Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

martes, 16 de marzo de 2021

Sic transit gloria mindundi (I) 16 de marzo 2021

La idea del título me la dio Carlos, y antes, de refilón, para el contenido, Rafa, que creo que iba de choteo o con retranca. Unas líneas, nada, ni a dietario o diario llega. Una mirada sobre lo que sucede por dentro y  por fuera. 

"Sic transit gloria mundi" y de fondo una calavera o una naturaleza muerta (yo preferiría viva) con algo, Dios lo quiera, de humor. Si uno se mira por dentro sabe que no se puede fiar mucho de los vaivenes. Desde luego no de los internos, pero ni siquiera de los externos, que menuda temporadita llevamos. De ahí el Sic transit gloria mindundi, no llega a mundo, sino al sujeto.  A ver, que en dos generaciones de nosotros no quedará nada en esta tierra.

Vino ayer Ignacio y anduvimos por Campoazalvaro con la perra. Da gusto verle porque siempre está sereno. Hacía un sol espléndido y no había apenas gente.

Escribí un poco, le di vueltas a un par de temas. Leí otro poco. Luego me puse a cocinar una tarta de obleas experimentando con 3 rellenos. Las obleas esas de barquillero estoy segura que pueden dar de sí, tengo que dar en la tecla. Viendo el otro día a un cocinero que me encanta (porque es alegre y no se toma en serio), Gipsy Chef, me animé a probar. Colgué lo que hice en instagram con mis fracasos -si el relleno es húmedo, por poco que sea, se quedan chiclosas las obleas, ay- y lo que he aprendido. La cocina enseña con equivocaciones y aciertos. 

Hoy hablo con un conocido al que llamo de repente porque me digo que de hoy no pasa (o pasarán 4 años de nuevo). Jubilado ya, me cuenta que no quiere "ser viejo" si eso implica no tener proyectos y quejarse todo el tiempo. Siempre me acuerdo de Lutero y su hombre (¿corazón decía?) curvado sobre sí mismo, la gran tentación que puede aparecer como consuelo. Quedamos en hablar otro día viéndonos por zoom o algo. 

Muere el abuelo de mi futura nuera. Tenía un huerto maravilloso con esos tomates que saben y hasta azafrán, que me trajo un día Elena. Y un merendero del que me habla entusiasmado mi hijo Adrián, como se tiene en muchos pueblos en Valladolid, un lugar para tomar lechazo con la familia y los amigos, esa mesa celestial en lo terreno. 

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