Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

lunes, 9 de marzo de 2009

Amigos y discusiones. Familia y discusiones. 1)



Son dos binomios inseparables. Amigos y discusiones. Familia y discusiones.

Yo no sé qué pasará en otros lares, pero desde luego en los alrededores que frecuento esto es así. Nos queremos mucho, nos achuchamos bastante, pero ¿qué sería de la familia y de los amigos sin alguna discusión que otra? No sería lo mismo, nos encontraríamos raros. Donde hay confianza se discute, creo.

Es cierto que superada cierta edad se templan los ánimos y se sabe discutir "mejor" y, también, menos. Intercambiamos pareceres con más calma y, sobre todo, más conscientes de que el cariño que nos tenemos supera, debe superar, cualquier diferencia ideológica, de sensibilidades, estéticas. Las últimas casi son las peores porque aunque de gustos sí se ha escrito y está todo por discutir ¡hay que ver cómo se hace a veces! Recuerdo una discusión sobre Madame de Bovary de espanto.

Es curioso, al final te das cuenta que discutes a veces más por el matiz que por el fondo de las cosas. En cierta afinidad hay más espacio para la discusión que en posiciones totalmente contrarias. El tema es que el matiz -sólo un matiz a veces- te coloca más en frente del otro que a su lado, realmente interesante esto.

Recuerdo una discusión con mi hermano Juan el 13 de marzo en la famosa "jornada de reflexión" tras el el 11 M. Él creía en el engaño del entonces todavía gobierno, yo acababa de dejar a un amigo en una sede asediada del PP. Creo que es la última vez que he discutido con él.

Recuerdo en cambio otra más reciente en mi casa con Miriam y Tinchu, Alvaro, amigos varios sobre la responsabilidad y la ética de las empresas. Tuve que llamarles a la mañana siguiente pidiendo disculpas uno a uno. En todo progreso debe haber recesos para que no nos crezcamos. También caes en la cuenta que las mismas críticas que uno mismo hace, por poner un ejemplo, al trabajo propio, no tienen nada que ver cuando es otro quién las hace: es como decir "mi madre está muy pesada"... o que sea el otro quien te lo recuerde.

Por cierto, luego están las discusiones con las madres, sobre todo entre hijas y madres, pero esas merecen un capítulo aparte, quizás da para tesina, máster, en fin.

Como las de conyuge, creo que también tienen personalidad propia según me cuentan.

4 comentarios:

sunsi dijo...

Buenos días, Máster.
Las discusiones, si cuando te acaloras y te pasas ... y luego pides disculpas, creo que incluso son saludables.

No sé quién me dijo una vez: "Son ejemplares. Jamás discuten". Y los ejemplares que no discutían andan cada uno por su lado. No discutían porque no hablaban.
Si no hablas... ¿te comunicas?¿haces partícipe al otro de tus problemas o de tus alegrías o de lo que sea?

Hay gente que tiene un mal concepto de la idea discutir. Para mí, indispensable si lo haces con moderación, sin herir, sin remontarte a afrentas pasadas...

Feliz lunes, hedbana. Y un beso volando al Boalo.

Mary White dijo...

Hola Máster en Nubes. Ayer entraste en mi blog pidiendo perdón por entrar donde no se te había invitado. Vengo a invitarte oficialmente a que entres cuando te apetezca en mi blog, a que opines, critiques, aportes o permanezcas en silencio, como en tu casa. Siempre serás bienvenida. Me gusta tu blog!
Un cordial saludo,
Lady Godiva
www.marygodiva.blogspot.com

Jose dijo...

Hola Master. Discusiones... el problema no es el discutir sino el cómo se discute. Ahí está el problema.

Anónimo dijo...

El carácter patrio es ¿cómo decirlo? algo montuno.

En consecuencia, la discusión se entie nde como un combate en el que sólo ha de haber un vencedor.

El intercambio de ideas, puntos de vista, filias, fobias..... nos pilla un poco a contrapelo.

A mi, por si no se nota, me encanta discutir.

Suele ser un saludable ejercicio, especialmente, cuando me ponen en mi sitio.

Con Dios.