Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Tana adolescente (adiestramiento de perros... y dueños)


Necesito pienso para Olimpia, se me ha acabado y lo compro siempre a un amigo de A., que lo vende más barato. A. me dice que me lo baja él. Sin decirme que vendrá acompañado, se presenta en mi casa con Tana y Otto, otro nuevo perro que tiene, un bóxer también pero atigrado. Este tipo de sorpresas me encantan. Me pongo a saltar en plena calle de la alegría que me entra al ver a Tana, mi antigua perra, a la que no pude educar. Ella es ahora más feliz porque es una perra educada. La educación no solo hace felices a los demás, a quienes nos rodean, sino al propio sujeto educado, en este caso un animal, que vive mejor si está bien adiestrado. Pero ay, qué gracia me hace, ahora Tana no está mayor, sino adolescente y reta a mi amigo, su dueño, como si fuera una joven de quince años, “a ver hasta dónde me aguantas”. A. ni se inmuta, ni sube la voz, solo con la mirada y el gesto la domina. Pero el tira y afloja dura a veces un poquito más, o sea, todo adolescencia. La muy perra se me acerca a mí, me busca, me recuerda, sabe que soy la parte débil, y yo me derrito de afecto.

Olimpia mira la invasión y pide caricias, es la edad seguramente. Me dice A. que ni me mueva, que los tres perros tienen que arreglarse entre sí en el espacio doméstico. Les daremos atención cuando nos salga de un pie y a quien queramos. Los perros piden, pero nosotros somos los amos y no accedemos a lo que nos demandan, es un tema de principio. Ay, Dios mío, qué mal me sale esto. Lo que me pide el cuerpo es rascarle las orejas a Tana, hacerle caso a Otto para que no se sienta de menos y no dejar que Olimpia tenga celos. Pero por lo visto así les pongo nerviosos y el equilibrio natural que ellos tienen que generar bajo nuestro liderazgo (será el de A., el mío es inexistente) se interfiere. Es mejor pasar totalmente, a nuestra bola los humanos. Me cuesta, pero me freno. “No des cuando te pidan, mucho menos te adelantes o muestres tu entusiasmo, tú siempre menos…”. Curioso, coincide A. con expertos en otros ámbitos.

Hablamos de proyectos y trabajos. A. es un figura en lo que hace con los perros (y sus dueños), me pide que suba a verle dar clases y lo que Tana hace en ellas. La utiliza de “guía” con otros perros a los que está adiestrando. Los perros son animales de manada, así se crían y educan mejor. Tana, aunque sea adolescente y tenga arranques, tiene muy buena energía, es muy útil como apoyo en una clase de adiestramiento. A. tiene ahora 6 perros propios, creo, y 2 residentes, en internado mientras los adiestra. Es como Cesar Millán mi amigo, pero encima más guapo. Estoy convencida que todos sus proyectos en el área van a salir adelante porque A. se mueve despacio, con paso seguro, en calma y centrado. Vamos a colaborar si Dios quiere.

Cuando se van nos miramos Olimpia y yo. Hay 36 kilos de pienso en la despensa, durará más allá del verano. Me ensayo a ser dueña consciente y, aunque me ponga la pata encima para que le haga mimos, sigo escribiendo esto y no le presto atención. No sé cuánto durará ser una buena ama. Aprieto los dientes y me digo “menos, Aurora, siempre menos…” Los perros son una constante en mi vida, una buena compañía siempre.

6 comentarios:

Juanma dijo...

Me encantan los perros. No me gustan los gatos. La perra de mi vecina (ejem...la perra que tiene mi vecina) también se llama Tana. La perra, no la vecina. Me callo.

Besos.

Miguel Baquero dijo...

Yo no soy muy amigo de los perros, entre otras cosas porque he sido cartero y tuve que correr delante de unos cuantos, pero me quedo con esa gran verdad que has dicho sobre la gente y los animales educados.

María José de Acuña dijo...

De haberlo sabido, te hubiera hablado ayer de mi perro y de mi corta experiencia como ama. En eso he invertido parte del verano, en intentar educar a Ron, un cachorro de pastor alemán que tengo desde el 14 de agosto.
Nunca antes había tenido perro. Está siendo toda una experiencia y un aprendizaje de mí misma. Pero lo más gratificante ha sido descubrir la ternura que despierta en mi hija que se ha criado sin hermanos, sin tener que competir con nadie por el cariño, ni por el espacio de juego, ni por el tiempo de dedicación...
Aunque tenga que olvidarme, por el momento, de tener un trozo de jardín presentable, creo que merece la pena comprobar que un animal te da más que lo que te quita.
Besos.

Máster en nubes dijo...

Juanma, suena como que pasa algo con el ama, la perra o con ambas. ¿O es solo mi intuición? Un abrazo.

Miguel, la educación es siempre muy agradable. Un abrazo.

Maria José, tenemos más en común todavía. Estoy encantada, ya lo sabes, creo que se notó. Un abrazo.

alejos dijo...

bueno bueno querida Aurora, siempre es un placer leer tus líneas sobre nuestros incondicionales.....

besos

alej

Máster en nubes dijo...

Yo soy incondicional tuya, ya sabes lo que te quiero, especialmente estos días. Un abrazo muy fuerte, Alejandro.