Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

martes, 25 de noviembre de 2008

Slow Food y el pan de cada día


Slow Food. Hay un movimiento, nacido en Italia, y al que se han adherido franceses y algún que otro español, para promover una vuelta a la lentitud de las comidas y, más allá, a una cierta recuperación de los ritmos de antaño: más lento, menos precipitado, saboreando todo más, y no sólo la comida.

Está bien, pero no es tan fácil.

La verdad es que hacemos hoy muchas cosas, muy variadas, quizás demasiadas.

No es sólo trabajar, que hay horarios y dedicaciones infernales, es además todo lo que hay que hacer. Porque no somos máquinas, sino personas que comemos, dormimos y vivimos en una casa que hay que mantener. Y a veces se tienen hijos, padres, otras personas de las que uno se ocupa.

La logística material y humana lleva tiempo, y eso que hemos reducido esfuerzo y tiempos.

Pero todavía hay que comprar para tener que comer -aunque lo hagas por internet a veces- hay que cocinar, limpiar, lavar, planchar: las tareas domésticas llevan su tiempo, aunque las reduzcas y simplifiques.

Hace unos años una amiga mía me decía de un profesor "jo, cuánto escribe, como le cunde". No me gusta quitar mérito, pero se lo dije con toda sinceridad: "Lo siento, pero esta persona no dedica 2 o 3 horas a su casa todos los días, 2 o 3 horas que son para escribir, por ejemplo, o leer, todos los santos días. ¿Te imaginas que de repente tú tuvieras todos los días 3 horas para escribir o leer? Tres tesis doctorales te hubieran salido ya".

Llamar cuando se estropean las cosas, estar cuando vienen a arreglarlas, llevar el coche a la revisión, ir al médico -o acompañar a otros- porque hay que verse eso o lo otro, hacer y pagar los impuestos, abrir los extractos del banco y estar un poco al tanto, la lista es innumerable. Todo eso también lleva tiempo.

Añade ese tiempo al laboral y se explica nuestra cara de velocidad, nuestras prisas muchas veces. El tiempo no es elástico, es limitado.

Y no menciono lo que lleva en términos de tiempo atender niños o personas mayores. No son 2 o 3 horas diarias, es mucho más. Decía un amigo mío que los niños son cronófagos. Más cuando son más pequeños, pero me dicen mis amigas que también luego: ir y llevar en coche al colegio, ir a ver al profesor, escuchar, estar, etc. Es todo el día.

Por eso, y con todos mis respetos, cuando se critica que hoy vamos con muchas prisas, especialmente las mujeres, creo que habría que recordar que se va con muchas prisas porque se tienen que hacer muchas cosas, más que antes. Aunque en casa se hayan simplificado las cosas, hacemos más, se atienden más frentes que se han hecho más complejos, pienso a veces.

El movimiento ese del slow food o las loas generales a la lentitud, que no son malas en sí, revelan a veces que quien las escribe o proclama está poco en el mundo real. Es un poco teórico de la cosa del tiempo, no un práctico, casi seguro que no tiene que llevar una casa. Porque la mayoría de las personas se pueden permitir cierta lentitud el fin de semana, pero entre semana ¡vuelan!

En el mundo real hay que trabajar para ganar un sueldo y ocuparse para que las casas no se caigan y las personas, que son los más importantes, sigan adelante alimentadas, cuidadas, vestidas, atendidas, etc.

También pienso muchas veces que todo esto, que es motivo a veces de prisas, agobios y algo de cansancio, te da un sentido más exacto de las cosas.

No envidio a quien no las tiene que hacer, la verdad, creo que es mejor estar en la logística de cada día.

Nuestro pan de cada día, dánosle hoy. Y dinos cómo se gana, que no es sólo en la oficina.

19 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes toda la razón del mundo, la no elasticidad del tiempo te da la exacta medida de las cosas que haces, la importancia que tienen. En realidad estamos priorizando cada día.

Cada día confrontamos nuestros saco de los futuros proyectos con el proyecto que tenemos ahora entre manos, y eso es lo que le da la exacta medida de cuán necesario es, y la ilusión por continuar con lo que empezamos a pesar de las rutinas.

Yo también pienso que cuántos libros leería si no atendiera todas esas pequeñas cosas de la vida diaria, sin embargo también sé que entrar en una casa cuidada tiene un valor infinito, que entrar en ella es sumergirse en el más cálido de los libros... no digamos ya cuando tenemos bajo nuestro mirar las personas que queremos.

En fin... el pan nuestro de cada día... que no nos falte, sí...
... y algún que otro premio más. Eso deseo.

Máster en nubes dijo...

Elena, guapa, pues sí, me acuerdo siempre de José Julio Perlado en un taller de escritura que nos contaba cómo escribía él en mitad del follón doméstico... (se llevaba a su hijo a que estudiara ... y él escribía mientras "le echaba un ojo" en el coche!!!) También me explicó que era importante los dead lines, las fechas de entrega: hoy tengo una, horror, terror, pavor. Te dejo. Benditas fechas de entrega... para los que vivimos el continuo posponer las cosas ¡nos salvan del desastre!

Anónimo dijo...

Si... a ver para cuándo todas esas cosas que se nos quedan pendientes tienen un hueco...

... pero es cierto también, que no nos falte el pan nuestro de cada día.

Un saludo a todos.

Ana.

Anónimo dijo...

Yo tengo la teoría del "sano conformismo". Es simple y realista. Parte de la observación (por ahora en piel ajena) de dos realidades relacionadas; no solemos llevar las riendas, sino que esto es más cabalgar sobre las crines y un poco a donde nos conduce la corriente, y las cosas no suelen ser como las pintamos.
Cuando somos niños pintamos el sol, las montañas, las nubes, las casas.... pero no son como las plasmamos. El matrimonio, la amistad, el trabajo, el descanso, el lujo, lo prohibido... casi nunca es como uno lo ha pintado (o se lo han pintado). Sin embargo en la realidad personal hay un apasionante sinfín de misterios encerrados; alegrías, penas...
Tu consideración me ha recordado esta reflexión que es reciente para mi.
Los días son un poco como aquella pelícual que empieza siempre en la misma jornada "hoy es el día de la marmota". Y sin embargo tiene encerrados regalos preciosos para la atenta mirada; la sonrisa del portero, la música que acompaña al planchado de camisas, las noticias del desayuno....
Al final, si lo asumes, este juego de la silla, tiene un estrés divertido; que suene la música!!!!

Máster en nubes dijo...

Al anónimo, gracias por comentar.

No obstante yo creo que aunque haya sorpresas y nunca falten, de ningún tipo, forma parte de la madurez tener una expectativas realistas sobre la vida, sobre uno mismo, sobre los demás...

Realista no es no tener ilusión, es tenerlas variadas, diversificadas y "moderadas" entre unas y otras...

Realista también es saber que algunas cosas muy importantes te vienen dadas casi (son regalo, son don, bueno, todo es don ... sería tema de otro debate)... y otras algo, un poquico, te lo curras.

La amistad se curra un montón, implica mucho tiempo. Luego hay suerte, pero también dedicar tiempo.

A mí me gustan algunas tareas de casa (no todas pero es que además tengo otras cosas que hacer) porque me permiten pensar mientras las hago. Me dan otro ritmo que el laboral que es más corre corre

Jose dijo...

Master, yo llevo algún tiempo intentando escribir una novelilla. Más que nada es una ilusión. Ya he escrito algún que otro relato corto... antes de que nacieran mis hijos. Tengo la idea, la estructura, un montón de apuntes, pero me falta el tiempo para ponerme a escribr. me ha gustado y comparto eso de que los hijos son unos cronófagos. Absolutamente cierto.

Anónimo dijo...

Jose A... a por esa novelilla. Busca un escondite, un tiempo, no cada día, sí cada semana... y siempre con el cuaderno de notas a mano.

Esto me recuerda a los inéditos que dejó en una armario Mario Lacruz, inéditos que fue escribiendo a lo largo de su vida como editor y que nunca publicó... y de los que sus hijos no supieron nada hasta después de la muerte del autor. Nunca supieron cuándo los pudo escribir.

Por cierto, os animo a su lectura... Si queréis conocerlo un poco entrad si os apetece en su página de

internet.http://perso.wanadoo.es/mariolacruz/



Perdona Máster por robarte el espacio para llamar la atención de tu contertulio Jose A.

Y también perdóname tú, Jose A, por meter mis naricillas en tus asuntos.

Jose dijo...

Por favor, Ana, nada que perdonar... buena sugerencia.

Máster en nubes dijo...

Jo, Jose A., qué suerte, sólo pensar en "armar" una novela y escribirla... me parece complicadísimo. Pero a veces la falta de tiempo es casi mejor a la hora de escribir, creo que afinas más. Ánimo, que seguro que te saldrá.

Ana, estás en tu casa, voy a echar un vistazo a lo que dices, gracias por la sugerencia... Tengo tanto que leer que no sé por qué escribo, la verdad...

Anónimo dijo...

Los ritmos (y los tiempos) de antaño no eran, precisamente, la Arcadia feliz. Si los del s.f. se ciñen a la burguesía, pues vale.

El resto tenía aún menos tiempo que nosotros y, además, el mero hecho de la supervivencia diaria representaba un esfuerzo físico tremendo.

Otra cosa es eso que ahora se ha dado en llamar "la gestión del tiempo" (¡menuda cursilada!) y sí, llevamos vidas atareadas.

La vida actual requiere dos cosas: inmediatez (todo pronto y todo ya) y productividad (lo mejor al menor coste posible)

Y, francamente, resulta muy difícil sustraerse al ritmo que te impone la sociedad en la que se vive.

En cuanto a la familia, los amigos y la casa, pues como siempre, saldrá de donde ha salido siempre: del esfuerzo, del trabajo, del sacrificio y de la alegría y generosidad de quien lo practica.

Máster en nubes dijo...

Pues sí y no, Pepa.

Voy a mirártelo, pero las horas que se dormían antes eran MAS, por ejemplo. Al menos en la España rural, no quizás en la "industrial".

Totalmente de acuerdo en lo del esfuerzo físico. Pero se concentraban más las tareas: el centro de trabajo y hogar estaban -insisto, en las sociedades rurales- en el mismo sitio. No se "movía" tanto el personal.

Hoy tenemos stress por exceso de variedad, interrupciones. Ponte 2 horas a hacer algo seguido y verás como se rinde más y se cansa uno menos. Lo que nos cansa ahora es el exceso de picoteo.

Aunque también la variedad tiene sus cosas buenas. Echa un vistazo al blog de toi y verás un reportaje ALUCINANTE! Voy a pedirle si lo puedo linkar mañana porque me ha apasionado.

Anónimo dijo...

Vale, pero ¿cuál es el blog de toi?

Anónimo dijo...

Y efectivamente, pensaba más en la sociedad industrializada que la sociedad agrícola.

Y también picoteamos en muchos huertos.

En cuanto al movimiento, fíjate, hace un tiempo o leí o ví un reportaje en que se afirmaba que el hombre actual esel más sedentario de la historia de la humanidad.

Máster en nubes dijo...

A la derecha los tengo, es el de shakuhashi, pero si pinchas en el que pone Toi en la parte de bitácoras que sigo te sale directo.

Es sobre el tiempo... con Punset y un americano interesantísimo.

http://www.shakuhashi.com/

Anónimo dijo...

tu post es un golpe de realidad algo amargo, y lo entiendo, pero duele

Máster en nubes dijo...

Bienvenido, amor.

Pero tu comentario me extraña mucho. Qué cosa más curiosa, yo no veo nada de amargura en lo que he escrito, ni un poso. Es al revés: me gusta tener que hacer cosas en casa y es lo que pido, ese contacto con la realidad doméstica más allá de la vorágine laboral.

He vuelto a leer 2 veces lo escrito, y los comentarios. Me vas a perdonar, pero sigo sin ver la amargura que dices. La realidad de hacer cosas, varias al día, no es amarga, es placentera porque unas cosas -las domésticas- nos mantienen en contacto con la vida: dar de comer a las personas, cuidarlas. Otras, salir a trabajar, me hacen tener el sueldo para pagar la casa, por poner un ejemplo. Es simple realidad, no es amargura, sino aceptar ese pan nuestro de cada día que digo al final.

¿Dónde ves tu lo amargo?

Anónimo dijo...

Doña Máster. Es usted una señora de lo más optimista. Ahora en serio.Yo tampoco he visto amargura. He visto a una mujer que le va la marcha. Que en el follón diario encuentra tiempo para todo y que el follón la espolea para rendir más.

Sana envidia... que se me contagie. Que yo me apuntaría ahora mismo a esa teoría de la lentitud. Pero caigo en la cuenta de que, en mi caso, es una utopía.

Saludos... Un buen blog.

Máster en nubes dijo...

Anónimo, bienvenido/a quien quiera que seas. Y gracias, me quedé un poco chafada con el comentario de Amor. Me horroriza la amargura, de verdad. No puedo, como la frialdad.

Para bitácoras buenoass mira los de mis "compañeros" a la derecha, desde el primero, creo que es el de Suso Ares que es que no hay día que no te encante su brevedad y peso... hasta el último que pienso es el de Toi con sus paredes naranjas donde se está tan a gustito o el de Sunsi, también muy acogedor. La mía hace lo que puede, y tengo que aprender a escribir más corto. Entre otras muchas cosas.

Pero gracias y tómate un café o té, quizás lo primero ¿no?

Anónimo dijo...

Gracias, Máster. Conozco esos blogs. El de Sunsi, la verdad, según como es un folklore que uno se pierde. Es una ilusa que deja campar a todo quisqui... un descontrol. )): Pobreta, supongo que hace lo que puede. Hoy me he pasado por allí y la noto triste. Le habrán dado uua mala noticia...

Sí, prefiero un café, gracias.

Insisto. Un blog para aprender.