Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

domingo, 9 de febrero de 2025

Todo el mundo quiere ser nosotros

Hace unos años, cuando escuché al profesor Ángel Barahona explicar a René Girard (gracias a la generosidad del profesor Clemente López González, que le cedió una de sus clases de Historia cultural de Occidente en el Máster), tuve uno de esos momentos que podemos llamar "eureka". 

Lo he escrito ya antes, me repito, pero es que aquella explicación del deseo mimético es verse uno y entenderse mejor. 

Es una conversión diaria esto. No es que lo veas y ya. Es algo que hay que hacer cada día y a cada momento. Porque a veces está muy metido por dentro. 

***

A mí los deseos me parecen fundamentales. Por eso, todo lo zen o la cosa budista me parecen un poco de camelo. Creo que las personas tenemos deseos, pasiones, y que jugar a la cosa de vamos a hacernos como el agua me parece una trampa saducea. Me fío cero. 

La pobreza de San Francisco no una cosa de negación budista, es otra cosa muy diferente. Por amor al Maestro, por parecerse a él, renuncia a los bienes materiales y abraza a la hermana pobreza. No por falta de pasión, sino por una pasión mucho más fuerte. 

***

¿Tú qué quieres? 

¿Qué es lo que realmente deseas de verdad si te miras por dentro? 

No lo que te dicen que "tienes" que querer... una carrera, dinero, reputación, estar en la pomada, en fin, lo que sea —.

Esto en lo grande... y en lo diario, en lo pequeño, a cada momento. 

Y, de repente, te das cuenta que lo que tú quieres realmente, yo qué sé, es compartir conversación y mesa. Intentar que te salgan las migas como le salían a tu abuela.  Ir andando a Brieva con una amiga. Ser útil. Tener tiempo, ese lujo impresionante porque es el más escaso de todos. Irte al cielo y poder estar para siempre con Dios y con quienes quieres y te han querido. 

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Creo que vivimos una de las mayores uniformizaciones de la historia, un modo evidente de violencia. No se permite la menor disidencia. Es que ni por dentro se puede admitir lo que uno quiere de verdad. Lo veo con amigas jóvenes y mayores. 

Resulta que todos no te cuento el "todas", el deseo mimético es clave en el feminismo y en parte de sus consecuencias tenemos que querer lo mismo, ser ese o esa, ser como ese o como esa. No ya tener eso o aquello que tal o cual tienen, no, acaba siendo desear ser otro. 

Es aquella frase lapidaria de Miranda en la película ""El diablo viste de Prada", "Todo el mundo quiere esto, todo el mundo quiere ser como nosotros". 

O aquel despacho como otros 200 despachitos iguales al final de "Armas de mujer". 

Hay muchos ejemplos.

Desde que descubrí a Girard y vi el rastro del deseo mimético en mi vida creo que soy más consciente. Y lucho para que no me pueda.  

 




1 comentario:

Lolo dijo...

Para mantener vivos los deseos hay que luchar, es verdad. Me he imaginado una jeringuilla inyectándome ese deseo de ser otro, como en una receta de cocina con pretensiones. Quiero desear ser yo, hasta el final y con mis circunstancias. Gracias por recordármelo, Aurora.