La nueva cámara me deja acercar lo que está lejos. Puedo fotografiar pájaros y verlos mejor a través de la propia máquina, incluso descubrir en la foto luego lo que mi miopía, que sigue creciendo, no me deja.
Pero lo que ahora más me interesa es lo oculto de lo que tengo más cerca. La trama del mantel, los cristales de hielo que quito del coche, el gotelé como un inmenso desierto blanco sin osos polares a la vista...
Para no acabar loca o llevada por ese vendaval de la aceleración, necesito más silencio y celebrar la vida oculta de lo más pequeño, su quietud o movimiento, su belleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario