Hungry Hill es el título de una novela de Daphne du Murier, la misma autora de "Rebeca", que tanto me gusta, y de "La posada de Jamaica". Está inspirada creo que en la montaña -de colina, nada de nada- del mismo nombre que se sitúa antes de llegar a Castletowbere en plena península de Beara.
El doctor John Lyne, médico retirado, subía Hungry Hill todos los días desde que le dijeron que le convenía hacer ejercicio, sin faltar uno, a menudo varias veces en el mismo día. Por eso, con setenta y tantos que tenía, parecía un hombre de apenas cincuenta años. En ese verano de 2005 hizo su subida número 1000 e invitó a que le acompañármos vecinos y visitantes. Allá que fuimos.
Siempre que miro a una montaña siento lo mismo: me gustaría subirla. Puedo tardar algo, pero suelo acabar por hacerlo de una manera u otra. No me gustan los valles, sin horizontes respiro mal, pero en lo alto de una montaña soy feliz. Como el físico no me acompaña, el entusiasmo, la voluntad y, más que nada los amigos, suplen la falta de fondo o entrenamiento. Hungry Hill no fue una excepción.
Subimos aquel día cerca de 100 personas, niños, ancianos, mujeres de toda edad, adolescentes. Beara es un lugar estupendo para los aficionados a las montañas, a andar, a travesías más o menos largas o duras por ese granito y verde pasto sin árboles que compone las montañas de Caha y el anillo que circunda a toda la península.
John Lyne a la cabeza, pelo blanco y piernas de acero, sus hijos, sus nietos, familia, todos le seguíamos. Los irlandeses del lugar, habituados a andar, subir y bajar, iban todos como cabras, como si fuera un paseo.
En tres horas y media habíamos subido y bajado Hungry Hill, a toda mecha. Posamos arriba para la posteridad y, sobre todo, para el periódico local. Estuvo bien porque pude morir desnucada, a la bajada, claro está, cuando las piernas te flojean por el esfuerzo hecho y el cansancio acumulado. La dueña del bar McCarthy's de Castletwonbere me dejó un bastón viendo mis grandes esfuerzos por seguir el ritmo, no me quitaba ojo. Pero yo ya figuraba en la foto, podía morir tranquila.
Al día siguiente me trajo Sean O'Sullivan, mi patrón, el periódico, furioso. "No sales, no hay mención de una española que también subió". Estaba en la foto final, claro, pero no en el texto, no me ocupé de hablar con el periodista, la verdad. "Tranquilo, no pasa nada, John". "De ninguna manera, voy a llamar al periódico para protestar, hablan de alemanes, de holandeses, de australianos... ¡y de una española no dicen nada". Creo que John en parte tenía razón: merecía figurar en el cuadro de honores local al menos por las ganas que le puse.
Cada vez que veo una montaña querría subirla.
Tardaré más o menos.
No lo hago jamás sola.
Pero sabe Dios que suelo acabar arriba. Porque siempre lo puedo intentar con una pequeña (o gran) ayuda de mis amigos, como cantaban los Beatles. Y con ellos casi seguro que puedo.
8 comentarios:
En cuanto veo una, al revés, se me cae el mundo encima, tal es el esfuerzo.
Verás, soy como un coche viejo: renqueo, petardeo y me ahogo al subir; a la bajada, tomo velocidad cautelosa y ¡por fin! llaneo de maravilla.
Tampoco el físico me acompaña: soy como una mula, pero con tanta humanidad, que siempre voy pasada de tara.
Esto es un amigo, Máster. ¡A ver, dónde figura que hay una española en la foto!
Recuerdos... compruebo cada día que eres una mujer de mundo y que tienes el tesoro de muchos y magníficos recuerdos.
Besos, guapa.
¿Hay algo que se te resista?
Bueno, bueno. Una que sube montañas y no la mencionan (a mi me hubieran mencionado por no llegar, seguro), y otra que llanea.
Puestos a elegir, es un decir porque la elección es clara, me identifico plenamente con Pepa, es lo que tiene estar pasado de tara.
Un beso y/o abrazo a todas/os las pasadas/os de tara y con mucha humanidad.
Y otro para tí Aurora, dejándote parte de mi "humanidad".
Pepa: el truco es empezar a subir las montañas
a) bastante arriba (como a mitad de camino ;-)
b) acompañada siempre (tiran de ti seguro)
En cualquier caso, siempre se puede ir a la playa a andar en llanito...
Besos,
Aurora
Mundo poco, solo algunos lugares donde se come 3 veces al dia, del "otro" -que es el más grande- no conozco nada.
Y Sean era encantador ¡pero un cascarrabias horroroso! Se enfadaba por todo.
Besos y envidia que me dan tu paseos playeros.
Aurora
Manolo: Pasado de tara como dices te voy a querer igual ;-). Y yo subo con dificultad pero con entusiasmo y ayuda de amigos, si no, de ninguna manera. Luego 2 días sin poderte mover practicamente.
A ver si hablamos uno de estos días.
Besos
Aurora
... La ayuda de mis amigos... sí, o porque me engañaron. Por eso llegué al final... AL PICO...
... ahora, que siempre agradeceré esa total mentira.
ERA INMENSO ESTAR ALLÍ ARRIBA.
Siempre que veo el Fontún desde la carretera me sonrío, y me digo... allí estuve un día... con la ayuda de mis amigos.
Aurora... vente a la montaña de mi tierra... que espera tus pies siempre.
Last night I dreamt I went to Manderley again...
Delicioso, a ver si un día me tomo en serio "Rebecca" y paso al segundo capítulo.
Publicar un comentario