
"Suite francesa" es un libro ya para mí imprescindible por calidad literaria y por lo que cuenta: la entrada en París de los alemanes mientras huyen los parisinos, y luego la ocupación a través de estampas y relatos que se entrelazan. Es la fuga, muchas fugas, intentando salvar lo que no puede salvarse o conservar lo que es totalmente secundario y, en cambio, a menudo inconscientes ante lo que es importante.
La guerra, vuelvo a darme cuenta de nuevo, está hecha de heroísmos puntuales y de muchas miserias y cobardías que Irène Nemirovsky cuenta magistralmente. Respiras el ambiente y los personajes, tocas el campo, las casas, los objetos, los animales, de lo bien que describe siempre. Y tiene mérito, porque el ritmo narrativo mantiene la tensión, la novela te atrapa.
Me gustaría pensar que todo ello es pasado. Pero lo más espeluznante del libro es que sabes que en situaciones de crisis, duras, no de guerra solo, de hambre o necesidades, o como la que estamos viviendo ahora en España, seguramente seríamos capaces de hacer las mismas barbaridades, de ser igualmente pequeños y miserables.
Me temo que es muy posible una suite española en estos momentos de debacle.
Soy optimista en el largo plazo porque creo que aquí estamos de paso. Pero en el corto me parece que se puede robar un coche a una pareja de enamorados y dejarles tirados a la intemperie, o que unos huérfanos acaben matando a quien les guía. Podemos estar pendientes de las más absolutas nimiedades, de nuestro pequeño confort, pegados a luchas intestinas o personales, mientras todo cambia, y no queremos aceptarlo, enfrentarnos a ello o luchar realmente. Ayer y hoy existen Gabriel Corte entre los intelectuales, hay familias como las que Némirovsky retrata, Michaud que no hicieron mal a nadie, Pericand viviendo del pasado, gente de pueblo desconfiada y mala, amor al dinero por encima de todo. Hay odios pequeños y grandes. Y hay políticos que no dan la talla. Nos falta grandeza, generosidad, magnanimidad, unidad de verdad, solidaridad que no sea una palabra.
Los cobardes y pequeños no fueron los franceses solo. Me parece que es cierta Europa la que la autora retrata, no únicamente Francia, esa civilización occidental que se mira demasiado el ombligo y a la que al final alguien tiene que sacarle las castañas del fuego. Entonces y ahora. Aunque quizás ya nadie nos las saque.
El libro de Irène Némirovsky es desolador, tal y como lo tenía concebido ni siquiera pudo acabarlo. Hizo sólo las 2 primeras partes.
Es complicado ser consciente y a la vez tener esperanza.
PS: Me cuentan del cartel que alguien ha colgado al abrir un gran centro comercial con la que está cayendo. "Yo confío en España". Quizás ese sea el giro que necesitamos, confianza en uno mismo, en los demás, y unidad.