Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

lunes, 13 de diciembre de 2010

A ver hoy qué se come en esta casa (Lucía)



Abierta la nevera, medio cuerpo metido en ella, Lucía busca en el cajón de verduras con pocas esperanzas. Tienta el fondo casi vacío, qué desastre. Coge lo que hay, lo palpa, media cebolla envuelta en un papel albal, dos pimientos a medio cortar y un tomate ya arrugado, pero no parece malo. “¿Con esto vamos a comer?” Recuerda también que había un tupper en alguna parte con restos de pollo. Los dedos lo buscan en el estante de en medio. La otra caja de plástico grande es la del puré del niño. Abre la tapa y mete la nariz olisqueando las dos pechugas fritas que quedaron. No han pasado más de 4 días en el frigo, se podrá comer, no huelen a agrio. Semana sin tiempo para comprar nada, lo harán el fin de semana. Les llevará la hermana de Mario, es más fácil.

Se apoya en la mesa, pone la tabla. “Venga, todo cortadito, a la sartén, de aquí saco yo un plato…”. Al ritmo de la música de la radio son guillotinados cebolla, tomate y pimientos. La mano izquierda de Lucía a un lado, sujetando lo que se corta pero a distancia. El cuchillo en la derecha, siempre muy afilado. "Hay más accidentes por cuchillos que no cortan bien que por los que cortan" le decía su madre cuando la enseñó a cocinar. "Y tú tienes que tener el doble de cuidado que los demás", agregaba. Luego abre el armario de abajo. Es ya un movimiento automático. Extiende el brazo hasta el fondo, lo estira, hace ruido, quiere una sartén mediana.

Suena el minutero mientras tanto. “La pasta debe de estar ya, voy a probarla.” Coge una cuchara del cajón, quiere atrapar a un macarrón. Se ayuda con la espumadera que tenía colgada en la pared, caza uno. Lo sopla varias veces, lo prueba. Está hecho, ligeramente duro, al dente. Bien, así le gusta a Mario. Aparta entonces la cazuela del fuego. Cuela en el fregadero los macarrones con cuidado de no quemarse, poco a poco. Es fácil que salpique el agua y que una se abrase. Vuelve a ponerse cara a la cocina. Comprueba con la mano de nuevo los interruptores de los hornillos de la vitro, vale, uno apagado y el otro encendido al dos. Espera un rato dando vueltas a la sartén, parece que ya está más blando al tacto de la cuchara de madera. Acerca una cucharada a la nariz y luego a la boca, un poco tiesecito mejor. Hace falta añadir sal, y, luego, en dados, el pollo, que se caliente un rato, ya estaba hecho de antes. A la derecha pone siempre los ingredientes, en fila, siempre a ese lado. Como le enseñaron, el orden en la cocina es básico, si no, no te acuerdas y estás todo el rato tocando, palpando, extendiendo las manos, dudando. Te haces un lío y tardas más. Y puede ser un desastre.

Lucía lava el cazo y la sartén, bien frotados con las lanas de aluminio, incluso la parte que no se ha manchado. Más vale pasarse que dejarse algo sucio. Sin ver no se sabe bien cómo los has dejado. “Este Mario podría ayudar algo, que digo yo que para eso somos dos en esta casa, “Mario, Mario, ¿la mesa está puesta? Anda, que comemos ya…”

Aparece Mario. Se cruzan en la cocina como dos barcos nocturnos que emiten señales. No se miran, no se rozan siquiera. Él saca platos, cubiertos y vasos para colocarlos en la mesa. El perro sigue en el cuarto de estar, tranquilo, tumbado, el arnés fuera. Dos bastones blancos y plegados descansan en la mesa de la entrada junto a un carrito de niño también cerrado.

Son las dos y cuarto. Justo el tiempo para comer y volver al trabajo. Luego a la guardería a recoger a Pablo. No hay luz apenas este 6 de diciembre. Pero ellos siempre con las luces apagadas hasta que traen al bebé, "sus ojos", como dicen los mexicanos en sentido de cariño, y en el real en este caso. Siempre muy abiertos los tiene el niño a sus dos años. Valen por suyos y los de sus padres.

4 comentarios:

Javier Molina Palomino dijo...

Deliciosa entrada, Aurora (¡Qué hambre!). Respecto al fondo del asunto, desgraciadamente es el día a día de muchas familias, donde ella es la que hace la mayor parte del trabajo dentro y fuera de casa. La incomunicación... qué gran losa.

P.D. Buena idea la de las lecturas. Voy a incorporarla también en mi blog. Por cierto, "A sangre y fuego" me lo leí el año pasado: debería ser de lectura obligada en los institutos.

Máster en nubes dijo...

No me ha salido esto, Javier, tengo que volver a escribirlo a ver si se ve otra cosa, no las tareas domésticas, que es secundario. Lo hice a toda máquina esta mañana, ay, vísteme despacio que tengo prisa, madre...

Un abrazo fuerte.

Anónimo dijo...

Yo sí lo pillé...o eso creo.Lucía es una super-chica-ciega y digo lo de super porque con esa deficiencia poder cocinar ...qué maravilla ... me ha encantado,yfelicidades a Lucia dobles por la comida,con tan poco,y por su santo.AnónimoE

Máster en nubes dijo...

AnónimaE, eres muy amable. Me gusta la elipisis (aunque no se note), y quiero trabajarla más, pero luego me paso y no se entiende ni papa. Y si lo explico todo, queda demasiado cerrado, como en la versión corregida de las 17.50. P

robaré una versión 3, la de ahora es como de telefilme americano, anda que el término medio no cuesta ni nada...

Un abrazo E., qué bien lo pasamos.