Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

miércoles, 31 de diciembre de 2014

"Y ENTONCES ME DIO POR ASESINAR"-CUENTO DE NAVIDAD. Capítulo 8. La montaña, de momento, no. El corazón en todo lo del asesinar (31 de diciembre de 2012)

Algo un poco raro, más de lo que ha pasado,  me ocurre en mitad de la oscuridad y de la montaña que se cierne sobre mí, hoy, último día del año 2012, en esta escena final donde soy pequeña y nada ante las dimensiones que parece tomar lo demás. Y donde, qué raro en mí, no siento prisa ni agobio, sólo serenidad, en este limbo final, la montaña cada vez más grande, más oscura, y yo cada vez más cubierta por su sombra azul.
En esta tierra de nadie en la que me encuentro hace tiempo tengo una sensación nimia y me temo que nada trascendental frente al resto.
Es muy insistente: algo se me está olvidando y no sé qué es. ¿Qué será? Estoy paralizada intentando recordar algo seguramente estúpido o de logística.
¡Por Dios!... Debo de estar en un momento seguramente importante de mi vida, vital, y tengo la misma impresión tonta de al salir de casa: ¿luces apagadas y todo en orden detrás?, ¿llevo el móvil?, ¿el cargador?, ¿las barritas de Biomanan?
Pero ahora no tengo bolso, no puedo mirar en él. Ni siquiera creo que tengo cuerpo ya o que lo pueda ver, en fin. ¿Qué será lo que olvido, Dios mío, qué será…?
“Venga, a por ella, que se nos va.”

Y en este momento, hoy, 31 de diciembre de 2012, siento una fuerte descarga en el pecho, en mitad de la penumbra y en la indecisión donde me encuentro, donde estoy.

Es bestial esto, como en el Parque de Atracciones, subida de golpe y vuelta a bajar. Me da un vuelco el corazón en sentido literal. Quizá tenga que volver hacia atrás. ¿Será eso?... Podría ser.

Siento otra descarga más y caigo en la cuenta de eso que se me olvidaba y me estaba rondando en este momento de oscuridad, montaña y paz. Ya sabía yo que algo no encajaba bien en todo esto, algo quedaba fuera de lugar.

Es eso que llevo dentro en el corazón, en el pecho, precisamente ahí donde siento con fuerza una descarga: todo lo relativo al amor, que en esto del asesinar algo habrá tenido que ver, digo yo.

Un año entero, 2012, ¿y el amor, la amistad, el cariño estuvieron totalmente al margen  de mis asesinatos? Imposible que así fuera.

Soy una mujer a la que quieren y han querido mucho. Tengo hijos y amigos, familia, sola nunca he estado. Y yo he querido como he sabido hacerlo, como he podido, la verdad, muchas veces mal.

Algo les tuve que contar, quizá tuve cómplices al final en lo de asesinar, seguro que sí.

Y en mitad de la sombra donde me encuentro tan a gusto, y donde lo que me nace de dentro en todo caso es dar un paso siempre al frente, por costumbre, yo para atrás ni para tomar impulso, me digo que el paso ese hacia delante de momento no lo voy a dar.

La montaña me parece bien, pero esperará aquí un rato. Que yo sepa, la Maliciosa no se ha movido nunca de dónde está, y mira que lleva años.

“Otra vez, vamos allá, casi está, la tenemos casi…”

Con esta descarga última en el pecho todo lo que hay en mi corazón se hace presente, mis hijos, mis amigas, hasta mi ex. Necesito recordar.

Lo siento mucho, montaña. El paso en la oscuridad iba a ser hacia ti, para tu abrazo. Quiero tu calor y el valle de luz que cobijas detrás. Pero ahora me voy a dejar llevar por esta fuerza física que me vuelve a arrastrar, por la electricidad, por lo que llevo dentro, en el corazón, que casi también se puede tocar, de tan real como es.  

Quieta, parada y fluyendo de nuevo pero esta vez hacia atrás, como la marea, de pleamar a bajamar, tirando hacia atrás.

La oscuridad se desvanece, la montaña deja de imponerse, se va.


El polvo vuelve a reconstruir otro escenario, el de la sala donde me encontraba al principio, contándole todo a la chica esa joven, la de las notas y el cuadernito escocés, como la manta con la que cubrí a Marian.


Huy, qué divertido, vuelta a empezar. Me encanta volver a comenzar, pese a que el Jaguar era estupendo y lo del desvanecimiento final todavía más. Miedo, lo que se dice miedo, en mi estado no he pasado.  


“Parece que la tenemos ya, está estabilizada… “


Mis hijos, mis amigas, mi ex. ¿Qué les conté y qué no de todo mi proyecto criminal, de lo de mi asesinar? ¿Qué papel jugaron al final cada uno en este año 2012 que acaba, en todo esto?

La chica se ha vuelto a sentar a mi lado y a tomar notas, está de nuevo en la habitación.

"A ver, hija, escribe, que de algo sirva..." le digo.

Sigo sin caer quién es y para qué está. Más allá de ese abrazo que me dio, es su olor el que me resulta familiar, tan familiar... 

¿Usará el perfume de mi madre, de mi abuela...? Se lo tengo que preguntar, es un olor muy peculiar.


Cuento de Navidad por entregas en este blog, cada día (salvo uno) un capítulo, hasta el 6 de enero. 
Y si lo quieres leer entero, aquí lo tienes

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