Me quedo pensando sobre el espanto de la gala de los premios del cine francés, los César, este año. Una mujer como de mi edad (iba a poner "mayor", pero no quiero ofender a nadie) desnuda ensangrentada con dos tampones como pendientes reivindica no sé qué. La imagen es tan desagradable, que no creo que lo que pudiera reivindicar sea ni escuchado ni entendido, repele.
Hay algo muy perverso en lo feo, en el feísmo, y especialmente perverso cuando somos las mujeres las que lo protagonizamos. Lo peor es la corrupción de lo mejor, no recuerdo bien si es Santo Tomás de Aquino quien lo escribió. Creo que hay algo profundamente antinatural en que una mujer acepte (y mucho menos que quiera) ser mostrada así: espantosamente fea.
Recuerdo el libro "Erótica y materna" de Migliarese, ese equilibrio para alimentar la parte del yo de una mujer que necesita sentirse querida, deseada, admirada, junto a esa otra parte de nuestro yo que nos pide alimentar a terceros, que algo contigo o en ti crezca, sea.
Romy Schneider en la primera gala de los premios Cesar |
Repaso las fotos de los César, de los premios Donatello y de los Oscar y veo que la quiebra estética aparece en los 70. Hasta entonces había como una contención o un algo de aspiración a la belleza, de celebración con y en ella. Y sí, también hasta los 70 no te metían un peñazo de discursos reivindicativos los actores o quien fuera, no te querían concienciar en galas, lo harían en su tiempo libre y no en su trabajo (leí hace tiempo a un actor que decía que todos esos eventos son trabajo y como trabajo había que tomárselos).
Día de San Patricio hoy y me acuerdo de mis dos largos veranos irlandeses y de Sean, Claire, Ruth y de mis sobrinos que compartieron conmigo esos días. Dios bendiga Irlanda y San Patricio nos libre a todos de las serpientes.
Ayer y hoy dos días espléndidos aunque fríos en Ávila. Los herrerillos, los mirlos y un par de jilgueros, buenos pandilleros que son, muy activos, también el petirrojo que nos visita.
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