Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

domingo, 17 de marzo de 2024

Extraños compañeros hacen las circunstancias: el botillo y "Laurus"


Estuvieron hace unas semanas varios amigos a comer que me surtieron de bon vino, quesos, judías blancas y... tachan, botillo y chorizos leoneses. 

Lo de los quesos me viene genial siempre porque así no hago cena. 

Lo de las judías también porque en esta casa se comen legumbres día sí y día no y, francamente, unas buenas legumbres, como era el caso de estas judías asturianísimas, te solucionan, en distintas preparaciones -innovarse o morir-, varios días (el plato único impera en esta casa). 

Pero el botillo, hermanos, el botillo y los chorizos han objeto de una investigación detallada y previa estos días pasados. 

***

P., leonés y de pueblo, y cura, fue el culpable, el que me trajo dos botillos como de kilo cada uno. Y ocho chorizos adicionales. Nos contó que se ponen con borrajas a menudo. No encontré borrajas frescas, sí en bote, casi cinco euros por 200 gr, las sustituí por berza, que P. también me dijo que también se tomaba.

Metodología de la investigación previa, fundamentalmente cualitativa: entrevistas con personas cualificadas, P. y otros leoneses de mi círculo más cercano + consulta de fuentes secundarias (Directo al Paladar y otras webs de recetas). A mí me parecía que el botillo "pedía" amor y lentitud, o sea, crockpot u olla y al chup-chup. 

Invito a mis hermanos, primero íbamos a ser seis, luego ocho. Saqué el segundo botillo del congelador "por si acaso", primero hecho el jueves, segundo el viernes, todo listo para el sábado.  

CRASO ERROR, lectores que por aquí os dejáis caer. 

Un botillo y 3 chorizos y una berza de kilo y algo con sus correspondientes patatas (mediana por persona) dan para dar de comer a unos 12 con hambre. 

Sobró botillo, congelé casi uno entero ya cocinado y la berza y el resto de chorizos correspondientes, no las patatas que, como todo el mundo sabe, no aguantan congelador ni nevera. 

Se llevaron botillo, patata y berza para comer otros 5. 

***

El botillo acompaña bien la lectura de Laurus, de Eugene Vodolazkin. Es (salvando las distancias) como la novela del ruso, inmensa, desmesurada, para dar de comer a aldeas devastadas por la peste. Es medieval, de Reconquista en el caso de España, de salir a hacer avanzar las líneas cristianas y ponerse luego a arar un campo. 

Siento esta micro reseña tan rara, pero es que pensándolo (y habiendo acabado Laurus esta semana) he caído en la cuenta. 

No puedes tomarte un bao de esos o una chorradita de cocina fusión tras leer Laurus. Laurus pide algo acorde a ese texto que te envuelve, esos locos por Cristo alucinantes, ese amor infinito y ese viaje. 

El botillo y Laurus son dos buenos compañeros, se van, da igual que uno sea leonés y el otro ruso, da igual, se hermanan, están conectados.

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¿Y si naciéramos ancianos y fuéramos rejuveneciendo a medida que cumplimos años? 

Esta noche de insomnio lo pensaba. 

De pequeños nos irían quitando esas manías con las que nacimos. Esos olvidos y esos dolores irían desapareciendo con los años. A eso de la adolescencia ya empezaríamos a dormir como lirones (en esto habría coincidencia). El cuerpo se haría cada vez más joven y la mente más ágil para acabar nuestra vida en esta tierra como bebés y entregarnos al Padre, libres de arrugas y achaques, con la mente limpia, desprendidos de fuerzas, inermes y con ganas de Vida. 

Quizás es así ya en parte y no lo vemos. 



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