Cuando empezaron las primera heladas, coloqué dentro los geranios que había comprado a mediados de verano. Pero me preocupa que se hagan demasiado señoritos y se me puedan morir del susto cuando vuelvan al aire con el frío nocturno -menos de diez grados en pleno verano-, así que he empezado a entrenarles y les quito la calefacción cuando me voy a la cama. Al despertarme vuelvo a ponérsela y a darles coba, que si tu poquito de agua, que si esta hojita mala voy a quitártela... Es un ten con ten de zanahoria y palo lo que tengo yo con los geranios. Son una de mis alegrías diarias, verlos ahí en sus tiestos amarillos, poder cuidarlos.
Creo que soy una mujer muy afortunada teniendo una cocina con tanta luz y esos geranios. No creo que pueda haber un mejor despacho.