Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.
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martes, 21 de enero de 2014

En blanco

Superar el miedo y la vergüenza no es fácil. Están metidos tan dentro, se tienen tan arraigados, que ni siquiera sabes identificarlos. Crees que es pereza o falta de tiempo. O  peor, echas la culpa a las circunstancias. Y no.  Es simple y llano miedo entreverado de vergüenza. Una vez que sabes poner el nombre exacto es un poco más fácil.

Lo que se empieza como un juego suele dar buen resultado. Sólo cuando uno se toma en serio las cosas no marchan.

Este maldito caballero de la mano en el pecho me machaca. Así, vestido de negro, con la mano extendida, siempre tan serio, tan trascendente, tan castellano. Es verdad: es elegante y honrado. Pero es un saboteador al que hay que mandarle un ratito a una taberna. O mejor, hacerle niño.  Así, con su espadita, con el caballo de madera y su pequeña gola blanca, incluso vestido de negro -porque siempre se nos ha muerto alguien-,  impone menos.

Alguien me dice que lea a Clarice Lispector. Saco tres libros de la biblioteca porque en formato electrónico en español no hay nada. Clarice Lispector me recuerda mucho a alguien. Pero me cuesta tanto leer, que devuelvo dos de los libros tras el fin de semana. Ya habrá un momento mejor. No hay que obligarse a nada, y menos a leer.

Empiezo "Las señoras" de Jiménez Lozano. Qué alegría. Me encanta. Esas dos hermanas ancianas, Clemencia y Constancia, son geniales.

-¿Y usted nos detendría, comisario?
-Lo que dijera la ley. Ya saben que es igual para todos.
A Constancia le entró la risa, y todavía entró riéndose en el cuarto de estar.
-¿Has oído, Clemencia? -dijo.
-He oído; he oído lo de la ley, lo he oído.
-¿Y no crees que es demasiado mayorcito el comisario para creerse esas cosas? Tendríamos que hacer algo para desengañarle.
-Sí, pero los hombres no son como las mujeres. No quieren desengañarse nunca. Y, si un día se desengañan, montan unas tragedias impresionantes.







miércoles, 10 de julio de 2013

Los niños enfermos

Sigo leyendo –poco-  y trabajando –es lo que toca-. Pasan los días y no doy abasto. La enfermedad como tema literario.

“Ebrio de enfermedad” de Anatole Broyard, desolador relato que publica La uña rota, esa editorial segoviana que me hace tanta gracia. Empiezo por el final, “Lo que dijo la cistoscopia”: el autor, su padre y lo que dijo la citoscopia, lógicamente. Me gusta a pesar de la tristeza y de la nada.

La enfermedad es el tema más literario porque es el más humano. Tras el amor. O el desamor. O la muerte. O la  casa. La familia. La envidia. La mentira. Los secretos. La vergüenza y el horror de saberse malvados, mezquinos o simplemente pequeños, nada. El miedo.

Todo es literario. Por eso me parece  raro que la enfermedad, que es de lo más humano que tenemos,  sea hoy minimizada, olvidada, que sea un tema más de ensayo que de novela, cuento o relato.  

Los niños enfermos. Cuántos niños enfermos. Antes y ahora.  Cuántos escritores que comenzaron precisamente siendo niños enfermos, encamados, que no pudieron ir al colegio o que faltaron durante meses o años, que devoraron libros o historias de quienes les cuidaban o simplemente tuvieron más tiempo para observar. 

En la enfermedad, con ella, nacieron muchos escritores o con ella también se desarrollaron. De ella proviene la reflexión o simplemente el dolor, la angustia, la soledad o el tiempo que dejas pasar y piensas, o la desesperación de sentir que el ritmo de los demás y el del enfermo están desacompasados. Al final escribir es tener un tiempo que no encaja en el resto de la casa. Un tiempo aparte.  

Propósito: saber algo más sobre qué escritores tuvieron enfermedades serias, crónicas o largas, o quizás más esporádicas, cuáles estuvieron mucho tiempo en cama, cuáles fueron niños enfermos, aislados, lectores tras las sábanas. 


Ay esas buenas gripes escolares que tanto han hecho por la lectura. 

Leer más y mejor para escribir un poco, a veces nada. Pues eso.



Notas: 
El primer cuadro de la niña convaleciente jugando es de Albert Anker, pintor suizo. 
El del niño palido, que también juega en la cama, es "Niño enfermo", de Ricard  Canals.

lunes, 17 de junio de 2013

Fantasmas románticos y otros fantasmas

Acabo “Casa de muñecas”, de Patricia Esteban Erlés, sus relatos son siniestros e inquietantes. Empiezo otro de cuentos, “Paseando con fantasmas”.  Pero no es justo lo que ando buscando. 

Quiero  historias de fantasmas románticos, dije en Páginas de Espuma. Y me enseñaron lo que tenían, una antología del cuento gótico. No doy con ello. Y no sé cómo explicarlo. Les mencioné “Otra vuelta a la tuerca”, de Henry James, que a mi padre le gustaba tanto. Debería volver a leerla, aunque tampoco es ni el tono ni la aproximación, pero es interesante. Cómo contar lo que no se puede ni contar de tan terrible y malo. Para eso también existen los fantasmas.  

El género del que intento leer algo es hoy raro. No se trata de vampiros o zombies, ni de cuentos góticos. Es “El fantasma y la Señora Muir”, aquella película inolvidable de Mankiewicz. O “El fantasma de Canterville”, de Oscar Wilde, una historia que me encanta, fina y elegante, con sentido del humor. Tienen y conservan lo que busco en los fantasmas: misterio y alma. Y el juego de las dos realidades, lo natural y lo sobrenatural, en convivencia y rozándose. Así vivimos y escribimos. Todo sucede a veces en un mismo plano. No sabes dónde empieza qué ni tampoco dónde acaba. 

Encuentro entre mis libros una vieja edición de los años 80 de Planeta, “Relatos de fantasmas”, de mujeres escritoras, alguna conocida, como Wharton, desconocidas la mayoría, otra recién rescatada en España como Stella Gibbons. Mencioné a Ediciones Funanmbulista a Daphne du Maurier, autora de “Rebecca” y de “Los pájaros”, y de aquella otra historia romántica y preciosa, “La posada de Jamaica”, que debería volver a publicar alguien.

No es el terror o lo siniestro, es el espíritu que permanece y que cuida en la distancia. Las casas son espacios sagrados. Baja la temperatura en la habitación. Sientes la presencia de alguien, una sombra, ruidos suaves en el piso de arriba y no es la gata. La luz se va con frecuencia cuando estás sola. Entonces abres un armario. Y pides permiso y también perdón por haberte instalado, el siempre difícil equilibrio entre dos realidades. 

Los fantasmas son la memoria. Por eso me interesan tanto.

viernes, 31 de mayo de 2013

La respiración vigilada ("El estupor y la maravilla" o Pablo D'Ors revisitado)

Descubrí a Pablo D'Ors el pasado invierno. Es de una gran solidez, delicado y profundo, de muchos matices y detalles. Entras en otra dimensión cuando lees algo suyo, en otro ritmo más pausado.  Me gusta lo que cuenta y cómo lo hace.

Aquí abajo hay un texto que vuelvo a leer de vez en cuando. Pertenece al primer capítulo de "El estupor y la maravilla" sobre la vida de un vigilante de un museo, una auténtica joya publicada por Pretextos en 2007.

"La noche en que Gabriele volvió a aproximar su rostro al mío (todavía no tan cerca como antaño, pero mucho más, ciertamente, que las semanas anteriores) supe que me quería como nadie me había querido antes. Esa noche tan dulce (y las siguientes lo fueron más, pues ella fue aproximándose poco a poco hasta llegar a la cercanía deseada) supe que la vida era justa conmigo al brindarme lo mismo que yo le había dado: durante veinticinco años había vigilado a los demás; ahora, al fin, era a mí a quien vigilaban. Con ese celo que da el amor al propio oficio, durante veinticinco años había vigilado los cuadros en un museo; ahora, cuando ya casi era un viejo, era yo el vigilado con esa incomprensible entrega y abnegación que sólo puede brindarse al ser amado.

Y fue entonces, con los ojos cerrados, con la respiración de Gabriele todavía caliente en mi piel, cuando decidí escribir este libro: las memorias de un vigilante de museo. Pocos días antes, en unos de los bancos de Schwarzenberg -el jardín romántico de mi ciudad natal, desde donde se distingue con toda nitidez una de las fachadas del museo-, ella me había dicho "Todo esto tienes que contarlo", comentario al que yo había sonreído con indulgencia, como quien tiene la sabiduría demasiado domestica, acaso incomunicable. Había sonreído vanidoso, pues con aquellas pocas palabras me decía por primera vez que mi vida podía aspirar a cierta posteridad. "Todo esto tienes que contarlo", había dicho Gabriele tras escuchar el relato de mis historias, tan insignificantes. Y así empecé a ver grande lo que hasta entonces había visto pequeño.

Ella me vigilaba por las noches para saber que no me había muerto; yo escribiría durante el día para que el mundo supiera que había vivido. Ahora sé que sólo escribimos para que en algún lugar de la Tierra alguien abra nuestros libros por las noches y sienta nuestra respiración cerca, como una brisa tibia en la piel".

Me conmovió la primera vez que lo leí y vuelvo otra vez a emocionarme mientras lo copio. Es así la escritura de Pablo D'Ors. Puedes volver a ella siempre porque siempre encuentras un lugar donde sentarte.

Pablo D'Ors estará en la Feria del Libro de Madrid estas semanas.

Sábado 1 de junio, de 18.00 a 20.00 y en la caseta 206 de la editorial Pre-textos firmando EL OLVIDO DE SÍ y el resto de su obra.
Domingo 2 de junio, de 11.30 a 13.30 y en la caseta 144 de la editorial Siruela firmando BIOGRAFÍA DEL SILENCIO y el resto de su obra.
Sábado 8 de junio, de 19.30 a 21.30 y en la caseta 255 de la editorial Impedimenta firmando la nueva edición de ANDANZAS DEL IMPRESOR ZOLLINGER y el resto de su obra.
Viernes 14 de junio, de 18.00 a 20.00 y en la caseta 146 de la librería Alberti firmando todos sus libros.

jueves, 26 de abril de 2012

Del trabajo forzado al de forzarse (Con el yo y contra él)

Leo el último libro de ficción de un conocido sociólogo. Me apetece el tema y él me parece un hombre con fundamento, que diría Arquiñano. Y quiero leer a mis contemporáneos, no sólo a muertos. Encargo la novela a Gema de la librería Letras de Ávila. Cuenta cosas interesantes, desde luego. Muchas, quizás. Es posible que tantas pidieran más un ensayo que esta novela, que me parece muy forzada.

Aprendo algo importante: escribir una novela es dificilísimo, incluso para personas con experiencia, con muchas lecturas y costumbre de escribir, como es éste el caso.

Una novela se va de las manos fácilmente. Es mucho el tiempo y el trabajo que demanda, y no solo de técnica o mental, también de otra clase. Lo digo como lectora aficionada y en relación a lo que a mí me gusta en literatura, con lo que disfruto más. No soy ni filóloga ni crítica profesional.

Tengo la sensación de que la novela es un trabajo interior de titanes, desde el yo y contra el yo a la vez.

Un yo que permita escribir. Da igual la voz del narrador desde la que que se haga. Interior fuerte y rico, recursos, trabajo mental, técnica y diálogo con uno mismo -sí, no, fuera esto, mal esta trama, quítalo todo, así no hablaría, buscar un adjetivo en toda una tarde, etc.-.Es un yo esforzado por hacerlo mejor, una vez, y otra, y otra.

Y un yo que se quede fuera de combate, ko ahí mismo, en la mesa, acabado. No por agotamiento del trabajo, que también, sino porque lo que se cuenta no es el autor, es otra cosa, aunque le haya utilizado.

Como lectora de novelas no veo ese trabajo del yo esforzado y del otro yo que se ha forzado para difuminarse. Cuando están ambos son subterraneos, ocultos, no se notan. Sé que están detrás por el resultado: me gusta o no me gusta lo que estoy leyendo.

Mea culpa siempre. Lo ves y caes. Y no es solo un tema de principiante. Le pasa a gente muy avezada. Consuela un poquito.

miércoles, 15 de junio de 2011

Quieta (Vida perra XV)

Tranquilidad en el frente. Papeles y más papeles, mi ama me saca poco últimamente aunque vayamos al campo muchos fines de semana. Ahí me desquito tumbada durante horas en el jardín ese donde los gatos han hecho su fuerte. Ya me he acostumbrado a ellos, ni me muevo. Luego, en Madrid, ella me saca en pareja, como la guardia civil, con una vecina y su perra a las 7 am. Al llegar a casa las dos humanas intentan meditar en la terraza cubierta sentadas en el suelo frente a frente. Cierran ambas los ojos. Se quedan en silencio y muy quietas.

Al principio nosotras damos vueltas a su alrededor, pero acabamos por echarnos a su vera. Hay situaciones en las que una perra se siente más unida al ama y son estos. Le voy lamiendo el pie desnudo mientras ella intenta hacer lo que a mí me sale espontáneamente: dejar que la mente se calme estando solo en el momento presente. A ella le cuesta esto. Cree que no está en su naturaleza.

Es más fácil, ama, de lo que tú piensas. No te propongas nada. Tampoco hagas planes, ya sabes lo que Dios hace con ellos. No te resistas siquiera a lo que venga o a lo que se vaya si no haces ... ¿qué? No hay nada que puedas hacer realmente, ni tampoco que puedas evitar haciendo. Te esfuerzas demasiado a veces, te agotas y no tienes muchas fuerzas. Yo, como perra tuya, lo veo claramente.

Deja fluir el río, el de dentro y el de fuera. Y observa. Tendrás así la dimensión exacta de lo que sucede. Serás más consciente de todo si permaneces como ahora, quieta. Es cuestión de práctica, yo soy una experta.

jueves, 26 de mayo de 2011

Elegante (de coplas, gatos e historias orales)

"Es un árbol elegante, elegante..." dijo Carlos, el pastor y jardinero oficioso de nuestra casa en Boecillo. Yo me le quedé mirando. A veces me gustaría grabarle. No ve la televisión, no va al bar, le aburren ambas cosas, y eso se nota en cómo habla y de lo que habla, en su vocabulario y lo que le importa. Él y su mujer, Gloria, como dos enanitos mágicos entran en el jardín y lo transforman, leña a un lado bien cortada, ramitas y ramas por tamaños en haces anudadas, el huerto con fresas y tomates. Luego me invitan a que me siente con ellos en un banco mientras anochece despacio.

El otro día Carlos me recitó coplas. Él llama coplas no al cante flamenco, sino a historias por las que antes se pagaba. Historias de amores contrariados, con mujeres deshonradas y asesinatos en su caso, ríete tú de las series sudamericanas. Luego mi tía Charo me contó que era así, que se compraban las coplas, las letras, en papel para luego poder cantarlas. La SGAE todavía no funcionaba, ni la tele, la radio era otra cosa.

"La literatura está en la calle", quizás pongamos ese título a la actividad que planeamos en Boecillo, Maripaz, la bibliotecaria, es un encanto. Allí en ese edificio impresionante, madera y cristal, luz por todas partes, se está bien. Pero la literatura está en la calle, los escritores como los cineastas recogen lo que otros viven y hablan, o podrían vivir y hablar. Ya lo sé, a veces se crean mundos propios y nuevos, universos que parecen singulares, historias que tienen lugar en pueblos y tierras totalmente imaginarios. Pero tengo la sensación de que todo ya está escrito porque todo está vivo y muerto a la vez. Mil historias posibles suceden al mismo tiempo y no hay distinción entre ficción y realidad; algo así como entre el gato de Schrödinger y aquella historia oral inacabada que Joseph Mitchell narra en "El secreto de Joe Gould", luego película espléndida.

Lo difícil es elegir qué contar y contarlo tan bien como se pueda y sepa, podando.

Carlos me recita la copla, intenta recordarla, mientras apoyado en el suelo sigue cortando ramas con una navaja. Él no se cansa.

viernes, 29 de abril de 2011

Guión, vida (es decir, conflicto)

Repaso las clases de Pedro y Javier. Desde luego el guión de una película o de una serie no es menos complicado ni más fácil que una novela o un cuento . Tengo que hacer deberes, no me ha dado tiempo, llevo mucho retraso.

El conflicto, siempre el conflicto, sin conflicto no hay guión. Ni vida, pienso, es igual. Una de las guías de Alba para escribir novela trataba de lo mismo, "Cómo diseñar el conflicto narrativo", tela.

El miércoles analizamos un capítulo de "Friends". Gustará o no gustará, pero, como dice Javier, el guión de esa serie es un mecanismo de relojería perfecto, me encanta. Construcción de cada acto, los puntos de giro, términos nuevos y técnicas propias, luego el diálogo, encima hay que escribir diálogos, te mueres... Qué diálogos tan buenos tiene "Friends", frescos, ágiles, estupendos.

Tengo que pensar visualmente y me cuesta más de lo que creía. Sigo pegada al modo que tengo de escribir novela o cuento que, encima, no son buenos, párvula en todo, horas que me faltan echar, y mira que lo intento. ¿Demasiadas cosas entre manos? Puede.

Tramas y objetivos de los personajes, trama principal y secundaria, quizás alguna que podemos calificar de relleno. Objetivos. Objetivos. Cada personaje tiene un objetivo que consigue o no real o aparentemente, clave también en un guión. Interesante esto.

Lo disfruto todo como una niña, pero sé que no trabajo lo suficiente. Quizás es un conflicto ¿O la falta de tiempo es solo un problema y no un conflicto? Son conceptos diferentes…

Veremos “Sonanmbula” de Fernando Spiner hoy en la Factoria del Guión. Pedro lo recordó el otro día. Yo no había visto “El día de la marmota” –aunque la vi en su día-, había que verla la semana pasada. Como cada viernes, nos toca una película sobre la que luego se trabaja, sin ello no se hace el curso bien. No hay aprendizaje sin exigencia. Pero la falta de tiempo es un conflicto ¿o solo es un problema? ¿Y si fuera una excusa simplemente...?

Bueno. Me voy al campo a escribir, tengo que escribir, quiero, lo necesito...

Si el jardín, el tejado y el dinero me dejan. Lloverá, dicen. Bien, eso espero.

sábado, 19 de marzo de 2011

Intriga y literatura





Vuelvo a la residencia y leemos. Toca Soria, aunque "El santero de San Saturio" de Gaya Nuño está descatalogado según me dicen los libreros de Lé. Gonzalo me recuerda que dejé a la mitad a la Mayorazga de Bouzas de la Pardo Bazán, está intrigado. ¿Qué pasará con ella, tan imponente, esa mujer de genio y carácter montando a caballo por montes y pueblos? Tendrá que ser el próximo jueves, olvidé ese libro de cuentos, esta vez no lo traje.

La intriga, qué importante. Bien me lo aconsejaba José Julio Perlado, fundamental mantener al lector interesado en la historia, con ganas de más, de leer la siguiente página y otra, y otra, y otra. ¿Qué pasa ahora?, ¿qué va a pasar? No poder dejar la lectura y dan las 2 de la mañana. Claro está que a veces, bien lo vimos en la tertulia los mercuriales hace ya un mes con Azorín, algunos autores son descriptivos y gustan.

Llevo a O’Henry, también recomendado por Jose Julio en su día, el cuento del regalo de los Reyes Magos. Les parece bonito, pero Gonzalo me dice que ya sabía lo que iba a pasar desde las primeras páginas. A mí me ocurre lo mismo con las series de televisión y muchas películas, sé por dónde van a ir y eso me hace interesarme menos o nada.

Angelina cuenta sobre Machado y su estancia en Soria. Hoy han bajado 10 personas, parece que va interesando esto de la lectura vinculada. Lee Angelina y también otra señora, Julia creo que se llama. Resulta que es de Soria y pariente lejana de Leonor. Hablamos.

Leemos “La Chucha”, uno de los cuentos de intriga -así los han editado- de Emilia Pardo Bazán, amor entre un preso y quien de modo invisible le cuida, otra reclusa del presidio de al lado, final impresionante. También algo de mi amado Stevenson, fabulas y pensamientos, original, vividor, alegre hasta en las sombras.

Metí entre las lecturas a Zink, medievalista francés y sus cuentos del Juglar de Nuestra Señora, el que da título al libro y el de Miserere tui. Creo que les han gustado.

El próximo jueves toca Toledo, traeré algo de Marañón, una leyenda de Becquer, buscaré más en casa. Y “Diario de Adán y Eva” de Twain, lo tenía prestado y no me acordaba, pero ya lo he recuperado.

Me quedo pensando en la intriga al escribir. ¿Cómo lograrla?, ¿cómo mantenerla y dosificarla? ¿Qué enseñar y cuándo, qué ocultar y hasta dónde? El iceberg del que me hablaba Perlado, el que escribe sabe pero no muestra todo lo que sabe. Escribir no es solo descubrir, describir y contar, sino ocultar, velar, insinuar. Bendita elipsis y silencio, entreabierta la puerta, los visillos echados. Como esa pausa en un buen blues, una gozada. Chill out siempre, destensar y callar un rato. Creo que en música hay un paralelismo, una cosa es lo descriptivo y otra las repeticiones cansinas que ya no aportan nada. Gran parte de la música actual es así, dos por dos, sabes ya lo que van a contar y cantar.

Cierta dosis de intriga es necesaria. Hace todo más interesante el no saber qué va a pasar, desear ver qué hay en la siguiente página.

PS: Llevé la guía de aves de Peterson. Vimos el abejaruco del que escribía Muñoz Rojas en "Las cosas del campo". Creemos que hay un picapinos en el jardín de Ecoplar en Aravaca. Vamos a intentar verlo, no es tan fácil. Algunos pájaros no se dejan ver así como así ... Es parte de su encanto.

miércoles, 19 de enero de 2011

Árbol (sin deadlines)



Árbol, no es cierto que crezcas en una delgada línea de tierra. Lo haces en el humus pardo de quienes te sustentan, suelo viejo y nuevo rico en nutrientes. Lo que lees, el amor de ayer y de hoy, todo es alimento, ancla fuerte. Escarabajos, ramitas, tus débiles hojas pudriéndose a tus pies, y esas sólidas y buenas de otros que se hacen más vida con el tiempo. Debajo de la superficie túneles de animales ciegos, hormigueros, restos de dientes, piel y pelo. Con agua, en lo oscuro, sin ruido, se pulverizan las piedras y las raíces se hunden más adentro.

Árbol, los anillos en tu tronco cuentan que sufriste un incendio, el año donde creciste menos y aquel en el que engordaste porque la temperatura fue buena.

Nudos rugosos en tu corteza, guaridas de ardillas en lo alto, o de serpientes y lagartos en tus huecos. Y dos aldeanos sentados a veces conversando a tu vera. Su merienda en el cesto -bocadillo de chorizo, vino tinto, fruta y chocolate con cacao al 70%-. Y un perro al que de vez en cuando le tiran un palo para que vaya y vuelva.

Árbol con ramas muy delgadas y desnudas, ateridas en este momento. Tus yemas engordan ahora muy lentamente. ¿Y qué? Es invierno. No hay prisa. Ya vendrán nuevas hojas verdes y pequeñas. O no. Nada es seguro afortunadamente.

Árbol abierto siempre a lo que venga, lluvia, sol y viento. El cielo es tu otro suelo definitivamente. Por la noche respiras. Con la luz de la luna llena de ayer creces.

Árbol: fresno, castaño, olmo, quejigo, haya, álamo, alcornoque, cedro, pino o hasta abeto, sauce, eucalipto, arce, acebuche, roble o almendro. Los mejores bosques no son los de una sola especie, ni sólo salvajes, tampoco domésticos. Ni selva ni huerto. Recuerda la fraga de Cecebre que te gusta tanto: expuesta es expuesta. No lo tomes todo en serio, no seas un triste poste de telégrafos. El centro de un árbol siempre está fuera.

Árbol, lee, escribe, vive, come, bebe, ama y reza. Y todo un poco más lento. No hay plazos ni deadlines. No hay línea ni delgada ni muerta. Tómate tu tiempo y tu silencio. Sé un árbol siempre.

jueves, 13 de enero de 2011

El solar de mi barrio (y maratón en las Tablas)



Hay en mi barrio un solar que tiene más de treinta años. En él estuvo un convento de monjas con sus jardines, el que alojó a la parroquia de San Fernando hasta que se edificó la iglesia en los 70 en otro lugar cercano. Luego se fueron las monjas, se tiró el convento, entraron las maquinas, aplanaron la tierra y la horadaron más tarde. Desde entonces sigue sin edificarse. Es un solar muy grande. Se dijo en su día que iban a poner el Ministerio de Asuntos Exteriores. No sé que habrá pasado.

Doy un paseo con Olimpia. Subo Padre Damián hasta la plaza de Madre Molas. El solar con sus vallas, “Prohibido anunciarse”, se abre con su hueco. Miro por una rendija. Me entra vértigo, me aparto. Pero la curiosidad me puede y vuelvo a mirar a ver si pasa algo. No se mueve nada, silencio. Reanudo la marcha. Rodeo el solar andando, vuelvo por Henri Dunant, por Qüenco, el restaurante de Pepa, luego por El telégrafo, el 5 jotas, y otra vez Padre Damián arriba, hacia el solar, y otra vez abajo. Una pena que continúe así, negro mordisco en el suelo, blanco espacio vacío en el aire.

El sábado estuve en las Tablas, un barrio nuevo en el norte de Madrid. La parroquia está en una barraca, decente, pero barraca, en medio de otro solar, éste pequeño. “Iglesia en construcción” casi, como en internet cuando una página se está montando. También así empezó mi barrio hace casi cuatro décadas. En las Tablas hay edificios impecables, avenidas grandes, bares y negocios que se abren a pesar de la crisis y un par de mimosas que descubrí andando. Ahí están, como un testigo de cuando aquello fue campo. No las han plantado ahora, están de antes. Las pude fotografiar en marzo del año pasado a reventar. Todavía no han florecido, hay que esperar unas semanas. Dependerá del calor que nos haga.

Hoy luce un sol fantástico en Madrid, ayer 15 grados. Las mimosas estarán engordando y las lavanderas, que son pájaros chicos, de color gris, blanco y negro, que mueven mucho la cola, y que andan siempre cerca de un charco, a veces hasta en las ciudades, deben de estar al sol en alguna parte.

Han montado en las Tablas los de Go fit, una cadena de gimnasios, un maratón solidario para el 23 de enero, sólo 5 kilómetros, no es demasiado. Vi el cartel en la parroquia, pero aquí puede uno apuntarse. Está bien que a todos los que nacieron antes del 95 les metan en el mismo saco deportivamente hablando. Pensar que alguien que nació en el 61, por ejemplo, puede correr en la misma categoría que alguien que lo hizo 34 años después, anima mucho, da esperanza. Que es lo último que se pierde, como todo el mundo sabe. Vamos, que no se pierde, y menos en un día soleado. Me he llevado una alegría muy grande y varias pequeñas esta semana, la vida marcha. Esperanza, paciencia y constancia, las tres son importantes.

PS: Acabo de quemar las alubias. Y van siete veces que me pasa en los últimos meses. Si escribes -o lees, peor-, no cocines mientras lo haces. O ponte un despertador que avise. Menos mal que no he invitado hoy a nadie.

domingo, 9 de enero de 2011

En busca de María Blanchard

Hay proyectos que tardan en madurar. Llevo dos años casi documentándome sobre María Blanchard. Me falta hablar con determinadas personas, a ver si puedo. No sé con qué fin, la verdad. Pienso a veces en una novela en dos tiempos, hoy y entonces, otras en un ensayo o en una biografía. Leo, recojo información, tengo una caja de cartón y otro archivo en mi ordenador donde voy dejando documentos e imágenes de cuadros. Y hago listas: frases suyas, personas que trató, cuadros con título y año en que lo pintó, necesito ver las épocas, conocer qué han escrito sobre ella (no puedo hacerme con todos los textos importantes, voy a poco a poco, algunos tienen más de 70 años). También empecé, como Perlado me dijo, con apuntes, notas, esbozos, retazos de lo que voy viendo o leyendo bajo títulos que pongo que van por parejas o por temas o por extraños encabezamientos. Tengo anotaciones mías de ideas, frases, pequeños párrafos inconexos todavía, retalitos parecen.

María y Diego Rivera en Goya 27. Aprendiendo con Sotomayor. Aprendiendo con Anglada Camarasa. “La bruja, la bruja”, así le gritaban por ser jorobada por la calle. Profesora en Salamanca por poco tiempo, irrespirable esa España tan bestia. Juan Gris. Lothe. Liptchiz. Fuera Gutierrez Cueto, solo Blanchard. Cubismo humano. Luego distinta, española siempre. Si no fuera por su ternura hubiera sido muy negra. Sus maternidades tan esféricas. Los niños omnipresentes. Y esa niña de primera comunión rígida, tan real, tan por fuera, luego he descubierto que hay varios cuadros, uno el original, otro la réplica que ella misma hace. “No, no, es mejor la belleza”, contestando cuando le hablaban de su talento. Su vestido de colores, de cuadros, el arreglo extraño. ¿Viajes? Sé que viajó, pero no encuentro documentos. París, frío y hambre, pobreza. El taimado Rosenberg. El rey Gustavo de Suecia. “¿Por qué hacerlo”, la frase del dominico confesor cuando ella quiso dejar la pintura. Acogiendo a su hermana viuda con hijos en París. San Tarsicio, el poema de Claudel. El “Pintaré muchas flores” que dijo a su muerte. Tantísimos cuadros, trabajó incansablemente.


No sé qué cómo voy a hacerlo. Pero me lo estoy pasando muy bien. Es una pintora tan buena y una persona tan admirable, que solo aprender sobre ella me basta por el momento. A veces explorando sin saber muy bien por dónde se acaba por encontrar la palanca, el punto de apoyo de un texto, de un personaje, de una historia, el enfoque, el formato. Veremos. Si no, no habré perdido el tiempo.
(La foto es de María Blanchard con Jaqueline Rivière, discípula suya. El cuadro es "Niña del brazalete", 1922-23)

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Cada amanecer es un milagro



Plenas Navidades, recuperar el sueño natural, volver a dormir sin nada, esto es, a soñar como antes soñaba, es para dar gracias. Veo amanecer hoy y se me saltan las lágrimas, y eso que no estoy en el campo. Solo diviso el sol detrás del jardín del Olivar del Castillejo. Con él unas pequeñas nubes blancas que desaparecen al poco rato. La ciudad está hoy menos ruidosa aunque en Madrid hay demasiado ruido siempre. Desayuno un café rápido porque viene luego C. y lo haremos con calma.

Día de los inocentes ayer, caí en una pequeña inocentada. Me hizo gracia. Quizás soy inocente en algún sentido, más bien ingenua todo el tiempo y especialmente a ratos. Quisiera tener la piel fina, sea la de niña o la de anciana. Necesito una piel más fina para vivir y escribir. Tendré que buscar la hidratante adecuada, rosa mosqueta, aceite de jojoba o argán, vitamina C, mejor de herbolario. El principio activo es lo que cuenta, su concentración, me lo dijo una farmaceútica hace años. Pagamos a veces cifras exorbitantes por cosmética cuyo principio activo está en más alto porcentaje en otra crema sin marca, desconocida, y mucho más barata.

Recuerdo los atardeceres en el Boalo, la Maliciosa azul y fría, esa oscuridad de la noche sin farolas. La echo de menos. También al silencio, a la soledad, todo eso acrecentado o quizás solo sin amortiguación, como es a veces en el campo, a pelo, sin nada, o con mucha menos parafernalia. Como el sueño natural que viene o no viene, es corto o largo y, como es, debería bastarme.

La luz artificial tiene muchas ventajas, nos vemos y podemos seguir trabajando. A la vez hay algo que es extraño, lo dice la palabra: artificial. Compré ayer bombillas de bajo consumo, son caras, pero más cara va a ser la subida de la luz. Tengo que ser pragmática. Sigo preparando clases. "High Maintenance" está ya colgado aquí para quien le interese leer el relato de 5 cócteles con tequila y 2 coñacs solos, a palo. Desde aquí agradezco al Ayuntamiento de Coslada, a Beatriz, de la biblioteca, muy especialmente, y a la Asociación la Bufanda, su amabilidad, su acogida y, por supuesto, el accésit.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Sin pie del árbol, a pequeños pasos

Hubo inundación en el sótano de la casa de mi madre esta primavera. Los trasteros se abrieron, nos sacaron las cosas y luego las pusieron en los lugares equivocados. He perdido el pie del árbol de Navidad. Compré hace ya más de diez años un abeto artificial para evitar el trasiego y el gasto de comprar uno vivo cada temporada. Ahora no sé qué hacer, cómo sostener el árbol. Esta tumbado, vencido, en el suelo. Fui a un chino a ver si vendían pies sueltos de abetos artificiales, a Casla, al Corte Inglés, y nada, no hubo manera. Llegó mi hermano J. y se lo dije, preocupada. Me contestó, "tranquila, sobreviviremos sin árbol, sin el pie". Da gusto poder apoyarse en los hermanos.

El Belén tiene a San José con el brazo pegado. Debió de romperse al guardarlo en enero de este año y Josianne lo pegó sin decir nada. Al niño le hice una mantita de lana a punto de arroz para taparle. Ponemos el Nacimiento en la terraza y, aunque está cubierta, daba frío verle. Mucha vela, un farol y flores blancas, una tela adamascada amarilla preciosa, pero a mí me gustan esos belenes populares con ríos, peces, pastores, cabañas y hasta señores que cagan o una mujer con pavos. Lo tendré uno de estos años.

Por sorpresa, no sabía nada, me enteré por google que "Fernanda, las magnolias y el Rey Mago", la selección de 50 entradas de este blog publicada por Ediciones Siltolá, está en ebook en versión electrónica. Lo ha colgado la editorial, no ha sido un pirata. Por si interesa a alguien, aquí puede descargarse, está a un precio muy razonable.

Por mi parte, y con el beneplácito de Coslada, colgaré aquí o en una plataforma adecuada "High Maintenance", el relato corto que fue accesit del concurso del ayuntamiento. Será gratuito bajárselo, eso lo tengo claro: han editado el libro con todos los que fuimos premiados, pero no lo van a vender, sino a distribuirlo por bibliotecas y sitios similares. Así que, lo cuelgo en breve por si acaso alguien lo quiere leer.

"High Maintenance" trata sobre un mexicano que trabaja en las Vegas en un hotel y casino en el que va progresando. Cuenta el alto mantenimiento que llevan esos lugares, donde, si falla algo, hay que arreglarlo para que esté todo impecable, sin una mota, sin una mancha. Salen algunas mujeres de esas que son muy caras, que gastan mucho y necesitan que los hombres se gasten en ellas todo el rato -"high maintenance ladies" les llaman-. También va sobre el tiempo, el esfuerzo y la atención constante que lleva tener hijos, mujer o marido, una familia, vaya. David C. (Reyvindiko) y Reyes O. (Mirna) me inspiraron este relato y a ellos, y a sus hijos, aunque no sean mexicanos sino malagueños, está dedicado con admiración y cariño, son geniales.

En fin, "High Maintenance" es un cuento de 26 páginas en 5 cócteles con tequila (Mexican Mule, Margarita, Cosmpolitan, Bullshot, Tequila Sunrise) y, en medio, dos coñacs solos que el jefe del casino bebe a palo seco, sin mezclarse con nada ni con nadie.

Así que sin pie pero con pequeños pasos sigo en esto de escribir.

Estoy acabando "Abuelitas Malditas" estas Navidades. Lo tengo a huevo. Es cierto que ya no está mi madre, pero a los ancianos, como a los pobres, de alguna manera siempre los tendremos a nuestro lado. Así que es fácil escribir sobre viejos que querrían ser acratas.

Felices Navidades a todos.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Jugar a lo grande (Todo o nada)




Mariana Zayas Rodríguez de Almenara suspira de nuevo. Acaban de cambiar de juego, ahora toca un tute subastado. El otoño queda fuera tras los visillos bordados. Ella y sus tres tías comparten el calor del brasero y la camilla con una funda de ganchillo blanco. Cuatro puñaditos de garbanzos, el de Mariana se hace cada vez más grande. Lo tiene muy fácil.

Se coloca bien las gafas y gana otra vez. Así llevan toda la tarde, media vida casi.

“¿Un mus antes de irnos”? propone tía Amelia. Pasa otro rato largo.

Vuelve a ganar Mariana ahora de pareja con Eulalia Martínez de los Castillos Grandes, tía Lali. Pero Marianita hace tiempo que no se encuentra entre las cuatro paredes de la casa familiar. Vuela ligera, escapa más allá del pueblo, asciende por los pinares, atraviesa los trigales y cruza los mares.

Se imagina en una partida clandestina en Detroit. Hombres con tirantes que fuman y sudan a pesar del aire acondicionado, muchos dólares arrugados, bourbon a raudales, ella misma agradablemente borracha. No, tampoco es esto. No bastan el alcohol, el dinero o el riesgo de ser descubiertos por la policia. Ni siquiera es suficiente ser la novia de Tom Elías Gardner que la tiene como una reina. Los mejores y los peores hombres acaban siendo como tres tías solteronas y ancianas, previsibles y tiernos, dan ganas de abrazarles.

Otro escenario, venga, vamos a intentarlo.

Un casino en la Costa Azul, rien ne vas plus, todo al rojo o al 24, cada vez más fichas que el croupier arrastra hacia ella. Moño perfecto italiano, cartera plateada de mano, ropa interior de la Perla y Sean Connery para completar el cuadro, "por ti dejo yo al British Empire y al espionaje".

De nuevo sabe Mariana que nada importante se juega cuando se viste de largo y se tiene un Aston Martin bien aparcado . El portero le da las llaves y ella se marcha dándole las gracias. Todo sobra de nuevo: el pelo impecable, el bolso caro, el traje de firma, la seda acariciando su cuerpo y la mirada de 007. "¿Dónde está el juego?" sigue ella preguntándose.

Acaba la tarde de cartas y se van tía Amelia, tía Julia y tía Eulalia calle abajo. Cierra Mariana el portón, apaga la luz del farol del patio. Cantan en ese momento los pájaros. Sube las escaleras. Entra en la antigua habitación de sus padres. Busca la llave del cuarto cajón de la mesa del despacho. Lo abre. Allí está en el fondo, negra, vieja y preparada. Comprueba algo. Corre las cortinas y el jardín oscuro del otro lado se cuela. Coloca delante del balcón el sillón y se sienta con las piernas ligeramente separadas. Espera. Suenan las campanadas de la iglesia, nueve, luego el silencio.

Hay un solo espacio negro que por eso es blanco. El hueco de la vida tiene pocas posibilidades, cinco contra una exactamente, ruleta castellana. Ahora no es un maldito sucedáneo. Algunas viejas en la plaza se santiguan al oír el disparo."Bendito sea Dios, ¿qué ha pasado?"

Mariana Zayas Rodríguez de Almenara sigue adelante.

Jugará a lo grande para siempre.

O todo o nada.
PS: Lo publiqué este verano tras el curso "In the bones", vuelvo a hacerlo con agradecimiento a Javier Carbajo, Olga Romanillos y Anita Mannsbert; por los 5 supensos y el aprobado en las supervisiones, por sus orientaciones y ánimo. Ellos solo quieren que juguemos a lo grande. Agradecida también a mis compañeros de Grupo Duero: Mar, Catalina, Francesc, Mercedes, Raul, Juan, Marisa y Esther. Y a Roxane Loiseaux, por su apoyo los últimos cuatro años. "Quiero" es la palabra.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Alegría de la insomne (No hay quien esconda ni la risa ni la lágrima)

Hago mudanza, la tercera en dos años, de mi apartamento ahora a casa de mi madre. Metemos lo que se puede en el trastero y el resto se coloca en el piso, hay espacio. Doy las gracias a la colonia brasileña, a Reto y a Josianne, salvadora de bahía. Sin ella –especialmente ella, otros y otras también, no lo olvido, gracias- yo no estaría en pie, habría entrado en barrena hace semanas. De hecho he entrado, estoy agotada. No cumplo plazos. No entrego lo que debo. Todo se me hace un mundo. Y el mundo no me gusta nada. Es raro, porque me gustaba bastante antes a pesar de tantos desastres. Se me olvidó comprar el Orfidal y no pegué ojo, pasé una noche en blanco. Además lumbago, dolor de riñones o de ovarios, o todo junto, me es igual la causa. Hago porque hay que hacer y estoy donde se me manda, pero no donde quisiera. Me gustaría dormir, no despertar hasta Navidades o más adelante incluso, en primavera, por mi cumpleaños. El resto es disfraz, me lo pongo y hago el canelo, por eso a veces van y me pagan. Y mira que me espanta el carnaval, cualquier tipo de carnaval, vaya esto por delante.

Mañana viajo a Estepona a dar clases. Veré a unos amigos que quiero un rato largo. Eso sí que es un descanso. La semana que viene a Granada, después Marbella, Antequera, Oviedo, madrugones y 8 horas hablando, un espanto. No sé por qué doy clases, estudio o escribo. Es el momento de ir a la peluquería precisamente porque no tengo tiempo ni ganas de nada. A lo mejor me cortan la cabeza de un tijeretazo, hay que probar suerte.

Cojo el correo cuando bajo. En un sobre el libro de Miguel Baquero, lo dejo para más adelante. En otro el de Javier Sánchez Menéndez, “La vida alrededor”, y el de Juan Carlos Aragón de poemas, “La risa que me escondes”, ambos de Siltolá. Qué bien, así tengo algo que leer en la peluquería. Lleva su tiempo teñir y cortar y yo me aburro de verme la cara.

Comienzo a leer “La risa que me escondes” y me quedo prendada mientras el tinte coge rápido. Es el calor. A veces te dan un coñac porque el pelo toma el color antes si te sube calor a la cabeza, dicen. Pero esto es mejor, dónde va a parar. Se me saltan las lágrimas y eso que no me quedaban. Los poemas de Aragón se clavan como arpones, limpios y directos, ritmo y alma. Hay que ver cómo escribe el condenado. Amor, amasijo de huesos, hombre, ni las noches pueden, claro. Es elegante hasta en el mandoble gaditano. Y encima iba a irse un siglo. Pues que no se vaya. Me río por la suegra mientras todavía lloro. Esto no se hace. Yo creo que Dios cree en las palabras aún cuando ellas no crean en Él. Vaya mono y vaya partidario socialista. Desde un “Amada mía” que me recuerda algo a Sabina hasta “La breve jerarquía de tu boca,” debe de ser por “La balada insomne” que siento tan cercana, Juan sin miedo, vírgenes irreverentes, temblores varios, es igual, estoy impresionada página tras página. Como me pasa cuando escucho a Jorge Drexler, no hay ni una canción que no me guste suya como no hay un poema en este libro que no me diga algo. No sé nada de poesía ni de nada, ésta es la verdad sin disfraces. Solo ocurre que con este poemario el tinte me ha agarrado antes, rojo cobre, y que ahora me dejaré el pelo más largo.

Llamo a una amiga para compartir mi entusiasmo, no puedo entusiasmarme en solitario. Luego a quien corresponde para felicitarle por lo que le toca. Y le toca, un abrazo fuerte de paso. Detrás de alguna escritura, de sablazos y fogonazos, mensajes que parecen cifrados, algunos con mala baba, os ajunto pero luego no, parece que estoy enfadado con algo o con alguien, hay un tema constante: un “quiéreme” en una botella, al mar, lanzado a ver si de una vez, sí, no, venga, vamos que nos vamos. Todo lo demás está ahí, claro, pero es secundario. Al ver el conjunto caes en la cuenta y se te caen los palos del sombrajo. Es enternecedor en una palabra. Que le quieran, por Dios, que le quieran, ¿cómo no deseárselo?

Alegría de la insomne, flaca, triste y agotada. Ahora quiero leer a Juan Carlos Aragón. Mira tú qué bien que cojo el Ave de las 10.35 para Málaga. Y no me voy a llevar el ordenador, que le den al portátil. Solo “La risa que me escondes” para empaparme. Y el Orfidal, lo he comprado. Se puede leer y dormir, una cosa primero y la otra despuésk o al revés más bien, a mí me gustan las mañanas de lectura, la mente clara.

Mañana cumple dos años esta bitácora. Acabo de hacer dos semanas de pausa, el descanso más largo que me he tomado en este cuaderno.

La vida se abre entre jirones, la escritura se hace mientras escampa. Gracias en general y en concreto a muchas personas. No habría espacio para todas, muchas gracias. Leer(os) aquí y fuera es un placer muy grande.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

A mano y al aire libre (Expuesta)



Comenté hace meses a José Julio Perlado que yo escribía casi siempre en ordenador. Él me contó que lo hacía a mano primero. Le dije que yo llevaba en el bolso un cuaderno para tomar notas, pero que luego escribir un texto era algo muy ligado a la tecla, a Word, quizás por deformación profesional. Decidí cambiar y explorar este verano: si mi maestro lo hacía así, ¿por qué no probarlo yo? Mi hermano Juan y otros amigos me contaron que el ritmo se hace diferente, el roce del lápiz, por ejemplo, en el papel implica otro modo de contar a veces.

Sin borrón y cuenta nueva, porque sigo con el ordenador, experimenté. Escribí de todos los modos posibles. En servilletas que guardé. En un cuaderno rojo, en otro verde, en uno naranja y otro azul (uno de cada he gastado casi), con espiral y sin ella, de cuadritos y de líneas, de páginas totalmente blancas, de los nuevos, de los ya usados y viejísimos de mi padre de los años 60. También en las páginas de atrás sin utilizar de documentos, en las pruebas de mi libro, en informes serios de mi trabajo. Hice un reciclaje intenso dando una doble vida, triple a veces. Mezclé previsiones financieras y listas de cosas que hacer con la escritura nueva y la antigua ya impresa. Lápiz, bolígrafo, pluma, hasta un lápiz de ojos que tengo bien afilado, el de labios sólo sirve para palabras cortas y concretas. Esperanza, caligrafista en Urueña, me enseñó otro mundo nuevo para mí, muy lento. La o en dos trazos es la base de muchas otras letras. A veces sólo hay que hacer o, o, o, o, o, una mañana. No pasa nada. La o sale tras varias horas y te puedes poner con otra letra.

No tengo manías ni obsesiones con los objetos, no me agarro a ellos, y aunque el pilot es mi preferido, me da igual que sea un bic o una pluma buena, como me es indiferente un cuaderno de niño o uno de esos preciosos forrados de papel de aguas veneciano por dentro. Ahora he descubierto que cuanto más escribo a mano donde sea, más me divierto. El ordenador además no me deja hacerlo al aire libre, el sol se refleja. Y es estupendo estar tirada en la hierba, sentada en un escalón, a la orilla de un río o en plena naturaleza y escribir, escribir, escribir.

Solo quiero escribir a veces, es una necesidad. El resto, lo que sea, puede esperar, y de hecho espera.

Antes sólo cogía papel para apuntes o para poemas, a pesar de que me han dicho que no escriba poemas, que no son buenos. Hasta los márgenes de una guía de carreteras fueron un día el soporte en una gasolinera, no tenía nada a mano, paré el coche para escribir, se me iba la idea. Pero en estos momentos estoy pensando escribir sin necesidad alguna -me sobra papel- unos cuentos a mano en los post it que voy metiendo en las páginas de esa guía, relatos hiperbreves. ¿Podré hacerlo? “Guía de carreteras”, cada cuento un número con el mapa correspondiente…

Estoy guardando cuadernos, papeles sueltos, las fotocopias recicladas por la parte trasera, servilletas, post it, y, cuando pueda, lo voy a clasificar por proyectos y temas, o los colocaré en un armario desastre que tengo.

Me enfrento casi a diario al ordenador, que es una máquina limitada, fría y estupenda, pero no la panacea. Es muy peligrosa para mí si la uso en exceso en primera escritura, no cuando estoy corrigiendo. El ordenador me parece mejor a veces para pasar a limpio y corregir luego o para el blog, que es una escritura que hago casi inmediata, sin pensar siquiera, con algunas excepciones puntuales. La entrada diaria que he mantenido meses no podía ser de otro modo: rápida, fulminante y de un tirón, ea.

La bitácora es importante, me gusta y me divierte, pero se va convirtiendo en una parte más pequeña de lo que voy escribiendo, un instrumento de un tipo de escritura expuesta en cierto sentido, de pruebas iniciales que a menudo escondo luego y que sigo por mi cuenta, de relación con personas, de muchas alegrías. Pero hay otra carne en el asador que se está haciendo fuera a un fuego más lento, más trabajoso y solitario, expuesta a un sol más fuerte o al frío, o al viento. Expuesta de otra manera.

domingo, 8 de agosto de 2010

Apasionante pasto (Muchas gracias, Ilustratour)




Sábado completo intenso y domingo por la mañana, he continuado en las jornadas de Ilustratour que han sido una gozada para una lega como yo, con ganas de aprender de algo afín a la escritura, también a la búsqueda de un ilustrador para un proyecto o dos que no son de literatura infantil. Creo que estoy en vías de encontrar a ese alguien. Encima me lo ha pasado genial. He disfrutado y he conocido a personas interesantes y buenas.

El sábado por la mañana habló Satoshi Kitamura, japonés. Yo tenía una idea equivocada de lo que se hacía en Japón, más ligada al manga y gormitis, como diría Miryam. Resulta que no, que hay de todo. Luego habló un genio, un tipo que llena el escenario, divertido, ocurrente, entretenido, nos tuvo atrapados, Istvansch. Hay que ver lo que dan de si unas tijeras y una mente despierta. Después Delphine Durand, suave y magnífica, hablando con Antonio Santos. Por la tarde escuché a Antonio Gallo de Dog Comunicación hablando de marketing y estrategias en la web para ilustradores. Bien, aunque por temas profesionales ya sabía un poco de lo que contó. Luego el dueto de Elisa Arguilé y Daniel Nesquens, una ilustra, el otro escribe. Sólo he leído "Mi familia", pero voy a leer los que encuentre. Fueron moderados por Rafa Vivas. Me gustó mucho el modo en que explicaron con humor y sencillez qué hay en el sector, qué cabe esperar. Creo que dijeron cosas sensatas y a la vez animantes, o a mí, por lo menos, me animaron.

Luego conocí a gente tomándome una cerveza, antes a otros con quien me senté cerca y hablé, naturalmente. Estoy segura de que vamos a poder hacer proyectos juntos si encajamos, sin prisas pero dándole. Como Elisa y Daniel explicaron, las prisas son el peor enemigo del ilustrador y del escritor. Y a la vez, hay que saber trabajar y hacerlo con plazos -impuestos por otros o por uno mismo-, presentarse a concursos -un buen entrenamiento siempre, además de los propios plazos que implican-, ser constante y paciente, pesado con los proyectos no solo al trabajarlos, sino al moverlos, que es luego otra tarea a la que hay que dedicar tiempo. Hay que llamar 100 veces.

Mi conclusión de todo esto que hay que ser vaca: ahí de pie, pastando todos los días. ¿Sopla el viento? Que sople, yo sigo con la hierba y mirando el paisaje, escribiendo. Hay que hacerse más volumen, páginas, tener más cuerpo. En eso estamos, de ternerita a vaca. Luego ya moveremos, primero más peso, mucho más.

Hoy domigo he descubierto a una ilustradora maravillosa, Sophie Blackall (tiene blog también). Ha contado cosas divertidísimas y tiernas. Ella vive ahora en Nueva York, nos explicó la experiencia con Mika de un cadáver exquisito en el que ambos colaboraron, luego su missed connections ilustrando esos mensajes de alguien que encuentra a alguien y quiere volver a encontrarle, una cosa muy anglo, romanticismo delicado, del bueno. Siempre pienso que la literatura está en la calle, sólo hay que saber verla y atraparla ilustrando o escribiendo. Después vino Samuel Mountmounjou con unos relatos africanos. Se me saltaban las lágrimas por el contenido y por cómo los contaba. Qué bonito poder contar cuentos así, qué elegancia tiene Samuel cuando habla y qué bien nos lo ha hecho pasar. Luego el cierre con Rébecca Dautremer.

Quiero dar las gracias a Ilustatour por esta oportunidad, por haber reunido a gente tan buena, y a Nati especialmente por su paciencia y su sonrisa permanente. Nos veremos en Madrid, espero.

La ilustración que he puesto es de Sophie Blackall, de su "Missed Connections" que creo que se va a publicar en breve, atentos.

PS: Por gustarme me ha gustado hasta la música que nos han puesto en los intermedios de cada sesión de las jornadas, eso también se agradece.

sábado, 7 de agosto de 2010

Rébecca y las sombras (Vencida la luz)

He estado en Ilustrarte (tienen blog, ahí cuentan mejor lo que ha pasado estos días). Es una pena que los participantes en los talleres no hayan dejado expuestos sus trabajos más tiempo. Comprendo que quizás no haya espacio o no sea el momento, que tengan que llevárselos a casa. También que exponer es exponerse. Cuando se aprende -que es todo el rato, incluso cuando ya se supone que uno sabe- cuesta mostrarse, es arriesgado. No es por mostrarte, es que te pueden hacer daño fácilmente. Quien hace y se pone bajo la mirada ajena es más vulnerable, se hace más vulnerable. Además, exponer teniendo como maestros al lado y "exponiendo", como es el caso de Rébecca Dautremer, en la planta baja del Patio Herreriano, supone una cura de humildad constante.

Yo siento horrores no haber podido mirar con el detenimiento necesario muchas de las obras de quienes han asistido de lunes a viernes a los talleres de Ilustrarte que impartieron Rébecca Dautremer, Delphine Durand e Istvansch. Sólo he podido hacer a toda prisa fotos antes de que los alumnos retiraran sus trabajos. No sé nada de ilustración, pero me parece como lectora y aficionada que había trabajos muy buenos, personales, esforzados, mostrando en algún caso evoluciones interesantes producto del aprendizaje de esos cinco días. Querer aprender es siempre admirable.

La luz acaba de ser vencida a esta hora de la noche y una oropéndola ha cruzado el jardín de mis padres. Hemos cenado hervido. He llamado a uno de mis hermanos. Hay paz y silencio, aunque las tórtolas turcas, con su collar rojo y blanco, insistan en su uh-uh-uh-uh, siempre cuatro uhs seguidos, así todo el rato.

Repaso mentalmente lo que he visto de Rébecca Dautremer aunque hoy volveré a revisarlo. Parte de la belleza de sus ilustraciones, más allá del trazo fino y poético, se encuentra en las sombras que hace. Toi me lo explicó respecto a la fotografía: la sombra es siempre importante. Rébecca pone sombras en los vestidos, en las caras, y luego la sombra de cada personaje en el suelo a menudo. Tienen profundidad sus ilustraciones, crea volúmenes delgados o redondos, nunca pesados, muy ligeros, parece que se sostienen en el aire. En los fondos he descubierto además manchas de acuarelas que son aprovechadas. Ella misma explica en los márgenes de las ilustraciones expuestas en Patio Herreriano cómo lo hace. Y el vídeo que hay es interesante.

Luz y sombras, volúmenes rotundos o flacos que floten en el espacio, la ilustración se parece a la escritura, es otro modo de escritura al fin y al cabo. El trazo fino, rellenar con cuidado, mucha calma, juego de luces, no todo debe ser mostrado.

Tengo que dejar de escribir en el jardín, ya no veo nada. Olimpia, pese a sus cataratas, intenta atrapar a un gato que se ha colado. "Venga, Olimpia, que es un gato cobarde..."

PS: La ilustración es de Rébecca Dautremer, del libro "Cyrano".

martes, 3 de agosto de 2010

Espacio 211 DiLab /Ilustradores tusitalas ("¿Conocéis el lugar? Urueña", 5)



Al dejar el coche un día, buscando una sombra en Urueña, que no es fácil, descubro Espacio 211, una galería de arte fundida en la calle con una puerta de cristal tras la que me quedo mirando. Está cerrado. Luego con G. decido ir a visitarla, expone Javier Zabala, ilustrador. Creo recordar haber visto algo suyo en alguna parte.

Miryam Anlló nos abre. Tiene un espacio diáfano y espléndido, invita a pasar y quedarse. Javier Zabala, ahora recuerdo, ha hecho las ilustraciones para "Bartelby el escribiente" de Herman Melville, en Nórdica. He regalado sin parar libros de Nórdica. Los últimos “El capote” de Gogol y “El Festín de Babette” de Isaak Dinesen, ambos ilustrados por Noemí Villamuza que me encanta.

Miryam me cuenta qué es Espacio 211 y DiLab, el laboratorio de diseño. En una parte veo botellas de vino con sus cajas, apiladas, así se hizo la inauguración, todo cajas hasta arribe.

Me cuenta de Urueña. Ella se vino hace poco, su hijo va al colegio con los de unos peruanos que se instalaron en el pueblo. Le pregunto más de su apuesta profesional y vital, tan interesante. Da gusto conocer a gente que practica la leyenda que Esperanza nos puso al enseñarnos caligrafía: “Nada funciona excepto aquello a lo que entregamos el alma. Nada es seguro excepto lo que arriesgamos”. Miryam es para mí un ejemplo, quiero aprender de ella. Un aparador antiguo en el fondo del espacio encaja perfectamente en la arquitectura limpia y clara, la luz se cuela desde arriba. Le hablo de mi sobrino pintor, ella me cuenta de proyectos vinculados a la moda, me encanta.

Esta semana en Valladolid hay un doble programa ligado a la ilustración organizado por Ilustrarte: los talleres, a los que no asistiré, no estoy en el gremio, y las jornadas de fin de semana para quienes nos interesa ese ámbito, aunque no seamos ilustradores.

Viene Rebecca Dautremer, autora de "Princesas olvidadas y desconocidas", "Enamorarte”, “Babayaga”, “Elvis”, “Cyrano”, otros libros que he regalado a hijos de amigos y familiares. Expone su obra en el Museo Patio Herreriano estos días, el espacio donde tienen lugar los talleres y jornadas. Los que nos apuntamos a las jornadas vamos a poder ver a partir del viernes lo que han hecho quienes están trabajando en los talleres durante la semana además de la exposición de Rebecca.

Estoy buscando un socio, una socia, para varias historias que tengo escritas o a medio hacer. Creo que a alguien que empieza le puede interesar otra persona que está comenzando como yo. Uno de los proyectos es “Abuelitas malditas”, una novela corta que empecé el verano pasado y que quiero acabar éste, Dios mediante. Le he dado prioridad sobre “Novus Ordo”. Sé que tengo que acabar de escribir esto ahora, con mi madre ausente y presente, a mi lado estos días. El otro proyecto es los cuentos que componen “Cóctel” que escribí el año pasado. Tuve que sacar 5 que son los que hacen "High Maintenance", el relato con el que me dieron el accésit de Coslada el abril pasado. Así que volví a escribir otros 5 nuevos para que fueran unos 10 finales y quedasen más compactos. Tengo además un par de relatos largos en la recámara para los que quizás otra mirada sea buena, necesaria. Es posible que pueda encontrar esa mirada del ilustrador este fin de semana. No es un añadido lo que busco, ni una decoración, no es nada de eso. Es parte del proyecto en sí. La ilustración es un texto propio de por si, no es complementario de lo que otro escribe o cuenta. Es la historia, un modo de contarla, así lo veo yo en este caso. Los ilustradores son tusitalas completos.Y eso es lo que estoy buscando: alguien que quiera contar conmigo algo que los dos veamos. Si lo encuentro, fenomenal; si no, será que debo ir en solitario en esas historias, novelas, relatos o cuentos. Vamos a ver qué pasa.