Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

jueves, 28 de julio de 2011

Sal raspando (Los sabores del verano, 1)

Sal gorda en el tomate recién cortado, en la carne a la piedra, en las sardinas. Da gusto notar esa sal áspera que rasca paladar y hasta garganta.

Ahora se ha puesto de moda la sal, diferentes sales. El otro día en "El rincón del labrador", donde tan bien se come -tomate para empezar, lo cultivan allí mismo, en la Santa Espina, y se nota-, nos pusieron una sal de Gales por si queríamos probarla.

Me gusta explorar sabores diferentes, novedades. La de Maldon en lascas o escamas está bien, pero sigo prefiriendo la sal gorda tradicional española en granos.

Los granos se mastican casi, tardan más en fundirse. Lo bueno es notarlos. Sabe mejor todo, y si ya el aceite también raspa un poco, lo notas al bajar por la garganta entre afrutado y amargo, el placer es doble.

El sabor de la sal, de la buena sal, es el primero del verano. Y es un sabor humano, civilizado. Solo las personas salamos.

5 comentarios:

Juan Carlos Garrido dijo...

... y el sabor salado en la piel, tras bañarse en el mar.

Saludos.

Máster en nubes dijo...

Anónimo, qué pena, no sé cómo borré tu comentario, ya lo siento.

Máster en nubes dijo...

Sombras, como en la canción italiana, ¿no? Saludos.

Juan Herrezuelo dijo...

Sal gorda sobre trozos de pulpo a la gallega… Granos capaces de sazonar por sí mismos un área muy superior a la que ocupan. Universos de sal. A mí también me gustan los tomates feos y sabrosos: no los quiero para ponerles un piso, sino para que me invadan los sentidos con sabor-sabor.

Máster en nubes dijo...

Juan, lo de poner el piso al tomate me ha gustado. Un pulpo ya apetece. Gracias por la visita y la sal.