Sales con amigos, tres horas andando, comida y estupenda sobremesa. Pero llega un punto, pasadas las 6, que quieres irte a tu casa, darte un paseo o simplemente mirar a las musarañas. En silencio. Sola.
La necesidad de un aparte siempre está ahí.
Sales afuera, te sientas en la barandilla y cuelgas los pies. Es posible que haya alguien más que salió también. Puedes comenzar una conversación, aparte también, que dura un ratito.
Y puedes estar simplemente en silencio, nadie se extraña, ni se duele o siente obligado.
Silencios compartidos, tan ricos.
Silencios sola, tan necesarios.
Vacaciones. Convivencia intensiva con familia. Nos queremos mucho, prima. Qué bien nos entendemos. Pero hay un momento en que a todo el mundo le gusta estar solo, aparte. Y tú tampoco eres una excepción. "Si os parece, ir vosotros, yo me quedo en casa". Eres simplemente humana.
Esto de los blogs es igual. Da gusto apartarse un poquito de vez en cuando.
No tienes que hablar ni tampoco que atender. Pero sigues oyendo algunas voces a lo lejos e intervienes en alguna conversación que te interesa especialmente. "Que os estoy oyendo y yo creo que...".
Desde el jardín, un rato más, mirando la luna o al sol que se mete, a gusto, sola o con alguien, da igual. Aparte, en silencio.
Identificas mejor las voces desde cierta oscuridad y lejanía, averiguas por el tono y quién dice qué, quién parece tener una opinión sobre todo y quién escucha, aunque parezca que habla todo el tiempo.
Percibes también mejor las ganas de ser escuchado, aceptado, ser querido o sentirse conectado con otros, todo tan humano.
Descubres nuevos matices en muchas voces. Te llevas muchas alegrías, muchas.
Ves las luces del cuarto de estar, sale el humo de los cigarros, oyes que piden más cervezas o que se acabó el coñac. Sonríes.
Escribir cada día fue la promesa. Pero no hace falta colgarlo todos los días y dar pie a que te hablen. De hecho, y sin que nadie se ofenda, agradecerías mucho que por unos días no te hablara nadie.
Lo escrito cada día queda en la recámara. Saldrá todo de golpe o no. Tripletes, dobletes o silencios. No es cuestión de mesura o contención, tampoco de decir todos los días algo. Ni de intervenir todos los días sobre lo que otros dicen o que comenten sobre lo que tú digas.
Fluye ahora mejor todo. Las palabras también. Se cuela el aire por el pasillo.
Mucha paz en esta nubosidad variable y silencio. Importan poco las cajas o las mudanzas si uno sabe dónde está por dentro.
Como en los congresos, hay gente que aprovecha para hacer amigos y contactos profesionales en las pausas de café, especialmente en ellas.
Otros observamos, nos observamos, exploramos sin prisas. Diferentes formas de ser. Todas buenas.
3 comentarios:
Muy bonito Master.
Un saludo,pasaba por aquí a visitarte.
¡Qué alegría que vangas aunque esté de mudanza, Teresa!
Precisamente hablaba ayer de tí con una prima que me va a ayudar a poner mi nueva casa.
Te visitaremos en tu blog y te pediremos consejo.
Das paz.
Y lo de los azules me gustó mucho, pero soy más de colores cálidos. Me da frío el azul.
Esto que dices me recuerda mucho una costumbre muy española. "Salgo a dar una vuelta", "me voy a dar un paseo", "salgo a fumarme un pitillo", "estoy tomando el sol"...
En la película de "Marea roja", Gene Hackman y Denzel Washington están en la torre de un submarino antes de la inmersión. Disfrutan del amanecer, la brisa, la inmensidad del océano, mientras fuman un puro.
Al cabo de un momento, Hackman dice: "Enhorabuena, has logrado lo que nadie suele hacer".
"¿Qué?", responde Denzel Washington.
"No decir nada, disfrutar del momento, en vez de intentar impresionarme soltando alguna chorrada pretencionsa", dice Hackman.
Publicar un comentario