Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.
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lunes, 1 de agosto de 2011

Abejarucos, perdices y un par de avutardas

Los abejarucos suelen estar vigilando en los tendidos telefónicos y vuelan cerca de los cortados de tierra. Al salir o llegar a Peñaflor de Hornija siempre los veo. Se reconocen fácilmente por el azul, amarillo, verde y negro, y por la forma del pico y del cuerpo. A veces los oigo antes.


Varias perdices me han salido ya al encuentro. Nunca había visto perdices en el campo, libres y corriendo, sólo un reclamo que tenía Carlos y otras de amigos, presas siempre en jaulas. Vi una perdiz muy chula en un tejado de Urueña, luego una madre con los pollos que corrían en la carretera “venga, venga, niños, que no hay tiempo”.


Pero la alegría más grande en cuestión de pájaros de los últimos días me la dieron unas avutardas el pasado jueves. Inauguraba en Urueña tienda Olga, muebles y antigüedades preciosas. Volví por eso a casa más tarde, cuando anochecía, nueve y algo. Y allí estaban las dos, a lo lejos, como pavos, grandotas, entre las pacas cuadradas de paja, pasada la Espina.


“Perdona, Pilar, tengo que colgarte, creo que estoy viendo dos avutardas.” “Nada, párate y ya hablaremos luego”.


Dude si eran alcaravanes. Sé que hay por aquí y quizás se parecen, pero no sé bien el tamaño que tienen estos, y lo que estaba viendo se encontraba a cierta distancia. El domingo por la mañana me sacó de dudas una compañera librera. “No, no, los alcaravanes son mucho más pequeños. Si eran como pavos de tamaño son seguro avutardas”. Eran avutaradas fijo. El próximo día me acerco a ver qué pasa.

jueves, 7 de julio de 2011

Albino trigo segado. Los colores del verano (1)

No es amarillo ni ocre. Tampoco es solo blanco. Es el color del trigo recién segado distinto del color que tiene cuando está alto. No se parece a ningún color. Es ese y nada más que ese: color de trigo albino, casi blanco, pero sin ser blanco a secas, color de rubio trigo cortado.

Tampoco el gris de las nubes cargadas de agua es un color fácil. Gris plomo quizás, pero menos oscuro, más claro, pero no perla. Ni tampoco plomo. No, no se parece a nada. Es color gris de nube castellana cargada de agua en verano a punto de estallar la tormenta, un gris que merecería un nombre propio. A veces, cuando deja pasar el sol ya muy tarde, ese gris se convierte en uno violáceo si las nubes se dispersan y abren.

El blanco de los montes Torozos y sus estribaciones es un blanco calcáreo y manchado, casi tiza de antes. El blanco se hace ceniza de cigarro, o de leña quemada, depende de la hora en que pases.

Y las casas de adobe no son naranjas. Vienen de ser pardas en la noche, se hacen rosas por la mañana y luego se cargan de luz hasta hacerse casi blancas para volver a tomar color por la tarde.

A mediodía casi todo son blancos distintos, pero blancos. Y hay que meterse en casa para no estar deslumbrada, ciega de tanto blanco, transparente el aire, todo volumen y todo blanco.

Terminé de leer "Mi abuelo, el premio Nobel" de José Julio Perlado el fin de semana pasado, escribí sobre ella. Me ha hecho muy feliz, me lo he pasado bomba con ella. La pena es que se acaba rápido.


viernes, 1 de julio de 2011

Desdolida

Ha hecho demasiado calor. Aunque pusimos el riego automático hay que estar encima de los árboles y arbustos a los que éste no les alcanza. Tenían hongos o bichos algunas plantas, pero ahora me encuentro con varios arbustos machacados tras la calorina del pasado fin de semana. Al insecto o lo que sea le gusta la falta de agua y se crece así.

Miramos preocupados las manchas blanquecinas que avanzan. Hay demasiadas hojas amarillas. Es muy raro. De camino vi varios chopos amarillentos en la autovía de los pinares, y otros ya coritos y totalmente desecados, parecían muertos, en la carretera de Simancas. No sé qué pasa, es demasiado temprano. Debe de ser una enfermedad muy mala.

Vamos a quitar la enredadera del suelo y a poner, quizás, uña de gato, que es fuerte y se extiende rápido. Pediré consejo, no vaya a ser que como su predecesora nos invada y levante el empedrado. También me gustan las adelfas porque son duras. Las que tenemos están crecidas y bastante sanas a pesar de las heladas que soportan en invierno. Se lo comento a Carlos.

-Desdolida, la adelfa es muy desdolida...

Ya se lo había oído decir varias veces, pero me quedé pensando.

En Urueña pregunté si alguien había oído la palabra. No está en el diccionario, pero es evidente que significa “que se duele poco”, resistente, con aguante.

El lunes 4 empezamos la actividad “La literatura está en la calle” en Boecillo con Carlos como primer invitado. El libro será “El bosque animado” de Fernández Florez. El lunes 11 pondremos la película del mismo nombre dirigida por José Luis Cuerda. Estoy muy ilusionada.

martes, 31 de mayo de 2011

Ribera del Duero

Anduvimos desde San Bernardo hasta Santa María de Valbuena, ida y vuelta, casi todo el camino se hace entre árboles. Ya ha repetido el mismo itinerario varios fines de semana. La ribera del Duero por aquí está cuidada y apenas se ve un alma. El terreno es casi todo plano, tan solo un pequeño repecho a la mitad sin sombra , el resto llano y protegido del sol. Se hace muy bien de una tirada, 4 kilómetros de ida, otros tantos al regresar, realmente nada.

En Santa María de Valbuena hay casas que dan al río, jardines con muchas rosas, huertos cerrados con pequeñas empalizadas, y luego una isla que han asfaltado y allí una fuente de agua potable. Qué buena está el agua, decía mi abuelo mientras la paladeaba.

Subiendo al pueblo puedes tomar la ruta que vuelve a San Bernardo por el monte, no andando sobre tus pasos. Yo no la he hecho todavía, son unos 15 kilómetros del ala y necesito tiempo y, sobre todo, que no haga sol. Ese sendero ya no es bajo arbolado, así que a estas alturas del calendario o se hace si el día es nublado o a primera o a última hora del día.

Caracoles, caracoles de nuevo por todas partes al llegar a Boecillo este fin de semana. Cayó una tromba de agua el miércoles pasado y las temperaturas han bajado a Dios gracias.

Hace tres fines de semana o así, el día de la Igeada, antes de ir a Rueda, cazamos con Marta y Jesús y sus niños caracoles, más de cuarenta cayeron, los pobres, una razia. La pequeña Teresa estaba feliz cada vez que atrapaba a uno. Carlos se los llevó en una bolsa. Luego disfrutamos de la generosidad de tía Asun y Felix, comida en las bodegas para casi cien personas, Igeas por todas partes de séptimo o primer apellido, de cero hasta ochenta y tantos años.

Hace fresco, todo el fin de semana para escribir, vamos a ver qué sale. El bloqueo parece superado.

PS: Murió la tía Maruja Igea. Era buena, dijo Javier en el funeral. Qué bonito que ese sea el resumen de la vida de alguien, que todo lo demás sobre. Pero, además, la tía Maruja era una tía muy literaria. Si me pongo a pensar casi todas las tías que tengo o he conocido (tías no mías, sino de alguien) son francamente literarias. Idea para un libro de relatos mitad ficción mitad realidad, como en la vida, mezclado, “Tías literarias”.

(Sábado 28 de Mayo)