Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.
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sábado, 6 de marzo de 2010

Derrota y silencio

No puedo.
Tengo miedo.
No lo he planeado ni lo quiero.
No es un hijo deseado de esos.

No sé de quién es siquiera.

Sé de quién es, pero no quiero un hijo suyo de ninguna manera.

Sé de quién es, y él lo sabe, pero es él quien no lo quiere, y yo, así, no puedo tenerlo.

El padre lo quiere, pero soy yo la que no lo quiere. Y yo mando en mi cuerpo, es mi decisión, él no lo va a tener 9 meses dentro.

Se lo he dicho a él y me ha dicho que bueno, pero yo sé que voy a criarlo sola luego, me temo. Y no puedo.

Se lo he dicho a él y tenemos los dos miedo, no tenemos trabajo, no tenemos dinero, somos muy jóvenes, dime tú... ¿cómo vamos a tenerlo?

No puedo.
Tengo miedo.
Estoy sola.

No me atrevo a contárselo a mis padres, no nos atrevemos.

Me da vergüenza, ¿qué dirán mis amigas, mi familia, en el instituto entero? Se reirán de nosotros, nos llamaran lelos, no podremos salir ya más como hacemos. No sólo es el embarazo, es lo que se me viene encima, lo que se nos echa encima sin quererlo.

No podré seguir con los estudios, no podremos, es todo un problema.
Me han dicho mis padres que ellos me apoyan y que no lo tenga.
Me han dicho los padres de mi novio que de ninguna manera.
Nuestros padres nos apoyarían pero no se lo vamos a contar de ninguna manera.

Me va a deshacer la vida.
Nos va a deshacer la vida.
No puedo cargar con esto ahora, ni tampoco mi familia puede.

No puedo.
Estoy sola.
Tengo miedo.

Mira, no, es otro el tema. El tipo es un gilipollas integral o intermitente de esos con los que te acuestas a veces, por costumbre o hasta por norma, incluso con el sacramento o la unión de por medio. Soy una de esas mujeres que hacen esas tonterías. La soledad es muy dura ¿sabes? y no todo el mundo puede con ella. Así que lo que menos quiero ahora es tener un recuerdo o algo en común que nos una más o para siempre, también que nos acabe de separar, es otra manera de verlo.
Tú no lo entiendes. Es un momento delicado por el que pasamos y ahora un niño no es lo que más conviene. Acabará por liar más lo que tenemos. Un hijo ahora sería muy complejo, yo no estaría segura de si él seguiría conmigo por el niño o por mí... y así no quiero, no quiero que se sienta presionado. Si antes ya no sabía qué hacer, un niño no arregla nada, lo pone más confuso. Y el niño tampoco tiene la culpa de que nosotros no nos entendamos o sepamos qué coño queremos, sufriría mucho. Mejor no lo tengo... No es el mejor momento.

Tengo un trabajo muy exigente ahora y no es la relación que yo quiero. Cuando llegue el hombre adecuado, el que me quiera, digo yo que alguna vez llegará, ¿no?, ¡quiero ser optimista al respecto!, pues cuando llegue... tendré hijos y será estupendo. Esto ha sido un error y no sé cómo ha podido pasar, tengo siempre cuidado, lo tenemos. Pero el caso es que no lo voy a tener de ninguna manera, ni por él, ni por el momento, ni por nada. No lo tengo.

No, no es él, ni soy yo, pero me echarán del trabajo, me lo han dicho ya varias veces y ¿sabe Vd.?, no podemos realmente. Él está en el paro, yo hago lo que puedo, pero no llegamos a fin de mes… y ahora por favor no nos hable de condones ni de precauciones, se lo ruego.

Es para toda la vida, es algo muy serio y no puedo. Todo el mundo me ha dicho que es mejor que no lo tenga, que tendré hijos más adelante, que tengo mucho tiempo, que debo pensar en mi futuro, que haré del niño un desgraciado, sin padre siquiera o con dos lelos como padres, dos niños casi y él, que será el tercero.

Estoy sola.
No puedo.
Tengo miedo.

Viene mal, muy mal: me lo han asegurado los médicos, están convencidos, es horroroso lo que me han contado ¿sabes?.Y yo no quiero que sufra, mejor que así no venga. Yo no tengo derecho a traer al mundo a alguien que viene a sufrir... Sería una completa egoísta si lo hiciera. (Es síndrome de down, tiene una anomalía, algo no marcha bien, etc., etc., etc.)

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Es relativamente rápido, indoloro incluso en ese momento para la mujer la mayoría de las veces.

A los dos días puedes estar trabajando como si nada.

Pero es una derrota siempre, una vida humana que se cercena violentamente.

A veces dos, la que viene y la de la mujer, que queda hecha papilla, rota por dentro.
Porque luego tiene lugar un gran silencio que no hay quien lo llene, ni otro niño, ni nadie, por mucho que te empeñes.

Por eso… ¿de qué se ríen éstas?
¿por qué sonríen tan contentas?

Creo que la cuestión del aborto no tiene que ver ni con las creencias ni con la ideología ni con el género. Tampoco tiene que ver con el cariño que tienes por muchas personas que han abortado y están a veces muy cerca. No es eso y bien lo saben ellas.

Es una cuestión de la verdad, simple y llanamente. Y tiene que ver con la razón y la ciencia que nos señala que “eso” es una vida humana, alguien. Y con la humanidad que nos dice que eliminarla, eliminarle, no es bueno.
Y que el aborto, por tanto, no puede ser nunca un derecho, será siempre una derrota y un gran silencio.
Por eso yo estaré mañana, día 7 de marzo, en la manifestación. No me gustan nada las manifas, por cierto, pero eso es lo de menos. Estaré con pena por cada derrota y por cada silencio.

sábado, 19 de septiembre de 2009

La voz del corazón



No compro periódicos ni apenas veo la televisión, a la media hora de encendida ésta empieza a verse mal. En cambio oigo la radio de vez en cuando y leo las noticias en internet, por eso me he enterado del informe del Consejo de Estado sobre la ley del aborto.

El aborto me produce una profunda tristeza. No creo mucho en el progreso humano, aunque sí creo que en algunos ámbitos concretos sí hemos mejorado, no todos a una, no todos todo el tiempo, pero sí pasos pequeños, evidentemente con algunos retrocesos.

La legalización del aborto primero a través de su despenalización vía los tres supuestos, su práctica extendida –ya sé que no hay datos fiables de los abortos que “antes” de la ley se pudieran practicar, pero estoy segura que eran muchos, muchísimos, menos- y el modo en que viene a formar parte de algo que pasa a nuestro lado, a veces muy cerca, y que llegamos a admitir como una cosa que no tiene remedio, con lo que tenemos que vivir, resignándonos o, en su caso, aceptándolo como un derecho de la mujer es, en mi opinión, uno de los grandes retrocesos de la humanidad.

No me voy a meter en cuestiones jurídicas porque ya hay expertos. Honradamente creo también que el discurso racional, es decir, el que apela a la razón sobre si "eso" es una vida humana o no lo es, está más que demostrado. Salvo algún comentario poco afortunado de la ministra de igualdad que simplemente pienso que es una chica que no da ni el dos, la pobre: no hay que pedirle ni esperar nada de ella, lo que hay es lo que hay, no cabe darle más vueltas. No creo que ni los propios del PSOE la respeten ni la tengan mucho en cuenta, la verdad. Eso sí, es el famoso caso de la tonta útil.

Oí de refilón en la radio, medio dormida estaba, la expresión “la voz del corazón”, y yo creo que hay una parte que es eso.

Es la voz del corazón la que quieren acallar, no sólo la de la razón.

Así de frente vistas las mujeres cuando se nos mira tenemos el corazón a la derecha según se viene y se nos entra, a la izquierda ya si somos nosotras las que hablamos, siempre debajo del pecho, de la teta izquierda nuestra o de la derecha si tenemos a alguien delante, es igual. Debajo del pecho siempre está si lo tenemos.

Late ahí el corazón y nos bombea como a todos los seres humanos, hombres o mujeres, también como a muchos otros seres vivos que tienen corazón. Es de las primeras cosas que notas cuando abrazas a alguien, sea un hombre, un niño, una anciana o hasta un perro, le late el corazón, a veces muy rápido, a veces más lento.

El caso es que el corazón, más allá de la víscera vital de la biología, es también metafóricamente hablando y precisamente el centro de muchas cosas, la prueba también de nuestra diferencia de otros seres vivos que no se rigen por el corazón sino simplemente por el instinto; el examen del peso específico que a veces tenemos como humanos; también algo así como la evaluación de la calidad de lo queremos o deseamos, también de lo que poséemos. Tengo la peregrina idea de que la inteligencia, que puede ser muy agradable también para la convivencia, no sirve absolutamente de nada si no se acompaña del corazón que es la piedra angular de todo, también creo que la de toque. Con luz pero sin calor no hay gitano que viva, o si no, viviríamos en bibliotecas, museos, reales academias y no en pisos o casas pero en familia.
La compasión y la piedad, sustantivos antiguos y hoy totalmente en desuso en su hondura original, no en la epidérmica quizás, se apoyaban precisamente en el corazón de los humanos, pero especialmente en el de muchas mujeres. No creo en esencialismos y me horroriza hablar de “la mujer”, pero sí que tenemos un cierto cableado distinto y que gracias a él, a esa ligera y machacona diferencia, pero también y sobre todo a las cualidades que hombres y mujeres, ambos, juntos o por separado, podemos tener, cultivar y sobre todo ejercitar, la vida se hace posible. Digo la vida de verdad, no la supervivencia que es a lo que vamos a pasos agigantados, o a lo que volvemos. Quién sabe si nunca hemos dejado de sobrevivir.

Cuando no hay corazón, cuando no se escucha su voz, no sólo la de la razón, no hay vida posible, sólo hay supervivencia. Y ahí sólo cabe una lucha por ella donde quienes pierden son los débiles, los menos "aptos", los que no se pueden valer por si mismos o lo hacen peor, que no son siempre niños, ancianos o discapacitados, son también otros muchos a los que el sistema expulsa o les exige una pretendida autosuficiencia o independencia que no pueden tener. Eso es lo que se pretende al final de muchas mujeres embarazadas que se encuentran sin apoyo alguno real, sólo con la sugerencia de que el aborto es la única solución, la necesaria o imprescindible.

Confundimos así hoy independencia -que puede ser una cosa muy buena, especialmente la de cabeza, la interna, que es la que no hay de ninguna manera en este debate y en otros- con el puro y duro egoísmo, el egoísmo más salvaje vestido encima de una solidaridad vacía y hueca: es muy fácil sentirse solidario con la tribu amazónica y ser un completo egoísta en la vida familiar, personal, social, ahí dónde, coño, nos cuesta, donde pagamos un precio personal, real.

Nada es gratis, todo tiene si no un precio en monedas sí un coste, un esfuerzo, un peaje (toll que dicen los anglos) y la idea blanca y lela de la vida donde todo se nos debe y todo lo podemos tener por cojones y todo al mismo tiempo siendo encima seres angelicales y buenos no apela al corazón, apela a la simple gilipollez: ese es el mundo de Zapatero y adláteres -nada que ver con el socialismo, por cierto-, no es un tema político, es de saber lo que vale un peine y haber vivido fuera del amparo de lo políticamente correcto, en la calle, que es donde estos y otros no viven, viven simplemente del cuento y de las teorías. Y sí, claro que el aborto tiene que ver también con eso, con acallar la voz del corazón que no habla con voz melíflua como a veces se piensa -eso es otra cosa-, sino con una voz firme, fuerte pero delicada a la vez, creo yo. Esa es la que quieren acallar: podrán hacerlo antes de un aborto, pero es más difícil después. El corazón de una mujer siempre está ahí, bombeando.

La voz del corazón es la que te dice siempre dónde estás y quién eres, no es sólo la de la razón, que bien está, no digo que no, pero es la del corazón la que te sugiere ahí constante y fuerte que hay suelos sagrados que no puedes arramplar como un elefante en cacharrería. Que hay un peculiar “silencio, se rueda” que hay que respetar de modo suave pero decidido.

Creo yo que lo que pasa hoy en día es que confundimos el culo con las témporas, y pensamos que algo parecido al sentimiento, que es importante y existe desde el me mola, me apetece, me gusta, me da pena, hasta otros muy pero que muy serios, como el no puedo con esto, no me encuentro con fuerzas, me supera, quiero evitar más sufrimiento a otros, incluso al futuro bebé etc.,

Todo esto sustituye esa convicción primera, verdadera y cierta, que te corre por dentro, como la sangre por las venas, diciéndote “párate, bonita, tú quieta”, un "deja vivir" de un modo o de otro. Siempre al final es un dejar vivir aún con distintos calados.
Nos quieren hacer olvidar lo que es el corazón capaz de apiadarse de quien es más débil o hasta posiblemente y luego será más fuerte que nosotras, de compadecer también de veras la vida que se hace, se forma o la que se va, en cualquier etapa o de cualquier manera.

La vida, es siempre la vida al principio, durante y al final: una vida, muchas vidas a veces enlazadas, que se hacen y que no se deshacen si una respeta, espera, simplemente espera. La espera, muchas esperas, yo creo que es algo muy del corazón, no de la cabeza. Esperar siempre es una cuestión del corazón. Por eso hoy es evidente que lo que nos falta es corazón: no estamos acostumbrados a esperar, no queremos esperar.

La voz del corazón es también la que habla con determinación cuando se instala la duda, cosa que sucede a menudo a poco que uno viva de verdad, esto es, que no crea en protecciones ajenas, ideológicas, de grupo, de partido, ni siquiera de religión, mucho menos de cualquier secta.

Es la voz del corazón la que hay que seguir siempre, creo yo. Si eres libre, coño, si eres libre de verdad. Y ese es el problema: nos hacen pensar que no somos libres, oír una voz que no es la del corazón, estar más solas que la una o sentirnos así, sin otra salida. Ese es el juego al que nos someten y ese es el drama también: por eso estar a favor de la vida es estarlo a favor de las mujeres, justo al contrario de lo que algunos pretenden dibujar.

Porque lo que ocurre hoy es que no somos libres, o lo somos mucho menos, y por nefas o por befas parece ser que en esto de aborto, como en otras muchas cosas, hay que estar a veces con “los tuyos” o "los nuestros",  no vaya a ser que te tachen de retrógrado y piensen que tú estás contra las mujeres, con la que está cayendo, o que te alineas con los que insinúan que la sexualidad está unida de alguna extraña manera y hasta desmesurada a la procreación. Huy, qué horror, los carcas esos, con lo bien que se pasa sin rendir a nadie cuentas. Porque vivir mancha, y siempre mancha a todos, no hace falta tampoco estar libre de pecado alguno no para tirar la primera piedra, eso jamás y nunca, pero sí para decir que eso no está bien y que no puede ni debe hacerse.

Yo creo que sólo por la sospecha de ser tachados de fachas muchas personas no dicen de verdad lo que piensan sobre el aborto. Pero sobre todo, creo que es una cuestión de oir la voz del corazón que nos habla a poco que queramos escucharla, a todos, pero a las mujeres las primeras.

No eres tú, es otra vida, es una complicación más a menudo, inesperada, no deseada o planeada (que no significa luego no querida), a veces una vida “defectuosa” que es lo que viene y asusta, claro, y es un compromiso desde luego que vital, una gaita, una carga, una responsabilidad, todo lo que Vd, quiera, pero no te lo puedes quitar de en medio aunque la ley te lo permita.

Y desde luego que además lo que hay es una inmensa soledad: una soledad dura, pétrea, inabarcable, antes y después del aborto, una mujer sola que tiene que tomar una decisión, que se siente presionada, de un modo u otro, no apoyada a menudo, o no apoyada lo suficiente.

Hay una soledad antes y hay una terrible soledad después, ese es el drama del aborto: no sólo la indefensión del feto y su soledad sino también la indefensión y la soledad de muchas mujeres.

Si escuchamos la voz del corazón, ahí a la derecha según se entra, o a la izquierda si eres tú la que miras, sabemos bien que no. Siempre con reverencia ante la vida, sea como sea, sea la que sea, dentro de ti y también fuera, en otros vientres, pero también cuando están ya fuera, ahí haciéndose, otro "silencio, se rueda". No sé cómo explicar lo que es respetar la santa infancia hoy que tanto se habla de niños y de verdad tan poquísimo se les respeta.

Creo que muchas mujeres que han abortado lo saben y lo saben bien, en carne propia, en su corazón ellas ya lo saben y ahí les queda, lo sé. Nunca jamás se trata de meterlas en la cárcel, bastante tienen con lo que tienen, solamente de impedir que esto se instale como se está instalando, como se ha instalado ya, como quien no quiere la cosa, con patente de corso, como si fuera inevitable, o peor, como un derecho. Acallando esa voz primera y vital, la nuestra, la del corazón de las mujeres.

Da igual la ley ya, o no da igual, por supuesto que no, pero sin recuperar la voz del corazón, esa que está ahí siempre, bajo el pecho, la que permite tantas cosas cuando se la escucha de veras, no hacemos nada.

No es a lo jurídico ni a la razón tan solo a lo que hay que apelar, ni siquiera al sentimiento tal y como hoy se entiende, es a la voz del corazón, mucho más dentro, mucho más cierta y más verdadera.

jueves, 18 de diciembre de 2008

No está bien. No es un derecho. y 3) El aborto, para Blanca. Antes del antes.


Blanquita, me está costando esto mucho. Pero acepto siempre dos tipos de invitaciones: las de una amiga, sean las que sean, y tu madre lo es, y las de irme a tomar una copa casi con cualquiera (si puedo salir del Boalo porque la nieve no lo impide).

Quedamos en que el origen remoto de todo aborto están dos personas que tienen una relación sexual que produce una nueva vida. Te conté, aunque tendrías que ser tonta si no lo supieras ya, que hay muchas razones para irse a la cama con un hombre, y no solo por amor, aunque ya solo la palabra amor abre mil posibilidades. Quise dejar claro que no voy a partir de una premisa que no es tal -el "amor" presidiéndolo todo-, porque, como dice tu madre, hay que abrir los ojos. No cejar en la verdad, y en lo deseable, pero contar con la realidad de la que formamos parte, no somos ajenos a ella.

Y creo que es de recibo contar con honradez todo, no sólo una parte: no te encuentras un día con un embarazo así como así. Un embarazo no ocurre siempre en el marco de un matrimonio o de una pareja estable y que se quiere, no es así. Y no basta con decir no al aborto, Blanca, con eso no arreglamos nada o muy poco.

Y me he dejado muchas más cosas en el tintero, sólo he expresado las que pienso que una adolescente debe de saber, dejé otros temas más duros como malformaciones, problemas económicos, porque con todo, creo que para una chica como tú esta información sobra, y es la otra -con la que te vas a poder encontrar más facilmente y de la que hablo- la que puede servirte.

¿Podemos atajar esa barbaridad del aborto a través de la prevención del embarazo? Sí y no.

Me explico y espero que tu madre entienda que siendo católica y creyendo en lo sagrado de la vida, en el matrimonio como sacramento (porque creo de verdad no me he casado, entre otras razones, tiene guasa esto), sé que toda persona joven debe de contar con esta información.

Creo, para empezar, que es posible y deseable explicar a los jovenes que se puede decir que no. Creo que es importante defender el derecho a decir que la abstinencia sexual previene embarazos: ça va de soi, que dicen los franceses. Y no se puede estigmatizar a quienes así piensan, por religión o por simple y llano sentido común, sólo con el último basta. Especialmente cuando se pretende que personas de 13 a 18 años tengan el derecho, al menos, a decir que no. Luego a veces es más fácil, o no, pero se está más protegido, en muchos sentidos. Y más seguro.

Creo que también, con la misma naturalidad, tengo derecho a decir que la educación sexual que me interesa, y que creo que es humana, no es la de la fontanería. Me explico: creo que no hay que explicar a ninguna persona dónde hay que meter qué. Me parece una chorrada esto, una estupidez. Y prefiero el corrillo del recreo, la conversación entre chicas -que aclara mucho más- o, si me apuras, hasta el playboy.

Todo menos que un tipo (o tipa) muy serio te muestre con un plátano cómo se pone un preservativo o te explique cómo masturbarte en la clase del 4º b. ¿Estamos locos o qué? Bien los padres, que sí, pero no seamos idiotas: más allá de los padres, están los amigos del verano, tus primos y todo un "círculo informal pero a la vez protegido" que nos "informaban" de estas cosas.

Me horroriza la explicación de la sexualidad como un deporte, una actividad física más: eso es de anglos gilis, no es de hispanos que sabemos dónde ir y qué hacer. Joer, que no, que nos hemos quedado en la genitalidad, o en una especie de burocracia procedimental. Qué tristeza, Blanca, los pájaros tienen un mejor apareamiento que nosotros, un tempo, un cortejo, más belleza. De sexualidad se aprende leyendo o viendo cine, no con ensayos y manualillos que te duran para un ratín. Lo que te puedan explicar en un clase jamás será lo importante. Y tú ciertas cosas las sabrás siempre antes por algo que tenemos a raudales, una forma de inteligencia casi animal, el instinto.

Creo que no es baladí que un tipo comparta la cama con alguien. Me niego a que expliquen esto como si fuera biología dos puntos. No. Ni como biología ni como filosofía. Ninguna de las dos cosas. Es humanidad, y la aprendemos sobre la marcha: con la literatura, en el bar, con la novia, en cuchicheos, con el cine y escuchando a tu corazón, tu conciencia y tu cuerpo. También en familia: una mujer con un padre que ejerce y no es un calzonazos o un gili aprende estupendamente qué puede y qué no puede esperar de un hombre. Y queda para toda la vida, Blanca.

Todo menos la educación sexual en clase con un tipo muy serio que manda callar. Amos anda.

Solucionado el tema de la educación sexual -en la que, como ves, no creo-, vayamos al tema que más parece "importar" de la educacíón sexual más allá de la fontanería y cómo se llama cada cosa, es decir, cómo "prevenir embarazos".

Ya lo he dicho. No teniendo relaciones antes de que puedas ocuparte potencialemente de un niño que puede ser concebido en cierta medida de una manera fácil, rápida y hasta tonta (echa un vistazo a Juno, película guay). Decidiendo bien cuándo puedes asumir una responsabilidad como esa y actuando en consecuencia.

Teniéndo relaciones si es posible con un tio que no sea gilipollas -no sólo por el potencial niño, es que es mejor tener relaciones con gente normal- y que, si pasa, pues sabes que no será un animal. A esto, a distinguir tíos, no te enseñará un profe, sino tus amigas, tu familia y la vida.

Idea clara: los métodos anticonceptivos fallan, en mayor o menor medida, pero infalibles no son. Y desde luego que un preservativo en manos de un tipo de 15 años es como para no fiarse, le expliquen lo que le expliquen. Y si es como el del anuncio es como para salir corriendo.

Eligiendo, como dije -y elegimos Blanca, las mujeres elegimos más de lo que creemos-. No te sientas culpable por decir que no a un tío, a salir con él o al lo que sea, aunque te mire con ojos de cordero. ¿No estás segura? Dí que no y santa paz. La última palabra es la tuya, a veces la primera también. Porque no recordamos esto pasan algunas cosas que pasan, y no solo el aborto, si no, no se explica que mujeres y chicas "normales" salgan, se casen o sigan con animales. Tú eres alguien siempre, con tío o sin tío al lado que te diga lo buena que eres o que estás, recuérdalo.

Mejor aún, más adelante, Blanca, elige con ese alguien, sois dos, alguien que tiene sentido común y te quiere, es la clave. En conciencia. Delante de Dios, si eres creyente, tiene más que ver con todo esto que lo que pensamos. Y se puede tirar de la risa con nuestra torpeza, en todos los sentidos. Yo creo que de hecho lo hace.

A propósito. Hace unas dos semanas Toi (a la derecha también) posteó en su blog una cosa sobre sus 6 hijos que me pareció para inclinarse: es decisión de 2 personas, de 2 y de nadie más, antes. Nadie puede meterse en lo que 2 personas deciden "antes" de la concepción. Porque es su decisión. Y habrá interpretaciones sobre la paternidad y maternidad responsables, pero desde luego tú serás la madre o el otro el padre, y nadie, nadie, te dirá si eres más o menos generoso, más o menos lo que sea. Porque serás tú con la otra persona quien educarás y criarás, no sólo darás a luz, que es lo de menos casi.

Con toda honradez y como dijo Pepa. El aborto no es un método anticonceptivo, jamás. Ni un recurso final, ni una "solución" o mal menor: es fuente siempre de mayor desdicha que la que intenta prevenir, sin punto de comparación.

La prevención de embarazos no depende del condón. Hace falta ser idiota para pensar así, mucho menos en edades donde se es irresponsable por naturaleza ¿no pueden conducir, no son responsables ante la ley y vamos a creer que se van a poner un condón? Lo que queremos es que no nos den la lata, por Dios, no sólo que no se queden embarazados. Lo que quieren algunos es que los padres no vigilen la hora de llegada, les das un condón y te olvidas: cómodo ¿no? Pero hay padres que son eso: padres. Y por ahí no van a pasar.

En cualquier caso, el condón no es para demonizar. Lo digo como lo pienso.

De igual modo, tener relaciones sexuales -a los 15 y a los 40- no es como jugar un partido de tenis o irse de copas. Para algunas mujeres desde luego no lo es. Pero tampoco se acaba el mundo, ni tampoco empieza, la vida sigue, mejor dicho, todo esto es parte de ese río que es la vida, no un aparte.

La educación sexual que pone el acento en la prevención de embarazos vía el condón es de una pobreza apabullante, sin mencionar su vulgaridad: ni es educación, ni es sexual, porque esto no va solo de no quedarse embarazada. Hay más cosas en juego de las que un condón no te protegerá: un corazón roto no lo previene un Durex.

Abre los ojos. Hay tíos estupendos. Y estúpidos también. Como las mujeres, en la misma proporción. Tú eliges muchas cosas. Pero otras no pueden, no deben, estar en tu mano: no es justo. Y la vida ya creada no es cuestión de una elección de la mujer, ya no, ni de la mujer, ni del Estado, ni de nadie. Muchos médicos lo saben bien, muchas enfermeras también. Y se niegan a practicar un aborto: porque son honrados.

El aborto es una muerte violenta. Y sí es cuestión de elección, por supuesto: en la duda, siempre por la vida siempre y por el más débil, también. Eso nos hace humanos.

Lo otro son 4 pasos atrás, de toda la humanidad. Cada vez que hay un aborto todos los damos.

No está bien. No es un derecho. y 2) El aborto, para Blanca. Antes.


Antes del aborto, Blanca, una mujer se fue a la cama con un hombre. Antes de quedarse embarazada pasó algo. Tan viejo como el mundo.

¿Podemos evitar el aborto? Sí, y de muchas maneras. Y esta es la parte que quizás será poco ortodoxa, y la siguiente y última.

Hay muchas razones por las que un hombre y una mujer tienen relaciones sexuales. No digo hacer el amor, que es una cursilada, ni otras cosas, soy una señora y me niego a hablar como un carretero. Tantas razones como personas. Y quien te diga que es por amor, y sólo por ello, te miente.

En cualquier caso ¿qué es amor? Te dije que no sería romántica. Cada uno ama y entiende el amor como él o ella es, ergo, hay tantas versiones de amor como personas y tiempos de esas personas. Somos todos muy distintos y además no somos los mismos a los 20 que a los 40.

Sí, lo que queremos todos es que nos quieran, y para siempre. Así estamos hechos, mujeres y hombres, pero la vida es más rica o más puñetera, ambas cosas. Y nos engañamos también, un montón. Multiplica además que en esto hay dos personas: la progresión es infinita.

Seguramente habrás visto ya que una chica se acuesta con un tipo para no parecer una estrecha. Así es, pero no solo a los 15, a los 35 también. Las revistas juveniles o femeninas nos lo recuerdan: es un estigma no solo ser virgen, sino también no tener a nadie con quien te vas a la cama. Hemos llegado a esa locura.

Es como si fueras de otro mundo y no se puede quedar mal. Hace falta valor para decir que no. Conservar al amigo, al novio incluso, no siempre es fácil, dependiendo del tío y de otras cosas. En ciertos ambientes, además, o tienes novio con el que te acuestas o "amigo con derecho a roce" (o "amigos", así es la vida) o te miran como a una selenita, parece que hay que tener alguien con quien irse a la cama sí o sí.

Se sigue sin entender la amistad hombre y mujer -fundamental para entender también la castidad y hasta la humanidad-, sea por los "progres" que al final ni de coña, o por los "conservadores", porque tampoco se lo creen y andan siempre con que si hay algo más: qué aburrimiento.

No soy un hombre, sólo puedo hablar como mujer, así que te contaré, otras muchas razones por las que una mujer decide que pasará la noche o la tarde con un hombre, y no precisamente en el cine. Vale, es decisión de dos, pero creo que nos entendemos. Porque si tú no quieres el otro ya puede ser Brad Pitt o Sean Connery.

Ignoro las razones de los chicos, creo que son más fáciles. Pero no estoy segura.

"Quiero retenerle y sé que lo retendré así". Tan viejo como el mundo, Blanca. Las mujeres lo sabemos desde que nos ponemos rimmel, si no antes. Dependiendo de tu habilidad de enganchar al chaval, se puede retener unos meses o un poco más. Mala cosa. Pero sucede, a los 15 y a los 30. Aunque el tiro puede salir por la culata y la cazadora escaldada y hecha puré. También pasa.

A veces no es retener, es que piensas que así te querrá o te querrá más. Hay de todo. Buenas intenciones también. Hay gente que se acuesta hasta por pena que te da el otro, créetelo.

"Me siento sola, no le quiero o no sé qué siento, pero me sentiré menos sola si estoy con alguien que me abraza un ratito más o menos largo". Otra razón más vieja que el mundo. Tramposilla, pero opera a los 25 y a los 45. La soledad es dura. Otra razón por la que nos vamos a la cama. Suma si la persona no tiene amigos, si tiene una familia problemática o inexistente.

Es otra razón que te hace caer en los brazos mejores o peores del que pasaba por ahí: tenemos ganas, unas ganas físicas (que ni pa'tras son solo de los tíos) mezcladas con más cosas, y todas pueden estar bien, porque somos humanos. Lo que ocurre es que se confunde uno a veces más de lo que estaba. Te vas a la cama y ves menos claro, porque todo se mezcla. Pasa. Y entra la costumbre (mira más abajo), y más cosas. Y no sabes ya si sí, si no, si qué sé yo. A veces irse a la cama no es el mejor modo de saber si quieres a un tío, sino de enredarse, él o tú. O ambos.

"Le quiero". Razón fundamental. No hay nada de qué hablar aquí, aunque el "le quiero" tenga más de mil interpretaciones. La más humana de las razones, mezclada con algunas de lo anteriores, también humanas, no lo olvides. Blanca, nada es negro ni blanco completamente. Como alguien dijo en un blog cercano, no hay compartimentos estancos, menos en una mujer donde todo está conectado con todo. Es bonito que todo este conectado, que no seamos princesas de cuento, angelitas, que incluso cuando queremos y queremos bien se deslice nuestra imperfección como mujeres. Amamos como somos, recuerda.

Y luego hay más.

Estoy borracha hasta las cejas: así veo yo a las chicas del botellón que entre bebida y lo que no es bebida no recuerdan con quién estuvieron al final. Tampoco te creas que es tan lejano a algunos adultos, no somos mejores que vosotros, que tu generación, ni de broma. Reviste otras formas.

La costumbre. Pues sí, compartir la cama con alguien puede ser también cuestión de costumbre, con la misma persona, quizás, o también asumir como cosa dada que el sábado noche hay que pasarlo con alguien, con quien sea, o unas vacaciones: como el cepillo de dientes en la maleta, tienes que tener un tío que meter en tu cama. No hace falta más que estar en el mundo para ver esto.

La sorpresa, la afinidad o el aburrimiento. Te encanta tanto un tipo que te vas a la cama, pero no por nada premeditado, es que estabas hablando tan a gusto que ni te das cuenta que estamos pasando de h a b. Y que si me miras, te miro, que sí, que no, que no sé qué ha pasado.

No hay que tener miedo jamás a la amistad con un tío, pero sí sentido común y sentido de la lealtad: a quién es él, a quién eres tú y a las circustancias de cada uno. Con ser un poco lista lo podrás hacer, y buena tía, de verdad. Nosotras solemos ver esto 20 km antes que ellos, sigue tu instinto y protégete, protégele: de verdad, no con un condón. No dejes que suceda si no puede y no debe suceder. Depende de él, también, por supuesto, pero el radar lo tenemos puesto nosotras mejor.

Y luego, aunque parezca una chorrada, hay relaciones por aburrimiento. Tal es el caso de los que trabajan en cine, pongo por ejemplo: horas y horas de convivencia, de rodajes pesadísimos, echas tanto de menos a tu chico, joer, la gente del cine es promiscua por simple y llano aburrimiento. Se podían llevar el punto de cruz, pero se acuestan. Son fatales la soledad, estar agotado y la mezcla de tristeza y aburrimiento. Como son letales otros ambientes: 3 meses de Erasmus sola en un país, no conoces a nadie, compartes piso con un tipo genial, oscuridad a las 3 de la tarde. Vamos, es que tampoco es tan extraño. De nuevo: sentido común.

Todos podemos meter la pata o no meterla, actuar a conciencia, en conciencia y porque realmente queremos o por descuido: con 16 y con 36. Y no pasa nada: jamás te asustes, Blanca, no te quedes en el susto, sea cómo sea éste. No te enganches en una metedura de pata si fue tal, sigue adelante. Rectificando e intentando hacer las cosas mejor en su caso, pero jamás hundida. Ni extrañada de tu torpeza: somos torpes todos, todas.

Podríamos seguir hasta el infinito, porque te he hablado de las relaciones "clandestinas": de las "legales", entre hombre y mujer casados, dejo que te hable tu madre que es una señora casada. Me niego a hablar de la vida matrimonial, para eso está tu madre, no los teóricos de la cosa. En cualquier caso ella también sabrá de todo: más, mejor y antes que cualquiera, otra seguridad que debes tener, Blanca.

Pues bien, dado que las mujeres somos fértiles -con suerte, jo, es una suerte, yo lo veo así- unos días de cada mes, te puedes quedar embarazada, si estás en periodo fértil, cada vez que te vas a la cama con tu marido, el tipo que pasaba por allí, un gilipollas o un premio nobel (que puede ser más tonto todavía). Con y del que quieres y con el que convives, y con y del que dices ¿qué narices hace este tío en mi cama? Con y del que deseas que se quede y no puedes vivir sin él, y con el que quieres que desaparezca de tu vida y no sabes cómo. De esto va el aborto también.

Por eso, en cierta manera, debería una mirar con quién narices se va a la cama, aunque sólo fuera por eso. También habría que mirar un poquito no sólo con quién te casas, sino con quien convives, sales o tienes una relación afectiva que no puedes ni calificar a veces, pasa. Es políticamente incorrecto decir esto, pero es así. Porque da la maldita o bendita casualidad de que nuestra "reproducción" - terrible concepto, ni de broma debería usarlo-, más bien la "creación" de vida- está unida al hecho de que dos tipos de distinto sexo se acuestan.

Podríamos ser caracoles, que son hermafroditas, u otra especie que tiene solo 2 celos al año y la hembra no se deja ni aunque la maten salvo en esos 2 periodos. Pero somos personas. Y estamos así hechos. Cada vez que una mujer se acuesta con un hombre y ella está en periodo fértil y él lo es.

Y la sexualidad, lo siento feministas e ingenuos varios, está unida a la posibilidad de dar vida. Toma ya. Como que nos morimos: es la realidad. No es una maldición, Blanca, es lo que es.

Esta es la verdad, quizás no toda, pero una parte. Hay más, sigo luego. Intentaré ser un poco más romántica y menos dura. Pero nunca te mentiré. Intento no mentirme ni a mí misma.

No está bien. No es un derecho. 1) El aborto, para Blanca.

Este es la entrada que más tiempo me ha llevado pensar. Y mira tú por donde, Blanca, que la entrada de hoy en el blog de tu madre, Sunsi, me ha dado el espaldarazo.

Va por ti, guapetona, si tu madre, leído esto (que va en 3 partes), decide que lo leas.

Si no, no pasa nada, entiendo que es tu madre quien tiene la responsabilidad de tu educación y lo que yo puedo decirte aquí sobre el aborto es posible que no le parezca oportuno.

Empiezo esta entrada como la tenía pensada antes de hoy, de ver la llamada de tu madre en su blog.

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No quería hacer daño, ni siquiera el más leve, porque quiero a muchas personas, y muy especialmente a algunas que son muy amigas. Quiero a algunas personas más que a otras, no soy neutral, soy humana.

Lo último que quieres es poder provocar el más mínimo dolor a nadie, abrir o hurgar en heridas, mucho menos dar lecciones.

La vida hace que quieras a mucha gente que además te quiere un montón, también a aquella que abortó. Y a la que quizás tú no ayudastes con la palabra oportuna, con la insistencia adecuada, o de otro modo. No supe hacerlo.

Queda en mi conciencia, lo sé. No supe, no pude, no sé qué pasó.

Si escribo esto ahora es porque la verdad, la que da calor y no sólo luz, es siempre importante.

Hay que buscar siempre la verdad, con paz, pero con decisión.

La verdad nos hará libres, a todos. A mí también. La verdad siempre, Blanca, aunque nos acarree la soledad o el aislamiento social, la incomprensión, las mentiras de otros, la sospecha o el juicio despectivo, el esfuerzo de empezar de nuevo y a veces desde cero, o, simple y llanamente la vergüenza y el dolor al reconocer que pudimos equivocamos en su día, que hicimos mal, el arrepentimiento. Así lo creo y así intento practicarlo.

La verdad puede tener facetas, por supuesto, caras diversas, pero hay algunas caras que son más completas que otras, pienso.

Parte de esa verdad que da calor y acoge -sin acoger, la verdad no es nada, sin amor nada somos- es que hay que defender siempre al más débil, al que no tiene protección, que en este caso es el concebido y no nacido. Así lo veo.

Hablo pues del aborto, del aborto provocado.

Vaya por delante que yo no soy madre ni he estado embarazada en mi vida. Es posible que esta circustancia me invalide para opinar, creo que no, pero por si acaso lo digo por sinceridad: no he pasado por la experiencia de un embarazo, ni deseado ni no deseado.

Y también lo digo: me hubiera gustado. Sin tristeza, sin dolor, con mucha paz, sin remordimientos, sin nostalgia e incluso con sentido del humor y alegría: me hubiera gustado. Aunque no tengo idealizada la maternidad, ni mucho menos el hecho de estar embarazada: conozco madres que lo son sin haberlo estado, y al revés. Por "ser madre" (quedarse embarazada e incluso parir) no se "es madre" (pregunta a tu madre qué es ser madre, mejor aún: mírala). Enciende la televisión y mira las barbaridades que una madre puede hacer o consentir.

Creo que cuanto menos idealicemos todo, mejor. Perdona Blanca este post y el siguiente donde habrá de todo menos romanticismo.

Creo que abortar está mal.

Sé que está mal.

Sé que no es bueno, no es humano acabar con la vida del que todavía no ha nacido pero está ya en el vientre de su madre, que no hay razones suficientes, de peso, para ello.

No hay razón nunca para matar a nadie, tampoco al que todavía no ha pasado por el canal del parto pero está ya.

No es bueno para el ya engendrado, porque la vida es un don -y me da igual que sea divino o natural, paso del tema de Dios aquí- sobre el que no debemos decidir los humanos cuando ya está aquí.

No es nuestra decisión.

Y no es mi cuerpo, ni de coña.

Ese es un lema feminista más falso que Judas.

Para empezar sobre mi propio cuerpo tampoco decido mucho ¿le digo que no se ponga enfermo acaso y me escucha?

Pero es que, además, no es mi cuerpo: es un cuerpo dentro del mío. Alucinante. Un alien. Un hijo también, así lo llamamos, hijo. Pero sobre todo, OTRO ser humano.

Por muy terrible que pensemos pueda ser esa vida, supuestamente desgraciada ¿quién somos nosotros para decidir que un síndrome de down no merece vivir, que no será feliz?.

¿Qué sabe nadie de qué es calidad de vida? ¿acaso nosotros, primer mundo, somos mejores, más felices y aportamos más al mundo que un mendigo hindú concebido por un padre borracho en una madre?

No seré yo quien decida ni quien apoye dar muerte a quien ya está.

Pero sé también que el aborto no es bueno tampoco para la madre, consienta más o menos, con más o menos información, sobre el aborto.

Lo sé. Lo he visto. Es otra seguridad, más allá de que el no nacido pero concebido no es una "almeja", sino un ser humano.

El aborto es algo que queda ahí en la vida de la mujer que abortó, para siempre, sobre lo cual se informa poco, muy poco.

Muchas mujeres son víctimas del aborto también ellas, creo que a fin de cuentas casi todas, lo vean ellas o no lo vean.

Leí en el blog de Jose A (amarillo limón, a tu derecha) que cada vez que hay una pena de muerte el mundo entero retrocede. No puedo estar más de acuerdo.

Cada vez que se produce un aborto provocado todos damos tres o cuatro pasos atrás. Me impresionó cómo le explicaba Jose A y lo entendí también en clave del aborto, aunque el no se refería al aborto sino a la pena de muerte: tanto da. Es una pena de muerte sin tribunal el aborto. Sin testigos ni defensores, nadie, Blanca.

No está bien. Y jamás es un derecho, aunque lo pretendan. Y las leyes podrán decir Misa, pero da igual. No es un derecho disponer sobre la vida ajena, nunca.

Un aborto, Blanca, es eso que has visto y que deberíamos ver todos en esos vídeos que corren por ahí: la muerte violenta de un ser vivo que da la casualidad que es una persona no nacida pero concebida.

Y lo hacen como lo ves, Blanca.

Succión, sal, cortando en pedacitos. No lo olvides jamás. Abre los ojos.

No es una mera extirpación de un conjunto de células.

Y no es tampoco una cosa facilita aunque te duerman.

Te lo dicen las propias mujeres que abortaron, por mucho que algunas vayan a una manifestación para aplaudir al barco abortista. Qué pena.

Pero tampoco olvides lo que, con permiso de tu madre, te voy a contar en la segunda y tercra parte de esta entrada. Quizás es la primera, o quizás no, la segunda parte de todo esto: cada vez que una mujer se acuesta con un hombre. Es el antes y el antes del antes.

Para la entrada de hoy no encontré música, no hay música para algo tan terrible e inhumano como el aborto. Me parecería una frivolidad.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Palin me mola / Palin is cool







Ayer, en mitad de una conversación en el trabajo, se extrañan mis compañeras de que me guste la Palin y, para rematar, me dicen "¿Cómo es posible que a ti, tan culta, te guste la Palin?

Agradezco la primera aseveración, pero la niego rotundamente. Sé que la cultura es como la mantequilla, cuanto menos tienes, más la extiendes. Y das el pego, claro.

Paso sin embargo a explicar por qué me gusta tanto Palin, mejor dicho por qué me mola.

Vaya por delante que a mí Palin no me cae bien sólo por ser mujer. Soy bastante más exigente en mis apreciaciones, que no van en función del género, sino de otra cuestión que yo llamaría perfil y principios, ambas cosas, y que superan afortunadamente la ideología .

Increíble, ¿verdad? A diferencia de algunas personas, yo sí pienso que podemos encontrar principios, y no solo conveniencia, a un lado y otro del arco político. A diferencia de otros que consideran, por poner un ejemplo, que una persona que ellos consideran "culta" no puede votar "conservador" o ser católica practicante, por poner un ejemplo tonto que se me ocurre, vamos.

Desde hace años parte de cierta izquierda -no toda, desde luego- viene predicando respecto a las mujeres algo así como "a mi señora con razón o sin ella": una loa permanente a ser tía como si serlo ya nos situara en un estado de superioridad, magnanimidad, buen hacer y mejor pensar. Superado cierto machismo –solo cierto, de fondo hay tela todavía- nos queda ahora a muchas mujeres y hombres soportar la "ideología del género" que nos coloca a veces a las mujeres como si fuéramos las mejores, lo seamos o no, también en un extraño aparte. No doy ejemplos en el caso español porque los conocemos de sobra y son sangrantes. Tengo que decir que los hay también en los dos lados del arco parlamentario: algunas tonterías se aceptan muy rápido, cuánto más simples sean, mejor se asumen y propagan. 

Naturalmente este paradigma de "y si somos las mejores bueno ¿y qué?" esa cierta izquierda se lo salta a la torera cuando le conviene, esto es, cuando no son “sus chicas”. Tal es el caso de la Palin. Por eso la tienen tantísima manía, aparte de ser tontos: si creen que los de Obama o Hillary son de "izquierdas" es que no saben nada de los EEUU, no los conocen ni por el forro.

Palin me mola.

Palin no es una pijo-progre educada en la Ivy League, no es tampoco una neoyorkina sofisticada, pongo por caso, es justo todo lo contrario. Palin no se pondrá unos manolos y hablará luego de la igualdad o la pobreza del tercer o cuarto mundo -esto se da mucho hoy, leed las revistas femeninas o seguid a Ana Rosa Quintana y a tantas-. Tampoco será del tipo de mujer liberada que persigue pantalones como "Sexo en Nueva York" y dirá luego -hace falta tener cara dura-, que los hombres son un asco y solo quieren lo que quieren. Apuesto a que tampoco lee Cosmpolitan ni acude a cócteles, está demasiado ocupada trabajando.

Palin es una mujer de pueblo, educada en una universidad bastante mediocre, casada con un tipo muy normal. Por cierto, se fugó con él para casarse a los 24 años, un dato que le aporta un romanticismo encantador y señala otra cosa admirable para mí: valor. Ha parido cinco hijos, tiene uno con Síndrome de Down, otro en el ejército y una que se ha quedado embarazada adolescente y sin estar casada.

Con todo eso, y sin cuotas, ha llegado a gobernar un estado bastante complejo como es Alaska. Sin el glamour de una familia política, sin los contactos poderosos que el dinero puede dar o sin ser parte del establishment político o económico, ahí está.

Una, que es muy ingenua, podría pensar que un historial así podría tener su gustito y atractivo para los que creen en la democracia y en los méritos. Pero es justo al revés simple y llanamente porque ella no es "de los suyos", nada más. Y porque demuestra, como le pasa a Condolezza Rice, otra que tal, que algunas mujeres no quieren ser redimidas por la izquierda o la ideología de género: nadan solitas. Este tipo de mujeres son como una bofetada a la corrección política reinante llena de tópicos, lugares comunes y las más flagrantes injusticias a la hora de valorar a las personas por lo que son, por ellas mismas.

Palin me mola.

Dejé caer la palabra coherencia y os reísteis. Me comentasteis que la coherencia "si las ideas son malas, no valen de mucho". Mencionasteis, por ejemplo, que claro una mujer que no cree en la educación sexual pues eso, tiene una hija que luego se queda embarazada y ...

Hombre, narices, digo yo que la educación sexual es algo más que prevenir embarazos y que algunas personas, que pienso que pueden no estar tan equivocadas, consideran que el tema no es solo "ponte el condón y no te quedes embarazada" o explicarle a alguien qué se mete y por dónde. Vamos, que lo que está en juego no es únicamente que no se quede tu hija menor de edad embarazada o que tu hijo deje embarazada a alguien. Algo más digo que profilaxis y fontanerías varias puede ser eso de la educación sexual. Es sólo una idea un poco menos simple de lo habitual, con perdón. Es gente muy rara, que piensa que cuando un hombre y una mujer comparten una cama no es como cuando comparten una mesa. Esta gente, con todo, puede meter la pata, ellos y sus hijos. No se llama incoherencia, se llama debilidad humana y forma parte de la vida, de una manera o de otra, de la de todos, faltaría más. Pero una debilidad de este tipo, esto es, insisto, humana, no se debe tapar con una cosa realmente atroz y ahí sí, inhumana y brutal para las propias mujeres para empezar.

En cualquier caso, no es eso lo que me preocupa -la educación sexual de Palin o de su hija-, la verdad. Lo que me rebela es que cierta izquierda, tan sensible para otras cosas, no reconozca que Palin, como el padre en la película de "Café Irlandés" o el padre y la madrastra de "Juno", como otros padres y madres en la vida real, ha acogido a su hija con cariño, le ha dicho que pa'lante. Palin ha pasado veinte pueblos de qué pueden decir o comentar no los "decentes de derechas" (que comentan mucho menos de lo que cabría pensar, a las pruebas me remito) sino, sobre todo, algunas puritanas voces de la izquierda que son las que se escandalizan de verdad: ellos son los hipócritas, no la Palin, que ha sido coherente con el respeto a la vida y su amor por su hija, ambas cosas.

Palin me mola.

Cierta izquierda, no toda, ya lo sé, canta el "We're the world, we're the children" de Michael Jackson y vende un mundo feliz donde las cosas que importan no cuestan. No cuesta la libertad personal y colectiva. No cuesta el desarrollo económico (sea o no sostenible). No cuesta la familia. No cuestan el amor o la vejez. Todo es gratis et amore, indoloro y como un anuncio de fraternidad universal pasado por Ariel.

Es un mundo donde desaparece el esfuerzo y el dolor y donde el magnánimo Estado reparte sus bondades entre sus agradecidos súbditos, ya nunca ciudadanos, soma para todos, que no falte (léase televisión estúpida, botellón, tío, tú folla y olvídate del resto, consumismo, etc.); donde se promete a la gente duros a cuatro pesetas, se nos trata como niños y no se nos quiere dar malas noticias (crisis ¿quién dijo crisis y cuándo?) que no podremos (¿?) soportar; donde somos considerados tontos y se nos cuenta una milonga sobre si van o no a inyectar una masa de dinero que no nos va a costar un duro. Por lo visto el dinero del Estado no es nuestro, es de Zapatero que es magnánimo y de los bancos que lo son mucho más, ¡ja!

A alguien le suena esto ¿verdad?

Si cuesta algo, es que ese algo no funciona bien. Si cuesta algo, se quita del mapa con mejor o peor fortuna, o se dibuja de otro modo para que no nos recuerde que en esta vida muchas cosas cuestan mucho todos los días. Y que un país que se precie debe saber esto y ponerse a ello y no vivir en Babia que, por cierto, está precisamnete en León, una casualidad. 

El mundo feliz éste es el mismo donde el ejército es una ONG, los papis son ya como colegas y la seguridad nacional es un tema tan feo de tratar que casi como que no. Es ese mundo donde es mucho mejor decirle a la gente que le das 400 euros o a los jóvenes (o a las mujeres, tanto da) que son guays,  la energía no cuesta y si nos morimos es porque hemos fumado y lo hemos hecho fatal, etc., etc., etc.

Hay gente sin embargo que no nos creemos esta historia. Y no solo no nos lo creemos, nos repugna esa manera de pensar. Hay gente de derechas, pero también mucha de izquierdas, no tiene nada que ver, que abomina de esa manera de pensar por eso: porque nos parece que eso no es pensar. Es una milonga para menores de edad, impropia de adultos, de ciudadanos libres y responsables. 

E incluso hay gente que no es que piense que las cosas cuesten, es que ella misma paga personalmente un precio que no es sólo monetario, y lo paga todo los días y trabaja por lo que algunos llaman el interés general y otros bien común, sin aspavientos y dando ejemplo. Esto cierta izquierda lo lleva fatal y suelen buscarle tres pies al gato para minimizar a ese tipo de gente que podríamos llamar ¿heroica?

A cierta izquierda le acaba gustando mucho más el propio interés de los bancos, que acaba siendo el suyo, que el altruismo o la coherencia de otros. Esto último es lo que le parece realmente insoportable. Así, de manera a menudo rastrera, buscan esa debilidad, que siempre la hay, claro, para eliminar la peligrosa idea de que hay personas que son heroicas o que, en alguna ocasión, oh cielos, se llegan a comportar así, de modo honrado, que se equivocarán seguro mil veces, pero que demuestran en algo, alguna vez, una categoría humana eso, heroica. No son héroes a tiempo completo, eso seguro, porque nadie lo es, pero algo en su comportamiento puede serlo quizá.

Palin, por ejemplo, tiene a su hijo -no el de la vecina, no el de otra- en el ejército. O sea, puede morir cualquier día. Cuando ella habla de la guerra, no sé, ... ¿puede tener otras connotaciones que cuando hablo yo, sentada aquí en un despachito?

A cierta izquierda le da al final reparos lo del ejército y la policía y otras muchas cosas "incómodas· de la vida. Claro, si os ponéis muy pesados, pues habrá que tenerlos: pero como el carnicero, abomino de quien corta la carne, no me cuentes que tienes que matar un animal para comérmelo. La policía, bien, pero da repelús que tengan que utilizar un arma, ¿no? Así que mejor siempre lejos, en un aparte, como si fueran de segunda clase todos estos tipos que velan por nuestra libertad. Porque es la libertad, no es la seguridad al final.

Cada vez que abrimos la tierra para plantar algo le hacemos un tajo. Cada vez que comemos un pescado ha muerto antes. Cada vez que enciendo la luz se emite C02. La vida mancha, hace sangre, tiene sabor. Y porque lo tiene, a veces puede ser amargo, muy amargo. Creo que no revelo nada nuevo.

Palin se ha sentado en el banquete de la vida y ahí están esa sonrisa, ese marido y cinco hijos que lo demuestran. Pero ha aceptado beber también el vino amargo que supone tener un niño que una sabe que es una dulce carga (dulce, pero carga también); de una hija que no se comporta como tú esperabas y aquí está tu madre que para eso es tu madre; de un hijo que sirve a su país y no da lecciones de patriotismo desde un cómodo sillón en Washington.

Palin no pertenece al club de las chicas. Esto es casi lo que más me gusta, me apasiona. Las mujeres de verdad tienen curvas. Las mujeres de verdad cazan alces. Las mujeres de verdad no necesitan de ese tipo de hermandad para sentirse bien: o sea, de las cuotas, del jabón oficial, de asociaciones solo para chicas, me da igual. A las mujeres de verdad no les gusta ningún gueto de ninguna clase: les gusta trabajar, vivir, estar con hombres y mujeres, con niños y ancianos. Su mejor amigo -oh, sorpresa- puede no ser gay.

Palin me mola.

Y sin embargo, precisamente porque me mola muchísimo, pero creo que no soy de piñón fijo, puedo dudar sobre su capacidad para ser la segunda en una tarea tan complicada como regir el destino de una de las naciones que, desde luego yo, más admiro. No dudo menos con Obama, la verdad, cosa que no, la izquierda, hale, dale, que como es "el nuestro oficial" pues ahí que vamos. Lo cortés no quita lo valiente. Y de igual manera que pienso que, como persona, Hillary Clinton no me atraía ni el 20% de lo que me atrae como persona Palin, pienso también que ella quizá podría haber sido una mejor candidata demócrata, mejor que Obama, y más aún: una mejor presidenta para los Estados Unidos y en general.

Sí, yo creo que Hillary, que me cae como una patada en el estómago en lo personal, podría ser una buena presidenta, porque el atractivo de alguien no te puede hacer nublar la cabeza: una cosa es la simpatía que alguien puede despertar, y otra, distinta, ser presidenta o vicepresidenta de un país. De hecho, yo no necesito que me caiga de muerte mi presidente, ni un ministro, ni siquiera que sean de “mi partido” o “de los míos”. Necesito que sean los mejores para el puesto, para lo que el país en ese momento necesita, mi país, si hablamos de nuestras elecciones, otro y el mundo – dados quienes son los EEUU y su influencia- en el caso de los yanquis.

Busqué sin parar esta mañana música apropiada para Palin. De Copland hay poquísimo en goear, menos de ciertas películas de vaqueros que son las que a mí me gustan. Busqué con Clint Eastwood, tan real como Palin, un tipo, en cierta medida, similar, que también me mola: sabe que la vida mancha. Me quedé al final con una música dulce y profunda de Ennio Morricone de “Érase una vez en América”, el tema de Deborah, pues se puede ser una mujer fuerte y precisamente por eso dulce. Añado el cachondeo de “Doctor en Alaska”, que me encanta. Palin está entre los dos. Porque es fuerte, dulce y hace cosquillas donde las tiene que hacer: a esa izquierda bien pensante. Mejor dicho, a la izquierda que ya no piensa, desgraciadamente para todos.