Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

sábado, 20 de diciembre de 2014

Casas

Son casi un personaje literario, aunque ese papel lo toman habitualmente en la literatura fantástica. Casas que tienen alma, personalidad propia, que acogen o extrañan.

Estuve buscando referencias y encontré que, a pesar de que el espacio doméstico es el lugar casi por antonomasia de muchas vidas, hay poco escrito. O quizás yo no supe encontrarlo.

Sólo vi esto y esto, incluso esto, luego algo más desde los llamados estudios de género que no suelen interesarme.

No, sobre lo que quiero leer es la casa como lugar y como espacio capaz de narrar algo.

La casa de nuestra infancia, la de las vacaciones, la casa que hicimos nuestra, aquella eternamente soñada, la que llegamos a odiar, la que cobija y es refugio, aquella otra que puede ser una cárcel. Casas que vas conquistando poco a poco. Y casas que, al contrario, las vacías lentamente, hasta que quedan solo el esqueleto de la arquitectura y los fantasmas flotando.

Casas propias pero también alquiladas, casas con secretos, con esas pequeñas y grandes marcas que dejamos. Como en la película "La familia", donde todo sucede precisamente en la casa familiar. Y el niño y ya adulto Paulino volviendo a ese rincón donde él guarda algo.

Toda casa tiene una historia que contar. O varias.





3 comentarios:

Anónimo dijo...

Conozco a alguien que se apasiona por las casas, sobre todo sin son antiguas, rústicas y hogareñas.

Retablo de la Vida Antigua dijo...

A Emilio Carrere, bohemio y noctámbulo, le obsesionaban las casas deshabitadas.

Saludos, doña Aurora.

Máster en nubes dijo...

Gracias por tu lectura, anónimo (cercano, asumo). Somos varias las mujeres a las que nos encanta mirar en idealista todo el tiempo buscando casas que nunca habitaremos, pero con las que soñamos.

D. Retablo, gracias por su visita. Le leo ahora en Neupic, qué alegría verle. Lo que me gusta "La torre de los 7 jorobados", una joyita. Y un personaje D. Emilio, por cierto.