Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

viernes, 31 de julio de 2009

El premio/ Palabra de Dios


"Plas, plas, plas, plas". Sonaron los aplausos de rigor al discurso de la ministra que apenas pudo oírse. No funcionaba bien el sonido, alguien se llevó una soberana bronca.

Sólo llegaron las palabras rotas e inconexas como "igu l d oportunidades", "concil vda fmliar labral", "responsabilidad", "mjres"..., todo ininteligible y perdido en la sala abarrotada.
Carmín, tonos morenos, besos al aire, qué alegría verte, pero tú ¿dónde estás ahora?, miedo de contar problemas o la verdad, y de vez en cuando un lifting muy bien hecho.

Público mayoritariamente femenino, sólo una veintena de hombres, algunos cargos de la administración y ejecutivos encantados de encontrarse rodeados de tantas señoras, molaba ser gallo incluso en ese gallinero. También otros secretamente aliviados de que la suya no fuera como ellas y esperase en casa con los niños, a ser posible ya bañados. Y los más, simplemente paternalistas, mirando con condescendencia y esperando salir rapidito tras haber hecho acto de presencia.

Habló una conocida banquera reivindicando el papel de las mujeres en las empresas pero poniendo en claro su oposición a las cuotas en los consejos de administración que "debían ocuparse por mérito, nunca por porcentaje". Lástima que el apellido de la banquera hiciera un poco sospechosas sus palabras. Pero sólo un poco.

De un tiempo a esa parte se podía ser empresario/a y directivo/a, partidario/a del libre mercado y a la vez socialista, socialdemócrata, liberal o simplemente apolítico/a (o sea, llevarse bien con todos). También ecologista, solidario/a, pacifista, feminista y lo que fuera, todo dentro de los nuevos mantras empresariales que se repetían sin asomo de duda sobre su significado y que se dejaban caer, una y otra vez, plof, plof, plof, al principio, en medio o al final.

Las palabras, en ese y otros actos, lo soportaban todo.

Mientras, fuera del hotel donde se celebraba el acto, tenía lugar un formidable atasco de tráfico al que habían contribuido los coches oficiales y otros de empresa. Los chóferes esperaba fuera fumándose tranquilamente un cigarro y dándose conversación.

"Plas, plas, plas, plas". Nuevos aplausos, flashes de fotógrafos y cuchicheos. Ana Cepeda, directora de la asociación sonrió satisfecha. Las diferentes categorías de premios servían para contentar a tirios y troyanos, de eso se trataba. Si fulanita con nombre ilustre se llevaba éste, demos el otro a otra más vinculada a los empresarios tipo PSOE. Nuevo dinero con el viejo, apellidos de toda la vida con el círculo del poder político o social más fresquito, todos juntos y hasta revueltos, la pomada.

Subió Margaret a recibir el premio a la mejor directiva del año. Daba perfecta para las fotos y habló con gran convicción, se notaba su oficio. Y con emoción también, la justa. Mencionó a su equipo, a su empresa, a su coach, a su familia y a su marido, por este orden.

"Plas, plas, plas, plas". Más aplausos. El acto, como era costumbre en España se hacía interminable, casi eterno, con la presentación habitualmente jabonosa y larga de quien iba a entregar el premio -alguien importante y, como tal, pelma-, el discurso de éste presentando a su vez a quien lo recibía y el agradecimiento de la premiada habitualmente un poco más breve.
Así tres discursitos por seis veces, las seis categorías, o sea, dieciocho personas hablando. Como habitualmente nadie se preparaba nunca lo que iba a decir, ni parecía haber límite de tiempo ni, sobre todo, de egos, todo se podía hacer doblemente largo.

Cuando Cepeda dio por finalizado el acto eran las diez y media y los camareros salieron con el cocktail, todos los asistentes se lanzaron como posesos sobre las bebidas y los canapés, había hambre.

Sonaron los móviles y se mandaron varios mensajes para confirmar que no se cenaba en casa.
Aquello acababa de empezar realmente.

14 comentarios:

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Y espero que no acabe.

Lo de los camareros me ha marcado.

María dijo...

Es que a esas horas, el hambre aprieta... y más después de tanto plas plas plas...

En cuanto a las palabras de la banquera, 100% de acuerdo: nada de cuotas, pero en ningún lado, que se aporten méritos y que estén (sea en lo que sea) los mejores. Hombres o mujeres, qué más da: los mejores.

Besos

Máster en nubes dijo...

Es un trocito, Javier, de otra cosa más larga. Gracias por ese esperar que no acabe, pero no quiero ser pelma ;-), afilo no la espada sino las palabras que se me escapan, resbalan y aparecen por la noche cuando ya estoy agotaita.

Rocío, de acuerdo aunque el cualquier caso de todos estos temas "de mujer", ya paso y mucho, me aburren. Es un simple cuento, un extracto de un capítulo. Pero por imaginar solo, es ficción, si quien dice que no cree en las cuotas y sí en el mérito lleva apellido de banquero en tres generaciones (o 4, ya no me acuerdo)... y aunque fuera injusto (no invalida un argumento el origen de quien lo enuncia) ¿no te chirríaría un poco? Pues eso...

María dijo...

Pues yo creo que lo cuestiona, Máster. No lo invalida obligatoriamente.

Dependerá de la valía real de esa persona.

Pero a priori, sí que chirría.

Capitán dijo...

Qué interesante fotografía de la situación:

Carmín, tonos morenos, besos al aire, público femenino, gallos del gallinero, administración, ejecutivos, alta sociedad-socialismo, empresario/a, directivo/a, ...

Y lo más esperado de la noche, los camareros, ¿as?

Máster en nubes dijo...

Como Bibiana era la que abría el acto diremos que camareros/as, muy buena, Capitán (te voy a llamar Capitan 2, si no te importa, es que conozco otro Capitán y para diferenciaros).

Muchas gracias por tu precisión, Capitán 2, te voy a nombrar encargado de igualdad, que me han dicho que es un cargo ahora ...

Hala, a comer, que ya es hora...

sarracena infiel dijo...

Espero que afiles lápices y palabras.

Y sí, la cosa tiende a chirriar cuando alguien, quien sea, te quiere vender una "burra" de la que ni el forro conoce.

De esos/as conozco unos/as cuantos/as.

Y la última chorrada es la conciliación, tema estrella, recitado en letanía por los progres de salón, reflejo del papanatismo de nuestra sociedad.

Ejemplo de los brindis a sol, que tanto abundan...........

Con Dios

Aprendiz dijo...

Sinceramente, me alegro de no asistir a estos actos. Me pongo mala con tanta igualdad...
Pero bueno, si había canapés...se aguanta el ego de la gente o lo que haga falta ;p

ReyVindiko dijo...

Yo te iba a preguntar que dónde te metías, así que está conseguida la verosimilitud y el realismo.

Máster en nubes dijo...

Hombre, Pepa, lo de la conciliación (vida familiar y laboral, digo), es importante, creo, pero a veces es mucho ruido y pocas nueces.

Con poderte ir a tu hora sería estupendo, con que "estar presente" no sea tomado como sinónimo de "trabajar" bastaría.

Aprendiz, por el canapé se puede luchar y de hecho hay profesionales del canapé, y con la crisis ahora más.

Reyvindiko, visto y re-contado con ciertas licencias, gracias por venir (y comentar, claro).

sunsi dijo...

Un post bueno, en el fondo y en la forma. Dibujas muy bien los paisajes humanos, Máster.

Hubo un tiempo ... lejano...que creí en el trabajo bien conciliado con la familia. Me tragué libros, conferencias, debates... Ya no. Lo siento pero ya no. Porque me vendieron la conciliación como algo exclusivamente mío... y no es así. Hace falta voluntad desde el poder para que exista una base . Y esta base comporta otra idea de trabajo con horarios flexibles que puedan adaptarse y readaptarse a las más variadas situaciones. Y contemplar que el hombre también entra en la conciliación para que la mujer concilie...

Bueno...y otra es el nº de hijos, las edades de los ídem... Demasiadas variables.

Este tema da para una tesis, Aurora. Algún día me encantaría escribir largo y tendido sobre ello. Con experiencias reales, vividas en primer persona. Porque la gente que habla de ello como de oídas es poco creíble. Tú sabes a qué me refiero...
Besos, guapa

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Mismamente estaba allí. Lo retratas que ni pintado. Casi me he quedado con el sabor de los canapés en la boca.

Me parece que estos actos, esas formas, esas palabras y maneras están acuñadas. Son moneda de cambio...y no cambian nada. Lo mismo valen para la igualdad, que para la conciliación, que para los temas ambientales, que para un roto, que para un descosido, que para...nada.

Máster, ¡eres una maestra del retrato social!

Máster en nubes dijo...

Tema más complicado que lo que parece en la empresa, no sé en el sector público, tengo la sensación de que es más fácil, Sunsi.
Y de acuerdo en tu observación primera.

Javier, tengo la sensación de que acudimos a saraos parecidos o que hemos trabajado en sitios similares, lo malo a veces es sentirse hasta algo retratada y bastante mal parada (de maestra nada, es que estuve allí ;-) y tú no hacías más que reirte, que te vi)

Montse Viver dijo...

Qué retrato de la situación, o mejor dicho qué película!, pues incluso el movimiento de los "posesos" a la caza del canapé está más que logrado...
Me alegra comprobar en tu entrada, mi tesis machacona, de que casi nunca una imagen vale más que mil palabras.Si vemos las fotos de ese acto, probablemte muy correctas todas, no tendremos ni idea de las miserias y la poca categoria de los participantes, tampoco de los fallos de la megafonia (intencionados?), quien sabe... los gallos de gallinero cacareando a sus anchas, y otros aliviados al pensar en su casa con el orden y concierto reinante, gracias a que sus esposas no eran de "esas" que reivindican. Mientras, otros perdonavidas y paternalistas condescendientes, miraban de escapar cuanto antes después de haber hecho acto de presencia.
Genial lo de los mantras empresariales obsesivos,subliminales, la presentación "jabonosa", todo escrutado con tu mirada inmisericorde y delatora de hipocresias, de mentiras piadosas, de sepulcros blanqueados, de lo peor y más vulgar del mundo.Una mirada inteligente que no deja títere con cabeza. Enhorabuena y sigue en esta línea, Aurora, creo que es bueno para la salud poder despacharse a gusto de vez en cuando, máxime cuando hay motivo.

Un abrazo.