(El relato completo está en Culturamas, pincha aquí si quieres leerlo)
Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.
martes, 18 de octubre de 2011
Nadie
Comenzó tras un viaje al volver a casa, un edificio moderno e impersonal de discretos apartamentos anónimos. Algunos de alquiler por meses eran lugares de paso. Allí nadie parecía existir o importar a nadie. El portero siempre ausente, como si no estuviera, perdido en el garaje o en los sótanos, un fantasma casi. Solo de vez en cuando veía a alguna pareja a la que saludaba, a un anciano jubilado y sordo como una tapia, o a una mujer permanentemente enfrascada en una conversación por el móvil. Pero lo habitual era no cruzarse con nadie. No había un alma. Solo la luz fría y blanca que nunca se apagaba iluminando pasillos, escaleras y el portal inmaculado. Alguien limpiaba todos los días y lo hacía meticulosamente, sin que se le viera y en silencio, quizás muy temprano por la mañana.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
6 comentarios:
Me sonaba el relato. Hoy lo he leído más frío y más blanco; la foto ha ayudado. He notado la temperatura del niño. Y la soledad y el llanto agarrado en las entrañas.
Me ha gustado mucho, Máster.
Gracias, Lolo. Lo dormí más de un año , lo volví a escribir y a dormir varios meses, y a limar de nuevo para Culturamas. Así tengo muchas cosas. Besos, y gracias de nuevo por leer. Escribir es una necesidad y tiene en sí ya su recompensa, pero que te lea alguien es fundamental, alegra mucho.
Muy buen relato, y me alegro que te lo hayan publicado en Culturamas, que desde luego no es cualquier cosa. Enhorabuena
Gracias, Miguel, desde el gripazo y el pedazo de fiebrón -gracias a Dios los virus humanos no viajan por pantalla- te mando un abrazo.
Decía Kipling que hay recuerdos que queman como un hierro al rojo. Y agua pasada siempre mueve molino (esto no es de Kipling). Qué hondo desconsuelo en el relato.
Saludos doña Aurora.
Kipling, uf, qué recuerdos, Don Retablo, cómo me gustaba el If que nuestros padres nos repetían allá en los 70, algunos lo tenían colgado enmarcado... ¡Y Kim de la India! En fin, recuerdos.
El cuento es de desconsuelo, sí, y de cómo las casas a veces son como un cuerpo paralelo al que se tiene.
Publicar un comentario