Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

lunes, 3 de noviembre de 2008

El minuto de los ángeles


Cada vez que el sol sale y se pone, los ángeles están más activos.

Es una momento especial ese del orto y del ocaso que ellos aprovechan para hacer de las suyas.

No es tan fácil, no.

No tenemos todos los días iguales de largos, ni el sol se pone o sale todos los días a la misma hora en toda España, puede haber casi sesenta minutos de diferencia de las Baleares hasta la costa gallega.

Pero los ángeles controlan el juego horario y la geografía y se distraen con el haz de luz solar que avanza cada mañana y retrocede cada tarde. Surfean por él.

Dependiendo de la estación del año, el sol atrasa su aparición un minuto y adelanta su sueño otro minuto, con el resultado de días cada vez más cortos en verano y otoño, o más largos en invierno y primavera.

A partir de la gran fiesta de Navidad, más o menos, y hasta la noche de San Juan, también más o menos, los días se hacen más largos, tenemos un minuto de luz más por la mañana y otro más por la tarde. Dos minutos que ganamos a la noche, los mismos dos que perdemos, uno por la mañana y otro por la tarde, desde el 21 de junio hasta el 21 de diciembre. Por eso este mes de noviembre se nos puede hacer tan duro.

Esos minutos en los que el sol vuelve a salir o vuelve a meterse son aprovechados intensamente por los ángeles que controlan el espacio y el tiempo de una forma que no podemos imaginar y con cierta juerga angelical.

Hacen el caballito aunque no tengan una derby. Tienen esa chulería propia de los jóvenes, el descaro de una rubia adolescente a la que no puedes decirle que no.

El amanecer y el atardecer son momentos en que nos encontramos muchas veces más cansados o tristes, cuando se hace más patente tantas veces la soledad y nuestras muchas limitaciones, también las de los demás.

Olimpia lo sabe bien y se sube a mi cama al amanecer. Muchos enfermos empeoran al salir el sol, no sabemos muy bien por qué. Muchas discusiones se producen cuando uno está que no puede más. Las tardes están llenas de personas derrotadas que vuelven a su casa con pocas ganas para nada. De madres especialmente agotadas, de hombres que se preguntan qué fue de sus sueños, de jóvenes que se cuelgan al teléfono precisamente porque no quieren sentirse solos.

Entonces es cuando intervienen los ángeles movidos por la pura inteligencia y juego que son. Les necesitamos mucho más a esas horas y lo saben.

Zas. Es difícil sentir las cosquillas de un angel cuando una quisiera dormir mucho más, pero ahí están. En el chorro de la ducha caliente caliente que te hace dar gracias por algo de lo cual tu abuela no gozó: nada que ver estos chorros de agua y su temperatura con el hilillo con que se podían lavar antes. Más cosquillas en el olor a café -bastante mejor que el café en sí-: a veces el presagio de las cosas es mucho mejor que las cosas en sí, otro truco muy angelical. Juego también en esa juerga matutina de leer algo que te hace gracia o querer escribirlo tú. Vuelvo de la ducha y lucho con Olimpia que azuzada por los ángeles -a quienes ella sí puede ver- se empeña en provocarme a horas intempestivas. Los animales no tienen tristeza matutina, pero además los ángeles se encargan de que nosotros tampoco.

Sigo viva, Dios me quiere, por todos mis compañeros y por mí el primero (como en el juego de "salva") sale el sol cada mañana, de una manera machacona y a la vez tan milagrosa. Entiendes que los egipcios adoraran el sol, o los incas, tanto da. Pero no, que es el buen Dios que desde el origen mueve el universo, dota de matemática precisión a los astros y permite la fantástica imprevisión de los humanos, tan libres y tan distintos.

Confío mucho en la destreza de los ángeles matutinos, especialmente de mi custodio, porque soy capaz de no morir en un taxi que corre más deprisa que el avión que cojo a continuación.

Mal día en el curro, o simplemente regular. Nunca se hace todo lo que uno podría o querría hacer, roce con el jefe o con un cliente, comprobar que la vida es fundamentalmente injusta, el dinero no llega, los pelotas se hacen un hueco o simplemente no nos gusta lo que hacemos o nos gustaría hacer otra cosa. Por ejemplo, cantar en Broadway.

Zas. El aleteo de ángeles te sorprende en el metro o cruzando una calle, también tomando una cerveza con alguien, en esa mirada de cariño suave de una compañera. Dos matas de pelo negro azabache precioso, una boliviana agotada de hacer casas con su pequeño niño en la sillita, seguramente de la guardería. Te sonríen ella y el bebé al cruzar una calle. Deben de ver los bebés algo que nosotros no vemos, como en "Cielo sobre Berlín". Por eso sonríen tanto: son los ángeles que juegan.

Se ilumina también el metro de Madrid cuando el músico ruso o de cualquiera de una ex república soviética toca como eso: como los ángeles. La vuelta a casa es diferente después de pasar por algunas estaciones con esos músicos, ángeles rubios y hechos polvo.

Aleteo de ángeles en el baño de los niños pequeños. Siempre están ahí, salpicando y haciendo pompas de jabón, olor de colonia y pijamas.

Travesura de ángeles cuando entiendo que hay que dar un beso al llegar y otro al irse. A los ancianos nunca se les besa lo suficiente, a las mujeres tampoco.

Crucigrama de ángeles que ayudan a formular las palabras tan difíciles a algunas horas, "gracias", "por favor", incluso "perdón", a hacer una broma o un chiste en la cena familiar, a esbozar una sonrisa por la mañana y no un gruñido o un mugido de vaca.

Sudoku angelical muy avanzado al entender la combinación vertical, horizontal y hasta longitudinal de decirse te quiero muchas más veces de las que son estrictamente necesarias o mandan las buenas costumbres y el decoro.

Al llegar la noche o comenzar el día los ángeles se colocan a lomos del haz de luz que avanza por la peninsula o retrocede por ella y nos conectan, a tiempo mucho más real que internet, con quienes queremos, aunque estén muy lejos.

Es el momento en que uno puede sentirse mucho más unido a ellos. Pese a los 21 minutos de diferencia horaria.

Chiste de ángeles: Los teólogos discuten sobre si suena Bach o no en el Cielo cuando los ángeles adoran a Dios, pero en lo que sí hay acuerdo es que en el recreo de los ángeles suena Mozart a todo volumen.

14 comentarios:

sunsi dijo...

Decidido.

Voy a jugar al pilla pilla con mi ángel e investigar con qué ángel se alía para

contar un chiste que hace reír al anciano,

besar a la madre que está agotada,

alentar al padre que trabaja de sol a sol poraque tiene que llevar el sueldo que no alcanza,

que llore de amor el adolescente que creía que tenía los sentimientos encerrados,

iluminar al enfermo que sabe que igual no se cura pero da igual... es otro día, otro regalo.

Jugar con los ángeles, a medio camino entre la tierra y el cielo.

Gracias, Máster.

Anónimo dijo...

De todos los ángeles que he sentido, algunos tienen nombre, e incluso apellido.

ANGELES Y DEMONIOS

El miércoles pasado operaron a mi hija Sara.
La pequeña tiene seis años. Las pasé bien putas. Gracias a Dios todo salió bien. Bueno, todo no….; alguien tiene que ir urgentemente al taller. Urgentemente.
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Nunca he creído en los ángeles. Esos seres asexuados, con careto de querubines, emplumadas alas y corporeidad antigravitatoria, no son de este mundo. Ni nadie los ha visto.
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Miércoles cuatro de la tarde. Entro con Sarita y su madre al hospital Nuestra Señora de América, en los madriles. Para operarla hay que firmar un documento que te viene a decir, que si la niña se va de este mundo, tu único derecho es enterrarla. Así de crudo.
Como no tienes otra opción, firmas el papel. El anestesista te pregunta el peso de la niña. Intentas entrar en el quirófano, y te dicen que nones. Así que se llevan a tu hija del alma, y tú te quedas bien jodido en un pasillo. Esperando y rezando.
Bajas a la cafetería y los ves a la primera. En esos momentos de la vida, en que cada minuto es un año, tu atención se dispara y no se te escapa ni una.
Son cuatro, ocupan la mesa del fondo, junto a la salida de emergencia.
Son los Cuatro Jinetes del Apocalipsis. A saber: la muerte, el hambre, la peste y la guerra. Hoy se han disfrazado de conductores de coches fúnebres. Están en el hospital porque es su trabajo. Transportar fiambres.
Me acojono más de lo que ya estoy. Subo corriendo siete pisos. Pregunto por la doctora Alonso. Se está preparando para la operación. Me salto el control y consigo hablar con ella.
-¡Doctora, están ahí, son cuatro!
-Lo sé, siempre están ahí.
-¿Pero qué puedo hacer?
-Señor, no puede usted hacer nada.

Y te vas, y vuelves al pasillo, y lloras como un niño, y deseas que la doctora Alonso sea un ser humano feliz, y que anoche haya hecho el amor con su pareja hasta la extenuación, y que hoy sea un día muy lúcido para ella, y que no le tiemble el pulso, y que el anestesista no la cague.

Y te quedas, de pie, en un pasillo. Con cara de gilipichis.

Así que no puedo hacer nada…, de eso nada monada.
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Me bajo al parking. Desengancho la cabeza tractora de mi trailer. Maniobro marcha atrás hacia la salida del mortuorio. Saco todas las cadenas que tengo para conducir con nieve. Las armo, una tras otra, hasta formar un tirante de diez metros. Engancho un punta al eje trasero de mi Volvo. El otro extremo al eje delantero del mercedes del servicio funerario. Bien sujeto.
Arranco el motor. Sin moverme subo revoluciones. Llego a las cinco mil. Piso embrague. Engrano segunda con reductora.
Respiro, pienso en mi hija y levanto bruscamente el pie del embrague.
Los neumáticos de mi Volvo rasgan el alquitrán. Se forma un nube azul. Salgo disparado. Me siguen mis cadenas y el eje delantero de un mercedes funerario.
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Hoy ese coche no se mueve ni de coña.

Aparco donde puedo. Subo a planta. Espero y desespero.

A las ocho de la tarde sale la doctora Alonso. Está sudando. No sé lo que cobrará la señora, pero hoy me parece que se ha ganado el sueldo.
Me dice que la niña está bien, que no me preocupe.
Yo la abrazo, le doy dos besos y rompo a llorar como un magdaleno
………………………………………………………………………….

Nunca he creído en los ángeles. Esos seres asexuados, con careto de querubines, emplumadas alas y corporeidad antigravitatoria, no son de este mundo.
Pero se que al menos existe uno.
La doctora Alonso.

Con unas alas blancas, rasgando el horizonte.

Atentamente . Driver.

Máster en nubes dijo...

Estamos en contacto, Sunsi, Driver, estoy esperando los datos del tipo, daré hoy un toque. Me han encantado las dos aportaciones. Sois unos padrazos ambos ... ¿no?

Buenos días a todos, el sol sale hoy en Madrid a las 7.49 y se pone a las 18.06, atentos... (Sunsi, 21 minutos antes allí)

Modestino dijo...

Gracias por tu post: oxigena una mañana difícil: que Dios te lo pague.

Jose dijo...

Driver, ¡acojonante tu comentario de hoy!

Máster en nubes dijo...

Es que el Driver... es mucho Driver, te drivea así sin previo aviso y te deja ko por un ratito.

Y los demás, igual, cada uno en su estilo, siempre es un PLACER que os paséis por aquí. Siempre.

Anónimo dijo...

Me encanta la apasionante aventura del día a día.
Qué distinta manera de ver las cosas, ¿verdad?
Yo creo que en esta vida uno de los más preciados y preciosos dones es el de la vista.
De hecho yo creo que eso es lo que le hace a uno distintos, único... Ahí están los artístas que pisan el mismo suelo, respiran el mismo aire, y beben el mismo agua... y sin embargo, ven un mundo que al resto de los mortales se nos escapa.
Con esa visión, comadrona, nos abres los ojos a los demás para saber que el día de la marmota no es el mismo una y otra vez. No. Cada día tiene toda una lista de misterios, preguntas, alguna respuesta, lágrimas, luchas, derrotas y victorias, amigos, alegrías....
Así la vida es una aventura apasionante y al final, como en "El Cielo sobre Berlín" (comadrona has de verla si no lo has hecho), podrás sentir (como el viento que no lo ves pero lo sientes) su presencia; la de los ángeles.
Qué curioso, ¿no os parece? Seguramente la Dra. Alonso haya recibido el piropo más bonito de su vida (de la pluma Driver) y nunca se entere.
Hoy pienso esperar al atardecer como un niño se va a la cama un 5 de enero.

Máster en nubes dijo...

Uy! ¡qué sorpresa! debes de ser alguien muy cercano ... y no caigo. ¿Quién puedes ser que sabes mi nombre? Día de la marmota ... mmmmh... ¿Natalia? Sólo tú o alguien muy cercano puede decir lo del día de la marmotaaaaaa!

Claro que vi "Cielo sobre Berlín",si no no hubiera podido escribir sobre esto.

Una maravilla... Sobre el mismo tema luego los yankees hicieron "su" versión, Ciudad de los ángeles, con Nicolas Cage y Meg Ryan ... provocaba la risa y no la emoción. Bueno, perdón, a lo mejor a alguien le gustó, a mí nada...

En cualquier caso y seas quien seas, Lolita, bienvenida/o siempre a esta casa...

Anónimo dijo...

Hay un no sé qué que no se sabe bien... en los hospitales. Quizá no sean ángeles... pero algo hay.

Driver... me he emocionado. Tus relatos me ayudna mucho, pero hoy especialmente.

Ana.

Gracias Master por el espacio, y perdón por robártelo para decirle algo a Driver.

Máster en nubes dijo...

En los hospitales... pasan muchas cosas, tú sabrás de esto más ¿no?


Ana, estás en tu casa...ya sabe Driver lo que me gusta que deje aquí sus cuentos... y que se comenten, lean... Da nivel al blog ja ja ... Es como el cross booking pero en plan cañí...

Lumroc dijo...

Y un beso para Sarita ….

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Cuando yo era niño los camiones, que eran entonces más pequeños y menos potentes, llevaban una especie de visera en el parabrisas, a modo de parasol. Era algo así como unas grandes gafas de sol del vehículo. Normalmente eran de color azul o verde oscuro. Los camioneros aprovechaban para poner sus dedicatorias, habitualmente el nombre de sus hijos. En mi pueblo estaba el camión del tío Nicolás, que tenía allí rotulado: “Franciso Javier y Antonia”; y el de otro, que había escrito, con letras góticas preciosas, “Carmencica”.

Una vez le pregunté a mi padre por qué los camioneros escribían esos nombres. Él se quedó pensando un rato y me dijo que “ahí se escribe el nombre de quien te acuerdas cuando estás solo”.

¿Y seguramente, digo yo, en el Volvo de Driver, también está escrito el nombre de “Sarita”.

Anónimo dijo...

Lumroc.
Debería de llevar los nombres de mis familiares en mi camión.
Pero me lo pensé muy bien, miré hacia dentro y surgió la frase.
Sólo hay alguien que me acompaña siempre.
Sólo un tipo me ha sacado de los apuros.
Sólo encontré un socio de verdad.
Alguien que juega duro.
Pero juega limpio.
Encargué el rótulo:

DIOS TE AMA.

Creo en ello.
A pesar de las infinitas curvas de la carretera.

Lumroc dijo...

Sabias y profundas palabras las tuyas.

Máster en nubes dijo...

Me encanta que paséis por aquí, Lumroc, estoy con Jose A, lo que te ha dicho en Suso, me ha gustado mucho lo que has contado del cine...

Buenas noches.