Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.
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miércoles, 29 de marzo de 2017

Los huesos húmedos

Patagonia mirando por la ventana 
Desde hace unos tres años alquilamos una casa en Carnota de septiembre a junio. Soy una enamorada del lugar y, nada más casarnos, vine con Gonzalo para que lo conociera. Ese mismo verano volvimos con los chicos, a ver qué les parecía, y a ellos también les gustó, afortunadamente.

Como Gonzalo y yo trabajamos por nuestra cuenta, empezamos a barajar cómo podríamos hacer para disfrutar de alguna manera de Carnota más allá de esas visitas cortas. Trabajar desde casa tiene algunas ventajas.

Lo de comprar no nos parecía sensato por diversas razones. Para empezar, no sabíamos cómo se estaba aquí en unos meses donde puede hacer un tiempo de perros. Así que decidimos probar alquilando. Buscamos sin éxito unos meses, porque aquí la mayoría de las casas no están preparadas para alquilar el invierno. Cuando ya íbamos a darnos por vencidos, gracias a una amiga, llamamos a una "Casa da Pedra" que se había anunciado en alguna parte. Fuimos a verla y llegamos a un acuerdo.

Alquilamos la casa a un precio razonable en la temporada en la que nadie la quiere, así el propietario la tiene para rentabilizarla durante los meses de demanda en los que, por otro lado -si soy sincera- en Carnota hay demasiada gente para lo que a mi me gusta, que es de poca a muy poca. Y eso que la playa tiene 6 kilómetros, pero da igual, hay un trasiego que me supera.

El dueño sabe que tener la casa habitada es un modo de mantenerla, y no solo por el dinero, y nos guarda nuestras cosas los veranos hasta que volvemos en septiembre. Nosotros la aireamos cuando venimos, la calentamos (es un decir), hemos instalado teléfono y wifi (tuvieron que poner un poste y todo cruzando la carretera) y hasta hemos comprado un sofa-cama para que esté más cómodo mi cuarto de trabajo. Pablo, el dueño, nos deduce del alquiler esas mejoras, nosotros le pedimos algún favorcito que otro. En resumen: nosotros estamos contentos y creo que él  que muy contento.


La playa de Carnota
La realidad es que la casa no tiene lo que en el siglo XXI (y finales del XX) en España se entiende por calefacción. Hay una estufa de hierro, que es uno de los grandes inventos del hombre, y que tira estupendamente, y unos pequeños radiadores eléctricos en algunas habitaciones, a todas luces insuficientes para sus dimensiones. El deshumidificador, elemento básico en una casa gallega, hace lo que puede.

Calentar la casa nos suele costar un día entero, 24 horas justas desde que llegamos, cuando hay unos 14 o 12 grados dentro, habitualmente la misma temperatura que fuera en invierno, hasta que la ponemos a 20. Es el sistema "más madera, es el la guerra". Es decir, a base de estufa de hierro y venga a poner leña, desde que te levantas hasta que te acuestas. Sin parar, todo el día la chimenea consumiendo. Los radiadores los encendemos, pero hacen muy poco, salvo en mi despacho, una suerte, que por las dimensiones sí se calienta.

En todo caso, esto me ha hecho pensar en la sostenibilidad de los sistemas de combustión de leña y agradecer a quien inventó la calefacción central por otros métodos que no sea la leña, un gran beneficio para los huesos de la humanidad y para los bosques. Poético, romántico, lo que quieras, pero ni práctico ni sostenible es lo de la leña.

La última vez que fuimos, después de varias semanas, una ausencia demasiado larga, la humedad era tal que pensé que nos volvíamos al día siguiente. Pasé la primera noche toledana, con la sensación de huesos húmedos y pidiendo a Gonzalo, que es un sistema de calefacción alternativo y natural, aunque también hay que alimentarle con cierta frecuencia, que me abrazara porque me iba a morir esa misma noche.

Boca do Río
Nos gusta Carnota. Nos encanta Carnota. No hay como un día de sol en Carnota o un día que, simplemente, no haga  demasiado viento (el Nordés) o no llueva tampoco demasiado. Con que no sople el viento más de tres días seguidos y no llueva de lado, Carnota es un paraíso.

Somos como dos scouts haciendo supervivencia. Y con perra y dos gatas que viajan con nosotros. Anita es inasequible al desaliento,  le da igual la humedad si está con su dueña. Aria se pasa todo el día dentro de nuestra cama, no la vemos. Y Patagonia, que nos encontramos precisamente en el bar Patagonia de San Mamede,  o sea, que es una gata gallega, se encuentra en su salsa. Le da por no parar quieta. Bueno, claro, es el modo de sobrevivir que tiene la pobre.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Caldos


Hoy va de alegrías culinarias, que también las hay. No todo van a ser desgracias domésticas invernales y fracasos culinarios infantiles o adultos.

Este verano descubrí el unto en Galicia. Elisa me regaló un buen trozo, además de tocino, huevos, cebollas y, por supuesto, patatas, esas patatas gallegas que son otra cosa. Cuando me trasladé de casa el pasado noviembre me dijo mi madre "te has dejado algo blanco en el congelador, como un pez". Caí en la cuenta de que el supuesto pez era el unto y me lo traje a El Boalo. Tengo todavía para unos meses.

Echo un poquito, como una nuez, cada vez que hago cocido y algún que otro guiso de puchero, le da sabor de Galicia, un ligero amargor de pueblo. Pero el unto donde está mejor es en el caldo gallego, es como si lo pidiera. Con el espinazo salado, otro trozo que me regaló Elisa, más otros que yo he salado y congelado tras la matanza en Barcarrota, nada como el espinazo para dar sabor a un caldo. La madre de Conchita me enseñó a hacer el caldo gallego y la empanada en su casa en Vigo.

Los grelos no los encuentro por aquí, mi primer caldo gallego "sin ayuda" lo hice en Carnota con navizas, que son los grelos que hay en verano, grelos jóvenes por lo visto, no realmente grelos, sino las hojas que lo rodean. Al caldo gallego, ya hecho, le añado un chorritín de aceite crudo, del mejor, intenso, un poquitín, y todo casa mejor.

He vetado desde hace cinco años todo Avecrem, Starlux y sucedáneos, en casa de mi madre hago como que no me entero que lo tienen. Es un tema de gusto. El caldo siempre de verdad, de huesos de carne, de jamón (del mejor a ser posible), o, si es de pescado, de rape si puedo permitírmelo -está por las nubes-, cabezas de gamba, gambón o langostino. El caldo del cocido, que es lo mejor del cocido, es bueno en función del morcillo y la gallina, de los huesos o la punta de jamón, y esa hierbabuena que le da otro aire. La verdura también es fundamental en algunos caldos.

Me enseñaron un truco que no sabía en Le Gargantua: los caldos salen mejor si antes se tuestan, al horno o en sarten, los huesos o el marisco. Tienen más gusto, mucho más. Y así lo hago, la crema de marisco del 24 de diciembre que tenía 3 carabineros bien contados, unas pocas gambas, un bogavante que estaba barato (increíble, en Navidad a veces pasa esto) y mejillones salió de muerte porque hice el truquito: cabezas y peladuras de los carbineros y de las gambas un poco doradas en la sarten, las puse un poquitín de azucar incluso, y luego a cocer con la carcasa del bogavante (esa no la doré porque es demasiado dura, no saldría). Con un chorrito de coñac, siempre del bueno (otra cosa en la que no hay que racanear jamás), con pimienta y un poco de nuez moscada todo el pescado y el marisco, ligada y espesada levemente, picadito el pimiento y un poco de tomate, la sopa, más bien crema, levantaba a un muerto.

Pero de lo que estoy más contenta de todo es de los fideos con almejas, innovación de este año. Bueno, con chirlas, las almejas estaban tan caras que no me atreví y compré chirlas a granel. Las congelé porque Ana, mi amiga leonesa, me dijo que se podía. Y he ido tirando de ellas para arroces varios y esos fideos que tras 4 veces de hacerlos ya me salen niquelados.

La receta la pedi este verano en Santiago de Compostela a la cocinera, gorda, enorme, de un mesón en la Rua do Vilar, creo recordar. Estupendo lugar donde volvimos una y otra vez, daban allí los fideos de esos gordos con almejas que era para comer con reclinatorio de la devoción que te entraba. Mi prima se comió tres platos sin rechistar. "Pues lo normal, pones la cebolla a hacerse lento y luego el pimentón o sin pimentón, los fideos y el agua todo junto y las almejas al final" me dijo la cocinera. Cogí la idea pero el punto me ha costado un par de ensayos. Como en otras cosas el punto es algo que no se puede transmitir, lo coges con la práctica. Ahora ya lo tengo clavado, pero dejo la receta para otra entrada o esto se hace interminable.

Este fin de semana intentaré una sugerencia de mi amiga Raquel, buena cocinera donde las haya: lasagna de morcilla. Todavía tengo la de lustre que ella me regaló de la matanza. Habrá que aligerarla con un poco de verdura o algo para que no sea tan pesada y mezclarla con una bechamel no demasiado espesa. Creo que saldrá bien, pero por si acaso consultaré antes con la experta algunas dudas que tengo.

miércoles, 31 de diciembre de 2008

Año de Gracia de 2008



He leído hoy que hay personas que prefieren columpiarse a hacer balance ante este año que acaba. Estoy de acuerdo, es mucho más divertido.

A mí tampoco me cuadran el activo y el pasivo. Como tengo un columpio en el jardín, creo que voy a recibir el año tomando las uvas balanceándome en él con Olimpia en el tobogán (tiene debajo todos sus tesoros).

Es más, quiero dar las gracias por todas las cosas buenas y personas que me han ayudado este año. Como en el anuncio de Orange, estoy aquí por mucha gente y muchas cosas que han ocurrido este año. Y no es balance: es haberse sentido columpiada, regalada, en el regazo de alguien que te quiere, como cuando eras pequeña y no podías hacerlo sola.

1. Gracias a Sergui y a Juan Carlos, cocineros, uno enseña en El carnaval y el otro en El espíritu del bosque. Con ellos he aprendido y me he reído mucho. Gracias también a Marlene, que en Le Gargantua nos enseñó cocina rural francesa a Raquel y a mí junto a una pareja de ingleses: lo pasamos de cine. Pero nuestros hígados agradecieron la vuelta a España.

Me habéis abierto puertas los tres a nuevos sabores, olores, texturas, a ese mundo cada vez más apasionante que es cocinar con fundamento, técnica y corazón.

2. Gracias a todo lo que se ha roto en mi nueva casa desde el día 9 de noviembre hasta hoy: instalación eléctrica (2 veces), caldera, lavadora y lavaplatos, toma de agua, focos y luces externas, tostador y microondas (para tirar ambos). Gracias a todo lo que no he podido entender de la nueva casa a la primera y he tenido que esforzarme (y tirarme de los pelos). Gracias a los 9 técnicos que han pasado por ella (algunos repitiendo), a los señores de Repsol que me han reñido por haber alquilado una casa y no fijarme en que los latiguillos estaban caducados y la instalación había que revisarla desde agosto (todo el mundo antes de alquilar se dedica a mirar las fechas de caducidad de los latiguillos, como es sabido y consta en el manual del buen inquilino). Gracias por haber encontrado a Juan Carlos, al que le he nombrado General Services Manager, y me está ayudando en todas las averías y arreglillos, y a Mohamed, que es el encargado de parques y jardines.

Con todo esto he aprendido algo de lo que estoy muy necesitada: paciencia. Gracias, necesito mucha paciencia. Y Dios lo sabe.

3. Gracias a mis hermanos y a mi madre que vienen a comer a mi nueva casa, a pesar de la lejanía, y ni rechistan. Gracias porque han entendido que necesito un espacio propio, aunque les cueste tenerme más lejos. Gracias porque sabemos siempre que nos tenemos y, como en la película, podemos decir como Lauren Bacall, "Si me necesitas, silba". Gracias a Josianne, samba dulce en casa de mi madre, mulata de impresión que de este año no pasa, te lo prometo, para que encuentres al hombre de tu vida. Nunca te agradeceré bastante todo lo que haces por nuestra familia, Josi.

4. Gracias a Javier Alonso, que ha escuchado parte de mis confusiones espirituales y me ha animado. Gracias a Trini, que ha sido comprensiva, y a Marina, y a Mercedes. Gracias a D. José, de mi parroquia de Madrid, cuyas homilias son siempre preciosas. A D. Juan Pedro de San Jorge por lo mismo, y por la misa de los niños de 11.30 que tanto acerca a Dios. Gracias por las Calatravas al lado de mi casa nueva, por tantas oraciones escuchadas y, tambien, por las que una piensa que no lo han sido. Gracias por el consuelo y la alegría de la fe, por poder comulgar y por poder confesar. Por gente que escribe y a veces con unas pocas palabras te ayuda a rezar, por la profundidad y la sencillez de tantos. Por la luz y sobre todo el calor.

5. Gracias a Marta y Agustín, José María, Eva y Carlos, Concha y Javier, Asun, Tinchu y Miriam, Ignacio, Rose y Alfonso, Teresa, Ana, Natalia, Alvaro,Yolanda, Vasiliki, Marisol, Marta, Rosario y Adrian, a quienes me visitaron en Carnota y muchos más. Cenas, copas, conversaciones telefónicas, cines, teatro, visitas a museos, risas, libros y películas intercambiadas, alguna lágrima, y el calor siempre de quienes son amigos (incluso siendo familia a veces ;-)) y saben acoger y dejarse acoger. Y tanto me ayudan.

6. Gracias por el espacio de libertad que es internet y, en concreto, la actividad "bloggera". Llevo escribiendo toda la vida, pero hacerlo sin que te paguen y sin fin alguno te permite una libertad insólita. Lo necesitaba. Gracias a los nuevos conocidos -algunos en persona, otros por teléfono- y a los que están por conocer, a mis blogs amigos y a muchos más: ver que hay gente que escribe tan bien y dice cosas tan interesantes es siempre una gran alegría. Atisbar por el zaguan entreabierto, y en penumbra a veces, otras vidas o literaturas te hace valorar mejor la tuya, tan pequeña, tan poca cosa. Hay cosas que sin internet no serían posibles: gracias, Agustina.

7. Gracias por haber aprendido cómo hacer un plan de movilidad en una empresa (no es echar gente, ¿eh?), poner en marcha planes de sostenibilidad más complejos, diseñar acciones de colaboración con la comunidad, por los nuevos y antiguos clientes y colaboradores, por las nuevas clases contratadas, en fin, por todo lo que mi trabajo me da, más allá del dinero, es mucho y lo sé. Gracias por haber avanzado en coaching, como coach y coacheada, gracias a Roxane por ser mi coach e impulsar, sin ella ser consciente, decisiones dífíciles pero apasionantes que he tomado este año.

8. Gracias por no tener miedo o por tenerlo y poder superarlo.

9. Gracias por haber descubierto Carnota, Costa da Morte, para mí Costa da Vida. A Elisa y a su familia. Esa playa enorme y tan solitaria en sus mejores momentos (que para otros son los peores: cuando llueve). Gracias por el monte Pindo, por tantas excursiones y por haber podido tener unas largas vacaciones rodeada de gente.

10. Gracias por todos los niños que han nacido este año en mi familia, en las de mis amigos, y por los que están aquí ya pero todavía sus madres no han dado a luz. Y por supuesto por todas las mega reuniones familiares que hemos tenido de una manera u otra. Por las manos que nos podemos echar unos y otros.

Gracias por este año de dones. Por este año de Gracia de 2008.

Está cayendo una buena, aquí y allá, lo sé, lo veo, cosas terribles en el mundo y en nuestro país.

Pero también pienso que hay regalos y dones todos los días.

Y yo hoy quiero dar las gracias por las gracias y seguro que Gracias. Aunque sea columpiarme un poco quizás.

sábado, 13 de diciembre de 2008

La muerte de los animales

Hace tiempo que vengo pensando no sólo en la muerte de los animales, sino en qué pasa con ellos después de muertos.


Tener un perro, un animal que llamamos "doméstico", me hace pensar este tipo de cosas porque les coges mucho cariño. Creo que soy bichera en general. Me encantan los pájaros, los caballos, los gatos también, y me puedo quedar horas mirando animales varios, también un árbol. Pero, además, con los perros que viven contigo, que te acompañan tanto, se desarrolla una relación, no humana, pero relación.

Vaya por delante, y en cualquier caso, que siempre he dicho que un perro no es una persona. Esto, tan elemental, no se vaya a creer la gente que es de cajón. Muchos propietarios de perro te dicen tan campantes que prefieren su perro a una persona. Yo no. Me encanta Olimpia, y antes Pepa, pero prefiero la compañía de personas. Siempre. Por supuesto que si la persona es mala, no la quiero, pero es que estamos hablando de cosas distintas. Para mí un perro no es un "sustituto", o "sustituta", de la compañía humana, ni buena ni mala. Jamás. Un perro es otra categoría, juega en otra liga, por explicarlo de algún modo.

Cuando murió Pepa, recogida de una protectora como Olimpia, lo pasé fatal porque no tenía esperanza. La puse yo la inyección. Lo hice para que no sufriera de un cáncer que le comía la cabeza tras cinco años conmigo. Otros cinco había vivido en la protectora de Segovia, la dejaron abandonada con 5 meses y ahí se pasó media vida. Pedí llevarme a la perra que menos oportunidad de salir tuviera, y me dieron a Pepa. Con Olimpia hice igual, me llevé a la que no quería nadie, una perra ya muy adulta, abandonada al quedarse preñada, otros cinco años de protectora. Soy una mujer con mucha suerte, en los dos casos he tenido las 2 perras mejores que podía tener. Cada una en su estilo.

Pepa era más mía, no veía nada más que mi persona, algo agobiante, pero obedecía más y fue mi primera perra, nunca la olvidaré. Olimpia es mucho más sociable, más cómoda a la hora de estar con personas, pero no me obedece casi, sé que es culpa mía. Eso sí, cae genial, y le encantan los tíos: es algo divertidísimo. En cuanto entra un hombre en casa, allá que va. Debe de ser la voz, el olor, no sé bien. Alberto, Diego, no sois vosotros, de modo individual, es el género masculino lo que le gusta a mi perra.

Pepa se me murió apoyando su cabeza en mí y mirándome mientras se dormía, las dos en la terraza de casa, con Carlos, el veterinario, y mi hermano Paco. Luego no pude dejar que se la llevaran como una basura. La di tierra en un cementerio de perros. Supongo que a mucha gente le parecerá una chorrada, pero es que no podía resistir hacer otra cosa. Mi perra en un basurero ni de broma. Mi trocito de tierra a la tierra de nuevo, lo sé, pero no todo junto y sin diferenciar, ella no.

Este verano en Carnota le pedí a Elisa que me dejara ver cómo mataba a un gallo. Necesitaba verlo. Soy carnivora, necesito comer carne 2 o 3 veces a la semana. Tenía el gallinero cerca de casa y Elisa me enseñó cómo se mata a un gallo que luego nos comimos y estaba estupendo, por cierto. Mentimos a las niñas como bellacas.

Metió al gallo en una especie de embudo metálico boca abajo, saliendo la cabeza, y con un cuchillo lo fue dando tajadas al cuello, no era una de golpe: totalmente en contra de los "modernos" sistemas para matar pollos. El gallo sufrió mucho, lo sé.

Elisa me miraba y me decía "¿Seguro que lo quieres ver?". Hasta el final, Elisa, necesito ver que para que yo me alimente hace falta matar un animal, algo que tiene vida. Este enero me iré a la matanza con Raquel a Badajoz. Hay que vivir con los ojos abiertos.

"Unos cielos nuevos, una tierra nueva".

Que animal viene de anima es que lo da hasta la palabra.

Pienso muchas veces que en el Edén no fuimos carnivoros.

Vuelvo a leer el Génesis, pero también Historia de Adán y Eva de Mark Twain, nada ortodoxo, lo sé, pero siempre me emociona leerlo.

Pecado original, se rompen muchas cosas. Con Dios desde luego, entre nosotros, personas, hermanos, hombres y mujeres también. Con otros seres vivos que no somos "nosotros" creo que también. Puede estar ahí, no sé. El orden original se rompe.

Quizás las consecuencias del pecado fueran también esa quiebra bestial de "tener" que matar a otro ser vivo con un sistema nervioso sensible, que siente, que padece, para comérnoslo. Lo necesitamos. Yo sé que no puedo ser vegetariana, lo sé. Lo tengo muy claro.

Mi perra no tiene libertad ni responsabilidad, no es ni buena ni mala, no es "más" que un animal a la que le hemos puesto un nombre y nos reconoce, un descendiente de lobos. Olimpia no me quiere, no en el sentido en que me quiere un amigo, mi madre. Es otra cosa. Pero es estupenda. No sustitutiva de nada, pero estupenda.

Elisa en Galicia no sabía los nombres de sus perros: todo el día encerrados en 8 metros cuadrados con el fin de que cuando los soltaran, sólo 4 o 5 días al año, se comieran el monte, perros cazadores, ladrando todo el santo día, desesperados. Una faena la costumbre del lugar.

Unos cielos nuevos, una tierra nueva. ¿Viviremos en algo parecido a la tierra?

Porque si es así, no concibo la vida sin animales, sin plantas, sin ríos, sin mar, sin ballenas, sin leones, tampoco sin libélulas, me encantan. Si es tierra tendrá que ser con animales. Y entonces será sin esa quiebra que ahora nos es en gran medida necesaria.

No concibo la vida eterna sin mucha vida, otras vidas, no sólo nuestras vidas.

La vida eterna. Cielos nuevos, tierra nueva, vida nueva. Algo de esperanza tengo. Bueno, mucha, nunca tengo esperanza a medias.

Agus, va por ti, te entiendo perfectamente. Se llora mucho la muerte de un perro y se les echa de menos. Tienes a Olimpia para cuando quieras.

sábado, 25 de octubre de 2008

Cor Meum Vigilat (Vida Perra III)








El Sagrado Corazón de Jesús vela esta casa.

Así lo cree mi ama.

Pero mientras ella duerme, y con permiso de Jesús, que no le importa que seamos dos, yo también la guardo.

Sábado soleado, día de cocina, soy una perra feliz, algo me caerá.

Pero mientras que se despiertan, yo aquí estoy atenta a cualquier ruido. Organizo mis batidas nocturnas a eso de las 3 o 6 de la mañana. Salgo del cuarto y compruebo que está todo en orden, vuelvo a él y si no protesta -aunque proteste también- me subo muchas veces a su cama.

Mi corazón de perra loba sabe cuando estar más atenta. Este verano, por ejemplo, convivimos con una niña como china, una niña eterna, diría yo. La niña tenía un horror creíamos que invencible a los perros. Fui mansa como un corderito. Pudimos hacer una foto de la niña eterna paseándome. Enviamos la foto a sus hermanos que pretendían venir en peregrinación. Lo llamamos "El milagro de Carnota", mi ama está escribiéndolo en gallego, como si fuera un romance medieval.

Les contaré aún más. Antes de las vacaciones se vino a pasar una temporada a casa una amiga de mi ama. Estaba machacada de salud. Esta casa es como un spa para mucha gente. Me quedé días enteros debajo de su cama mientras mi ama se iba a trabajar. Al volver ella siempre estaba yo ahí: dándole el parte de la enferma. Durmió o no durmió, comió mejor o peor.

Mi corazón y el de Jesús, ama, vigilan, te vigilan y velan tu sueño, tu vida también.

Mira que hemos bajado y subido montes las dos. Tú con mapa, por si acaso. Pero a veces lo mapas no reflejan toda la realidad. Y nos encontrábamos con un regato que no esperábamos. O con una cerca que no se podía abrir. En el primer caso tú eras la que no podía cruzarlo. En el segundo era yo. Así que dábamos la vuelta hasta encontrar un lugar por donde ambas pudiéramos pasar.

Acuérdate del Pindo este verano, subiéndolo con Conchita, ella te decía "la perra no se pierde, siempre encontrará el camino". Y entre los matas de helechos , brezos y tojos salía yo cuando ya pensabas que no iba a aparecer. Lo mismo pasó en Irati hace un año.

Tranquila, mi ama, será igual ahora, siempre es así.
Sigue tu "nariz católica", te comentó alguien hace ya muchos años.
Donde el corazón te lleve, te dijo Javier.
Con el de Jesús y el mío vigilantes estás.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

El lugar de cuyo nombre no quiero acordarme I) Elisa


He pasado este verano en un lugar maravilloso del que no haré publicidad pues parte de su encanto es que no es popular. Dios sea loado, 7 km de playa, casi solitaria, habitualmente -es decir, los días nublados- para 30 personas. Cuando arreciaba el calor y la playa se "llenaba" (es un decir) ya nos parecía cerca lo de poner la toalla a menos de 10 metros de otro ser vivo. Lo digo, ni muerta ni viva salvo que se me escape el nombre, pero sí diré que está en Galicia y que he pasado unas semanas fantásticas, unas veces acompañada, otras sola con mi perra.

He sido muy feliz y he descubierto personas que son más bien personajes. Elisa, mi patrona, ha sido la mejor y la más importante. Elisa resume lo mejor de Galicia, es su mejor paisaje, ella solita.

La mujer gallega en general, y desde luego que Elisa en particular, son quienes cortan el bacalao en Galicia. A Dios gracias. Es una lástima, diré, que no manden más... todavía.

Porque Dios es grande en el Sinaí y porque las mujeres gallegas son "la mujer" por antonomasia (y eso que he dicho un post antes que no creo en esencialismos) Galicia funciona, en lo que funciona, fundamentalmente por las mujeres.

Habrá un par o 200 excepciones, desde que fue un hombre quien fundó Inditex (pero no se olviden de Rosalía Mera) hasta ... nada, me sale la Condesa de Fenosa, cascadita la pobre, pero una mujer de armas tomar. Lo dicho, gallegas unidas jamás serán vencidas.

Elisa emigró con 40 años, un marido de 49 y cuatro hijos, la mayor ya casada a la que dejó a cargo de sus hermanos, a EEUU, New York, Manhattan. A servir. Su marido a hacer carreteras.

Trece años que pasaron ambos trabajando allí. Un fenómeno, Elisa. Lista como el hambre, currante donde las haya. Vuelve a España y ¿qué hace? Pues seguir trabajando, todos los días, ni uno que falta la mujer. Venía todos los días a mi casa (que es la suya realmente) a limpiar a los cerdos, dar de comer a las gallinas, sacar a los perros (bueno, no, a darles de comer, he sufrido lo indecible viendolos metiditos en el corral y sin poder salir, soy una mujer de ciudad donde los habitos con los perros son distintos). Todos los santos días, + la huerta, + atender al marido, a los hijos, nietos. Digo yo que podría echarse a descansar, pero ella no, erre que erre.

"Elisa, ese saco que llevas debe de pesar 20 kilos". "40, que pesa 40". A la espalda como si fuera una mochila. Pim, pam, pum, sube coche, baja coche, marido incluido para que no se aburriera solo en casa.

"¿Vienes a tomarte un vinito, Elisa, a casa de tu cuñada?". "No que tengo que darle el Cintrón a Jose".

Qué conversaciones hemos tenido, cuánto nos has cuidado y qué cariño os hemos cogido. Un metro setenta y algo de mujer, has tenido que ser un bellezón, pero además eres buena y nos haces mejor a quienes te conocemos.

Y encima me ha regalado unto, judias blancas (alubias también llamadas), tocino, huevos. Tengo que decir que eso también te añade mucho, pero en lo accesorio, en lo esencial es como eres tú sola, sin unto ni cerdo que valga. Pero también ayuda, yo soy así.

"Cómo te eche de menos cuando te fuistes a Francia, porque tus sobrinos, sabes, son majos, pero yo a tí te quiero como mas... ". Gracias Elisa, yo también te eché de menos. Yo también te quiero mucho.

A veces los lugares no son lugares solo sino las personas buenas, pacientes, inteligentes, con una historia detrás apasionante, dura muchas veces, contada sin darse importancia.

Así es Elisa, así es Galicia. A excepción de Pepiño Blanco. Nobody's perfect.