Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

lunes, 28 de marzo de 2011

"Niña mimada" (4. Juan y los tontos globales)

Me fascinó Juan. Parecía fuerte y admirable, libre e independiente. Su vitalidad desbordante hipnotizaba. Reunía además ese algo de chico malo, que tanto atrae a algunas mujeres, con lo mejor de los hijos de los cachicanes de la finca de mi abuela: hacer lo que le daba la real gana poniéndose al mundo por montera. A la vez, tenía el sólido entrenamiento de los que avanzan exigiéndose a sí mismos, sin presión o demanda alguna externa, simplemente porque ellos quieren. También era listo de natural. Estaba allí en el mismo banco de inversiones que yo, pero él por méritos y un curriculo impresionante a sus veintisiete años, nada de favores de familiares o conocidos.

Juan no paraba. Donde otros llegaban a duras penas él iba sobrado por ganas y horas que echaba, por su pasión y dedicación. Quería llegar a algo, a alguna parte, una ambición natural que él alimentaba febrilmente con una actividad sin descanso, nunca nada era lo bastante, lo suficiente. Logrado algo, no se relajaba, pasaba a lo siguiente sin pausa y sin disfrutar lo que había conseguido, permanentemente insatisfecho.

Había de todo en aquella época en Nueva York: los que valían y venían como Juan, estudiaban con beca y trabajaban con esfuerzo y sin recomendación, a pelo; otros muchos como yo, nada brillantes, pero laboriosos y constantes, incluso tercos, conscientes de la suerte de tener una oportunidad como aquella; y, luego los vagos, niños mimados en su mayoría, a quienes muchas veces, ante los pésimos resultados académicos en suelo patrio, se les había acabado por enviar al otro lado del charco para que volvieran con un máster, un curso en una universidad rara o una experiencia profesional incierta y casi inexplicable, lo que fuera que acabara teniendo valor en territorio español por puro desconocimiento.

“Tontos globales”, Mara, mi primera compañera de piso, los calificaba así. Y luego predecía su éxito “Y éstos que, además de no saber nada, tienen ganas de subir y figurar, ya verás qué bien se colocan al volver, aunque no sepan hacer la o con un canuto, ya verás, Laura, los puestos que tienen... Algunas personas en España piensan que solo por decir cuatro palabras en inglés y haber estado fuera ya vales. Hay muchos tontos y de muchas clases en todas partes, y los tontos globales van a arrasar en cuanto lleguen..."

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"Vale, Juan, vente al apartamento, pero no se puede enterar mi familia, por favor, se llevarían un disgusto de muerte… Si lo llega a saber mi abuela…"

Fue muy rápido todo entre el fogonazo fulgurante del enamoramiento, ese sol y neblina que te rodea, y mi soledad de niña huérfana, que era muy amplia, inmensa. Mara se marchaba además y yo no podía con todo el alquiler por mi cuenta. Vino todo rodado. Recuerdo la ilusión de aquella mudanza y los primeros días de convivencia, la sensación de llevar por fin una vida adulta y plena, el amparo que me producía tener un hombre a mi lado, en mi casa, en mi cama, su cuerpo en el mío protegiéndome.

(...)

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(Si quieres la versión completa de "Niña mimada" está en pdf en Trabalibros, aquí)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta lo del tonto global, Aurora, es un concepto muy visual.

Y Juan, por lo que se ve, aparte de inglés también sabía latín..

Buena semana!

Olga Bernad dijo...

Me lo he descargado entero, condesa. Parece frío pero es que te va envolviendo suavemente. Y al final te das cuenta de que la prota te ha atrapado. La entiendes, la quieres, deseas que el postre la espere aún en la alacena. Te despides de ella con una sonrisa de agradecimiento, pensando "buena suerte".
Un beso.

Máster en nubes dijo...

Gracias por tu lectura, Elena. El personaje de Juan requiere más matiz, estoy en ello.

Olga, gracias. La prota es fría como un hielo, lo de que la cojas cariño me gusta, creo que es bueno.

Gracias por leer a los que estáis siguiendo esto y los ánimos de algunos por correo, os lo agradezco de verdad (y está colgado libre en Trabalibros, estaba escrito hace ya un año, lo estoy reescribiendo de nuevo...)