Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

lunes, 19 de diciembre de 2022

El hombre curvado sobre si mismo

Hace muchos años alguien me contó que fue Lutero quien había escrito que el hombre era un ser curvado sobre si mismo. Este verano leyendo a Luri vi otra vez la referencia, si mal no recuerdo. A mediados de noviembre en clase de Estética volvió a salir el tema, y el profesor Bueno, que se educó en los agustinos (además de más cosas), me dijo que la frase no era de Lutero, sino del mismísimo San Agustín. 

El caso es que lo de curvarse sobre uno mismo es un tema que me ha preocupado de siempre. Tenemos necesidad de mirar para dentro, de una vida interior (ascética y no ascética, con nosotros mismos, con nuestra conciencia, un largo etcétera, vida interior en sentido amplio del término). No se puede vivir sólo para fuera. 

"Entrad en vuestra habitación interior" les decimos a los niños en catequesis. Se lo decimos para enseñarles a rezar, pero sabemos que les servirá más allá de la oración.

A la vez, creo que hay un cierto peligro en ese volverse hacia dentro... no sé si por exceso (creo que no), sino más bien por desvío, deriva, llámalo zeta. Un desvío que puede causar ¿la enfermedad?, ¿la caída -original o la frecuente-? En fin. Nuevo largo etcétera. Los años casi seguramente. 

Vi hace unos años dos series que me gustaron, nihilistas ambas, pero decentes. Hay un nihilismo decente, creo. Bueno, vale, un poco de postureo también, pero ambas me parecieron bastante honradas. Me reí bastante con las dos y me hicieron pensar. 

"After life", británica, con Ricky Gervais, un viudo inconsolable que no quiere vivir sin su mujer (muy comprensible esto).  La otra es "El método Kominsky", esta con Michael Douglas y con mi adorado Alan Arkin que le roba a Douglas media serie y que hace un personaje genial ("spoiler": es un ser "fastidious", ver más adelante...) 

Las dos series van sobre la vejez. Quizás la primera más sobre la soledad en el envejecimiento. En ambas salen ese tipo de personas que ya han pasado los 50 (y muchos en la segunda) y que a veces ya no entienden el mundo en que viven, no les gusta. Es una mezcla de sentirse "fuera" y otra mezcla de cosas.

Algunas tienen que ver con esa tentación tan frecuente de pensar que casi todo el mundo es imbécil. Está mal esto, porque a veces el imbécil es uno. Pero el caso es que, no sé, un ejemplo, enciendes la tele o la radio o lees a h o b y dices "no cabe un tonto más". Pero caben. 

Chesterton dice que esto es comprensible porque todos hemos odiado a la humanidad cuando estamos enfermos o en un autobús lleno de gente, que el problema es cuando creemos que esto es un signo de "aristocracia" (él pone a Nietzche como ejemplo) y ahí si que no: entonces es un signo de los débiles de nervios. En fin, eso. Ser "fastidious" (petardo, que todo te moleste, quisquilloso, en fin, hay mucha variedad en esto) se permite, pero no que se crea uno que eso es porque uno es mejor que otros. 

El otro día vi una película que me encantó, "La belle époque", con Fanny Ardant y Daniel Auteuil. Salvo una cosa horrorosa sobre el aborto -da mucha pena- y unas "escenitas" que no hacían falta (estoy como mi madre, Dios la tenga en su gloria), la película creo que aborda ese demonio del medio día -esto es muy francés, como la peli- que, creo, es el más frecuente en algunas edades, pongamos a partir de los 50 y bastantes. 

Es el demonio del no entiendo el mundo, no me gusta y en consecuencia me hago un ovillo, ea. Aparte (o antes, oh, cielos), al mundo tampoco parece que yo le interese para nada -ni mi opinión, ni lo que pienso, ni lo que sé, ni nada-. Ajá, puede que esté ahí el tema o gran parte del tema en algunos casos. 

Re-cordar es volver a pasar por el corazón. 

Es algo que hay que hacer a menudo en el matrimonio, en la amistad, en la fe. En todo, creo. Para re-encantarnos (y re-crear/nos, los "mundos posibles" se hacen así) no en plan lelo, pero sí para no acabar siendo el inmenso petardo  (comprensible, pero petardo) que es Daniel Auteuil o Alan Arkin. Para pasarlo uno mejor. También para que con-vivir con nosotros sea más fácil; y porque la vejez tiene ese enorme peligro de curvarse sobre uno mismo no en exceso -nunca hay exceso de vida interior, creo-, sino malamente. Y no. No se puede vivir así. 

¿Que hay una parte de curva sobre uno mismo "causada" porque el mundo te aparta -y media humanidad es imbécil (incluyéndonos)- ? No voy a negarlo, es evidente y más en nuestro país donde a partir de los 40 y no digo los 60 estás fuera de todo lo "laboral", hayas hecho lo que hayas hecho. Es igual. Hay otros datos que añadir a esto, pero no hace falta. 

No se lo demos en bandeja. Ni al demonio ni al mundo. 

Volví a recordar a  René Girard esta mañana. El deseo mimético y la violencia que nos hace ya no fuera -que la hace-, sino por dentro.  En la vejez está también ese deseo mimético (como en el feminismo, como en tantas cosas). Pero esto da para otro post.

lunes, 24 de octubre de 2022

Del estilo remordimiento español al frío uniformizador

Mis primas por parte de madre y yo acuñamos el término "remordimiento español" para llamar así a aquellos muebles de nuestra abuela de rotunda y pesada madera, oscuros, difíciles de mover, a veces con curiosas formas talladas, incluso creo que recordar unos del comedor con patas con esculturas de senos femeninos. ¿Cómo podía tener nuestra abuela semejantes muebles? 

El caso es que desde los 50 hasta finales del siglo pasado la cosa del confort hogareño ha mejorado notablemente en España. Para todos afortunadamente. Pero mientras mejoraba, también permanecía un estilo que podemos llamar "burgués" de personalización y calor: butaquitas tapizadas con telas elegidas cuidadosamente, mueblecitos heredados o encontrados en algún chamarilero, regalos de boda incluso, compras a lo largo del tiempo. Así recuerdo la mesa de comedor de mis padres, que ahora tiene mi hermano Paco, la pequeña librería con puertas ahora en casa de Juan o la mesa de comedor de Boecillo que yo tengo. 

En este siglo todo es más uniforme, en mi opinión a menudo más frío y más feo. Me gustan el espacio y la luz, pero me espanta la frialdad que veo. Ni la acumulación ni la celda. Y eso que me gusta el Císter... para visitarlo, no para vivir en él. 

Entre ese oscuro estilo remordimiento español y esa cosa a veces tan heladora nórdica hay más posibilidades. Pero hay que dedicar tiempo. El ojo se educa. Como el corazón. No, no es sólo dinero ni principalmente. 

martes, 11 de octubre de 2022

Lo personal es político. Lo político es personal.

Lo personal es político. O, más bien, lo político es personal en muchos casos.

Lo hablé con X hace años. Detrás de muchas posiciones sobre temas "políticos" –así, en amplio-  hay biografía. Simple y llana biografía: anécdotas, sucedidos, dardos, heridas, encontronazos. Vida pasada. 

Yo, como Jiménez Losantos, no puedo con el comunismo. Él porque fue comunista. Y yo, qué cosas, confieso: más allá de temas de profundidad, que claro, “básicamente” es que tuve un novio comunista. Que era imbécil y me dejó plantada. Por eso intento no escribir sobre comunismo. Porque sé que no soy yo quien critico: es la Aurora casi adolescente y dolida por aquel daño.

Aún. Sí, aún. ¿Qué pasa? Soy una romántica.

Más.

Leo (podría ser escucho también) a alguien que me parece furibundo. Y, sobre todo, que me parece terriblemente injusto en lo que concluye.  No puedo con lo que creo injusto. No puedo con lo desmesurado. Y eso que me mola la cosa ignaciana o española de o todo o nada.

Hay que criticar. Es sano. La crítica bien hecha suele servir siempre. Pero también a los toros hay que torearlos. Y no todo el mundo puede. Ni, desde luego, sabe.

Cada uno valemos para una cosa: yo cocino maravillosamente, otro escribe que te mueres y otros son capaces de hacer algo con 267909 personas diferentes, de su padre y de su madre, dando la vara, con sus egos, con sus historias… en fin, "algo": llámalo departamento universitario, empresa, partido… no sé, "algo" que conlleve "algo" más que yo y el folio en blanco o que yo y las patatas, que nos lo guisamos y nos "lo" comemos solos. 

Cuando leo a quienes admiro caigo en la formidable labor de decantado que conlleva tanto la escritura de ficción como…  ¿el columnismo, el ensayo? Rellene como quiera. Da igual.

Escribir es una labor (creo, tengo poca experiencia) de mucho silencio (exterior e interior) y poco público inmediato. De medirse uno mucho. Y no por resultar “centrado”. Sino por ser “ajustado”, no digo ya "justo". Para que no te puedan las tripas. Bueno, sí, hay cosas escritas con las tripas que tienen mucha, muchísima, gracia. Pero en general, ay… ¡qué gran labor de ascesis es la del escritor! Sea ascesis religiosa o sea de otro tipo. Menudo trabajazo. La distancia a veces es necesaria.

Detrás de muchos mandobles (que nos pueden hasta chiflar, según gustos o espantos) hay un florete elegante esperando a ser descubierto por alguien que se dé tiempo. Más eficaz. Más noble. Más certero. Menos, quizás y también, biográfico.

Yo todavía estoy esperando a poder escribir sobre el comunismo –un decir, para esto está JLS, me río sola- sin aquel novio que me rondaba a los 20 años.  Rondaba, digo, ya me gustaría… llamarle novio o algo. Lo dicho. Al escribir el ajuste de cuentas vital en directo o en diferido –somos humanos- es fácil. Pero detrás hay algo más grande. Creo. Me parece. No sé, me puedo equivocar con esto. Va en gustos. Y va, desde luego, en patios. 

Y esto mismo es un ejemplo de un formidable cabreo momentáneo. Con distancia lo escribiría mejor y más ajustado. 

domingo, 25 de septiembre de 2022

Bien es bien

 -¿Cómo te parece el redondo?

Le pregunto a Gonzalo sobre la carne que estamos tomando

-Bien

Me contesta así mientras sigue comiendo. Me sienta, francamente, a cuerno quemado. Qué curioso esto.

Puede ser el tiempo o las ganas que pongo en cada comida que preparo. Pero puede ser también esa servidumbre que re-descubro de la mano de Sherry Turkle en su libro “El arte de la conversación” cuando cita la paradoja de la elección, la teoría de Barry Schwarzt. Vamos a ello.

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Barry Schwarzt (resumo mucho esto) explica que nos dividimos entre “maximizadores” (optimizadores dicen otros) y “satisfizadores” (lo han traducido así, ya lo siento). Los primeros buscan la mejor alternativa, la mejor posibilidad. Serían, sólo en cierto modo, perfeccionistas. Los segundos no se detienen tanto en buscar “lo mejor”, suelen estar contentos con lo que se les ofrece e intentan maximizarlo.

Turkle menciona esta teoría para explicar cómo hoy el mundo digital nos hace desarrollar la psicología del maximizador, dado el amplísimo mundo de posibilidades que se nos ofrece a través de las pantallas.

Y lo aplica, en concreto, al contexto del ligoteo o las relaciones amorosas y cómo determinadas aplicaciones, así como la exposición propia y ajena continua, han ampliado la (supuesta) posibilidad de “encontrar alguien mejor”, lo que lleva al mariposeo, a una permanente insatisfacción y a una (agotadora) adolescencia.

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Más allá de la referencia a dicho ámbito, no menor, caigo en la cuenta de que frecuentemente y en diversos campos llego a pensar que un simple “bien” no es suficiente.

Tal ha sido mi caso ante el bien por “mi” redondo, para el que yo esperaba… ¿pero qué narices esperaba?, ¿una vuelta al ruedo? En fin. Soy hija de mi tiempo.

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Una primera explicación es que en general la aprobación ajena nos sea muy importante hoy. Otra que un simple bien ajeno o hasta propio –sí, también y sobre todo propio– no nos baste.

Voy a dejar la primera cuestión de momento fuera. Y me centro en la segunda.

 Efectivamente, hoy un bien no nos parece “bien”. Y si no, atención a las expresiones siguientes

¿Es guapa? Está bien…

¿Cómo lo pasasteis? Bien…

¿Cómo te salió el examen? Bien…

¿Qué te pareció el libro? Bien…

Un bien nos suena a menudo a poco. Nos suena insuficiente.

Pedimos, damos… y, lo más importante, esperamos de nosotros mismos… más de un bien en eso que hacemos porque ese escueto bien hoy es, chocantemente, como hacer de menos.

Es, por un lado, la sociedad de la hipérbole, el agotador hype, como lo es, a la vez, de la simple ceguera: no vemos todo el bien que hay en un bien. No lo reconocemos.

Un buen hombre es ya bueno. Una casa que está bien ya es algo para estar contenta. Escribí esto y está bien, sencillamente. ¡Qué bien! ¿no?  Y al redondo, o este vino, hay que darle un simple, estupendo, escueto y ya expresivo… bien, ¿cuál es el problema?

Estoy esperando las clases de Ética de este año. Confío que la excelencia y la virtud sean compatibles con un bien

De momento, por intuición y también por experiencia, creo que parte de nuestros males modernos provienen de no ver el bien, todo el bien, en todos esos (muchos) bienes que consideramos hoy insuficientes. En el necesitar o echar de menos un “entusiasmo indescriptible”, que diría un humorista español, un “esto es la repera” en y ante todo lo que acometemos. Insisto: no en la mirada de los demás siquiera, en nuestro propio ojo o juicio.

Por no encontrarnos con un simple bien, tal es nuestro miedo, a veces no hacemos algo: algo que vamos a hacer sencillamente bien, sin más. O no lo acabamos. O saltamos de una actividad a otra. O de una persona a otra. Sucede.

Es una mesa bien puesta. Es un artículo que está bien. La boda estuvo bien. Ese vestido te queda bien, sencillamente. Están bien esos zapatos que llevas. Es un político que está bien. Esto que has dicho o hecho está bien. Nuestra amistad está bien. Mi matrimonio está bien.

Bien está bienBien es bien. Y no es conformarse. Es no estar ciego ni ser un petardo adolescente.

lunes, 19 de septiembre de 2022

El cuidado ("Más acá de los Romances")

No conozco personalmente a Antonio Castillo Algarra, pero me habló de él uno de mis hermanos y empecé a seguirle en redes sociales hace años. Descubrí así la Asociación para la Libertad y las Artes Baltasar Carlos, interesantísima en sus actividades y, con ella, varias iniciativas culturales que promueven, entre otras, el teatro. Con lo que a mí me gusta el teatro.

Me perdí por diversas razones “Oro y Plata de Ramón” y la representación de “Más acá de los romances” en Alcalá de Henares hace unos meses, así que me propuse que, sin falta, este pasado sábado 17 iba a asistir sí o sí a la representación de “Más acá de los romances” en el Real Coliseo de Carlos III en San Lorenzo del Escorial.

Disfrutamos todo. Lo pasamos en grande. Me emocioné escuchando algunos de los romances que yo aún pude oír cantar en mi infancia a mi abuela. Sí: en los 60 todavía se cantaban en algunas casas, en los pueblos desde luego. Luego, en mi adolescencia, se los oímos a Joaquín Díaz, que tanto nos gustaba.

Me reí también con la obra: qué falta (nos) hace el humor fino (y qué bien puesto está en este caso).

Pero, sobre todo, me quedé admirada. Y muy agradecida.  “Qué belleza”. No pude menos que mandarle ese mensaje a Antonio nada más acabar la obra.

“Más acá de los romances” es “un retablo biográfico musical”, que así dice en el folleto, escrito por Antonio Castillo Algarra e Ignacio Rodulfo Hazen. Es el relato –pero sí, efectivamente un retablo, qué bonitos los retablos, por Dios de una doble historia de amor, la de Ramón Menéndez Pidal y María Goyri y la de su afán, su trabajo, el de ambos, por recuperar el Romancero.

Está contado inicialmente desde un Ramón ya anciano y viudo que habla con su hija Jimena. A partir de ahí hacia atrás, ocho actores elegantísimos, medidos, versátiles, con y en gracia en el pleno sentido de la palabra, texto, canciones, baile, todo ensamblado, hecho con cuidado, nos cuentan y cantan algunos romances y la historia de Ramón y María.

Mi agradecimiento y admiración por lo que han hecho For the fun of it junto a la Baltasar Carlos con “Más acá de los romances” es precisamente por el cuidado, que es el amor que se pone en algo.

Cuidar es ya mucho. Cuidar realmente lo es todo. Cuidar es a veces lo único y más importante que vamos a hacer en nuestra vida. Cuidar a una persona, cuidar una casa, cuidar de lo que se trate. Para sostener lo que sea hace falta cuidarlo. Y en este caso, sin solemnidad, sin grandilocuencia, como lo que es nuestra historia, nuestro legado, sin pretender, “reivindicar” nada. Sólo re-cordar –que es volver a pasar por el corazón–.  Cuidar y re-cordar.


La historia, la literatura, no se merecen petardeos ideológicos, creo que tampoco intelectualidades. Madredelamorbendito, la cantidad de petardos que hay de todo tipo con todo lo que (hay que, podemos) hacer. Y nada, que nos enredamos. En fin.

Finura de oído, de vista y de corazón. Admiración, asombro, reírse (también) encontrándonos a nosotros mismos en el pasado. Porque somos hijos y nietos del Romancero, como lo somos, en otro grado, de la Iliada.

¿Qué me gustó más? Es muy difícil decirlo. Dos cosas muy sencillas, como “pequeñas”: la recreación de Ramón y María andando por Castilla, el baile “de los arbolitos” (que me recordó todo el encanto del teatro escolar, y esto no es un desdoro, es toda una alabanza) y ese juego hombre-mujer, esa especie de reloj de dos caras, con motivo del romance de la doncella guerrera. Escenográficamente (como ocurre también con el vestuario) no puede estar más eso… cuidado. En fin, una gozada.

Coda:

Cuando empecé el Máster de Humanidades en la Francisco de Vitoria el año pasado el profesor Salvador Antuñano nos habló en la primera clase de la importancia de “el legado”: conocerlo, valorarlo, transmitirlo y, en la medida de nuestras posibilidades, acrecentarlo. El legado cultural, el español, el hispano, el occidental, en fin, varios. 

Más adelante, otra profesora, Victoria Hernández Ruiz, emocionada –como sólo puede hablar un buen profesor, apasionadamente de lo que ama nos contó del Romancero.

En otra clase el profesor Clemente López González nos explicó la ruptura de la cultura entre “baja” y “alta” que se produjo con la Ilustración en España.

Me he acordado de todos ellos, de lo muchísimo que les gustaría esta obra, así que les he escrito: profesor, no deje de ver esto, no puede perdérselo, por favor, vaya.

Ahora hace falta que teatros, ayuntamientos, no sé, universidades, a quien corresponda, lo incluyan en sus programaciones, porque “Más acá de los Romances” es un tesorito sobre un tesoro nuestro grande.  Un tesorito cuidado. Es mucho, de verdad, es muchísimo. Es lo más importante: cuidar algo. 

domingo, 11 de septiembre de 2022

Pobreza de España

Hace años en mi familia (extensa) teníamos un dicho: no hay como ser la (o el) pobre "oficial", ese o esa al que los demás compadecen siempre por su situación. Situación que puede llegar a ser un comodín -una palanca-... para algo. 

Y sí. Hay personas que son las pobres "oficiales" por algo. 

Bueno, en mi opinión somos todos bastante pobres siempre en general y por tramos. Pequeños, a veces miserables, dignos de compasión todos y en todo caso. No hay nadie que no sea pobre. 

Pero hay grados de pobreza. Y, sobre todo, hay grados de pudor al publicitarla. Y desde luego al utilizarla

Porque más allá de la misericordia y amabilidad que todo ser humano merece (porque somos todos pobres de solemnidad en cualquier caso), resulta que hoy el victimismo arrasa. 

El ir de víctima, el hacer un puñetero chantaje en muchos caso, el servirse... de lo que sea -fundamentalmente de dar pena por algo- para lograr algo. Fundamentalmente que te hagan (algo de) caso. 

Entre estos pobres, cuyo título sólo es comparable a la grandeza de España (así lo decíamos en casa con cierta guasa, fulanito tiene nivel, es "pobreza de España"), la "mosquita muerta con pobreza de España declarada" es un singular espécimen que merece párrafo aparte. 


No hay como ir de pobre damisela... enferma, abandonada o abrumada por no sé qué terribles pesos que el resto de la humanidad no soporta ni ha soportado... para que te hagan caso. 

Las mosquitas muertas han ejercido una atracción atávica y tradicional sobre el sexo opuesto. Hay caballeros aún, pero también caballeros que no se paran a pensar un poco, vamos, un rato. 

Las revistas femeninas, también gran parte del feminismo militante de reciente hornada, viven en gran medida de esto: en vez de esa espantosa palabra de "empoderar" a alguien  -darle un meneo y una palmada en el hombro, se dice en mi barrio- y decirle que pa´lante y que tú puedes, guapa (y ayudar, por supuesto),... pretenden que otras vivan con el eterno ay... Y sobre todo: del eterno ay. 

El eterno ay de cómo me salió este maromo...

El eterno ay de yo, que tengo esta enfermedad que no tiene nadie...

El eterno ay de que como tengo 50 años ya no intereso a nadie (profesional, afectivamente, rellene Vd. lo que crea oportuno)...

Pasa. 

Hay que tener cuidado siempre. Temple se llama. Sentido del humor también. 

La queja femenina es más antigua que la Tana. El diablo sabe bien lo que hace y cómo y a quién se lo hace. Y las mujeres somos distintas a los hombres. Esto de la víctima y la queja es muy nuestro, lo sé porque soy señora. 

A los 30. A los 40. Solteras y casadas. Viudas. Con hijos crecidos. Con hijos infantes. 

Negaos a tener ese titulo de pobreza militante. Negaos. 

Niégate a dar pena.  Mejor dicho: niégate a utilizar esa pena, no seas... mala. 

Tranquilas, todos somos dignos de dar pena por temporadas o a ratos. Todos. Todas. Pero NUNCA debe utilizarse eso como arma. 

Los pobres, los pobres de solemnidad, tienen la dignidad para aceptar (y pedir) que te echen una mano... y, a la vez, para no hacer nunca palanca con ella.

Y a las mosquitas muertas se les espanta, no dejas que te chupen la sangre. Se lo podría decir a varios, pero espero el encuentro personal con un vino por delante. 

sábado, 10 de septiembre de 2022

Sentido de la medida

Tengo querencia por algunos caracteres desmesurados, el de algunos santos, como Ignacio de Loyola, o algunos artistas inmensos. Pero fuera de la falta de la medida que es la santidad o la creación a veces, la mesura a mí me parece en líneas generales algo conveniente.

Vivimos en un hype continuo. Asumo hay que seleccionar con tiento la exposición a medios y redes. Porque hoy todo se saca de madre, da igual lo que sea.

Cuando quiero ver las últimas noticias, leo el Apocalipsis, creo que decía Chesterton. Qué razón tenía. 

Murió Isabel II, una oración por ella. Vale, bien. Entiendo que es noticia. Pero es como si no existiera nada más. 

Ni los 3 días de luto y el papanatismo de tantos medios patrios (madre de Dios, lo que hemos tenido que ver de conductores y tertulianos estos días, cuantísimo indocumentado tenemos), ni tampoco, por otro lado,  tanto imbécil tuitero a machamartillo con la pérfida Albión. Pero qué atajo de mezquinos y pequeños hay, como en los cuartos de baño de las carreteras, parece que hay que dejar escrito tu garabatito en la puerta. 

Hoy hay que ser no ya afín, hay que ser partidario a muerte de quien sea. 

El hooliganismo arrasa y con las personas es letal, destruye siempre. Ayusistas, olonistas, me es igual. Me tomo bastante en serio el (por otro lado un espanto de canción) "No adoréis a nadie más que a Él". Falibles todos, todos imperfectos. 

Hoy no basta con decir "me ha gustado esto tuyo" o "esto que ha hecho Z está muy bien hecho", hay que entrar en una espiral de halagos, adhesiones inquebrantables y, en otros casos, bombos mutuos que dan a menudo vergüenza. 

Me vuelvo a mi traducción y a estudiar el examen que tengo en breve. Porque yo no estoy para nada a salvo de esa falta de mesura. Y me temo. O se es medido, por don del Altísimo o virtud personal, mi admiración siempre, o es mejor estar a distancia y en silencio. Pues eso. 

domingo, 4 de septiembre de 2022

Trabajos de amor y un cielo estrellado

Con algunas películas del cine francés me siento conmovida. Hay un modo de mirar a las personas, al campo, a los objetos, que me encanta. 

Acabo de ver Le facteur Cheval, traducida como El palacio ideal, de Nils Tavernier, el hijo de Bertrand Tavernier, una historia delicadamente contada. 

No tuve duda alguna de que el protagonista, el cartero Cheval, era un hombre al que le podría pasar "algo" cuando su personaje, ante la vista de Laetitia Casta, no cae de rodillas. Esto, que parece una broma, no lo es. Además de un papel precioso y de ser una estupenda actriz esta mujer es descacharrante de guapa. 

La muerte en la época -la historia comienza en el siglo XIX y acaba en 1924- formaba parte de nuestra vida: muertes infantiles a miles; muertes habituales de madres, tanto viudo siempre. También la separación de hijos de sus padres era  abundante a edades relativamente tempranas. Así que ese modo de no reaccionar ante la desgracia en los primeros cinco minutos en que se nos presenta a Cheval no da muchas pistas iniciales. 

Todo el tiempo esta película me ha recordado a nuestro Justo de Mejorada del Campo y su catedral. Pude hablar con él en dos ocasiones y la sensación que tuve fue parecida a la que he tenido al ver Le facteur Cheval. 

Hay trabajos de amor que nadie entiende, que son inexplicables, incomunicables, vidas dedicadas a algo fuera de lo normal o esperable. Sí, posiblemente ayude tener algún tipo de rasgo que te haga inmune a lo que los demás digan para poder volcarse 33 años en una tarea que es un sinsentido a los ojos humanos. 

Además de una buena historia real de base, hay un guion finísimo y unos actores medidos y sólidos. Ver a Jacques Gamblín como el cartero Cheval  ya mayor es impresionante, cómo clava lo que es anciano ensimismado. 

Hay también un cielo estrellado y un padre y una hija hablando mirando a la estrella más brillante, Sirio, ahí en lo alto. El mismo cielo con las luces abajo y un baile con que se cierra la película. 

El palacio, como me ocurre con la catedral de Justo, es lo de menos, Dios me perdone. Bueno, personalmente a mí me espantan ambos, palacio y catedral, pero es que da igual. No va de resultados, va de seres místicos, tocados, de personas que viven no al margen, sino elevados. 

El difícil equilibrio de los árboles

Árboles enormes, gigantes, no árboles del otro lado del Atlántico o de bosque siquiera, árboles de aquí, de ciudad, ahí plantados, que han crecido mucho, que ahora dan sombra y fresco. 


Cuando bajo a Madrid y paso por el Museo del Prado siempre me quedo admirada y agradecida por todos esos árboles que alguien plantó, impresionantes ahora, auténticos gigantes a los que se ató, con muy buen juicio, la baronesa Thyssen hace años. Mi hermano y yo estamos de acuerdo en que Tita hizo fenomenal: no se podía talar esos árboles. 

Me acuerdo de Ideafix, el perrito de Óbelix, llorando cuando se corta un árbol. Yo soy igual, quitar un árbol sólo si no hay otro remedio. 

Sombra, fresco, automáticamente varios grados menos, verde que da descanso. En mitad de Castilla andando busco árboles. Hay encinas enormes, hay chopos que resisten mil embates, castaños de indias plantados en Ávila que, como en los del paseo del Prado de Madrid, son hoy gigantescos, aunque a medida de Ávila, más chiquitos, más de provincia, pero fantásticos. 


Luego están esos otros árboles de jardín que alguien plantó y has visto crecer, poco más que un palito y cuatro hojas y tienes ahora una sombra benéfica bajo la que sentarte. No una sombra  en nuestro caso "impresionante", pero sí una sombra muy agradable. Pero son muchos años los que cuesta conseguir una sombra de un árbol. 

En esto hay dos bandos a veces irreconciliables. Los del árbol que dé sombra, y los del jardín con césped y poco árbol, que entre el sol y corra el aire. Lo tengo muy visto en nuestra urbanización y en mi familia. Yo quiero árboles, pero necesito luz, y a veces es un poco complicado ese equilibrio entre la luz y sombra de los árboles. 

Mi marido es de los que plantó en nuestro jardín árboles -manzano, cerezo, ciruelo, membrillero, madroño y dos árboles del paraíso- y arbustos como el endrino, que no llegan a ser propiamente árboles. La mayoría de nuestros vecinos tiene muchos menos árboles, algunos ni uno, otros alguna encina que no cortaron cuando urbanizaron. Sus jardines son extensiones de césped o grava, limpitos siempre, impecables. El nuestro en cambio se llena de hojas, cuesta más "limpiarlo" y corre el riesgo de ser en exceso sombrío, lo que agradecemos en verano, pero contra lo que lucho porque necesito que entre luz en la casa y en especial en la cocina, donde paso muchas horas. 

Cuando llega el invierno, en diciembre, y hay que podar, llamo a los chicos, es demasiado trabajo para Gonzalo. "Sólo el seto, Aurora, los árboles no" me pide, el pobre. Pero al final acordamos que poden todo, y el árbol del paraíso de delante de la cocina más, porque crece tanto con el sol del sur, que me quita la luz en verano. Este año tuvo Gonzalo que podarle otra vez en julio porque no veíamos, y eso que le habían dejado corito, desnudo casi. 


jueves, 25 de agosto de 2022

Serenidad y pánico

Vi en casa con unos amigos "13 vidas", la película sobre aquellos 12 niños y su entrenador atrapados en una cueva en Tailandia y cómo los sacaron. Dejo para otros la crítica cinematográfica y más técnica (sí, es larga la peli, soy consciente) .

Quien no quiere que le destripe la historia, que no siga leyendo, aunque lo que pasó ya se sabe: es como si te pones a ver un partido en diferido del que conoces el resultado... aunque no obvia la emoción de cada balonazo en este y otros casos.

Creo que hay varios documentales al respecto que veré, porque todo me parece impresionante por varios motivos.

El primero es el entrenador. Estoy fascinada con alguien que durante 8 días mantiene la calma no sólo él, es que hace que se mantenga la calma entre adolescentes en mitad de la oscuridad y en un cueva. Por lo visto había sido monje budista antes y les hacía meditar. Bueno, en cualquier caso me hizo pensar mucho en la capacidad de liderazgo y servicio, ¿términos hiperónimos, hipónimos?...

El segundo es el sentido de equipo de los muchachos: somos jugadores de fútbol, somos equipo, nos ayudamos los unos a los otros, nos apoyamos. Sin palabras. Edificante. 

El tercero es el de los "achicadores de agua" que trabajaban en paralelo, otra labor admirable y como imposible. Era como achicar el mar casi en mitad del monzón aquel. En fin, pues nada, ahí estaban, achicando agua para que no entrara más en la cueva. Parecen como menos que los buzos, pero no, los achicadores son clave. Los campesinos que dejan que inunden sus campos, joer. 

A todo esto, la oración, venga a rezar, a lo thai, que cada uno reza como sabe. La diosa tumbada. Me es igual. Los que no achican ni bucean están rezando mayormente. 

Ah, sí, la prensa alrededor, siempre hay prensa, pero... ¿qué hacen? Pues que ni transparencia ni nada, había  que ocultar a la prensa lo que pensaban hacer, porque lo que faltaba era gente molestando o cuestionando un plan de locura, que lo fue. Ya, el gobernador, los militares, los seal tailandeses, aquel llorando, hay más protagonistas. Sería largo. 

Los que parecen que son protagonistas, y lo son, pero no sólo ellos, los buzos, Colin Farrell y Viggo Mortensen, aquellos dos voluntarios, uno consultor informático, go figure, el otro bombero. Y aquel anestesista con un plan descabellado, totalmente descabellado, pero es que no había otra. Era eso o nada. Y los otros que vienen. 5 horas buceando sin ver nada, sin ver nada. Y la vuelta con "el paquete".

Jolín, que los sacan. Que es un puñetero milagro, 13 milagros. 


Y sí, el pánico. Con lo que me he sentido más identificada. Porque el pánico existe. Y pasa. Y no pasa nada. Una puede caer presa del pánico y hay compañeros que te ayudan. Hay que tener compañeros buceando. Hay que saber que el pánico es humano. Tan humano como el heroísmo. No es pavor, es pánico. 

Me ha parecido tan actual esa cueva, agua, mucho agua, oscuridad, miedo, personas heroicas, resistencia, muchos achicando, "planes" de locura que humanamente tienen casi cero posibilidades de salir, rezar esperando un milagro...  En fin, la vida. 

Me decía un hermano mío que con esos mimbres Clint Eastwood hubiera hecho una obra de arte, bueno, vale, no es el caso, pero la historia vale la pena y la película. Insisto: es la vida. 

miércoles, 20 de julio de 2022

De cómo el Hermano de la Salle Jesús Puente deja el cazamariposas apoyado en el quicio de la puerta

Delibes tituló Un mundo que agoniza[1] su discurso de entrada en la RAE en 1975. Yo, que veo con pena ese mundo rural en extinción, aunque aún tengo algo de esperanza, observo alrededor otros mundos que agonizan y por los que siento más pena si cabe. Y no sé cuál pueda ser el remedio.

De Urueña y la Santa Espina 

Conozco Urueña desde hace doce años, Villa del Libro[2] en las estribaciones de los montes Torozos, lindando con las tierras de Medina de Rioseco, Tierra de Campos, en la salida del kilómetro 211 de la A6. 

Vuelvo de vez en cuando a esa atalaya de Castilla desde la cual en los días claros se ven los Telenos. Intento ir por primavera, esos mares de amapolas y esos campos verdes que duran tan pocas semanas. No muy lejos está el monasterio de la Santa Espina, con su poblado de casas blancas del mismo nombre, producto de aquella colonización de los años 50, al lado del río Bajoz y su vega bien cultivada que en agosto da unos excelentes tomates, un remanso verde y bien arbolado.

La Santa Espina es monasterio originalmente cisterciense y desde los años 50 Escuela Agraria gracias a un ministro de Franco, Cabestany. Todo esto nos lo cuenta Jose María, un hermano de La Salle, porque en estas dos ocasiones he podido hacer lo que creo que hay que hacer cuando uno visita algo, que es que una persona te lo enseñe. Ni guías escritas, ni audios, ni nada… una persona que ama el sitio, que lo entienda y, a ser posible, que viva en él. 

Y es que aquí quiero hablar de José María y de Jesús Puente, Hermanos de La Salle y que han vivido en el monasterio y estado a cargo del internado de los chicos (y chicas hoy) que van a estudiar a la Escuela de Capacitación Agraria.


José María nos enseña el monasterio 

José María es un anciano encorvado, encorvadísimo, que nos recoge a la entrada del monasterio, de esa valla de piedra blanca, tan bonita, que rodea la finca. Lleva en sus manos un libro gastadísimo, el del profesor Javier Burrieza, que está agotado y no se encuentra ya en ninguna parte. 

Trata el libro sobre la historia del monasterio y de cómo fue hogar para huérfanos gracias a la marquesa de Valderas[3] en el siglo XIX  y los diferentes usos que se la ha dado, a inicios de la guerra civil fue campo de concentración y en él convivían los republicanos presos y los niños huérfanos. 

Antes, mucho antes, el 28 de septiembre de 1559, en este mismo monasterio se encontró Don Juan de Austria, Jeromín, con su hermano, Felipe II, y cuatro siglos antes de dicho encuentro fue Doña Sancha, hermana de Alfonso VII el Emperador, quien lo manda construir en el año 1147, llegando los monjes cistercienses, enviados por San Bernardo, ese mismo año. 

Luego el monasterio fue reformado y tiene añadidos del siglo XVII que se notan perfectamente, según nos explica José María, que nos lo va enseñando en sus diversas estancias, esos claustros tan amplios y remozados cuando hubo muchos monjes y dinero con el resultado de alzar uno… y cegar incluso las ventanas de la iglesia haciéndola más oscura. 


Jesús Puente y, antes que él, Pantaleón

Tras la visita a la iglesia, y como nos dijeron que sí queríamos ver la colección de mariposas e insectos, y soy muy bichera  (por eso sé que soy más aristotélica que platónica, más que las ideas, que estupendo,  observar la naturaleza me parece fascinante) esperamos a la entrada de la sala de los animalejos a que viniera el encargado, que es otro Hermano de la Salle y que se llama Jesús Puente, un nombre que no se nos puede olvidar porque era el de un presentador de la tele y así se presenta este Hermano, con gracia, también mayorcísimo, con esa mirada azul lechosa y desvaída que algunos ancianos tienen.

Abre la puerta de la sala de las mariposas y deja lo que vemos que es un retel o cazamariposas apoyado en el quicio de la puerta con mucho cuidado, porque ha estado cazando mariposas hasta hace un rato, y se pone a enseñarnos la colección maravillosa que hizo otro Hermano de la Salle, Pantaleón, ya fallecido. 

En ambas visitas que hacemos, con mi amigo y su mujer francesa, y con otros amigos luego, nos quedamos todos impresionados de la extensión y calidad de la colección, de las explicaciones de Jesús Puente… y con el mandado de que le busquemos unas cajas de 11 cm por 5 de alto, transparentes, para poner más mariposas, no ya en esas cajas grandes donde hay varias, sino en las individuales. 

Nos cuenta el mundo de los intercambios de mariposas, de cómo algunas están protegidas y no pueden ya cazarse, de cómo algunos estampados famosos son de mariposas (hago una averiguación con mi compañera de máster, Teresa Serrano, sobre un estampado que me pide Jesús Puente que qué diseñador lo ha utilizado, y claro, Teresa lo sabe y se lo digo a Jesús en nuestra segunda visita, y quedo estupendamente, gracias, Teresa).
 

Un mundo que agoniza

Estoy triste porque en la última visita me dice el dueño de la librería Alcaraván de Urueña que los Hermanos de La Salle se van el próximo 18 de junio del monasterio, ya son sólo tres y muy ancianos. 

¿Quién enseñará como ellos el monasterio, las mariposas? Y, sobre todo, ¿cómo va a vivir Jesús Puente en una ciudad como Valladolid, que es donde la mandan, sin poder ir a cazar mariposas? 

Las órdenes religiosas, muchas de ellas, son ese otro mundo que agoniza lleno de personas impresionantes, inteligentes, generosísimas, hoy ya pocos y ancianos. Gran parte de nuestra cultura, de lo que somos o fuimos, en sentido amplio, no se entiende sin ellos, guardianes, investigadores, cuidadores, un larguísimo etcétera. 

Y yo me pregunto qué podríamos hacer y cómo esa riqueza, todo ese legado, no ya el material, el humano, podrían conservarse.


(Texto adaptado originalmente incluido en "Gabinete de curiosidades", trabajo- memoria personalísima para la asignatura de Historia Cultural de Occidente del Máster de Humanidades de la Universidad Francisco de Vitoria). 

[1] Recientemente reeditado por editorial Páramo

[2] Las Villas del Libro son iniciativas de dedicar algunos pueblos a los libros, en España está Urueña en Valladolid y ahora Urroz e Navarra. En Reino Unido tienen a Hay-on-Wye.

[3] La Marquesa de Valderas, luego también Condesa de la Santa Espina, Susana Montes y Bayón, es otro personaje muy interesante. https://dbe.rah.es/biografias/57455/susana-montes-y-bayon

martes, 28 de junio de 2022

San Juanito

Nos hace un tiempo de perros al llegar a Carnota, las previsiones eran de espanto, pero resistimos con confianza. Sabemos bien que Galicia es como la vida: no hay que fiarse mucho de las presentes circunstancias porque, buenas o malas, pueden cambiar rápido.  Y cambian. 

Filosofía gallega lo llamamos. Sirve para aprovechar el sol que asoma un rato, para esperarlo, también para acostumbrarse a cambiar de planes. Y para mirar tanto a las previsiones -la ciencia, oh, la ciencia- como a los agoreros y cenizos -uy ay, en Galicia llueve todo el rato, etc.- hasta con simpatía. Gracias a ellos disfrutamos de un fin de semana sin gentío y precioso. 

***

Por San Juanito, que coincide también con el Sagrado Corazón de Jesús (aunque ya nos dijeron en misa en Lira que la del Sagrado Corazón era fiesta "más potente" que la del santo, así que el santo se celebró su  víspera), hay una buena noticia en Estados Unidos: la revocación de la sentencia Roe Vs Wade por el Tribunal Supremo. 

Al hablar con Ignacio señala él constancia del movimiento pro-vida yanqui, han aguantado 50 años. 

Cor Meum Vigilat, claro, también mucho trabajo. Y valentía y constancia. 

***

Me gusta el cementerio de Lira mirando al mar, como el de Carnota, siempre hay gente visitándolos. Repaso las lápidas. Se repiten los apellidos Caamaño y otros. 

Aquí se celebra misa de diario si hay un difunto cuyo alma encomendar. Hay costumbre de que cada misa  "es por alguien", porque un familiar del difunto le pide al cura que la celebre por él. Y sólo uno. No puede haber varios a la vez, salvo que sean de la misma familia.  

Esto no es como en Ávila, que en cada parroquia hay un horario fijo y se celebra misa siempre a tal hora fija, haya o no difunto por cuya alma celebramos, no. Aquí el cura celebra misa si hay difunto. Así que lo hace unas veces en Lira y otras en Carnota, se reparte en función de las misas que se piden por los difuntos de uno u otro lado.  

¿Y si no hay difunto? Pues no estoy muy segura, pero creo que aquí hay difunto siempre, es que no son difuntos de este año, son de hace años, se celebran misas por tus parientes todos los años. 

Hoy oigo comentar a la salida de misa "¿Pues quién era ésta, que no era de aquí?" Claro, se conocen todos. Y ahora entiendo bien el revuelo que pude armar cuando pedí que se celebraran unas misas por el padre de nuestras niñas ucranianas hace un año, un apellido evidentemente extraño. Están acostumbrados a que el muerto sea del lugar, como propio.

Afortunadamente hay un calendario mensual que cuelgan en la puerta de cada parroquia y nos dan en mano antes de que empiece el mes, así se sabe si la misa es por tal o por cual y, algo muy práctico, si será en Lira o Carnota, que durante años no me aclaraba. 



sábado, 25 de junio de 2022

Agradecimiento a las tarabillas (23 junio 2022)

Descubrí a las tarabillas hace unos siete años, cuando Gonzalo me regaló la cámara para poder fotografiar a los pájaros que tanto me gustan. Y es que este ave, cuyo macho tiene la cabeza negra, el cuerpo rojipardo y una especie de collar blanco, es una de los que posan mejor, así que facilitan la labor de observarlas y fotografiarlas. 

En Carnota están en todas partes, pero sobre todo a la entrada de la playa, como si fueran sus vigilantes. En Ávila las descubrí más tarde, fue una alegría cuando oí primero ese chasquido suyo tan característico  y luego, en lo alto de una encina, vi a un macho vigilando. 

Mientras otros pájaros se esconden en el follaje, a veces en la hierba alta, o se escapan en cuanto notan que te acercas (especialmente si voy con Anita, que es un como un jabalí ambulante, siempre resoplando), las tarabillas tienen la delicadeza de quedarse bien agarradas a las ramitas al viento, a veces sobre alguna valla de alambre o un poste.  A lo mejor levantan el vuelo, pero vuelven a posarse rápido para facilitarme la vida. 

Gracias, gracias, son Vdes. muy amables, y no como los herrerillos, que les oigo y sé que están, pero con tanta hoja no les veo, y no hay manera de que salgan, so antipáticos. 

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Marta me envió dos libros de May Sarton por sorpresa y sin tarjeta. No puedo decir que me gusta algo porque tengo siempre amigos que van y me lo regalan. Lo mismo un abrigo que libros, son como las tribus esas africanas que tienes que tener cuidado con alabar algo porque te lo dan. 

Bueno, el caso es que Anhelo de raíces es entretenidísimo, literatura esa que me gusta a mí, ideal para soñar pensando en casas, reformas (que no voy a hacer, que hace otro, y -fundamental también- paga otro), literatura situada en ese campo donde yo también busco casas en Idealista, casas que nunca compraré, pero que me encanta imaginar. 

Sé que somos varios los que tenemos ese mismo pasa-tiempo o afición: ver casas, imaginarte en ellas, soñar con ellas. La de la Sarton es como si la viera, rodeada por esos prados "libres", es decir, sin cortar. 

Aunque ya sé que hay que cortar la hierba a veces (la de alrededor de nuestra casa en Carnota me llega ahora por los hombros), también hay que dejarlos algo libres para que abejas e insectos puedan vivir y hacer su trabajo, que también es necesario (este movimiento de liberación de prados -free meadows- me parece fascinante y estoy investigando, hay gente para todo). 

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También me regaló el otro día Luis dos libros de cocina, uno sobre pan (que tengo que preguntarle a Mate varias cosas, estoy un poco perdida en temas paneros), y otro sobre un cocinero que no le tenía fichado y estoy encantada, Yotam Ottolenghi. Tengo que probar esas mezclas de verduras que propone, esas especias y ese modo de cocinarlas.

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Me mira Chesterton muerto de risa desde su estampa. "Angels can fly because they can take themselves lightly" (Los ángeles pueden volar porque pueden tomarse a la ligera). Me parece genial, pero pon un punto y aparte de vez en cuando, gordo inefable, que tienes párrafos que duran dos páginas enteras. 



miércoles, 22 de junio de 2022

Flores tardías (22 de junio 2022)

Tenemos un rosal apoyado en la pared de nuestra casa que da al sur. Trepa y asoma sus ramas por la ventana de la cocina y la de mi despacho. Por encima de él ondea la bandera de España, en un extremo la de Ucrania.

Este rosal no hace más que darnos alegrías, aunque hay que podarlo dos o tres veces al año. Se carga demasiado con tantas flores, hojas y ramas y ese peso amenaza con echarlo abajo. 

Florece así, según entre la primavera en Ávila, desde inicios o finales de mayo hasta bien avanzado noviembre, a veces casi hasta Navidades. 

Mira que espero con ganas que llegue la gloria de mayo, pero son las flores tardías, las que da el rosal después de la gran fiesta de la Santa en Ávila, las que más agradezco casi. 

Ya con frío, con las noches más largas, con las primeras heladas, el rosal sigue ahí floreciendo, agradecido porque le podamos. 

Ha sido un curso éste que acaba (sigo viendo los años más por cursos escolares que de enero a diciembre) duro y complicado. 

Hay climas más benignos, jardines sin esos cambios de temperatura brutales de quince o veinte grados en un mismo día -oscilaciones térmicas les llaman- que tenemos aquí. Paz. 

Nuestro rosal, ese que plantó mi marido y que está sujeto a la pared sur de nuestra casa, seguirá floreciendo. Mucho sol, poco agua, fumigar por el pulgón (Gonzalo vestido de Ghost Buster) y podarlo. 

viernes, 29 de abril de 2022

De Sor Sacrificio a Petronio (s), ida y vuelta



21 de abril, 2022

Hay días geniales de conversaciones telefónicas, por dm o whats up, que me dan la vida. 

Como hay gente muy pendiente de los demás, y yo las tengo cerca, las remontadas a veces son posibles no (sólo) porque existan fármacos y profesionales, sino por una voz amable. 

A veces sólo hace falta una voz amable.

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Sor Sacrificio es un petardo eterno. Y hay que tener cuidado cuando aparece. Soy injusta llamándola así, las personas más alegres y que menos "pasan cuenta" de lo que dan o hacen, las más eróticas (ver a continuación esto) son las monjas que yo conozco, he tratado y trato. 

Hablo con t. Me manda justo un texto que necesito,  Ulises y las sirenas. Y hablamos del mal que a muchas mujeres puede aquejarnos. El diablo es muy sabio, no es imbécil, y detrás de muchas cosas que supuestamente se hacen altruistamente está Sor Sacrificio al acecho, esperando, agazapada. 

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"Erótica y materna", el libro de Migliarese, es un libro fundamental para cualquier mujer que se precie. Para entendernos. Es fundamental la maternidad. Se puede ser madre de muchas maneras, no sólo la biológica, que hace falta solo 10 minutitos y está hecho, parir lo hacen hasta los animales. Hablo de lo que es "ser madre" en profundidad. A la vez, necesitamos un espacio propio, nuestro, el justo punto... ni caer en el narcisismo (otro petardeo hoy muy fácil) ni en el "yo, que te quiero tanto", Sor Sacrificio, vamos. 

Le llevo el libro a t.  

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Me cabreo leyendo algo que me parece una bobada. Soy joven aún porque me cabreo con gran facilidad. También porque me río mucho. 

 El mejor de los nuestros ya es un concepto que me asombra. Discuto 1000 veces con supuestos "nuestros", o no discuto, simplemente no estoy de acuerdo contigo en esto o sobre esto. No pasa nada. 

¿Quiénes son los nuestros, por favor? 

Busco la independencia. Adoro la independencia. Sé que alguien es independiente cuando es pobre habitualmente. Y cuando lleva heridas, muescas, de un lado y de otro, con frecuencia. Mi ejemplo es Cyrano. Bueno, Cyrano y una comunidad que no sea autocomplaciente y que esté abierta. 

Frente a esos independientes, poquitos, están los corchos que flotan en todo agua, llueve o truene, siempre. 

Es como si me dijeran, no sé, que Petronio es un ejemploPetronio es todo un personaje, estupendo literariamente. Pero a mí los que me admiran son los cristianos muriendo en Quo Vadis, no Petronio que se suicida finalmente. 

Me lo recuerda J cuando me manda esto

Querer ser aceptado, "querido", nombrado, formar parte del grupito de lo que sea, es comprensible: el mundo nos quiere para él. Pero para cualquiera cuyo fin no sea él mismo constituye precisamente esa la batalla esencial y la que hay que prestar justo al contrario de lo que el mundo pretende. 

Hoy hay mucha fascinación con lo que es carcasa: llámalo reputación personal o, también, qué pena, corporativa. La de tiempo que dedicamos a vendernos individual y colectivamente, a figurar, a estar... donde sea (bueno, no donde sea, lo que mola, la "gran" aspiración al parecer, es que me entra la risa con esto, son los cenáculos en los que te ahorcarían sin pestañear siquiera si fueras mínimamente molesto).  

Postureo, como tantas normas del Covid en tantos lugares, o como los programas de igualdad de género, o como tantas otras cosas, sostenibilidad, llámalo zeta: para la galería se trabaja. Fuegos artificiales mayormente. 

¿Pero cómo no me voy a reír cuando leo que la aspiración, lo fascinante o lo admirable es... el mediterráneo, la exquisitez, un anuncio de cerveza en verano en una playa llena de gente o un té en el Ritz levantando el dedo, por Dios bendito? 

Hay versiones diversas, pero al final es una cosa estética, bonica y divertida, sí, pero que acaba quedándose en rancio casino  de pueblo aún pasado por grandes capitales europeas, sean Londres o Atenas. Limitadito y ya visto 100 veces en la historia. Ya sabemos a dónde nos lleva.

Porque no es la Belleza en mayúsculas esa cosita spleen o exquisita, por bonica que sea y atraiga. A mí me gustan mucho la playa, los banquetes y las tertulias de noche mientras me lleven a donde quiero, que no es a engrosar mi cuenta ni a que me digan que qué mona soy, qué lista o que lo que sea. No son un fin en si mismas ni una playa ni unas perdices bien hechas. 

Pues no lo ven, no, rendidos a algo tan antiguo como un Petronio, varios Petronios, que no hay sólo uno, proliferan. 

Quizás hace falta cumplir años o amar más los hechos que las palabras por muy bonitas que sean. 

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Bajamos a Madrid a un tema familiar y aprovechamos para visitar a N, que está enfermo. N ha estado durante 30 años a mi lado aún y cuando estuviéramos a distancia. 

N me ha dado su ordenador para ayudar a alguien, de las pocas cosas que "tiene" en propiedad. 

Vino a casa hace ya un mes a comer, lo ha hecho con frecuencia estos años, y nos trajo su ordenador. A mí me extrañó. A ver, N escribe, ¿qué hace desprendiéndose de algo que puede necesitar?  Luego, como quien no quiere la cosa, nos contó lo que pasaba. Tuve que salir del cuarto y dejar a mi marido con N, se me caían las lágrimas.

N es un hombre bueno en el mejor sentido de la palabra. No "bondadosito", no buenecito, BUENO, con mayúsculas. Y yo desde luego le necesito a mi lado porque me quedan muchas batallas de las importantes. Y él es de los que sabe de esas batallas. Nunca le he oído hablar mal de nadie. O sea. 

sábado, 26 de febrero de 2022

La huida como respuesta

Ucrania, la guerra. Tengo intereses en esto. Intereses personales, claro. Dejo la geopolítica a muchos expertos, que hay cientos al parecer y saben muchísimo siempre. 

No entendemos de qué pasta están hechos. 

Nosotros lo olvidamos ya hace mucho tiempo. 

Que hay corrupción allí, y no sólo en Rusia, no me lo tiene que recordar nadie. He estado allí, lo he visto, lo sufro desde hace mucho tiempo.

Pero es como si me dices que hasta que no seas "impecable" puedes morirte, que a mí plin,  que te den, Ucrania. 

Ofreces lo que tienes. Tu casa. Que vengan. Llegad a Polonia y os vamos a buscar. 

Da igual. No quieren. No sé si es que no pueden simplemente. Creo más bien que es que no quieren. No quieren. 

No lo entienden. No entienden que lo que les digamos es "huye". Y nosotros no les entendemos. 

Occidente ofrece la huida. La lleva ofreciendo mucho tiempo. Personal y colectivamente. 

Huye. 

Huye de lo que te suponga un esfuerzo. No huye ya de lo que te pudiera acarrear la muerte. No, ni llegamos a esos extremos, por Dios. 

Huye de... todo lo que sea decirte no a ti mismo y decir sí a algo más grande que te supera. 

Huye de los hijos.

Huye del compromiso.

Huye de estudiar (aprender se aprende siempre divirtiéndose, yuju)

Huye de tener un empleo, tú, hijo, ten una carrera. 

Los empleos son para los bobos, y tú eres enorme, chaval. La gente de bien tenemos carreras que nos llenan, nos realizan

Lo de dinero para poner algo sobre la mesa es de pobres y de gente que no se entera

Huye de tu mujer cuando sea pelma. 

Huye de tu marido cuando no sea lo que tú esperas. 

Huye, yo te entiendo y te preparo un lugar caliente. Y si ese lugar no te parece suficientemente confortable y sigues teniendo miedo, huye. 

Huye siempre y como sea. 

Yo comprendo perfectamente que no puedas con esto, con estos exámenes, con este petardo de jefe, con este abuelo. 

Ay, Dios mío, los abuelos, los viejos. 

Huye de este niño que tú no esperas. 

Huye de la patria. 

La patria es un invento, y aunque exista (de existir), pagamos a terceros (que tenemos al margen, es feo eso de las armas, etc.) 

Huye y canta conmigo para que todos seamos buenos. 

*****

De repente ni las matemáticas (que no aprenden y cada año volvemos a ellas), ni esa pregunta que siempre les hago "¿Qué quieres ser de mayor?" y que desde hace años no encuentra respuesta (para mi desesperación, soy totalmente imbécil, esto es lo que hay, soy una redomada imbécil)  tienen sentido. 

Tiene sentido todo su silencio, ese silencio eslavo, espeso, cerrado, que una mediterránea (idiota) no entiende. 

Quedarse es su respuesta. 

Ellas se quedan. 

PD: Y hoy en mi cabeza, también y muy especialmente, esas que hasta el final cuidan de alguien, hasta la muerte, con un infinito cariño y dando su vida. Porque no ha huido. Ya sabes tú quién eres. Eres todo un ejemplo. Justo lo que necesitamos en estos momentos: no huir, quedarnos. Aprender a quedarnos. Querer quedarnos. 


miércoles, 23 de febrero de 2022

La pierna en la madrugada

Duermo a saltos. Me despierto a menudo a las 3 y a las 5, es siempre a esas dos horas puntuales. No son malos sueños, es simplemente despertarme. 

Extiendo la pierna y noto la pierna del vasco, su calorcito. Me calma que esté en la cama conmigo. Me duermo al poco. 

Recuerdo a uno de mis hermanos a eso de los 5 años que se despertaba con pesadillas. Pedía mi hermano irse a la cama de mis padres. Lo metían allí y luego, ya dormido, lo volvía a sacar mi padre para llevarlo a su cuarto. Nada de "colecho", que dirían los modernos. Nos enseñaron a dormir solos. Un poquito sí si tienes miedo, quizás un poquito en una mañana de fin de semana. Pero luego ya no. Tú a tu cama. 

Hay algo de animalillo en ese compartir la cama, en necesitar sentir al dormir el calor de alguien. Hay algo primario, animal y muy humano, que pasa desapercibido. 

Lo he pensado estos años pasados. Para mí ha sido muy importante notar esa pierna en la madrugada. Sólo es una pierna en la madrugada. Compatible con el te tiraría por la ventana y otros momentos que por pudor no se cuentan a nadie. Caminito. 

Una pierna no parece merecer grandes palabras ni provoca espasmos. No se escribe sobre esa pierna en la cama. Se esperan cosas muy grandes del "amor", cosas impresionantes que se expresan con elocuentes palabras, la caraba. Yo sólo doy gracias por esa pierna que estirando la mía noto en mi cama a las 3 y 5 de la mañana. 

Vuelvo a oír la canción de Joni Mitchell, From both sides now.

Me explicaron ayer lo que era ser boomer. Pensaba que era un insulto o, por lo menos, así me lo tomaba. Porque siempre que lo leía notaba desprecio.

Es igual, no hay que hacer caso. Como canta Mitchell, I really do not know... Que es verdad. Y no pasa nada. 



lunes, 21 de febrero de 2022

Derek o los márgenes


Vi After Life, ultima temporada, que me gustó. 

Así que me puse a ver, también de Ricky Gervais, Derek, que es verdad que al inicio puede ponerte nerviosa, por eso de que parezca que están todo el tiempo supuestamente grabando. Es otro modo de ruptura de la cuarta pared (eso de que te hablen como a la cara, hacia el espectador) que se te puede hacer cansado. Y se hace a veces. Pero se te pasa por el resto (en mi caso). 

Aclaro: no soy objetiva, he tenido (y tengo) muy cerca la "discapacidad intelectual" (así dicho suena como a vocablo de ministra o algo). Así que, en líneas generales, a priori soy totalmente partidaria. Ya me tenía ganada. Con no meter la pata (no ser condescendiente ni ser unicornios alados, en fin... ) bastaba. 

Derek es Ricky Gervais, que hace de Derek y dirige la serie. 

Derek anda arrastrando los pies, se chisca los dedos continuamente, tiene tics constantes, no mira de frente en muchos casos, lo hace como desde abajo, tiene el pelo planchado hacia delante. 

Derek trabaja en un asilo. Llámalo residencia de ancianos. Personalmente no hay sitio que me produzca más tristeza. No valoro nada, sólo digo que me dan ganas de llorar.

¿Qué hace Derek? No se sabe muy bien, está allí como animando, que la gente esté cómoda, ese es su trabajo. Y hace su trabajo genial. 

La jefa de la residencia es una tipa estupenda, de las que te llevarías a tu casa. Por cierto, la misma actriz que hace de su mujer (muerta) en After Life. Muy fan de esta actriz me he hecho y del personaje. Todo el mundo debería tener una mujer en su vida así. O serlo. No sé si lo primero es más difícil que lo segundo o va a partes iguales. El caso es que es un encanto. El caso es que, si has tenido suerte en esta vida, ves reflejada en ella a muchas otras (y otros) que han escogido la mejor parte. 

Luego hay otros personajes, aunque Derek y esta señora ocupan toda la pantalla (del ipad en mi caso). 

El de mantenimiento te tronchas, otro cuadro (como Derek), la choni recién llegada no puedo ni contar lo muchísimo que me ha gustado (de lo que más), y luego, más adelante, hay otro que parece que no, pero luego que sí.

Ya, vale, que la serie al final es que todos se "vuelven" buenos ... joer, sí, ¿y qué?

 La bondad se pega por contacto, no por leer ni que te aleccionen al respecto. Y que sí, que un poco aleccionamiento puede ser Derek, pero a mí me ha compensado. Yo sé que el mundo es más transitable por Derek y otros tantos. 

Los ancianos yo creo que son reales. O sea, que no son actores. Han debido de fichar a ancianos que van de ancianos. En fin, lo que nos espera en unos cuantos años. 

Hay escenas memorables. La de la burocracia (haciendo fácil la vida a la gente). La de la mujer de éxito. La de Derek se inicia en las redes sociales. Muchas más. Algunas de una ternura desarmante. Gervais es un blando con todo eso que parece que es un nihilista de espanto. El nihilistmo es a veces el inicio de algo. Ya le dije a un amigo: rezo por Gervais porque me parece en muchas cosas honrado. 

Ah. Hay un tipo asqueroso, mismo actor y personaje casi que el de After Life, un tipo que habla que da asco y es un obseso y un guarro. 

Al comentarle a un poeta que me costaban mucho esas guarreridas que mete Gervais me comentó "pues a mí es lo que más me gusta ". 

Oye, que me quedé pensando, porque los poetas ven cosas que nosotros no vemos, por eso hay que preguntarles (y leerles). 

Así que, como soy muy influenciable, he acabado con la conclusión de que tiene razón, que es posible que (parte de) lo mejor de algunas cosas de Gervais (y a pesar del profundo asco que me produce) sea esa: porque no tiene tanta importancia ser tan manifiestamente guarro. Somos manifiestamente todo. 

(nota al margen: pongan a un poeta en su vida aunque sea a distancia, que ayuda mucho en los buenos y malos momentos en que no ves algo de tan cerca como lo tienes y te atascas). 

(Está en Netflix, creo).