Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

domingo, 3 de mayo de 2009

Mamá


Ojos azules y pelo ya blanco, gris. Pequeñita te has quedado, esos pies que no te cuidas, ya te he dicho que el podólogo te lo regalo por el día de la madre, pero tú "que no que no, que ya me lo pago yo". Tampoco te echas cremas, jamás lo has hecho, ay, y esa persecución a la que te someto para que te cambies de ropa y que tan pocos frutos da a tus 84 años.

Te veo en esas fotos antiguas, treintañera y soltera, vestida impecable, tan mona. Te imagino con tu bata blanca en el laboratorio en los 50, en la universidad en Valladolid en los años 40, sentada en la mesa camilla, en esa casa heladora con tu madre, estupenda, pero tan mandona.

Tú no lo has sido jamás, respetas la libertad de modo exquisito, siempre lo has hecho.

Has mirado mucho, has callado más y has hecho siempre lo que crees que debías, también lo que querías. Aunque siendo de Valladolid el deber, ay el deber, siempre tiene mucho peso.

Nunca has ido de avanzada, ni de nada, y has sido realmente excepcional, me he dado cuenta ya mayor.

Y no por estudiar carrera cuando muy pocas chicas lo hacían, bien me cuentas que en aquella Castilla tan denostada, tan mal comprendida, iban a la universidad muchas mujeres de familia de clase media, hijas de profesionales que querían estudiar, tener un medio de vida, y no veían en el matrimonio la única salida vital y hasta económica. Haberlas las había, pero eran silenciosas como tú, no militaban en nada, simplemente hacían. Pensaban por cuenta propia.

Cuatro hijos y cuatro abortos, y eso que te casaste tarde para la época. La pequeña con Síndrome de Down, dulce carga, razón también para vivir, nunca te has quejado ni has preguntado "¿por qué yo?".

Has tomado la vida como venía, cuando tocaba estudiar, estudiar; cuidar de hijos, cuidarlos; volver a trabajar porque hacía falta el dinero, volvías. Luego la viudedad, recién cumplidos los 60, pues a ser viuda y tirar pa'lante.

Un marido al que has querido y te quiso, nada que ver vitalmente contigo, pocas coincidencias pero firmes. Independencia mental, interior y siempre, eso no tiene que ver con el amor. Se puede querer sin doblegarse ni doblegar al otro, sin grandes aspavientos ni palabras.

El amor es otra cosa, más libre, más generosa también, y habitualmente silenciosa, eso lo aprendí de ti y de papá.

Como la fe, se podía y puede creer y no ser una beata, una meapilas, ni estar pegada a las faldas de un cura, de una parroquia ni de nadie.

La fe, como el amor, siempre en libertad y con cabeza, sin ambas, lo sé por ti, mamá, es un adorno que se cae, no va por dentro.

No tengo nada que ver contigo en carácter ni desde luego que en virtudes. Discutimos bastante pero siempre por tonterías, también es cierto que estamos mucho tiempo juntas aunque tú siempre pienses que es poco, es natural.

Hemos podido viajar juntas a Nueva York, Londres, Madeira y otros lugares en los 90. Me queda tu imagen al lado del piloto del helicóptero que sobrevolaba Manhattan, yo detrás asustada por tu valentía, tú encantada de la vida, todavía quieres montar en globo.

Creo que tu vejez, que te ha llegado tarde, ya muy cumplidos los 80, está siendo buena y que tu depresión, controlada con el litio desde hace veinte años, es algo que está ahí presente pero ausente a la vez. La medicina es una gran cosa.

Vas a vivir muchos años más, mamá. Dios lo quiera.

Se lo pido todos los días.

Me haces falta aunque tú no lo creas.

14 comentarios:

sunsi dijo...

Una entrada de corrido, imagino...
Con el ritmo de tu corazón... latiendo deprisa...
Valoramos a las madres cuando somos mayores. A mí también me pasa. Discutimos con ellas pero las adoramos... también me pasa. Madres con ojos aules ... o verdes como la mía. Detrás de ese mar...mucho vivido y escondido...Mucho.

Tierno, real, contundente, delicado, nada melifluo... Un gran post, Aurora.

No corras tanto, hija, que no te alcanzo. Como el rayo que no cesa.

Besos... Esta vez casi me haces llorar.

sarracena hija y madre dijo...

Yo es que no soy lo suficientemente mayor, todavía......

Aún no tengo la madurez suficiente para afrontar, con soltura, a una madre superlativa, mayúscula, ingente, nada indulgente.....

La adoro en la distancia, me pesa en la cercanía.

Hay madres de las que es difícil ser hija.

lolo dijo...

Sí, qué gusto oir latir un corazón de hija.
Qué gusto reconocer así a una madre.
En libertad y con cabeza.

Disfrútala, Máster.

A la mía, y un día se me sale por este blogg, ya verás, que me viva mucho también. La necesito , y la quiero, más que nunca.

ana dijo...

Mi madre está hecha de silencio.

Y de libertad.

Me encanta cuando sonríe a pesar de que no entiende casi nada del mundo que le explico. Mi madre comprende, pero no comparte mi mundo. Y sonríe... ¿qué secreto guarda?

Necesito esa su sonrisa como de niña cómplice, y también, su infinta oración por nosotras, sus hijas. Mi madre está hecha de inteligencia suave e infinita, de soledad sonora.

Aún no soy mayor... aún no he crecido. Mi madre está.
La adoro. También me cuesta la cercanía... a veces mucho. Pero agradezco cada día de mi vida la madre que un día me fue regalada.

Yo lo celebraré mañana.

Saludos.

Sinestesia Gastronómica dijo...

Qué bonitas palabras, qué lindo homenaje a tu mamá. Qué gracia, aún quiere montar en globo...

Besin y me encantó el restaurante japonés, tienes que ir.

Feliz tarde

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Un fuerte abrazo a tu madre, y otro a ti.

Olga Bernad dijo...

¿Se lo ha leído? Tienes que leérselo.
Un beso, Aurora.

Máster en nubes dijo...

En 10 minutos salió, cómo me conoces, Sunsi.

Un abrazo y a ver si hablamos ...
Aurora

Máster en nubes dijo...

Pepa:
Sí es cierto que hay madres de las que es difícil ser hija, es verdad.

Y luego con los padres pasa otra cosa. Creo que lo hablamos hace unos días. Aprendes lo que cabe esperar de un hombre con tu padre, mucho. Pero el "problema" es que fijas el listón muy alto o donde no debe estar. Porque ni hay hombres como tu padre ya... ni una es tampoco para nada como su madre, ni los "tiempos" son iguales, ni ná de ná.
En fin.

Máster en nubes dijo...

Venga, Lolo, pa'lante, cuenta. Lo espero yo y creo que más...

Un abrazo
Aurora

Máster en nubes dijo...

Ana:

Felicidades atrasadas -a ti y a todas las madres, que aquí son casi todas las que entran y comentan, creo-.

Y sí, mi madre tampoco entiende ni comparte la mitad de mi "mundo". Pero me quiere. Y como decía un amigo, no estamos para comprender sino para querer...

Un abrazo, Anita
aurora

Máster en nubes dijo...

Bueno, Raquel, qué te voy a decir con el pedazo de madre que tú tienes... que encima parece tu hermana...

Lo del japonés va a ser que no: lo he intentado varias veces y siempre devuelvo hasta la primera papilla. No sé qué es, pero hay algo en la comida japonesa que mi estómago no aguanta, qué le vamos a hacer...

Pero a cualquier otro sitio, acepto

Aurora

Máster en nubes dijo...

Gracias, Javier, ¿vive la tuya? Si es así, uno fuerte también y otro para ti. Si no, siempre nos quedamos huérfanos demasiado jóvenes.

Un abrazo
Aurora

Máster en nubes dijo...

Olga:
Se lo leí con mi hermano Paco, ayer estuvimos en casa (yo hoy viajo y vuelvo en el día).

Mi madres es... de Valladolid.

O sea, seca. Y con cierta sorna. Y un poco fría (algo así como timidez).

O sea, me dijo "Muy bonito, mucho jabón ¿eh?". Ni un minuto le dedicó, nada.

Está bien que no nos hagan caso en nuestra propia familia ;-), que no nos digan nunca que qué ricos o qué monos ;-).

Luego fuimos a misa juntas, discutimos otra vez por el podólogo, por el dentista (tiene que ir a los 2, se lo recuerdo y se enfada) ... y porque quiero que tire una falda y una blusa que proceden del pleistoceno superior y ella no quiere tirar ni de broma. Y por unas cuantas cosas más, todas sin importancia.

Discutir en familia une mucho, creo.

Un abrazo

Aurora