Jo, qué titulo. En román paladín: aguantar que las cosas no salgan como uno espera. Y seguir adelante. Sin traumas y sin ingenuidades. Aceptando el fracaso, reconociéndolo. Si fuera posible, con sentido del humor.
Me dio Pepa el tema. Sí. Los finales felices son estupendos, pero la vida es más complicada que un "boy meets girl, kills the bad and gets the girl".
Hace años hice la crítica de "Inteligencia Emocional" de Daniel Goleman. Me pareció interesante, pero muy simplista. Es cierto que hay que aprender a canalizar las emociones y que gente "muy lista" fracasa en la vida por un tema emocional.
Pero los consejos de Goleman servían lo mismo para un manipulador que para un santo, la verdad. Puro utilitarismo, interesante sí, pero se le escapan tantas cosas. No es todo cuestión de voluntad, por Dios bendito. Ni olvidar la voluntad ni sacralizarla.
Los yankees están muy proecoupados por el fracaso. Les descoloca. Lo he discutido hasta la saciedad con amigos al otro lado del Atlántico. "Haz el bien, se bueno, y entonces Dios te premiará." Joer tíos, que no. Leed a Santa Teresa "Dios mío, no me extraña que tengas tantos enemigos si a los amigos los tratas tan mal".
Hombre, tampoco hay que ser tan irónica, aunque en el fondo sí, pero la vida nos demuestra que hay gente que hace todo el bien que puede y todo lo bien que puede y las cosas le salen fatal. Y que los lerdos como los globos suben y suben, como los malos. ¿Y qué?
No hace falta ser católico, ni cristiano, para ver esto, sólo abrir los ojos. Hace falta ser poeta o católico para sobrellevarlo con elegancia y sin que se te lleven los demonios de cada vez.
A ver si vamos a ser idiotas y pensar que el que vale y se esfuerza es recompensado en esta tierra: hace falta ser simple. Para no estar todo el santo día cabreao con este tema sí conviene cierta dosis de poesía o fe. O sentido del humor, ambas lo dan.
Admiro a los yankees en un montón de cosas, me encanta su modo de trabajar sin jerarquias, ese "we can make it" sin tanta ceremonia, su movilidad social que en comparación con el clasismo español es una delicia. Para trabajar en empresa prefiero a los yankees por goleada. Siempre.
Pero me fallan en cuanto hablamos del éxito. Lo tienen grabado a fuego. Y eso que para ellos el fracaso es una escuela de aprendizaje y pueden montar 3 empresas y que las 3 se hundan y aquí no ha pasado nada, algo que en España es impensable, desde los 17 tenemos que tener claro ya todo: un horror.
Pero claro, en EEUU no pasa nada si al final "triunfas". Su mundo se divide a veces entre "populares" y "exitosos" y "fracasados" o "perdedores" (loosers), el peor adjetivo que pueden utilizar. Y lo manejan de continuo: en la escuela, en el mundo laboral, es el gran estigma ser un "looser". Es una sociedad que no tiene lugar para lo que ellos consideran "perdedores", y elabora miles de teorías para explicar por qué existen.
Tolerancia a la frustración. Puse todo de mi parte para algo y salió mal. Fracasé. Reconozco que fracasé. No pasa nada. Santa paz.
No hay un error, el fracaso a veces ocurre: nos morimos no porque hayamos fumado o comido cerdo, un novio nos deja en la estacada y no sólo porque hayamos hecho algo mal, hijos de padres amantísmos caen en la droga.
Perdón, la libertad existe. El mal no es cuestión simepre de algo que hicimos "mal".
No hace falta ser popular, tampoco es importante si los demás ven o no tu fracaso, ni siquiera tu éxito, sea lo que sea éste. Las cruces se llevan en silencio muchas veces, están tan ocultas que ni se lo imaginan. Y los éxitos también, ni importan, no los tomas como tales.
Mala cosa que las jóvenes generaciones no puedan tener un suspenso no vaya a ser que se traumen. Que no puedan tener un no de lo que sea, que echen balones fuera todo el santo día ante un fracaso: el profe me tiene manía, tengo problemas y no pude estudiar, lo que nos enseñan no sirven. Demasiada autoestima a veces: nos hemos pasado.
A los adultos nos suspenden muchos días, sabemos que no damos el 2, y aquí seguimos. Erre que erre. Reconociendo nuestro fracaso y volviendo a intentarlo. Nos dicen no muchas personas. Y seguimos.
Aceptar un no como respuesta ayuda a madurar. No pasa nada.
No es el otro un tonto o no nos entiende: simplemente nos dijo que no. La gente es libre. Y puede decir que no. Decirnos que no.