Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

martes, 14 de octubre de 2025

Tantas alegrías

Anita el año que la acogimos, la foto es de mi hija Marina. 

 La alegría mía del primer día por traerla a casa unos pocos días después de la muerte de Olimpia, ella despistada y mirándonos en el cuarto de estar de hito en hito, "¿Estos señores quiénes son y qué hago yo aquí?", flaquísima, mi hija al verme con ella le dijo a su hermano "La perra que Aurora ha sacado de la Protectora es una galga"...

El caos de los primeros días, se cagó un par de veces, nosotros preocupados por si no se adaptaba. Aquel cocido para cuatro que dejé en la cocina y que se zampó mientras estábamos fuera. Esa otra vez que la dejé en el jardín para evitar tentaciones y me la encontré en el campo de al lado de casa, escapada, toda una atleta saltando el metro y casi ochenta de nuestra valla, no sé cómo no se hizo daño o se rompió algo.  Y aquel día que entró en la cocina y encontró la harina, y aquello cuando volví parecía Breaking Bad, el morro suyo todo blanco. 

También recuerdo su miedo cerval a los hombres jóvenes, algunos recuerdos malos debía de tener. 

Creíamos que era muda hasta que pasados unos meses en Galicia un perro nos ladró desde lejos (nosotros en el coche) y ella contestó un tímido guau desde dentro del coche. Luego ladraba muy poco, un guau breve si alguien llamaba a la puerta y se volvía a meter, cobardona, en su cuarto: guardiana, lo que se dice guardiana, no ha sido... 

Esos saltos impresionantes, las ancas y el pecho puro músculo, acero, "Anita debe de tomar anabolizantes cuando no miramos", decía mi hijo, esa vitalidad siempre, desde que la acogimos, a los cinco años, hasta  los casi dieciséis que ha vivido, sólo un año y medio de deterioro y un mes malo, este último, malo. 

Y su alegría, sobre todo su alegría desbordante cada vez que 

a) Salíamos a dar un paseo

b) Me veía volver a casa

c) Le daba de comer... (y ese caldito que le he dado en sus últimos años, colágeno en vena)

d) Yo cocinaba (y ella en medio, invariablemente, no me he caído porque Dios es grande)

e) Veía a otro perro a lo lejos: no hay perro que no haya jugado con Anita... o al que Anita no le haya dado la lata "juega conmigo, pesado". 

f) Íbamos a la playa, Carrofeito, Carnota, para que se bañase: se ha bañado en ríos, mares y todo tipo de aguas casi para desesperación de Gonzalo (por la salubridad de algunas, claro). 

g) Entraba en mi despacho (ella dormía debajo de mi mesa) y la despertaba cada mañana. Cada mañana era alegre con Anita... ya lo escribí con Olimpia: ningún animal se despierta triste. 

Han sido diez años de alegrías diarias, tantas, tantísimas, que, pese a la pena que tenemos y el, sí, el desamparo que siento, no podemos más que dar gracias por lo buena perra que ha sido y todas las alegrías que nos ha dado.


miércoles, 1 de octubre de 2025

El amor primero

"Escribe el ángel de la Iglesia de Éfeso. Conozco tus obras, tu fatiga, tu perseverancia, que no puedes soportar a los malvados y que has puesto a prueba a los que se llaman apóstoles, pero no lo son, y has descubierto que son mentirosos, tienes perseverancia y has sufrido por mi nombre y no has desfallecido. Pero tengo contra ti que has abandonado tu amor primero. Acuérdate pues de dónde has caído... "

Me quedo pensando ante este texto del Apocalipsis 2, 1-5 estos días, el amor primero, que me viene continuamente al corazón mientras leo a Antonio Pareja Pascual y su "Invisible Pablo" sobre un profesor, un texto al que he llegado tras su libro de poesía, "La hermosa pobreza", y el de "Historias de la pequeña ciudad". Con los tres he disfrutado mucho (gracias a EGM). 

Ese amor primero por Cristo, también por el marido, por la enseñanza, por la catequesis, por todo eso que es respuesta a una llamada... y lo fácil que es que se "olvide" en tantos sentidos, o que quede ensombrecido por el peso de la vida, de las dificultades. A veces sólo es cansancio, hartura, acumulación... Me ha gustado muchísimo "Invisible Pablo" porque me ha recordado ese amor primero que hay que alimentar, que dar calorcito, al que echar pequeños palitos que mantengan el fuego encendido.

Tengo que escribirle al autor agradeciéndole sus libros. 

***


Son los últimos días de Anita, no puede más, 16 años casi. Voy organizando las fotos, cuando llegó aquel 19 de diciembre de 2015, que parecía una galga de tan delgadita. Me dieron la perra que ellos quisieron en la Protectora, yo nunca elijo, explico cómo vivo y que me den la perra que ellos crean mejor, ésta vino con cinco años, como me pasó con Pepa y Olimpia, lo mío son las perras de edad "madura".

La veo saltando la valla de nuestra casa (metro y ochenta cm., no sé cómo lo hizo), comiéndose enterito aquel cocido para cuatro que me dejé en la cocina aquellos primeros días. Luego ya bañándose feliz en Carrofeito, andando hasta Brieva, plantada siempre en mitad de la cocina a ver qué caía. 

Han sido sólo este año y el anterior los del deterioro, el no poder subirse ya al coche, poner una rampita y ni con esas, los paseos cada vez más cortos por ese jadeo continuo, pincharla a ver si el dolor se le hacía más soportable.

Me está costando mucho este adiós. Algunas horas parece que está mejor, luego vuelve a jadear agotada, convulsiona con pequeños espasmos, el cuerpo lleno de quistes, no se sostiene en las patas traseras, se resbala y se cae sobre el culo. Sin saber bien qué pasa se me queda mirando, se queda también mirando al infinito a menudo. Duerme agotada luego todo el día después de noches dando vueltas por el dolor. 

Las tres reglas de Anita: estar encima de mí (literalmente), estar a mi lado... o saber dónde estoy. Mi trocito de tierra animada tan querida. 

***

Me censura X una foto del retablo del Monasterio de Santo Tomás en Ávila, esa maravilla de Berruguete, también me censura una fabada que hago con lo que me trae Cuca. Me avisan que no pueden ver las fotos, me da la risa. ¿Será el Cristo que corona desnudo arriba del retablo? ¿Y en la fabada la grasilla del cerdo flotando provocativamente? 






domingo, 7 de septiembre de 2025

"Venid y veréis"

Se acaba casi el verano y ha pasado un poco el tiempo para que se asienten algunas de las cosas que he vivido estos días y escriba sobre ellas. Soy pasional, así que me temo a veces y no me gusta escribir en caliente ni de lo malo (nunca), pero casi tampoco de lo bueno (esto lo rompo puntualmente, aquí no ha sido el caso porque tenía que entregar una traducción y no estaba para "otros textos").

Al lío, que me pierdo. 

Tres visitas he hecho como invitada este verano a tres convivencias de familias que resumo con haber tenido la suerte de los primeros apóstoles... tres Venid y veréis impresionantes por los que estoy muy agradecida, muy contenta. Muy esperanzada. 

La primera, la del Oratorio de Felipe Neri en Navalperal, nos invitó Enrique Santayana. Asistimos a misa un domingo con ellos, impresionante el silencio y el respeto, luego una comida  riquísima diría que pantagruélica, los cocineros se lucieron. Pequeños,  mayores, abuelos, jóvenes, ¿unos 100 eran? Conocí a personas estupendas, había mucha alegría y mucho cariño, se palpaba. Qué gusto esa comunidad que se quiere, qué gusto que los sacerdotes del Oratorio vivan juntos y se apoyen y tengan ese pedazo de comunidad. San Henry Newman y San Felipe estarán contentísimos, estoy segura. 

La segunda, la de mis "ya amigos" de Valencia, Beatriz (y Carlos) y Javier (y Marilys), les conocí en junio pasado, también comí con ellos y con las familias  vinculadas a LC que estaban de convivencia en Burgohondo, creo que menos de cien. Lo mismo: mucho niño, mucho joven, en este caso unas "yurtas" donde dormían los adolescentes me parece total la idea, mucha alegría también. Y muchísima esperanza. ¿Lo más conmovedor? Ver a personas que podían estar llorando sus penas y ahí estaban, conviviendo y seguramente echando de menos muchísimo a quien ya no tienen. 

Y la tercera, la de Málaga, ahí dormí porque estaba muy lejos, era "El familión" de la Diócesis de Getafe, estos con proporciones bíblicas, pasábamos de los trescientos. Vino un tipo genial, divertidísimo, conmovedor, converso... malabarista, pero no un malabarista cualquiera, uno de los buenísimos. Primero el tipo nos "calienta" con los juegos malabares un crack de la pradera, luego nos cuenta su conversión, nos presenta a su mujer y sus cinco hijos, todos haciendo juegos malabares... y yo venga a acordarme de El juglar de Nuestra Señora, porque es que era verlo. Otro impresionante Venid y veréis tuve allí, el tercero: rosario en familia rezado lento y cada uno como puede, misa también juntos, Adoración, muchas risas, aprender (qué maravilla de lectura de "Elogio de las manos"), una sensación de orden flexible y alegre, una logística de impresión... y tantos, tantísimos ejemplos de entrega. No puedo contarlos por cierto pudor que tengo, pero no hay nada que mueva tanto como la entrega, nada, ni el mejor texto, ni la mejor clase, homilía, ponga Vd. lo que quiera, nada. 

¿Qué es eso de Venid y veréis?

Pues esto que sucede también hoy en día... cuando preguntas y te enseñan, y vas y ves donde vive el Maestro. Y te quedas porque está Él. Ahí, en medio, donde la gente se quiere de verdad, donde está la Eucaristía en mitad de nuestras debilidades humanas, defectos, etc. 

***

 Lo cuenta San Juan en su evangelio, San Juan Bautista señala a Cristo a Andrés y Juan... 

35 Al día siguiente estaban allí de nuevo Juan y dos de sus discípulos 36 y, fijándose en Jesús que pasaba, dijo:

—Éste es el Cordero de Dios.

37 Los dos discípulos, al oírle hablar así, siguieron a Jesús. 38 Se volvió Jesús y, viendo que le seguían, les preguntó:
—¿Qué buscáis?
Ellos le dijeron:
—Rabbí —que significa: «Maestro»—, ¿dónde vives?
39 Les respondió:
—Venid y veréis.
Fueron y vieron dónde vivía, y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora décima.


viernes, 8 de agosto de 2025

Yo te veo

Leo una estupenda entrevista a Rosini en Omnes Magazine. Dice cosas muy interesantes que resuenan. Me recomendó Javier Rihuete sus libros hace tiempo y en la parroquia también me habló alguien de ellos. He leído algunos y me han gustado mucho, me faltan otros. Y releer el de San José, una belleza. 

El caso es que creo que en esa entrevista da en la diana en muchas cosas, pero en una que me toca desde hace tiempo: la necesidad de sentirnos, de sabernos, vistos, reconocidos, el papel que la paternidad juega en esto. La paternidad y la Paternidad (de quien procede toda paternidad), ambas. 

Hace unos días volví a leer también que el matrimonio, aparte de otras cosas, era también sabernos con un testigo de nuestra existencia. Y sí, creo es eso y más, claramente, muchísimas cosas más, con acentos y énfasis diferentes en cada experiencia, y va también por épocas, momentos, etc. 

Pero, previamente, lo de sabernos vistos, reconocidos, es fundamental. Escuchados, claro, ayer lo recordaba A. Pego, pero antes vistos: tú estás ahí, sé que tú existes, sé que eres... . yo (Yo) te veo. Y yo (Yo) sé, también (bestial esto) quién eres: esto último, nuestro nombre verdadero, sólo Dios Padre, por mucho que nos conozcan los de esta tierra, que nos conocen habitualmente bastante, pero desde luego no como el Padre, somos siempre todos misterio por mucho que nos quieran. 

En La famiglia de Ettore Scola, una película que vuelvo a ver a menudo, la escena del pobre niño invisible para el resto, hecho aún como juego, es angustiante. Y lo es porque refleja precisamente eso: necesitamos sabernos vistos, reconocimiento. 

Es cierto que tampoco podemos ser el puñetero centro, el narcisismo y las mujeres (y los hombres) es tema para largo, larguísimo, porque cuando tu yo no se coloca bien por la figura paterna y Paterna -que te ven- nos liamos. Y justo ahí estamos hoy hombres y mujeres  con las modulaciones propias de cada sexo (dos hay) en eso del ego mal colocado...