Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

sábado, 28 de marzo de 2009

Pies, para qué os quiero...


Nos sostenemos en el suelo por los pies. Dos extraños seres que nos nacen al final de las piernas. Diez dedos. Talones y tobillos que se tuercen. Plantas que, si lo piensas bien, son pequeñas para el peso que soportan, ellas solitas y dos. No como los cuadrúpedos que tienen el peso repartido en cuatro.

Los pies no tienen la culpa del olvido a los que les sometemos. Ocultos ahí todo el año, atrapados en unos zapatos o, peor, en botas. Escondidos. Sí, el frío es terrible, pero además hay razones de protección: golpearte en un pie desnudo duele un montón. Mejor cubriditos. Se comprende, pero es una pena.

Me fijo en los pies siempre. Me encanta andar descalza. También con calcetines gorditos de esos de felpa por dentro en invierno. Tener los pies calientes es calidad de vida. Tenerlos fríos es ser pobre de alguna manera. Yo siempre calientes, por favor. No me gusta la pobreza.

Cuando llega el buen tiempo y puedes dejar de lado, en el caso de la sierra, las botas australianas primero, luego los zapatos e, incluso diría más, los ligeros tacones de ir a trabajar, y te calzas por fin unas sandalias es como si diera inicio algo. No sé qué pero algo. Estrenas una sensación.

Me puse el otro días las sandalias. Me había hecho la pedicura una encantadora dominicana de manos suaves y gran paciencia. Es lo malo de tener cosquillas, te ríes en cuanto te ponen la mano encima. Salí de la peluquería tan contenta que tenía que enseñar los pies. Demasiado pronto, lo sé. Me precipité.

Y estoy con catarro, claro.

Pero los pies tan contentos allá abajo. Sonríen de medio lado, se salieron con la suya.

24 comentarios:

Jesús Cotta Lobato dijo...

Yo nunca les he prestado atención a mis pies, pero sí a los de los demás. Hay pies realmente preciosos. Y esta entrada acerca de los pies tiene complicidad, simpatía y sabiduría práctica. ¡Yo también quiero que me hagan la pedicura!

Jesús dijo...

¡A mí también me encantan los pies! Y me parece maravillosa tu "pedestre" entrada de hoy.
Un abrazo, de pies a pies.

Suso dijo...

Creo que fue Luis Piedrahita, el del hormiguero, el que sentenció que los zapatos y los pies dicen mucho de la economía la salud moral de este planeta. En este mundo sólo hay dos tipos de países:aquellos en los que hay más pies que zapatos y aquellos en los que hay más zapatos que pies.

Máster en nubes dijo...

Hay que ver, qué de Jesuses hoy... ;-)

Vayamos por orden:

D. Jesús Cotta:

Vd. no necesita pedicura, tiene la pisada y el pie limpito, suave, una gozada, de verdad. Entra Vd. siempre con delicadeza en su casa y en las ajenas. Fuera de metáforas, en la isla esa donde nos vamos a ir pondremos servicios de pedicuras, todas tahilandesas, ideales de la muerte y delicadas.

Un abrazo

Máster en nubes dijo...

Suso, mi amigo gallego, era escribir esto y acordarme de la playa de Carnota, andando descalza, arriba y abajo.
Y yo estoy a sus pies, de verdad. No le digo lo del pie fino y la huella ligera porque ya lo sabe. Pero tiene huella, ¿eh?, no por delicado se pisa menos firme.

Un abrazo
aurora

Máster en nubes dijo...

Balú, razón tienes. Sí, tenemos demasiados zapatos, es la verdad. Tenemos demasiado de todo a veces. Y sigues con la foto de los misterios del Arcano con gato y todo ;-)
Un abrazo

Toi dijo...

qué bien traído, Aurora

mencanta el tema de los pies
mencantan los pies
mencantan las personas que enseñan todo lo que pueden sus pies

de abril a ocyubre en casa siempre voy descalzo
de hecho algunos clientes cuando han pasado a categoría de cliente-amigo me han comentado es que tú no te acordarás pero el día que nos conocimos me recibiste en el despacho ese que tienes en el jardín ¡¡DESCALZO!! y es verdad que ni me doy cuenta, me paso la primaver-verano-comienzo-del-otoño de esa guisa...

Máster en nubes dijo...

Jo, gracias Toi. Y cómo te entiendo, me pasa igual. Da sensación de comodidad, pero además, de no poner barreras, de no protegerse. En medio mundo la gente se desclaza al entrar en las casas, curioso...

ana dijo...

Curioso post...

Mi hija tiene una manera de hacer ver que está cómoda en una casa. Así, se siente agusto, como en casa propia, lo primero que me va a preguntar es si se puede quitar los zapatos. Para mí esa es señal de que ella se encuentra agusto. Es lo primero que necesita hacer siempre que quiere "estar" en algún lado, quitarse los zapatos, descalzarse... y generalmente lo hace en sitios en los que sí tiene motivos para estar descalza. Si no, ni te lo pregunta.

Así es es mi querida princesa descalza...

Driver dijo...

Abebe Bikila fue el hombre que abrió camino, logrando en 1960 la victoria en el Maratón olímpico de Roma y convirtiéndose así en el primer africano de raza negra en obtener medalla en unos Juegos Olímpicos.

DESCALZO EN ROMA.

Cuando Abebe llegó a Roma, era un pobre atleta. Tan pobre que ni zapatillas tenía.
Un comisario se apiadó de él y le regaló un par.
Compitió con la élite mundial, y en la salida se puso aquellas zapatillas regaladas.
Al llegar al Foro, los dioses le miraron y comprendieron.
Abebe era una gacela con forma humana así que escuchó a los dioses.
"DEMUÉSTRALO, le gritaron Rómulo y Remo.
Abebe se quitó las zapatillas y empezó a correr de verdad.
De verdad de la buena.
Voló a través de las siete colinas romanas.
Cuarenta y dos kilómetros.
Y ciento noventa y cinco metros.
Anochecía en Roma.
Iluminados por antorchas, los atletas se enfrentaban al reto olímpico.
Y los romanos salieron en tropel a la calle, para aplaudir a un africano que corría descalzo.
Estos romanos saben distinguir a un dios de un hombre.
La diferencia entre ambos radica en sus pies.
Unos llevaban adidas.
El africano no.
Abebe corría para la gloria, de la forma más olímpica posible.
Con pies desnudos.
Como las almas DIVINAS.
DESNUDO.

Antonio Azuaga dijo...

Extraordinaria alabanza del olvidado soporte de nuestra vertical humanidad. Hay que tener mucho cuidadito con ellos. Mi madre se empeñaba en que por ahí venían las amigdalitis, las familiares “anginas”; cosa que yo no entendía porque me parecían estar muy lejos unos de otras.

En fin que no bajes la guardia; mejor dicho, bájala para protegerlos. Sobre todo ahora que parece que la primavera se nos ha enfadado.

Besos.

pepa dijo...

Pies doloridos.

Pies descalzos.

Pies magullados.

Pies enrojecidos.

Pies caminantes.

Pies inquietos.

Pies frios.

Pîes acalorados.

Pies en polvorosa

Pies ¿para qué os quiero?

sunsi dijo...

Toda la vida me han reñido por ir descalza. Es una sensación fantástica. La mejor... rozando la arena minúscula de la Costa Dorada.

Las sandalias no me tiran,per sí la abarcas y las chanclas de piel que me envía mi amiga Mina desde Ceuta. Son una maravilla. Parece que no vayas calzada.

Me ha encantado el post, Máster. Eres única para abordar temas de pies, manos o lo que sea.

Máster en nubes dijo...

Ana, conoceré a tu princesa descalza por fin... y nos descalzaremos las 3 con cuidadito porque las zarpas de Olimpia y Tana, aún cortadas las uñas, son de temer. Bueno, espero que se descalce, hagamos la prueba sin decirle nada...;-)

Un abrazo
Aurora

Máster en nubes dijo...

Driver, digo Diego, digo Driver, mil gracias por el relato, qué fotos las de Abebe corriendo descalzo, qué impresionante los pies desnudos ... alcanzando a los calzados con Adidas. Como ahora, en muchos sentidos...

Máster en nubes dijo...

Uy, Pepa, eso que has hecho es casi o sin casi una poesía o algo similar... ;-)
Un abrazo
aurora

Máster en nubes dijo...

mmmmmhh los pies en la arena, qué gustito, por Dios. Gracias, Sunsi, tú siempre generosa.

Aurora

Máster en nubes dijo...

Antonio, perdona, que me lié en el orden de contestar los comentarios.

Siempre me da mucha alegría que vengas, te guste y comentes, pero "extraordinario" es un poco excesivo para esta bitácora, muchas gracias en cualquier caso.

Yo siempre me pregunté también qué relación podia haber entre la garganta, tan arriba, y los pies, tan abajo. Pero debe de haberla porque en cuanto se me quedan fríos ¡me resfrío!

Y cambio "nos sujetan" por "nos soportan" sobre el suelo, realmente sujetarnos es la espalda, gracias a ella no nos desparramamos (y a otras cosas).

Te mando un beso y un abrazo, y espero que tu imaginaria nocturna haya concluido bien.
Aurora

P dijo...

Querida Master:
Cómo se nota que tienes unos pies monísimos de los que puedes presumir. Aprovecho el micrófono para gritar que ya era hora de sacar por fin a la tía cañón de la foto y dejar a la bella Oli en un segundo - o tercero, ya???- plano.Te felicito.

pepa dijo...

Será que mi lado poético y dulce ha salido del armario........

Modestino dijo...

Buen post, Master. Unos pies sanos y cuidados garantizan muchas cosas.

Y excelente la historia del malogrado Abebe Bikila.

Máster en nubes dijo...

Patrapa, guapa, qué alegría tenerte por aquí, ¡y que comentes! Os presento a la chica del sombrero de campesina gallega y el fondo naranja ;-).

Pues presumir de pies es bastante tonto, la verdad, ni se me había ocurrido.. o hubiera puesto mis pies en la foto ;-). Va la cosa de metáfora: cuidar lo oculto que sostiene, que nos sostiene en el fondo. Quitarse protección en cuanto podemos, sin miedo a que te pisen. Si te ven los piececitos cuidados... no te pisan. Les das pena ;-)

Tengo 16 infusiones distintas para cuando vengas, con caja reciclada, todo porque me pediste una infusión y solo tenía té. Pues ahora para que aprendas: 16 en una caja muy mona: té rojo, verde, blanco, especial belleza -de estos, varios-, adelgazar, relajante, té rojo con ciruela, anis a hibisco, té blanco con azahar, poleo menta, manzanilla, manzanilla con, así hasta 16.

P dijo...

Entonces iré pronto...

Máster en nubes dijo...

Modestino, sí que tienes razón y perdona que es que no me di cuenta de tu comentario.
Los pies para las personas muy mayores son además mucho más importantes y las pobres ni se los pueden cuidar a menudo, no llegan a cortarse las uñas, les cuesta mucho. Por eso hay veces que hay que o mandarles al pedicuro aunque protesten... o ponerte tú a hacerlo lo mejor que puedes.