Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.
Mostrando entradas con la etiqueta Los sonidos del verano. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Los sonidos del verano. Mostrar todas las entradas

miércoles, 31 de agosto de 2011

Los riegos (Agua cayendo) (Los sonidos del verano, 2)

El riego automático funciona en este jardín solo en una parte. El resto hay que regarlo a mano. Pedí presupuestos a principios del verano y todavía los espero.


A las 7 de la mañana y a las 10.30 de la noche oigo los aspersores. Están programados para no coincidir con otros aparatos de la casa o la luz se va. Es la señal para despertarme. También la señal de que el día acaba, de hacer balance.



Me da paz oírlos, sensación de orden, como si fueran maitines o laudes.



Dos horas me lleva regar el resto del jardín por mi cuenta, dos por la mañana y dos por la tarde casi, depende del calor que haya hecho.



He descubierto que es mejor regar muy lento, modular la llave del agua, casi cerrarla. Así cala mejor, y esta tierra tan mala parece que va absorbiendo el agua. Tardo mucho más, pero es mejor para las plantas.



Mi riego automático es ir moviendo dos mangueras que tengo y aprovechar las roturas, las fugas, que una tiene para que el agua caiga en determinados alcorques de arbustos o árboles. Arreglé unos escapes con cinta vulcanica, pero se hacen continuamente, así que he decidido utilizarlos a mi favor.



Mientras hago la cena o preparo el desayuno, me ducho, hablo por teléfono o limpio la casa, el agua cae poco a poco. Todos los días así, de 7 a 9 por la mañana y de 7 a 9 por la noche. Si he trabajado en Urueña, más tarde.



Cuando tengo amigos, familia o a Gonzalo, saben que yo estoy de acá para allá regando y no se molestan si desaparezco para mover la manguera, para graduar de nuevo la llave. El ruido del agua de fondo de música ambiental en el jardín, en la casa.

sábado, 23 de julio de 2011

Campanas (Los sonidos del verano, 1)

No hay campanas en muchas ciudades grandes, o si las hay ni se las oye casi. Por eso es tan agradable oírlas dando las horas o avisando a misa tres veces: "primeras", quedan treinta minutos para misa; "segundas", quedan quince; "terceras", la misa está comenzando.

Antes se subía al campanario, palomas, vértigo y escaleras temblando. Ahora dan a un botón o están programadas. Algo se ha perdido, pero algo ha quedado.

Se tocaban también, se tocan, cuando alguien muere, cuando hay un incendio. Recuerdo cómo llamaban para que fuéramos a ayudar a apagarlo, rápido toque constante. Lento en cambio cuando hay alguien que falta, espaciado, tristísimo.

Campanas, el sonido del verano y de la infancia. Cuando hay boda también repican las campanas.