Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

domingo, 11 de enero de 2015

Bloody Mary/Igualdad de oportunidades (3 de 3)

Recordó Kate entonces el manual difundido en su universidad sobre acoso sexual y sus treinta páginas sobre situaciones,  consideraciones y orientaciones extralegales tales como la de la patada en salva sea la parte. La guía era parte fundamental de la extensa política de su universidad sobre igualdad de oportunidades, no discriminación, protección de las minorías y gestión de la diversidad, un título muy largo.

Pero Kate en ese momento consideró que no era el caso. El tipo aquel no parecía ni peligroso, se lo podía quitar de encima de un manotazo. Y no, no iba a confiar en él. Su cupo de confianza en los hombres ya se le había agotado. Pero sí le dejaría desayunar a su lado. Tampoco había mucho que hacer aquella mañana. Se sintió generosa, buena, o quizás lo contrario. Le dejó que se sentara.

Para empezar, Sam se tomó otro Bloody Mary para acompañarla. Ella quiso tomarse otro más para soportarle. Fue entonces cuando Kate empezó a encontrarse en ese nebuloso punto en el que empieza a importar muy poco todo: los planes hechos, las decisiones tomadas, el ayer, el hoy y el mañana, las causas y los efectos, los quiénes y los porqués, y hasta cómo una se ve o ve a los gordos, miopes y a los calvos muy pesados. Sobre todo cómo una se ve: ese fue el principal efecto de aquella maldita segunda Mary en Kate aquel día de verano. Gracias a ese Bloody Mary Kate dejó de verse impoluta y controlando. 

Él iba a ir esa mañana a la Cuesta Moyano, un mercado de libros de primera y segunda mano, cerca del Jardín Botánico. Sonaba bien. Sonaba hasta fantástico. Accedió Kate sin saber de nuevo por qué.  Cambió así ese día su plan. Y volvió a cambiarlo al día siguiente. Y al otro también, ¿por qué no?, decidió cambiarlo. Y al día siguiente del otro día volvió de nuevo a cambiarlo. Y así el resto del mes de vacaciones tampoco hizo Kate nada de lo que tan cuidadosamente había programado. Absolutamente nada. Todo el plan anulado.

Pudo ser el calor sofocante de Madrid o el Bloody Mary de ese hotel con aquel patio cerrado con los techos con velas blancas que mantenían algo el fresco en verano. También que ciertas insistencias a veces acaban por ser recompensadas. O que los gordos, calvos, miopes, sudorosos y, encima, extraños, pero americanos, judíos, que hablan inglés y que viven en Nueva York, tienen sus encantos. O quizás que hablan un lento lenguaje, menos evidente que el que parece, pero luego interesante. Digamos que todo pudo ser. Quizás también que Yahve es mucho Yahve y que todo siempre está en sus manos. O que ella se sentía muy sola, no sólo que lo estaba. Y que él era pesado, muy pesado.


La boda fue el pasado el año en la sinagoga más antigua de Nueva York. Fue otro día de mucho calor de verano, con una humedad del 76%,  todos sudando.  En la ceremonia, Samuel Goldberg, siguiendo la tradición, rompió con su pie una copa envuelta en una servilleta. Al abrirla Kate Anastasia Lindbergh, desde entonces Kate Anastasia Lindbergh-Goldberg, (de señora de alguien, nada), vio que era la copa del hotel, llevaba las iniciales. Sam había guardado esa copa de aquel Bloody Mary aquella mañana de hacía aproximadamente un año.

Desde entonces viven los tres –ella, él y ese gato cada vez más sordo y anciano- en el apartamento de Kate. De vez en cuando toman un Bloody Mary, todos los ingredientes y todos bien mezclados. Es una maravillosa bebida que ayuda a bajar la guardia y a olvidar en su caso las treinta y tantas páginas detalladas páginas del manual sobre acoso sexual que forma parte de la aún más extensa política de diversidad, igualdad de género e inclusión de minorías, que Samuel Goldberg, como destacado miembro de un despacho de abogados de Nueva York, ayudó a redactar en su día para el Equal Opportunities Department de la universidad de Kate.

La vida tiene estas cosas cuando se habla de oportunidades. Aunque opportunities y chance no sean lo mismo en inglés, es igual, no vamos a ponernos pesados con eso de las lenguas, los lenguajes, las distancias, las soledades y las diferencias semánticas y sexuales.

"Hombre y mujer los creó", Yahve es sabio. "Escucha, Israel, el Señor es tu único Dios".

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