Voy con la cámara habitualmente, por eso de los pájaros, aunque últimamente las mariposas, las lagartijas y los conejos me interesan bastante.
El día que me olvido de la cámara es el día que veo algo especialmente bonito e interesante. Y está bien que sea así, que solo la memoria pueda recordarme lo que vi. E incluso que llegue a olvidarlo, me olvido de todo, los pájaros no iban a ser menos.
Empecé con los colirrojos, seguí con los verdecillos -muy fáciles de descubrir porque cantan todo el rato- y ya veo hasta alguna que otra collalba e incluso pardillos. El otro día un herrerillo llegó a echar a una urraca de una antena, me quedé impresionada de su valor e insistencia. No cejó hasta que se fue a un árbol cercano donde se posó, pero él la persiguió muy enfadado.
Estoy mal de la cabeza. Pienso que los pájaros saben que les fotografío y no quiero menospreciarlos.