Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

miércoles, 21 de agosto de 2024

La entrega

Hace unos meses escuché un  Dalroy con Ángel Barahona donde él decía que creía poco en las palabras. Mejor dicho, que siendo éstas importantes, es el testimonio lo que mueve. 

Estoy totalmente de acuerdo. 

Me encanta leer. Y conversar.  Y escuchar a gente que habla maravillosamente. Y escribir. No seré yo quien desprecie o minusvalore el peso de la palabra que ordena (especialmente cuando el orden es, ay, una de mis muchas asignaturas pendientes, corramos un tupido velo). 

El peso de la palabra que nombra, narra, inventa, que explica o razona lo que es o puede (o pudo) ser (me acuerdo de aquel "del ser se dice de muchas maneras"), ahí queda. 

Sin embargo, creo, me parece, o al menos yo así lo siento, que es testimonio, encarnadura, lo que más necesita nuestra era. Yo al menos. 

"Ven y lo verás...", así lo relata el propio Evangelio. 

***

Hablando hace meses con la Hermana M. conveníamos las dos en lo atractivo de la entrega. A raíz de San Ignacio era. Las dos fascinadas con el personaje, con el santo. Ella en sus treinta y yo en mis sesenta y...

La entrega. 

Traduciendo estos días ese "devoted" o "devotion" del inglés al español me salía que la palabra adecuada a veces era eso, entrega. No ya dedicaciónentusiasmo ni fervor, simple y llana, y ardua, entrega. 

***

Nada hace más atractivo a alguien que la entrega. No en vano la promesa que se realiza en el sacramento matrimonio es esa: yo me entrego a ti, N. Es bestial realmente. Sólo si crees en el sacramento "caes" en que dicha promesa es posible gracias a Dios, no a tus humanas fuerzas. 

***

Podría decirse que sí, pero mira también que la entrega puede ser ambición, locura, esa idea devoradora de genios "entregados" a lo que sea, común también a aventados diversos en política y un largo etcétera. Pero es que entonces es ambición habitualmente. 

Frente al proyecto del yo, el ídolo siempre, la entrega. Que no puede ser a algo, entregarse a una "cosa" -por "alta" que parezca o suene- es desilusionante por mucho "legado" que dejes, polvo todo finalmente.  Es polvo y, a poco que uno sea pelín consciente, lo sabes y te entra la risa habitualmente. 

***

Entrega. 

La he visto en personas dedicadas a otras muy enfermas. Y la he visto en los propios enfermos. 

La veo en los pasos de D., pa`arriba, pa`bajo. 

Y se ve en otras personas, muchas, diversas. 

***

Ver la entrega a una familia es de las cosas que hoy, a mí, personalmente, más me ayudan.

Luego, sí, leo bastante. Escucho a personas brillantes. Qué bonito esto. Me encanta lo que expresa Zeta tan acertadamente o con tanta gracia. Me entretiene horrores tal cuento. O me quedo fascinada con este poema. 

Pero la entrega, la entrega siempre. 

Nada habla más elocuentemente. Nada es. Es el (V)verbo realmente encarnado (por analogía, disculpen Vdes.)

No hay comentarios: