Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

lunes, 10 de junio de 2024

Elogio de la riqueza. "Ejecutoria" (tu casa es ésta)

"Elogio de la riqueza" es el título de un libro que me gustó mucho y que me recomendó Enrique Borrajeros, pero no es el del que quiero escribir en este momento. 

Aunque ese título me sirve para escribir lo que siento al acabar "Ejecutoria", de Enrique García-Máiquez; más que una reseña, un profundo agradecimiento porque a mí me hace mucha falta la riqueza. 

Es como si me hubieran invitado a una casa en el campo o en un pueblo, una casa que no es mía (aunque luego lo sea, ese es el tema): es de alguien suficientemente generoso como para abrirla y que la disfrutemos.  Una casa de esas con suelos de barro y parra y patio y sol y árboles crecidos y fuertes. Da igual si es de un labriego o de un propietario de tierras, pequeña o grande. 

Esas casas limpias, encaladas, dignas y preciosas de nuestros pueblos y de nuestro campo.

También valen las casas que hay en la España verde del norte, es simplemente esa idea. 

***

Te abren la casa. Y tú mucho oh- ah al ir viendo las habitaciones, los suelos, las maderas o la simple piedra, el fogón, la leñera... y luego....  ¡van y te dan las llaves! Y te dicen...  "Ven y quédate lo que quieras, esta es tu casa". ¿Quién no querría?

***

Cosas buenas que ocurren leyendo "Ejecutoria": 

1. De repente quieres ser mejor. No es que antes no quisieras, pero es que se te olvida a veces. 

2. Caes en tu nombre. En lo importante que es tu nombre. Ese que viene de tus padres y de tus abuelos... el que llevas. Apellido y nombre, ese verdadero que sólo Dios conoce, como el tercer nombre de los gatos de Eliot. 

Caes en que eres hijo de tus padres que no se merecen que te canses, estés triste o tires la toalla. En que eres hijo de Dios. Esto último -la filiación divina- es una llama constante en el libro. ¿Que no crees? No te sobrará. ¿Qué crees? Te lo recuerda: no hay título más importante. 

3. Te ríes mucho. Te emocionas a veces. Yo con el mendigo de Baudelaire he llorado, lo confieso. Pero me he reído más. Y he sonreído todo el tiempo. 

4. Apuntas los libros y autores que querrías leer... y que leerás cuando Dios disponga (que a veces no dispondrá que los leas) 

5. Das gracias por la riqueza de Enrique, que es uno de los hombres más ricos (esto sin que Hacienda se entere) .Y que, gracias a lo que escribe, nos hace compartir su riqueza, la riqueza. 

6. Porque más que rico él -que lo es-, es que nos pone a la vista una riqueza bestial que todos podemos tener si queremos. No se agota. No paga impuestos (bueno, sí los paga, no en el IRPF o patrimonio, pero vaya que si paga peaje esa riqueza, pero no vamos a entrar ahora en ello). 

El legado, el enorme legado que tenemos y cuyo foco (hilo) puede ser la nobleza de espíritu, algo atrayente, que "llama".

Ay, qué gusto que haya ricos y que haya riqueza. ¡Que tengo -tenemos- toda una casa con suelo de piedra haciendo dibujitos como esas de Toledo! 

Y qué pena enredarse en lo que es pobre, feo, mínimo. 


PD: Un buen amigo me dice luego "Las casas hay que mantenerlas, Aurora"... Ay, qué buenísima precisión me hacen siempre los amigos... Tiempo y esfuerzo por mantener esas maderas tan bonitas, esos suelos, el techo. 


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