

Antonio va enseñando esto allá donde le llaman, es de una generosidad impresionante (y tiene una considerable paciencia, por cierto). Vale la pena, de verdad que lo vale. Va a institutos, colegios, cárceles, bibliotecas y donde haga falta.

A mí me ha tenido diciendo una sola frase “Mi hijo murió la noche pasada”, que es la que elegí, tengo una fuerte vena dramática. Proviene de "Carta de una desconocida" de Stephen Zweig, uno de mis libros favoritos. Con ella me ha torturado, el muy… Me ha hecho decirla en andaluz, en concreto en gaditano, quitándole drama o haciéndola mucho más dramática precisamente por quitarle la gravedad vallisoletana. Luego poner acento en el mí, en hijo, en partes, explicar lo que no hay, lo que hay, en fin, todo un mundo en una frase. Y solo una frase, ahí nos hemos quedado por el momento.

Porque Antonio es encantador, pero es un puñetero de espanto y te las hace pasar canutas, ir más lenta, volver al mismo lugar para saber que no sabes nada y sentir que lo haces de pena, que el tono no, que si las manos tampoco las colocas bien, que si tu cuerpo cuando lees..., en fin, un verdadero pesado. Es que es profesor y actor, y hombre de palabra y palabras, o sea, un horror.

Como me gusta sufrir, y me va este tipo de marcha, seguiré yendo a aprender de la lectura vinculada de él, con él y otros alumnos, todavía me queda muchísimo, todo prácticamente. Aunque como a leer se aprende leyendo, voy a empezar esta semana leyendo en una residencia de ancianos, que seguro que son mucho menos exigentes que Antonio.