Veo que la perra se me adelantó esta mañana, qué le vamos a hacer. Me ronda desde las seis pero yo a lo mío: dormir es sagrado.
En el fondo tengo mucho que ver con Olimpia. Como a ella, me gusta oler por las esquinas, puedo estar ciega (miope, hipermétrome, todo junto), pero tengo buen olfato, soy una exploradora nata y una vez que me sé un mapa voy siempre más allá.
A veces los mapas se mueven, esa es otra.
¿Qué hay tras esa loma? ¿Ese río se puede vadear por algún lado o no?
Es posible que hoy no lo sepa pero tras unos cuantos fines de semana habré reconocido el terreno y hasta es posible que me haya hecho con otro mapa, el 433 en la Casa Verde de Madrid, para averiguar dónde narices estoy.
A veces, las más, levanto yo misma el mapa, me sirve el mío, no el de otros.
Al olor.
Reconozco como Olimpia al olor quién tiene miedo o quién no lo tiene.
Reconozco también que hay olores muy familiares, más bien afines. Son de quienes yo considero que pueden ser parte de la manada, de "mi" manada no en el sentido de propiedad -nada tengo, mucho menos una manada- sino de con quién cazarías en luna llena o te tomarías unos vinos. Nada más, nada menos.
Con todo no reconozco un macho alfa, ahí sí que no, no sigo a nadie. No sería yo.
Pero reconocer es algo fantástico, en todas las acepciones del verbo.
Reconocer que alguien te hace pensar, reir, sonreir y muchas veces hasta llorar. E incluso no estar de acuerdo.
Que hay músicas que no son la tuya, pero están bien, suenan bien, aunque todos desafinemos alguna vez o aullemos por un dolor presente o pasado, o de rabia.
A veces simplemente a la luna ahí, tan hermosa, tan sola. Y ahí que están los lobos, aullándola, adorándola.
Reconocer la sabiduría de un lobo más viejo que tú no por edad, por experiencia vital. O por otras cosas. El ojo penetrante, el colmillo incisivo, lobo plateado, a veces cansado y nómada.
Reconocer que con tres palabras o una foto bestial hay gente que dice mucho más o cosas mucho más interesantes que tú con doscientas. Es una gozada leer al tal Driver en blogs variados, ver en otro las fotos de nubes -esas si son de Master- de un tipo totalmente desconocido para mí. Reirte y mucho con Suso. Comprobar cada mañana que aunque Modestino "amenace" con llegar a poner las Cántigas de Alfonso X el Sabio en su afán de revival este jurisconsulto tiene algo, mucho, de verdad.
Reconocer eso: la verdad. Venga de donde venga, la diga quien la diga.
También la bondad, que la hay, pero sin aspavientos. La maestría al escribir o al vivir. La valentía también. Siempre. El corazón que late.
Y junto a ese reconocer, queda mucho más fuerte eso otro, para mí fundamental, que trapasa internet y toda su frialidad.
El olor.
El permanente olor a vida sin pretensiones, a vida pura y dura, el olor de otros lobeznos, lobatos, lobillos, pero nunca, nunca, perros falderos ni a las órdenes de nadie.
A la derecha está mi lista de blogs, gente a la que leo de manera más o menos habitual, yo vivo con un portatil al hombro. Irá creciendo, quizás cambiando, a medida que avance en tecnología (soy un desastre), mi exploración y encuentros fortuitos.
Eso: lobos a los que reconozco, en quienes a veces también me reconozco cuando se rascan las patas o se les doblan las orejas un poco para adelante. Al olisquear el viento.
Reconocer. Reconocerse. En todos los sentidos de la palabra. Podrá haber peleas o desacuerdos, canciones a una luna que no es la mía, pero son lobos. Como yo. Y les doy las gracias.
Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.
domingo, 12 de octubre de 2008
Reconocer
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4 comentarios:
¡¡¡Bien escribes!!!.Gracias y adelante...¡tú vales mucho!
Gracias por entrar en mi casa, y descalzo. Besos
¡Descalzo nunca!: me güelen los pies ( viene de fábrica):)
Me ha gustado t post, ahora me queda leerlo más despacio. Pero intuyo que halas de tolerancia, comprensión, búsqueda d epuntos de encuentro.
Mi olfato intuye que coincidimos.
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