Es como si me hubiera pasado un camión por
encima que me ha dejado fuera de combate, sin sentir, pero con recuerdo de
los sentidos y del dolor, mucho dolor.
Intento abrir los ojos y vuelvo a
cerrarlos. Estoy agotada, no puedo mantenerlos abiertos, no... Ahora creo
recordar, tras ese primer vistazo rápido a mi alrededor...
Esto debe de ser el hospital… Ya está, eso era, me han operado… y por eso
estoy aquí, en el hospital.
Quiero ver, pero sigo sin poder. Qué mal me
encuentro, qué mal... Qué sueño más extraño he tenido durante la operación... Se
mezcló la Nochebuena de hace un año, cuando me puse hecha una furia, qué
horror, con otras cosas inexplicables de las que trato de acordarme…
¿Cómo era?... No sé si todavía es verdad... No,
no, era un sueño... ¿lo era?
Yo quería matar a alguien, asesinar. Estaba
entusiasmada con ello, qué espanto, furiosa no sé con quién… Y luego,
al final, ni siquiera maté a nadie, o sí... ¿maté a alguien? Ay, Dios... a ver
si he hecho una barbaridad… ¿qué he hecho…?
… Una tal Marian creo que se llamaba... Al final
sólo era una, sólo una víctima, me acuerdo, sólo una después de todo mi
entusiasmo por dedicarme matar...
Y era alguien que no existe en la realidad o yo
no la conozco, o no sé... Ya ni sé si hubo esa víctima o no, y a quién o a
qué demonios era a quien tenía tanta tirria... y no podía aguantar... y quería
matar, quería matarla, acabar con ella…
Pero no, qué alivio. Sé que no he matado a nadie
al final, ni me he muerto yo... Aquí estoy… Dios mío, todo parece haber salido
bien, estoy aquí todavía, gracias, Dios, gracias. Tengo ganas de llorar de
alegría, también porque me encuentro muy mal, y el miedo no se me ha quitado
del cuerpo, sigo con él...
Abro los ojos ya, puedo abrirlos y mantenerlos
abiertos... aunque me cuesta... Tenía tanto miedo a la operación, lo tengo
ahora, Dios mío, pero cómo estoy... ¿qué narices me han hecho? Parezco una
momia, estoy hecha un cristo… Intento moverme algo, pero el dolor me clava y
los músculos no me siguen, estoy como si me hubieran pegado, fatal, pero quiero
moverme... ver a alguien...
“Tranquila Nuria, no intentes hablar, tranquila,
todo ha salido bien, tranquila...” Es la enfermera que me me mira con
cariño, que intenta calmarme. Dios mío, en qué buenas manos he estado
y estoy, qué tonta soy.... ahora toda cables y tubitos,
conectada a no sé qué, a varias cosas, no quiero ni ver cómo estoy, pero ella mira con afecto a esta especie de Frankenstein que debo parecer.
Cambia algo, un suero que cuelga, o una medicina en un aparato en lo alto, no
sé, comprueba algo...
Ahora empiezo a recuperar como
un dolor viejo en el pecho, abierto de par en par y luego cerrado. A la
vez me siento como borracha, me encuentro fatal, no sé si será la anestesia,
¿será esto normal?...
“Venga, Nuria, tranquila, que todo va... que
todo ha ido bien...”
Un año más que he tenido de vida, gracias a Dios.
Al final ha sido otro año tras el horroroso diagnóstico de diciembre de 2011.
Pero me han tenido que operar en plenas Navidades del 2012.
Qué suerte de año pasado, qué bendición de 2012
pese a todo. En primer lugar, mis amigas, que tanto me han ayudado a afrontar
mi miedo desde que se lo conté en febrero a todas, que me apoyaron para seguir
con mi vida, en la logística complicada de una enfermedad como la mía y en lo
emocional, tan importante siempre.
Mis hijos también han estado ahí, al pie del
cañón, como han podido los pobres. Hasta Mauro, que al final Gina volvió con él
este año, menos mal... No está bien Mauro solo, mejor siempre acompañado. Los
hombres siempre lo están, aguantan mal solos, no como las mujeres, que estamos
más hechas a la soledad. Bueno, yo al menos estoy ya muy hecha a la soledad,
esa es la verdad. Ya me he acostumbrado a la soledad.
Qué curioso la chica esa que tomaba notas en el
sueño. Me acuerdo con claridad. Era una presencia constante. Escribía
todo aquello que le quería contar, como abogado o así, ¿notario?,
¿escritora?...
Dios mío, ¿por qué escribía tanto esa mujer…? Y
el vaso en el aire, cuando bebía, curioso, se parece al suero que me cuelga del
aparato ese…¿Y la pluma y el cuaderno? Una pluma larga y un cuaderno usado, forrado
de tela escocesa, pequeño, infantil…
Y el olor, es como si todavía la oliera cerca,
¿a qué olía esa mujer? Era muy peculiar, delicado, pero presente, fresco, como de
alguien de mi infancia ¿mi tía, mi abuela? , era un perfume tan familiar…
Ay, no, que lo sigo oliendo otra vez y ahora
mucho más… ¡Ya está! ¡es la colonia de
Nenuco o Denenes! Ya caigo, una de esas colonias
que te ponen de pequeña… Era eso, ese olor… ¿me habrán puesto colonia mientras
me operaban? No creo…pero la chica del sueño olía a Nenuco u otra similar, la
colonia de los bebés… qué gracia, sigo oliéndolo.
Y luego sensaciones ya oscurecidas, mucha
velocidad en un coche Jaguar, a mí, que me da espanto ir a más de 120, y un
osito de Tous, como el que llevo yo que me miraba… ¿Por qué esos ojos mirándome
por dentro, unos ojos que sólo yo veía, que sólo yo notaba?... ¿Qué significará?
…
Me regaló el osito mi hijo Santiago, que es un
poco pijo, y no me lo voy a quitar, aunque no me guste nada. Un regalo es siempre
un regalo, siempre lo es, así que llevo el osito que me espanta...
Había oscuridad, tranquilidad también, paz. No
he tenido miedo mientras soñaba... ni
tampoco en esa especie de impase en el que estuve, como en tierra de nadie…
creo recordar…
Pero ahora sí que tengo miedo, como antes de la
operación, un miedo cerval que sigue ahí. Sé que he debido de pasar por algo
importante, recuerdo todo con cierta agitación, otras con calma. No sé, quizá me digan ahora qué pasó...
“Mamá…”
Ahí está mi hijo Pablo, le han debido de dejar
entrar... Menos mal, qué gusto ver a alguien que conozco. Nos miramos, nada
más.... Solo hace falta eso para entendernos. Por si acaso le pedí que me
ayudase a dejarlo todo listo antes de la operación. Todo, por si acaso, se lo dije así...
“Lo ves, tonta, como todo ha salido bien. Te queremos mucho…” Me
da un beso a distancia, hace como si me abrazara, porque no se me puede abrazar ahora.
Le hago una seña con los ojos, él lo entiende,
me conoce tan bien...
"Es víspera de Reyes..." Me dice. Ve
que me quedo pensando y se apresura a contestar.
"Nada, no hagas cuentas,
que ha sido un poco más largo todo, pero tranquila, que salió bien, que estás
bien... Bicho malo nunca muere, debe de ser eso…" Sonríe como si tal cosa
el hijo de su madre que soy yo. Compartimos los dos este humor negro.
Cómo les quiero a mis hijos, qué falta me hacen
los tres, Pablo, Santiago, Juan, ahora cada vez más. Con la edad soy yo la que
les necesita, ellos ya no…
Mi otro hijo Juan, el pequeño, tan preocupado
siempre, me mandó una tarde de noviembre a Javier a mi casa, así, sin
avisar. Un amigo suyo con el que, para empezar, me puse a
discutir sobre la iglesia. Yo discutiendo siempre, ay Dios. Pero luego no,
luego dio igual. Yo sólo quería estar en paz, sentir que si me iba, no sería con ningún rencor, con nada
importante por limpiar, todos los perdones que había que pedir y dar en su
caso, todos los "lo siento" en su sitio, por si acaso, a todos, a
quien fuera, los iba a pronunciar. Todos los "te quiero" también
dichos. He dicho perdón y te quiero sin parar este año.
“Y ya de paso, y que estamos aquí... pues si te
parece lo de los santos oleos, la extremaunción, que se decía antes...”. Me
hizo gracia cómo me lo propuso Javier, como si tal cosa. Le
contesté con una broma: “Yo a todo lo que sea belleza general, aceites
esenciales y tal, voy a decirte que sí... ”.
Así que con todo puesto me vine al hospital este
mes de diciembre, tras un año, el 2012,
que ha sido de aúpa, me encontraba fatal…
Al final del todo han tenido que operarme, no
había otra posibilidad ya. Aunque se resistía el Doctor Rufilanchas, no acababa
de verlo claro. Huy, que le veo ahí. Ay, Dios, mira que es guapo el condenado
doctor y que de edad me viene hasta bien. Le miro, como siempre hago a los
hombres, las manos, el dedo anular. No, sigue sin anillo, qué bien, aunque
cualquiera sabe hoy... Que estupidez, estoy o muy bien o muy mal... ¿cómo me da
por pensar estas cosas ahora? Estoy de atar…
“Que sepas que tu interior es casi tan
interesante como tu exterior…Te lo hemos dejado todo en su sitio, por si
acaso...”
Mira, y encima gracioso, haciendo bromitas el
doctor... De verdad, debo de estar estupendamente del corazón, casi noto un
pellizquín dentro... Ay, a ver si me pongo peor ahora, que estoy
recién operada. Rufilanchas se da un aire a Clint Eastwood y no hay
derecho a que venga y me diga este tipo de cosas al despertar después
de una operación que ha durado…
¿Pero cuánto ha durado esto…? No puedo ni pensar,
pero sí que sé que debería estar prohibido por la Constitución este tipo de
doctores que dicen estas cosas a una mujer cincuentona, divorciada y a la que
él mismo ha abierto de parte a parte... Menuda carnicería lo de la cirugía al
final... y luego van de artistas y son unos carniceros... En fin, no, agradezco
mucho la carnicería... y encima me hace gracia él.
“Bueno, estás encarrilada ya, pero no te vamos
a llevar a planta hasta mañana, vamos a esperar una noche más...” me dice.
Y se va.
Vaya por Dios, no te vayas, que eres muy guapo…
Pero no puedo ni hablar... Veo en un aparte a mi hijo Pablo y a él en la
sala. Quiero dormirme otra vez, cierro los ojos... no puedo más... Estoy
agotada, todo se mezcla.
…Víspera de Reyes ya, Dios mío, algo debió de
complicarse, seguro…Recuerdo que no me operaron en enero, ahora en 2013, sino
antes, a finales de diciembre, sino al inicio de las Navidades de 2012. Sé que
esta Nochebuena no estuve en casa, pero no sé bien qué día entré en quirófano,
no puedo recordar, ¿el 23 quizás? Algo ha tenido que pasar, ¿entraría en coma?,
¿me pondría peor después de la operación?, ¿se complicaría el post operatorio
quizá…? Han pasado… ¿más de diez días, dos semanas?... No puedo ni calcular…
Sólo quiero agradecer.
Gracias por un año más, por esta operación que
parece haber salido bien, por todo, por tantas cosas. Dios mío, gracias, muchas
gracias. De verdad, tengo todo lo que podría desear...
Y hablando de deseos, de querer… la cabalgata de
Reyes hoy...
Minita debe estar en ella con su padre y con
Gina, muchos niños, algún nieto de alguna amiga mía, los vecinos del 8º y los
del 3º de mi casa estarán... esos gemelos tan rubios, la niña adoptada del 4º.
Qué bonita la cabalgata en Madrid, qué
espectacular es. Cómo me gusta esta noche tan especial, la mejor noche del año,
qué nervios, qué emoción, qué ilusión la espera esa, a ver si vienen y te ponen los Reyes los
regalos, a ver qué te ponen al final…
... Y la chica esa ¿quién era? ... ¿quién?,
¿quién?... Abro los ojos otra vez por el recuerdo insistente, el olor otra vez
de Nenuco, ¿pero por qué me rocían otra vez o quién se pone esa colonia a
chorros que no hago más que olerla? La noto cerca otra vez, me da paz, me estoy
durmiendo…
Ha debido de pasar tiempo ya. No hay nadie por
aquí, ni mi hijo, ni el doctor. Creo oír
a unas enfermeras por allí trajinando, deben de ser ellas. Oigo también
como un zureo de palomas también muy cerca. Debe de haber una ventana por aquí
donde aniden y se acurruquen las pobres, con el frío que hace...
Ay, qué gracia, que la veo allá, a la chica,
tras los cristales, al fondo, es ella, la que tomaba notas, es ella, la chica
esa o lo que fuera, es verdad... Tiene
pelo de chica, ¿o no?, pero es como si no fuera una mujer, ... no
tiene ya pinta ni de hombre ni de mujer... No, no es una mujer... no lo
es. No es una mujer, tampoco un hombre… Entonces ¿qué es? ¿un ángel quizá? Los
ángeles no tienen sexo, mira, eso que ganan al final, menos problemas…
Tengo sueño, mucho sueño, quiero dormir otra vez,
me pesa todo muchísimo... me duele todo. Estoy agotada, solo quiero descansar.
Noche de Reyes, a dormir y a esperar, como las
niñas buenas.
Eso es lo que yo quisiera ser: una niña buena
que ha escrito la carta y solo espera confiada en que los Reyes vendrán al
final y me traerán lo que les pedí. Siempre escribí mi carta con tanta ilusión…
Cuento de Navidad por entregas en este blog, cada día (salvo uno) un capítulo, hasta el 6 de enero.
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