Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

lunes, 23 de agosto de 2010

El bocadillo de Marita Torres y 7 niños en un 600

-Yo me llamo Marita, ¿y tú?
-Aurora…

Empezamos a jugar juntas en el patio. Marita Torres fue mi primera amiga, llegó al colegio un poco más tarde que yo. Al año o así nos fuimos a vivir cerca de su casa, fue todo mucho más fácil.

Marita era sensata y aplicada, generosa hasta decir basta. Llevaba siempre un bocadillo para comérselo a media mañana, en el descanso de las 11. Otras mucha no llevábamos nada por las prisas de nuestras madres o las nuestras, o simplemente nos olvidábamos de cada vez. Íbamos en procesión a pedirle un trozo de ese bocadillo tan bueno de sobrasada, salchichón o chorizo, y ella siempre nos daba. Dudo que Marita se tomara algo de su bocadillo, como mucho un trozo pequeño alguna vez. Lo mismo fue en los estudios del BUP más tarde. Se iba a estudiar contigo, a explicarte las matemáticas o lo que fuera, aunque a ella no le hiciera falta ese estudio, esas horas sin dormir casi.

Recordar a Marita es recordar a su madre. Ella y la mía se turnaron una temporada para llevarnos y traernos al colegio, salía más barato que el autobús escolar, como llevar la comida de casa. Eramos, sin contar a la madre conductora de cada vez, 7 niños en total, ellos 4, nosotros 3. Mi hermana Luisa iba a un colegio especial, no se montaba en esa ruta del coche. El caso es que íbamos en un 600 blanco, que era el automóvil de Marita madre (se llamaban igual madre e hija), los 7 niños entre los 8 y los 13 años, luego en un 850, el de mi madre. Ahí cabíamos todos, no se entiende muy bien cómo ahora, no había ni cinturones de seguridad, ni policía que te vigilara, todo mucho más fácil.

La madre de Marita era una mujer muy simpática, lista y amable, psicóloga de profesión, y, como mi madre, química, trabajaban ambas fuera de casa, algo que no era muy habitual a principios de los años 70 todavía en España. Marita heredó de su madre un modo de mirar el mundo con calma y responsabilidad, de estar en él haciendo cosas, trabajando mucho, sin darse ninguna importancia. “La dama” le llamaban en la universidad sus compañeros: fina de alma, delicada en el trato, fiel retrato de su madre que murió siendo ella joven, antes de casarse, una enfermedad dura en la que su hija mayor, Marita, estuvo ahí, cuidándola con esmero, sin separarse de ella ni un instante.

Marita, que ahora se llama María, sin el diminutivo de antes, sigue preparando unos bocadillos formidables con los que ha criado a dos hijos que crecen altos y fuertes y juegan a todo tipo de deportes, como su padre, el marido de María. Ella ahora esquía porque el amor puede mucho, hasta lo que no esperabas que pudiera“A todo se aprende aunque tengas 40 años, mis hijos se ríen de mí, pero a mi no me importa, allí voy…”

Seguimos siendo amigas pasados ya 43 años de aquel primer encuentro en el patio.

-Mañana podemos jugar juntas otra vez...
-Vale.


9 comentarios:

Naranjito dijo...

Enhorabuena Aurora por conservar amigas como Marita, porque, me imagino, que seguirá siendo Marita.
Beso tu mano y la de Doña Maria.

tomae dijo...

Me has recordado a mi amigo Miguel,
íbamos al colegio en autobús.

En la parada había un puesto de chucherías...

No es que fuera adicto a las chuches, era adicto a los buenos amigos como Miguel...

En la parada chucherías, en el patio bocadillo, y más de algún cigarrillo.
Cuando lo visito, le llevo algún cigarrillo, alguna coca-cola, bolsas de patatas; él baja del cielo por la noche y recoge.

Ese tipo de amigos, no se olvidan, generan adicción, recuerdos a Marita. Un abrazo Aurora. Gracias por el recuerdo.

tomae dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
El alegre "opinador" dijo...

Aurora... Te prometo que tengo dos lagrimones colgándome de los párpados. No exagero nada.
¡Qué maravilla que sigáis siendo amigas! ¡Qué bien que sigáis jugando en el patio!
Me quedo petrificado y enganchado cada vez que visito tu blog...
Sigue deleitándonos así, con tu sensibilidad y tu dulzura.
Muchísimos besos.

Máster en nubes dijo...

Marita se llama ahora María, y seguimos siendo amigas, por supuesto. Un abrazo, Naranjito.

Tomae, gracias por el link, los amigos del cole dejan huella, aunque a veces pasen años... o lo que sea.

Alegre Opinador, me alegro que tu guste ¡pero no llores, por favor! A ver si paso de la lágrima a la risa en breve. Un abrazo muy fuerte.

Gracias en general a los que leen, y a los que comentan. Se sigue adelante...

carmen dijo...

Hola Aurora, soy Carmen, la hermana de Marita. Me ha encantado. Estoy como el alegre "opinador" con dos lagrimones colgándome. Lo pasábamos genial en el 600, siempre riendo. También me acuerdo de alguna noche vieja todos en tu casa, jugando con tu padre a las peíiculas ¿no os acordais? Un besazo

Máster en nubes dijo...

Carmen, guapa, qué alegría "verte" virtualmente, muchísimas gracias por la visita... Sí que lo pasábamos bien, aquella Nochevieja me acuerdo que os dimos sopas de ajo o similar, algo muy de pueblo... Y me acuerdo de vuestras mesas de estudio en el cuarto de las chicas, las camitas y las mesitas, una para cada una, y del Escorial, me acuerdo de Rosa, de Rafael, de tus padres, cómo no... Tuvimos una infancia muy buena ¿no? Tuvimos mucha suerte...

ATIZA dijo...

...Rosa Torres S de S...Ay, que quiero verla de nuevo. El Escorial! ahí dormí yo. Ay, la casa del Paseo de la Habana...Pero no está en Sto. Domingo (Rep.Dominicana).Uy, qué lío o que emoción, Rosaaaa!
Pimentel, dame datos, joé...

Máster en nubes dijo...

Atiza, quien seas, escríbeme a masterennubes@gmail.com y te doy señas o lo que quieras. Supongo que eres una compañera de colegio...