Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

viernes, 31 de octubre de 2008

Aparte. Desde el jardín.


Sales con amigos, tres horas andando, comida y estupenda sobremesa. Pero llega un punto, pasadas las 6, que quieres irte a tu casa, darte un paseo o simplemente mirar a las musarañas. En silencio. Sola.

La necesidad de un aparte siempre está ahí.

Sales afuera, te sientas en la barandilla y cuelgas los pies. Es posible que haya alguien más que salió también. Puedes comenzar una conversación, aparte también, que dura un ratito.

Y puedes estar simplemente en silencio, nadie se extraña, ni se duele o siente obligado.

Silencios compartidos, tan ricos.

Silencios sola, tan necesarios.

Vacaciones. Convivencia intensiva con familia. Nos queremos mucho, prima. Qué bien nos entendemos. Pero hay un momento en que a todo el mundo le gusta estar solo, aparte. Y tú tampoco eres una excepción. "Si os parece, ir vosotros, yo me quedo en casa". Eres simplemente humana.

Esto de los blogs es igual. Da gusto apartarse un poquito de vez en cuando.

No tienes que hablar ni tampoco que atender. Pero sigues oyendo algunas voces a lo lejos e intervienes en alguna conversación que te interesa especialmente. "Que os estoy oyendo y yo creo que...".

Desde el jardín, un rato más, mirando la luna o al sol que se mete, a gusto, sola o con alguien, da igual. Aparte, en silencio.

Identificas mejor las voces desde cierta oscuridad y lejanía, averiguas por el tono y quién dice qué, quién parece tener una opinión sobre todo y quién escucha, aunque parezca que habla todo el tiempo.

Percibes también mejor las ganas de ser escuchado, aceptado, ser querido o sentirse conectado con otros, todo tan humano.

Descubres nuevos matices en muchas voces. Te llevas muchas alegrías, muchas.

Ves las luces del cuarto de estar, sale el humo de los cigarros, oyes que piden más cervezas o que se acabó el coñac. Sonríes.

Escribir cada día fue la promesa. Pero no hace falta colgarlo todos los días y dar pie a que te hablen. De hecho, y sin que nadie se ofenda, agradecerías mucho que por unos días no te hablara nadie.

Lo escrito cada día queda en la recámara. Saldrá todo de golpe o no. Tripletes, dobletes o silencios. No es cuestión de mesura o contención, tampoco de decir todos los días algo. Ni de intervenir todos los días sobre lo que otros dicen o que comenten sobre lo que tú digas.

Fluye ahora mejor todo. Las palabras también. Se cuela el aire por el pasillo.

Mucha paz en esta nubosidad variable y silencio. Importan poco las cajas o las mudanzas si uno sabe dónde está por dentro.

Como en los congresos, hay gente que aprovecha para hacer amigos y contactos profesionales en las pausas de café, especialmente en ellas.

Otros observamos, nos observamos, exploramos sin prisas. Diferentes formas de ser. Todas buenas.

I have learned that to be with those I like is enough. Walt Whitman.

martes, 28 de octubre de 2008

Cerrado temporalmente por mudanza

Cuando me instale, vuelvo (próxima semana, espero)


La foto es de http://www.fotopaises.com/foto/Espana/El_Boalo/12048.html

Inocencia y libertad


Vengo pensando desde esta mañana el tema de la inocencia.
Los inocentes.
La inocencia.
Por lo que me toca. Por el daño que pueda hacer, o haber hecho, sin querer en absoluto, a quien es inocente. Los hay, de muchos tipos. En todas partes. En todas.

La referencia más rápida que uno tiene de qué es la inocencia o quiénes son inocentes son los niños pequeños. Entre esos hay muchos que son más inocentes. "Tu hermano es más inocente que un cubo", decía mi madre. Sí, todos los niños son inocentes cuando son pequeños, pero hay algunos más que otros.

Otras veces no son niños. Son adultos. Son inocentes.

A veces, tal es el caso que me rondaba, uno puede soltarle por ejemplo un manotazo verbal a alguien adulto y hacerle, sin pretenderlo, daño en el alma, donde más duele. En el corazón. O en su orgullo, no en la parte mala, en la buena, que la hay también. Marcar a alguien de alguna manera, aunque sea mínima.

Dejarle una herida. Quizás pequeñita pero que está ahí. Una herida que se puede infectar por lo que sea. Porque se la toca, porque hay en el ambiente más microbios, por lo que sea. Pero el golpe inicial fue el mío. Lo sé. Lo siento.

Hay muchas cosas terribles que empiezan así, me imagino, con una pequeña herida que se infecta más y más provocada por un arma verbal que son a veces las peores. Las palabras son muy potentes, es lo más potente que tenemos, creo.

A veces sin querer, porque uno quiere ser auténtico, libre y decir lo que piensa, por fin, en su propia casa. Zas. Hablas. Te defiendes de lo que consideras una agresión. Y sueltas un mandoble verbal.

Bueno, digamos que es posible que una esté hasta el alma de correctores de estilo a quienes presupone una buena voluntad estupenda, pero para quienes habría que escribir como X o decir lo que ellos dirían o como lo dirían ellos. Puede suceder.

También podría ser que una pueda estar también bastante harta de esa cosa que se llama dar doctrina o criterio que aherroja tantas veces la simple naturalidad o el diálogo tranquilo. Es también probable.

Sé que no son disculpas, lo sé, no es nunca una justificaciópn suficiente para soltar como un manotazo a alguien algo que le puede doler y dejarle herido.

Son simplemente razones pequeñitas, tontas, que a muchos les sonará a chino, y a otros no, y a veces pagan justos por pecadores, justos inocentes. Me da miedo pensarlo.

Y sin querer, sin tener intención, puedes sin querer hacer daño a alguien. Irremediablemente, quizás, a veces.

Al que recibe el mandoble, y a quienes lo ven, también a esos. Hay muchos inocentes, de muchos tipos y en muchos lugares. No sólo el que recibe el mandoble lo es, el que lo ve muchas veces también.

Pensé mucho esta mañana en la inocencia. Mucho.

Creo que es fundamental la autenticidad, siempre. Me encanta. Es evidente que me apasiona la gente autétnica. Con nuestros defectos, virtudes, tics o aciertos, siempre uno. Como es cada uno.

Pero pienso también que, sin querer, sin pretenderlo, se puede hacer daño a inocentes. Y me da mucha pena. Y lo siento.

A veces el daño que más se hace en esta vida no es el que uno pretende ni sólo al que pretende. De hecho creo que en general no se pretende hacer daño ni meter el dedo en el ojo de nadie, desde luego yo jamás lo pretendo, de eso pongo la mano en el fuego. Son como manotazos que me salen defensivos.

Pero sé que el daño mayor que se puede hacer a veces es el que, sin querer, se hace. A inocentes casi siempre.

Por eso espero que a quien le llamé "pelmaza", y es totalmente encantadora, de verdad, me perdone. Y a quienes les dije con cajas destempladas que se fueran a su casa a corregir, entre otras lindezas que les dije, porque puedo ser muy bruta, también.

De verdad que lo espero. Lo quiero. Me gustaría que me perdonasen si quieren, si pueden. Pero sobre todo lo que me gustaría más es que no les hubiese hecho daño, que no fuera una heridita que les pica y se siguen rascando. Eso es lo que de verdad espero.

Por mi parte intento hacer, vivir, escribir siempre lo mejor que puedo. Como todos intentamos, asumo.

Pero hago, vivo y escribo como soy. De nuevo creo que como todos. Sólo hay que entrar en la casa de cada uno para ver qué le ronda en la cabeza a cada uno, si somos sinceros, claro. Digo en las casas personales, no en las institucionales, corporativas, a mí esas no me interesan en absoluto.

Me interesan las de personas, concretas. De aquí y de allá.

No represento a nadie. Ni cargo, ni posición, ni nada. Creo que esto quizás explica que quiero gozar de la maravillosa libertad de ser solamente una persona muy limitada. Es evidente que lo soy.

Si mi estilo hizo o hace daño por lo que respecta al mandoble o manotazos verbales que he propinado ocasionalmente, pido perdón a las personas a las que les ha podido doler y les pudo quedar una herida. No sé.

Asumo que a la mayoría les entra por un oído y les sale por el otro, y me alegro mucho, sólo lo digo por si acaso. Por las heridas a inocentes. La gente no es tan fuerte como pensamos, nunca. Nadie.

A quien se lo he podido pedir personalmente ya lo he hecho.

A los demás, que no puedo llegar a ellos porque eran anónimos o cuando clickas no aparece su email, públicamente ahora: perdón. Y a la audiencia, asumo que poquísimos, no tengo ni contador porque no me importa nada, la verdad, pues también.

A seguir cada uno con su vida. Por favor.

Yo creo que es muy importante la inocencia, la verdad también, y la libertad por supuesto. Pero la inocencia también. Y las heridas que pueden tener algunos inocentes, de todo tipo, de muchas partes, me preocupan, mucho.

Thermomix. Un nuevo amanecer.



Mi padre decía que había dos tipos de casas: las que tienen una pata de jamón (ibérico si es posible) y las que no lo tienen. Nosotros siempre pertenecimos al segundo tipo. Mi tío Paco era de los que tenía siempre un jamón en casa, o varios.

Antes, a los médicos se les regalaba jamones, también pavos, gallinas, de todo. Especialmente si no cobraban o cobraban menos, la gente era muy agradecida con los médicos y, como lo fueron con mi abuelo, también lo siguieron siendo con mi tío. A mí me daba un poco de envidia, la verdad, siempre ahí el jamón en la cocina de mi tía Charo, al alcance del que quisiera.

En mi casa, y por petición popular, hemos comprado alguna vez un jamón, pero así como permanente y puesto en la jamonera no lo tenemos, sólo en Navidad, a veces. A ver si éstas tenemos suerte y tenemos un jamón.

Hoy el jamón como signo de clases en las casas ha sido sustituido por la Thermomix.

La Thermomix al parecer es la revolución en la cocina. De hecho muchos restaurantes lo tienen, facilita mucho el trabajo.

Mi primo Paco hace muchas gracias con la Thermomix, su mujer y su suegra son muy partidarias. "Thermomix. Un nuevo amanecer". Yo pensé que era de cachondeo que lo decía, y mira tú que no. Es que el folleto de la Thermomix empieza así "Thermomix. Un nuevo amanecer". Cuando lo vi en casa de mi prima Marta me entró la risa.

Cuando en casa hay poca gente, cuatro, cinco personas, la Thermomix no debe de compensar mucho. Lo digo por el precio. Es bestial. Depende también del modelo. El modelo de Marta lo compró por unos 800 euros, creo recordar. El super nuevo que te mueres, la Thermomix más moderna del mercado, cuesta la friolera de 1.200 euros según me han dicho.

Conclusión: no puedo tener Thermomix, o puedo tenerla sólo de segunda mano. Somos 3 en casa, no puedo hacer semejante dispendio.

La Thermomix es como un robot, pero muy sofisticado: pica, tritura, trocea, calienta, liga, emulsiona, funde, mezcla a temperaturas ferolíticas todo tipo de cosas. Te hace casi las croquetas sola. El gazpacho es como si no lo hubieran tocado manos humanas. Sale trabadito, trabadito, emulsionado perfectamente. La Tarta de Santiago también es otra cosa, la masa de almendras es como de pastelería.

Fui a unas clases el año pasado de cocina con un chef alucinante, Sergui, cordon bleu, era encantador. Nos enseñó mucho, entre otras cosas a entender cómo funciona el paladar y que hay que poner sabores que vayan a lo alto y otros a lo ancho -unos hacia arriba y otros hacia los lados- para que el plato no sea plano, para que, como en los perfumes, haya unas notas que destaquen de salida y otras que hagan de fondo. Aquí resulta difícil de explicar en qué consiste eso, pero en clase, probando las cosas te dabas cuenta. Aprendí muchísimo, creo.

Nos enseñó a hacer platos que son un poco más sofisticados, sin pasarse, era un tipo cultísimo, nos contaba de Napoleón o de lo que fuera, del origen de los alimentos, de las mezclas, de todo, era muy divertido y a la vez era totalmente Perete (lo siento, Driver, me he quedado con el adjetivo).

Es decir, de repente te decía que le encantaban las barritas esas de chocolate guarras que toman los niños, las Mix o Twixt, no sé, una porquería de esas. O los ganchitos esos que te dejan toda la boca naranja y que les gustan tanto a mis sobrinos.

Toda mi vida pensando que los cocineros de alto copete son gente muy selecta y éste echó por tierra mi idea. En cualquier caso Sergui nos enseñó muchísimo, cada clase eran tres platos.

De vez en cuando hacía un guiño a la audiencia que sabía que tenían Thermomix en su casa "Bueno, chicos, y esto lo ponéis con la mariposa y la velocidad X". Y allí que apuntaban los que tenían la Thermomix cómo tenían que hacer el plato en cuestión. Los demás, con la receta habitual. Picando con cuchillo u otras herramientas. Brunoise: es el tipo de corte de verdura como de 0,5 cm, para nosotros sería como jardinera. Concassé: picar más fino todavía.

Aprendí muchos términos, muchas técnicas, era todo muy interesante. Me encantó, estoy agradecida.

Me gusta mucho comer y porque me gusta comer bien me gusta mucho cocinar. No queda otro remedio. Bueno, sí, puedes ir a un restaurante o que cocine otro. Pero es de las cosas que más me gustan de la casa, por goleada y con mucha diferencia sobre otras actividades domésticas que son bastante más aburridas.

Es estupendo poder aprender y mucho de gente que sabe mucho de cocina. No tengo Thermomix, no sé si me la venderá mi prima Marta a buen precio. O si la encontraré de segunda mano algún día a un precio asequible.

Pero sigo cocinando, me gusta meterme en fogones, me encanta que venga gente a mi casa y sacar los chipirones, el salmón marinado, el arroz caldoso o los pimientos rellenos de pescado con salsa de zanahoria, tomate y pimientos, una de las especialidades de mi casa.

El mousse -la mousse ¿no?- que trae Rosario ha completado muchas cenas memorables. Del vino es que no quiero ni hablar, tengo unos amigos que traen unos vinos impresionantes: Tinchu, el que más sabe de vinos; Alvaro, sabe menos pero como es muy generoso acierta siempre; José Máría, otro al que le pirra comer y beber bien; hasta el pitarra ese que nos trajo Raquel estaba rico.

No tiene que gustarle a nadie cómo cocina uno, pero afortunadamente a los que vienen les gusta. Si no, no volverían.

Es estupendo que cada casa haga la paella de una manera, la tortilla a su manera.

Es genial que haya muchos cocineros, cocinillas, gourmets, gourmands o simplemente, como yo, comilones. Y es una suerte no engordar jamás. Lo sé.

Lo importante es que la gente no sólo no pase hambre, que disfrute también con lo que coma.

Hay casas y cocinas para todos los gustos. Tradicionales, de fusión, el sushi ese que no lo puedo ni ver (me dan arcadas), cocina vasca de toda la vida.

Alimentos, cocina, comer. Mientras se coma bien -para vivir y disfrutar, pero no sólo por sobrevivir- yo creo que vamos bien. Me parece.
El vídeo es del musical Oliver basado en Oliver Twist, de Dickens. Pues eso, glorious food.

La piel del elefante


Hace muchos, muchos años, antes de que el Zoo de Madrid se montase cerca de Batán, teníamos la Casa de Fieras. Esta Casa era como un zoo pequeñín, precioso. Estaba en el Retiro, muy cerca del Florida Park que creo que sigue en pie.

En esta Casa de Fieras los niños de mi generación, los de los años 60, vimos por primera vez en vivo y en directo a elefantes, llamas, jirafas, hipopótamos. Era muy chico, era casi nada, pero era lo que teníamos. Y nos encantaba.

Mi preferido era el elefante Perico. También había una llama que había nacido el mismo día que yo, mi madre siempre me decía: mira, es tu llama. Pero me daba igual la coincidiencia, aparte de que las llamas me han parecido siempre un poco extrañas. Me acuerdo siempre de la llama esa tan irascible comiéndose la barba del Capitan Hadock en no sé qué Tintín. No sé, me recuerda a alguien terriblemente familiar y no caigo en quién puede ser.

El caso es que Perico, el elefante, era impresionante. Asumo también que cuando uno es pequeño todo le parece mucho más grande, inabarcable. Perico era un elefante africano, no el indio, que es distinto. Se acercaba a la verja donde estábamos todos los niños expectantes. Poníamos en nuestras manitas cacahuetes, había que dejar la mano muy extendida, muy, muy extendida, para que Perico sin dificultad pudiera con su gran trompa aspirar el cacahuete. Daba mucha impresión y a la vez mucho gustito.

Zas, pasaba Perico por tu mano y el cacahuete desaparecía. Veías su trompa enorme, con los pelillos al final, y había un momento también casi de contacto visual con el animal. El contacto visual con los animales siempre es impresionante. Miras a los ojos a tu perra, a un gato, incluso a una vaca y te quedas pensando: ¿qué pensara éste?, ¿pensará algo?, ¿cómo me verá?, ¿cómo verá al mundo?, ¿cómo se verá él?.

Hay una infinita tristeza en los ojos de muchos animales, una mirada a veces cálida pero como de incomprensión, como un cristal duro donde rebota la mirada del ser humano

El caso es que de Perico impresionaba mucho también esa piel rugosa, gris, dura, fea a veces, de elefante. Daban como ganas de darle un poco de Nivea. Como en el verano, esos veranos de Castilla con agua calcárea que en combinación con el cloro acaban dejando la piel de los niños y de los adultos como si fuera papel de lija. Y hay que echar Nivea, la de caja azul que es la mejor, para que esa piel mejore.

Me acordaba de Perico estos días, mucho. La piel del elefante es gorda, puede ser muy fea, no es nada atractiva a veces. Nada. Pero tras la piel está el corazón de un animal enorme, un corazón que late. Y hay ojos que ven, ojos curiosos, que intentan a veces también hacer contacto visual contigo.

Supongo que la comparación es una auténtica estupidez. Ya hay metáforas, imágenes o, mejor dicho, realidades, mucho más ricas que explican qué cosa es la Iglesia. Así que esto es sólo personal, a mí me sirve, quizás sólo a mí. Tras la piel rugosa del elefante, tras esa costra que a veces no es muy atractiva y que está hecha no de las debilidades institucionales, que también, sino de las nuestras, de las de cada uno, late el corazón de la Iglesia. Hay carne y huesos que sostienen esa mole que parece que bambolea pero que está firme. Hay mucho más, lo sé, está Jesucristo que la sostiene, y muchas más cosas.

La piel rugosa del elefante, el contacto visual, los niños esperando que se coma nuestro cacahuete impresionados, fascinados en parte, atemorizados también.

La Iglesia como elefante.

Las personas, incluso personas concretas, como elefantes también.

Mujeres elefantes.

Hombres elefantes.

Uf...

Tonterías de una mañana lluviosa.

lunes, 27 de octubre de 2008

Marina



Marina, mujer de agua, es también mujer terrenal y de aire.

Siempre está ahí, murmullo constante y tranquilizador, como en los jardines árabes, morena y sonriente también.

Pies en la tierra, no es una roca ni una columna, sentir la tierra a tus pies es muy importante.

Abrir la ventana al aire de la calle, me acuerdo siempre de tí con esa imagen: ¿podemos abrir la ventana, por favor? Ya sabes las risas que hacemos con esto. La vida y los años.

Marina nunca juzga, es madre de cinco hijos y eso debe de enseñar a veces muchas cosas. Ha visto ya mucho, sabe ya mucho, y sonríe con paciencia ante los defectos del prójimo. A los bien intencionados comentarios, a veces tan torpes, también. A esto que escribo hoy, tan mal, tan que no puedo ni decirlo, también sonreirá. Es una señora.

Hace ya siete años. Tarde donde el estrés rompe, consultoría y algunas clases, desesperación, inmenso rebote interno, sobre todo por lo mal que se pueden hacer las cosas, sabes ya que cuanto más lejos de algunos lugares, profesionalmente hablando, mucho mejor. Pierdes frescura, se te llevan los demonios viendo cómo progresa el inepto, lo dices y da exactamente igual.

Hay que ser más bueno, más paciente, pasar más, y yo no puedo. Nunca seré un mueble, ya me lo dijo alguien.

Respiras como un caballo, cada vez más deprisa, necesitas aire, te falta el aire, tirada en el suelo, la perra da vueltas a tu lado, no sábe qué pasa, sola en el despacho, un sólo número desde el móvil, casi sin poder hablar, no quieres a nadie más: Marina.

Ni Samur ni leches, da igual, ella te coge de la manita, reza contigo ante el susto morrocutudo, una bolsa, respira lento, no cojas tanto aire, así te ahogas. Se pasó ya, no fue nada.

Gracias. Siempre estás ahí. Ni una vez fallas.

Marina sí que es una perfecta amante de la libertad, rara especie, muy rara ave.

Aunque le cueste lágrimas, muchas, muy distintas. Lágrimas en carne propia, donde más duele, es muy bonito hacer discursos sobre la libertad pero verlo encarnado es otra cosa.

Gracias. Sobran las palabras.

Marina sabe distinguir lo importante de lo accesorio, sabe reconocer a un tipo que no te conviene aún sin verlo, sólo por referencias, por lo que tú le cuentas. Esto es especialmente de agradecer, una puede tener cierto ojo para los tíos, pero una mujer como Marina siempre sabe más.

Tarde en los jardines de Casla, lágrimas pequeñas, sensación de culpabilidad, de no saber encajar con las maneras de un hombre, "somos ya muy mayores los dos, quizás soy yo, quizás soy demasiado independiente, quizás debería someterme más a su manera de ser, tú estás casada, tú sabes de qué va esta historia."

Marina esboza una sonrisa y no hace falta más: es como si te dijera, "no es que te lo parezca, bonita, es que es un ..." Y entonces empiezas a darte cuenta de que lo es y que un hombre que te machaca viva, por muy bueno y por muy buenas intenciones y principios que tenga, no es para tí. Que al final de lo que se trata es de hacerse la vida agradable, de novios, de casados, da igual. Y si de novios no, ni se te ocurra seguir.

Gracias de nuevo, contigo lo empecé a ver.

Marina sabe cómo estás con sólo mirarte a los ojos, intercambiando un breve saludo por la calle.

Tiene un marido que, además de estar cañón, -sé que a ella no le importa que lo diga- hace la compra y le trae la hidratante cuando se le acaba. Tiene hijos como soles, alguno escritor de renombre, pero es lo de menos qué son, saben bien la categoría de su madre, estoy segura.

Marina sabe mucho de hijos, sabe también de madres propias y ajenas -un porrón-, sabe de hombres, sabe de vida. Y de otras muchas cosas, sólo hace falta verla rezar.

Muchas gracias por todo. Nunca te lo podré agradecer bastante, lo sé.

Te espero en el Boalo. Saldremos a andar como hemos hecho otras veces tú y yo, por mitad del monte, del campo, tener una bióloga amiga que te explique otra vez cómo es lo de las esporas es estupendo.

Gracias de corazón. Quiero tenerte cerca siempre. Como sea.

domingo, 26 de octubre de 2008

Misas y curas



Bajé hoy a Misa con mi madre a San Fernando. Misa de los niños, celebra D. Julián. A mi lado una pareja se ríe de la homilia del cura, comentan la jugada, si está más o menos acertado. Al final, esa sonrisa inteligente y de complicidad de quien parece estar por encima: "Te ha quedado claro, entonces, que hay que querer a Jesús" le dice él a ella entre risas. También comentan otras cosas. No paran. Salen antes de la comunión. Bien. Me parecía que como idea no estaba mal eso de que "hay que querer a Jesús".

Tengo un amigo muy listo. Se llama Teófilo. Aunque le veo poco, porque es padre muy ocupado, siempre me acuerdo de lo que me dijo un día. "Aurora, la Iglesia Católica se mantiene unida, a diferencia de la continua secesión de los protestantes, porque aquí si no te gusta la homilia del cura capuchino, te vas al franciscano y no pasa nada".

Cuando viví en Canadá y viajé a EEUU pude ver algo de lo que Teófilo me explicó. Cada pueblo americano es ejemplo de una profusión de iglesias, además de la sinagoga en algunos lugares. Hay iglesias para todos los gustos dentro de las muchas denominaciones protestantes. De hecho se crean muchas nuevas, todo el tiempo. Hay lo que llaman iglesias "denominational" y "non denominational", no sé cómo se traduciría al castellano, la verdad.

A diferencia de los católicos -aunque a veces tengo mis dudas- los protestantes comentan mucho qué ha dicho el predicador, el pastor. Realmente es como si uno estuviera en una u otra iglesia en función del pastor y de lo bien o mal que habla, de si está o no más o menos acertado. Hay expertos predicadores que tienen unas congregaciones cada vez más florecientes. Hay incluso muchos que acaban montando su propia iglesia.

Hace unos meses asistí a unas clases en inglés de historia y filosofía. El plantel mayoritario de profesores que era, por lo demás, estupendo, tiraba (cosa natural) a la visión anglo de la historia. También eran, creo yo, militantemente anticátólicos o, mejor dicho, militantemente materialistas. Alguna excepción había, lo sé.

Miraban a los que creíamos con una especie de superioridad como si no se pudiera ser culto y tener fe. Como si creer en la razón o gustarte el cine, la historia y la filosofía, fueran totalmente incompatible con creer en Dios. "Man of cloth" me llamó un día el gran jefe: eres una clériga. No, guapo, lo que ocurre es que huelo a distancia la cosa esa del materialismo de corte liberal y vuestra apreciación de que la Iglesia Católica es una cosa de pobres e indocumentados. Y mira tú, estoy de acuerdo en lo de pobres. No se lo dije así, por supuesto, estaba en su casa y dejé pasar lo que él consideraba como un insulto y a mí plin.

Por lo demás eran todos estupendos, muy majos, me gustaban mucho y les estoy muy agradecida. Lo pasé muy bien, la verdad, y guardo buenas amistades. Les quiero. Les invité a cenar a casa y re-bauticé a varios platos que me inventé o tradicionales con nombres históricos. El que más me gustó fue los chipirones en su tinta: "black legend" lo llamé, también "spanish empire", nada más español que un vasco, aunque sea chipirón. Otros platos: "alianza de civilizaciones", "cuando los dinosaurios dominaban la tierra", "east meets west", etc. Por inventar o reinterpretar que no quede. Buen rollito pero intento tirar con bala.

Pasábamos durante las clases bastante por encima de las guerras terribles de religión. Nada de lo que sentirse orgullosos, ninguna parte, ni como católico ni como protestante, la verdad.

Por cierto el Bloody Mary se llama así por María Tudor que se cargó a un montón de protestantes. Mira que está estupendo el Bloody ese, que no sé si me gusta más el Mary o el Bloody. Rico, rico, rico.

Entramos en una clase en las diferencias entre protestantes y católicos, entre otras la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. "Qué estupidez, por qué cosas se peleaban, si al final es lo mismo" afirmó la profesora, Jane, encantadora, total, para llevársela a casa, de verdad que me caía y me cae de muerte. Pero ahí fue que no. No sé qué me pasó.

No sé ni cómo me atreví a decir, no sé ni cómo pude o qué resorte saltó en mi interior. No soy teóloga, no sé nada de casi nada, de Dios y de la Eucaristía todavía menos. Pero como pueblo fiel e ignorante que soy, y a pesar de que lo soy, sé, supe, que no es igual. Y no me callé en esa ocasión, como en otras.

Por supuesto que no hay que matar por ello. Pero no es lo mismo que eso simbolice a Jesucristo que eso sea Jesucristo. No. No puedo explicar por qué, pero sólo sé que no es lo mismo. Instintivamente y por fe. Lo sé por las dos cosas.

Quedé fatal pero no me importó un rábano. Habitualmente no me suele importar quedar mal o bien. Digo lo que me sale de las tripas. Unas veces lo digo bien y otras mal. Esta vez sé que lo dije bien, con un hilillo de vocecilla que me salío, pero quedé francamente mal. Como una troglodita de nuevo. Me dio igual, me da igual.

Asistir a Misa cada domingo es sentirse parte del pueblo de Dios. Es una celebración comunitaria my importante, pero no es "sólo" una celebración comunitaria. Aunque lo sea.

El cura puede estar mejor o peor, según los gustos de cada uno, que son muy variados. Yo creo que habitualmente lo que sobran son comentaristas de curas, en cambio curas como que nos faltan.

Nos puede ayudar una homilia más o menos, nos puede servir para reflexionar sobre las lecturas, sobre nuestra vida en concreto, más o menos. Pero hay algo que se escapa y que está más allá. Bestial.

Esa es la razón por la que, aunque me encanté ir a Misa de diario en San Jorge a las 8.30 de la tarde porque D. Pedro, a mi entender y para mi gusto, que es el mío, no el de otros, habla muy bien, intente de vez en cuando ir a una Misa donde el cura, a mi entender y gusto de nuevo personal, habla fatal, o no habla nada, o dice justo lo que a mí me pone de los nervios.

Me aplico por temporadas en escuchar a curas que no me gusta cómo hablan, es una buena práctica para mí. Voy lo mismo un domingo a San Luis de los Franceses que tiene el permiso de ser una Misa pre-conciliar (que tiene su aquel), que a la de los Redentoristas, guitarra va, guitarra viene y en las preces pide la gente lo que le pete (que también lo tiene).

Porque da igual. Mientras el cura no diga "y esto de aquí que veís ni es el Cuerpo, ni es la Sangre"... yo tranquila, muy tranquila. Mientras se mantenga un mínimo de ritual, tranquilo todo el mundo. Mucho más si es algo tan opinable y tan mínimo como si el cura habla, dice, comenta en la homilia con peor o mejor acierto, se le entiende peor o mejor, es más de tu agrado o no lo es.

No vamos a Misa porque el curá esté más o menos acertado. Yo por lo menos no voy por eso. Me encanta alguien que hable bien y me ayude mejor lo que pueda decir, pero tampoco voy por eso, si no, sería protestante. Y soy católica.

Por encima del cura y de la campana gorda, por encima de sus miserias como ser humano, de su labia o torpeza, hay un milagro que nos supera a nosotros y a él.

Comentar la jugada, si el cura estuvo mejor o peor, honradamente creo que es muy humano, pero pienso que es muy poco católico.

No estamos allí por él. No somos "su" congregación. Somos católicos, universales. Da igual aquí que en Tumbuctú. Lo que tiene que pasar, pasa. Bestial.

Y luego está muy bien, pienso yo, que uno se encuentre más a gusto en una parroquia o en otra, por el cura o por el entorno. Que le ayude más, yo qué sé, esas ascuas de luz que son muchas pequeñas capillas andaluzas que te hacen pensar "Dios, que a gusto estoy aquí, a lo mejor Tú también estás aquí super a gusto". Pero saber, al mismo tiempo, que en la peor capilla del peor lugar se produce todos los días y permanece un milagro bestial. Vaya Vd. a saber dónde se encuentra Dios más a gusto, si en el gótico o en el románico, no sé, asumo que donde se le quiera más de verdad, donde nos queramos más (tal y como leo en el blog de Sunsi) ¿no?. Gracias Sunsi, muchas gracias.

La Iglesia Católica se mantiene porque permite mucha diversidad, bastante libertad y desde luego estilos bastante distintos. Creo que todo esto tiene que ver mucho con el amor que nos tenemos. Con el Espiritu Santo que parece que también algo con el amor tiene que ver. Y con otras cosas de las que yo sigo sin entender absolutamente nada.

Joer, a ver si ahora acabamos con la afición por una cuestión de gustos sobre curas y no sabemos distinguir lo importante de lo accesorio. Es mi entender, puedo estar muy equivocada en esto de las Misas y los curas.

Los chicos con las chicas


El primer verano que estuve en Beara invité a cuatro sobrinos: José, Javier y Silvia, los tres tenían entre los 14 y los 16 en aquella época; Alberto vino, como siempre que le llamo, en mi ayuda, no llegaría a los 30 todavía.

Mi sobrino Alberto merece un post aparte, ha sido "tutor" de Olimpia, me ha descubierto a Chesterton entre otros autores, es pintor y, gracias a un par de cuadros que tengo suyos, sé que algún día seré muy rica, aunque más bien no, porque nunca los venderé. Pero vayamos al tema, otro día hablo de Alberto.

Llegaron una semana después. Tuve una semana de agradable soledad en la casa aquella, la primera, que luego me dijeron que estaba embrujada. Ya notaba yo algo raro, muy raro. Teníamos restos megalíticos en el jardín, de hecho había una tumba donde descubrí que dormía todas las mañanas al sol (es un decir, hablo de Irlanda) una gata blanca y sin rabo que adopté inmediatamente para horror de mis sobrinos y amigos visitantes: la gata no controlaba esfínteres y no podía evitar cagarse por todas partes, la pobre.

José, Javier y Silvia son primos entre sí. Hjos de primos y primas mías. Para mí son tan sobrinos como los míos propios. El caso es que, tras Tir-Na-Hilan, donde creo que se lo pasaron bien y algo de inglés aprendieron, quieren mucho más a sus madres.

No soy una madre.

Hay muchas diferencias obvias entre una tía y una madre. Pero entre las que no son tan obvias, se encuentran las siguientes: una tía se encarga de la compra, de la cocina y de poner la lavadora y planchar, pero una sola camisa o prenda por día y persona, no más. Lo que significa que el resto del personal tiene que poner la mesa, recoger y fregar los platos por turnos y si echa al cesto de la ropa más de 1 prenda por día no será su tía quien se la planche. Con lo que esto puede conllevar de "ayer lo hice yo", "que no, que hoy no es mi turno". Ambiente divertido siempre. Sana camaradería. Y su tía que, de vez en cuando, montaba la de San Quintín y decía "como discutáis no os vuelvo a traer".

Por referencias -que no por familia- sé que los adolescentes que te pueden tocar en esta vida pueden ser de espanto. Los míos eran de lujo, cinco estrellas: aceptaban tu autoridad sin rechistar, sonreían, se reían, hablaban, te hablaban y te miraban. Y cualquier roce a los cinco minutos estaba olvidado. Una gozada de sobrinos, la verdad. Y aguantaron, además de a una tía con bastante genio, a una gata que se cagaba en cuanto nos descuidábamos: lo dicho, el Sheraton de sobrinos.

Alberto estaba al quite cada dos por tres, es un hombre por encima de roces, que calma con su presencia a las peores fieras, todo siempre está bien, nunca hay problema para nada, tiene siempre la palabra oportuna y toma y se toma a sí mismo el pelo a discreción.

El plan de mis sobrinos era estar unas 5 semanas, el tiempo se pasa volando. Era como el segundo domingo que íbamos a Misa, ya las tenían fichadas. Tendría que estar ciega yo ante semejantes bellezones de niñas. Y no, siempre tengo el ojo bien abierto a cualquier tipo de belleza. Tres y la prima. Pelo largo, una, la más mayor, rubio, las otras más pelirrojas, la prima morenita y de pelo liso. Yo sé bien lo que es pasar necesidad.

Salimos de Misa, "The Lord be with you", "And also with you", "Go in peace", "Let´s thank to God" . Follón a la salida, están rodeadas de familia (allí son todos primos de todos, y todos se llaman O'Sullivan)

Y veo que allí no pasa nada. Nada. "Pues estaban las del otro día" "Sí, sí, ya las he visto" " ¡Qué monas! ¿eh?, Podiais quedar con ellas, ¿no?", no hay reacción, no hacen nada.

"Sí, pero mira ya se van en el coche de su padre". Ranchera de clase media-alta irlandesa, padres con pinta de majos y normalitos. Y de repente, ya en nuestro coche, pienso "o ahora o nunca, que nos plantamos en la tercera semana y aquí no pasa nada".

"Perdonadme, chicos, pero voy a por ellas, que si no me muevo yo, aquí no se mueve nadie". Pito desde mi Xara a la ranchera, le cierro el paso, el tipo debe de pensar que me pasa algo, bajo corriendo y el otro baja la ventanilla alucinado, su mujer al lado todavía más alucinada.

"Buenos días, mi nombre es Aurora, vengo de España, mire, perdone que le moleste, pero tengo tres sobrinos encantadores, buenos chicos, que estarían muy contentos de conocer a sus chicas, que son muy monas. Yo creo que para qué nos vamos a andar con rodeos. Que se intercambien los móviles ellos. ¿No le parece?"

Mi coche era un hervidero de "No, no, tía, no", "Qué vergüenza, qué horror, lo está haciendo, es que no puede callarse". Alberto, en cambio, se moría de risa.

Miro a Kate a los ojos, un segundito nada más. La mayor. Una mujer a los 16-17 años sabe ya muy bien qué quiere. "Papá, perdona, pero si te parece bien me bajo e intercambiamos los teléfonos". En tres minutos estaba todo arreglado no sin muchas risas y excitación.

Pasaron otras tres semanas conmigo. Y las pasaron mucho mejor. Pero mucho, mucho mejor. Hubo un poquito más de lío de subirles, bajarles, y ahora dónde están, y si hacemos o no hacemos plan, media hora al teléfono para que luego no sepamos qué hacer, etc. Pero fue mucho mejor para todos, para mí también. Los chicos con las chicas. Creo que luego han seguido en contacto a través del messenguer o esas cosas que yo no manejo.

Javier, tan serio y a la vez con tanto sentido del humor, tan buen lector, tan bueno en general y en particular.

José, esos ojos verdes, que luego ha vuelto a Irlanda para trabajar con la Madre Teresa.

Silvia, morena, lista y a veces tan silenciosa. La mayor, algo que marca.

Espero que siempre recéis por vuestra tía, que algún Ave María me caiga. Aunque os riñera de vez en cuando. Más bien de cuando en vez.

sábado, 25 de octubre de 2008

Católicos irlandeses




Una de las cosas que más me gustaron de Irlanda era el modo en que muchos irlandeses viven "en católico". Asumo que mi visión es parcial, anecdótica y limitada a una zona muy rural y remota, y no aborda aspectos delicados, y en mi opinión negativos, como la vinculación con el terrorismo. Ya habrá otra ocasión.

Decía John Houston en su biografía que cuando fue a vivir a Irlanda le trataron muy bien. Asumían que, como divorciado y hombre de vida bastante irregular, iba a irse al infierno derechito, luego ¿por qué no hacerle, mientras tanto, la vida agradable al amable vecino que tantas juergas se corría si total iba a acabar en el infierno?

Esta actitud comprensiva ante el pecador es muy irlandesa, creo yo que también bastante católica. Efectivamente uno espera y quiere que el pecador se convierta, empezando por uno mismo, siempre necesitado de conversión, pero también intenta no amargarle la vida al prójimo mientras Dios hacer caer su Gracia sobre uno o los demás y la aceptemos o la echamos por la borda.

La alegría irlandesa, tan parecida y también tan distinta a la nuestra mediterránea, tiene creo yo bastante de católica. Los irlandeses se toman muy poco en serio, se ríen hasta de su sombra, y reservan, como buenos católicos, sus principios para cosas realmente muy importantes de la vida, no nimiedades.

Es cierto que esa actitud de laxitud general, por ejemplo, hace que haya un problema de alcoholismo bestial. Yo conocí a muchos abstemios y asumí que lo eran porque antes o ellos o en sus casa habían tenido un problema serio de alcoholismo.

También es cierto que ese relajo tiene una parte espléndida: se dedican a cosas realmente importantes como la música, la literatura, la poesía o la conversación, que es el arte más asequible a todos. Descuidan en cambio otras también muy importantes; por ejemplo, traer dinero a fin de mes a casa, algo realmente vital si se tienen niños, por ejemplo.

Estoy hablando de los hombres, no de las mujeres, que como en Galicia son la espina dorsal. Es decir, a veces pueden ser en exceso irresponsables, muy encantadores, pero muy irresponsables. Esto puede ser quizás muy católico, pero para la vida diaria puede amargar la existencia bastante. A veces algunas mujeres preferirían alguien un poco protestante, ordenado, responsable y hasta aburrido. Lo sé porque me lo decían.

También resulta bastante católico, y en la misma línea del relajo, su absoluto desprecio por la autoridad de este mundo, digo la civil. Los irlandeses, como en gran medida nos pasa a muchos españoles, son unos ácratas de narices. Yo creo que el anarquismo, en cierta medida (lo tendría que matizar, lo sé) tiene muchas cosas en común con el catolicismo. No creemos mucho en la ciudad de los hombres aunque tengamos que vivir en ella.

Los irlandeses como individuos no tienen un alto concepto de sí mismos, pero tampoco del prójimo. Yo creo que ese "lower your expectations" propio y ajeno es, aparte de muy inteligente, también bastante católico. No porque no creamos en los santos y en que hay personas muy buenas y capaces de cosas muy heroicas, sino porque supone una mirada realista y de comprensión ante las debilidades humanas.

Creo que los católicos y los poetas tienen la mirada más realista sobre las cosas, pero este es tema de otro post.

Me quedé impresionada del cariño a la Virgen, algo también muy católico. Tengo que decir no obstante que sus imágenes comparadas con las nuestras -andaluzas mayormente- dejaban bastante que desear.

En ese aspecto, la estética católica irlandesa, en mi opinión, es un poco triste. Pero llega a gustarte. En mi casa tenía un Sagrado Corazón de esos que tienen una lamparita que al principio me parecía un espanto y luego le cogí un cariño que casi me lo llevo.

Donde estuve yo la gente se confesaba mucho. Bueno, no sé si mucho o poco, pero se confesaba. Estaban ahí los curas como muy ocupados confesando. Claro que un país de pecadores y creyentes da como más trabajo a poco que uno se ponga a pensar: pecan pero creen, ergo se confiesan. Creo que esto también da idea de que son bastante católicos de corazón.

La Misa dominical era como "the place to be on Sunday". Mi casero del segundo año, Sean O'Sullivan, pretendía que los huéspedes -protestantes incluidos- tuvieran "the real irish experience" y les obligaba casi literalmente a pasarse por la iglesia católica el domingo.

El cementerio y los funerales darían para otro post entero. La primera conocida que yo tuve en Castletownbere era la encargada de la funeraria, además de conyuge ferretera. "Me perdonarás que no te haga caso esta semana, en este pueblo no hace más que morirse gente y esta semana tengo mucho trabajo".

Dulce Irlanda, católica Irlanda, mirada burlona sobre la vida y nuestras muchas limitaciones y fe en el buen Dios y en su Madre. God bless Ireland.

Tir-Na-Hilan




Tengo el corazón irlandés. Conozco solo una pequeña parte del país, rural y recóndita, la península de Beara donde el condado de Cork y el de Kerry se funden en un abrazo de agua y granito.

Allí pasé dos veranos maravillosos. El primero en el 2004, seis semanas; el segundo en 2005, ocho semanas. Prefiero tiempo a dinero, trabajar como free lance me ha permitido esas vacaciones tan largas. También me gusta quedarme tiempo en un sitio hasta llegar a burrirme un poco, para mí es hasta una buena señal.

Caí en Beara por casualidad. Busqué la casa por internet. Parecía un lugar bonito y apartado. No quiero perder el inglés y, aunque lo utilizo mucho, siempre es bueno estar inmersa en un ambiente angloparlante, cuanto más tiempo mejor.

El primer año viajé cruzando Francia y cogiendo un ferry en Roscoff, Bretaña, otro sitio precioso. Llegué a la costa irlandesa pensando que en dos horitas estaría en Beara. Pero las carreteras irlandesas de esa zona eran malas, creo que siguen sin merjoar. Son causantes también de que Beara esté casi sin tocar, limpio, sin turistas, no hay autobús que pueda llegar casi. Siempre dije que pagaría impuestos para que algunas carreteras no mejorasen. Viajé sin perra ese primer año. El segundo me llevé a Pepa, mi primera perra, fue su último verano viva. Y en los dos, como siempre hago, invité a mucha gente a venir: familia y amigos. Creo que todos se llevaron un recuerdo estupendo, que nos lo pasamos fenomenal y que volveríamos a repetir.

Irlanda, y especialmente esa zona, es un lugar estupendo para familias con niños o adolescentes, para parejas y, también, para mujeres solas. Es el lugar ideal. No soy imparcial, lo sé. Pero como viajera solitaria -aunque a ratos- esa zona rural ofrece muchas ventajas: vas al pub sola y todo el mundo es encantador. A nadie le parece raro.

Los irlandeses tienen esa cualidad de mirar a las mujeres mucho, y que les gusten un rato largo, y, a la vez, ser totalmente inofensivos, unos caballeros. Estás hablando con un tipo una media hora y te presenta a su mujer acto seguido que está sentada un poco más allá. No hay mosqueos, no hay malos rollos, es como si estuvieras con tus primos y tus amigos. Hay un sano, inocente y muy divertido flirteo, que asumo que a algunas anglos o yankees les puede desconcertar totalmente, pero donde una española sabe el terreno que pisa.

Castletownbere es un pequeño pueblo pesquero. Irlanda atrae emigración desde hace poco, el tigre celta, como lo han llamado, ha tenido una economía muy boyante los últimos años, se vive muy bien. Mucho dinero de emigrantes que vuelven o lo mandan, una formación profesional que pone a trabajar a la gente enseguida, empresas como Apple que se han instalado allí. Por lo menos cuando yo estuve la sensación era de riqueza, algo chocante para esa visión de Irlanda pobretona y hambrienta de tantas novelas y películas.

A propósito de lecturas, hay un libro genial, muy divertido, todavía no traducido al castellano sobre la zona en la que yo estuve. Está en amazon seguro, McCarthy's bar , escrito con mucho humor por un medio inglés medio irlandés. El autor recorre el área parándose en el bar de McCarthy, apellido muy común en la zona, situado precisamente donde yo veraneé. Su mirada medio burlona, pero también admirada de las costumbres del lugar, es desternillante. Es un libro que una lee y vuelve a leer muerta de risa.

Pasado Castletownbere y camino a Allihies se encuentra Tir-Na-Hilan, una colina llena de brezo, aislada, melancólica, a cuatro kilómetros del pueblo pesquero. Allí tuve mi primera casa, alquilada a un alemán, y la segunda, a Sean O´Sullivan, un personaje como sacado de John Ford.

Realmente todas las personas que yo conocí en la zona creo que eran los originales de John Ford. Desde Sean, hasta Claire, el cura, la dueña de la funeraria, Frank y su mujer, el noble y jardinero inglés, el pastor protestante, la mujer de Sean, Ruth, la colonia gallega también era muy de Ford, hasta la estonia también. Yo me convertí un poco en otro personaje de John Ford, pienso a veces.

Llevo a Beara en el corazón, muy dentro. Creo que hay que tener un armario de recuerdos y otro de proyectos en esta vida e ir alimentándolos poco a poco. En el primer armario guardo en el primer cajón a Tir-Na-Hilan, tan alejada del ruido y a toda Beara, mitad agreste mitad acogedora. En cuanto a proyectos espero poder volver algún día. Si Dios quiere.

Cor Meum Vigilat (Vida Perra III)








El Sagrado Corazón de Jesús vela esta casa.

Así lo cree mi ama.

Pero mientras ella duerme, y con permiso de Jesús, que no le importa que seamos dos, yo también la guardo.

Sábado soleado, día de cocina, soy una perra feliz, algo me caerá.

Pero mientras que se despiertan, yo aquí estoy atenta a cualquier ruido. Organizo mis batidas nocturnas a eso de las 3 o 6 de la mañana. Salgo del cuarto y compruebo que está todo en orden, vuelvo a él y si no protesta -aunque proteste también- me subo muchas veces a su cama.

Mi corazón de perra loba sabe cuando estar más atenta. Este verano, por ejemplo, convivimos con una niña como china, una niña eterna, diría yo. La niña tenía un horror creíamos que invencible a los perros. Fui mansa como un corderito. Pudimos hacer una foto de la niña eterna paseándome. Enviamos la foto a sus hermanos que pretendían venir en peregrinación. Lo llamamos "El milagro de Carnota", mi ama está escribiéndolo en gallego, como si fuera un romance medieval.

Les contaré aún más. Antes de las vacaciones se vino a pasar una temporada a casa una amiga de mi ama. Estaba machacada de salud. Esta casa es como un spa para mucha gente. Me quedé días enteros debajo de su cama mientras mi ama se iba a trabajar. Al volver ella siempre estaba yo ahí: dándole el parte de la enferma. Durmió o no durmió, comió mejor o peor.

Mi corazón y el de Jesús, ama, vigilan, te vigilan y velan tu sueño, tu vida también.

Mira que hemos bajado y subido montes las dos. Tú con mapa, por si acaso. Pero a veces lo mapas no reflejan toda la realidad. Y nos encontrábamos con un regato que no esperábamos. O con una cerca que no se podía abrir. En el primer caso tú eras la que no podía cruzarlo. En el segundo era yo. Así que dábamos la vuelta hasta encontrar un lugar por donde ambas pudiéramos pasar.

Acuérdate del Pindo este verano, subiéndolo con Conchita, ella te decía "la perra no se pierde, siempre encontrará el camino". Y entre los matas de helechos , brezos y tojos salía yo cuando ya pensabas que no iba a aparecer. Lo mismo pasó en Irati hace un año.

Tranquila, mi ama, será igual ahora, siempre es así.
Sigue tu "nariz católica", te comentó alguien hace ya muchos años.
Donde el corazón te lleve, te dijo Javier.
Con el de Jesús y el mío vigilantes estás.

viernes, 24 de octubre de 2008

Planazos

La perspectiva del fin de semana se abre, más bien se despliega, con varios planes alternativos o en su caso compatibles.

Me llama Álvaro y me dice que por qué no nos vamos a Ikea juntos. Él quiere hacer algunas compras, yo tendría que ir mirando sofás, librerías, camas y alguna que otra cosa. Creo que me dejan libre la casa del Boalo esta semana y convendría ir adelantando. Pero sólo pensar en Ikea, la cama "Svënden" o el tornillo "Plgëen" en este fin de semana con un hiperactivo como es Alvaro y una persona de una tranquilidad pasmosa (ironía) como soy yo me aturulla. Plan A dejado de lado por el momento. Como Escarlata O'Hara, "lo pensaré mañana".

Abro el congelador y la nevera, tenemos lo suficiente para unos dos días, pero he heredado de mis ancestras la sensación de que hay que tener alimentos y comida preparada siempre y por si acaso. La perspectiva de una guerra nuclear, algo que siempre puede pasar, o que te caigan en tromba 8 a comer sin avisar, siempre están ahí. Debería ir mañana al mercado, quizás hacer la compra por internet, y cocinar luego de una tacada varias cosas. Me sube la pereza por las piernas y se instala algo así como en el estómago y en los hombros. Plan B casi seguro, pero lo limitaré en el tiempo: 1 hora de compra mañana tempranito u hoy a última hora, 3 horas de cocina y 3 primeros y 3 segundospor la mañana del sábado. Adjudicado pero limitado a mis fuerzas.

Tendría que empezar a empacar libros, realmente lo único de "valor" que tengo y que quiero transportar a mi nueva casa. Son muchos, demasiados. Asumo que tendré que deshacerme de algunos. Tendría también que ordenar este cuarto que parece la cueva de Ali Babá de papeles y documentos. Tirar cosas me encanta. Es como dejar que entre aire nuevo. Plan C adjudicado. Creo que bastará con 5 horas. Tarde de sábado. Soy muy optimista, demasiado optimista.

Pienso en un masaje de esos que te dejan como nueva y tras el cual propondrías una relación estable al masajista. Realmente esto es lo que quiero y lo que necesito.
Con el masaje seguro que puedo pensar mejor en las gaviotas que son libres y rezan, de esas que habla Driver. El plan D gana enteros. Soy capaz de afrontar A, B y C y la próxima semana de 2 viajes en avión, 2 visitas a clientes y una mudanza, si hoy e inmediatamente me dan hora.

Llamo, comunican. Vuelvo a llamar. Me dan hora para ya. El fin de semana comienza fenomenal: sé que vivo como una reina.

Doy gracias a Dios por los masajistas del mundo entero cuyo santo patrón es... ¿cuál es el patrón de los masajistas? No tengo ni idea. Pero seguro que es un santo estupendo. Buen fin de semana con muchas gaviotas.

jueves, 23 de octubre de 2008

Compost



Aunque hay mucho tópico, bastante tontería y poco conocimiento en eso de la "sostenibilidad", trabajar en ello profesionalmente a veces ayuda.

Creo que el tema de las basuras, de los residuos (sólidos urbanos y otros), da para mucho. Creo que parece claro que nuestro sistema de producción vive en muchos casos sobre la base de quemar mucha energía y, al hacerlo, producir muchos residuos. También parece que hay que producir cada vez más dejando en el camino una nueva sucesión de residuos. Pienso que los recursos naturales puede que sean ilimitados pero no son infinitos. Por otro lado la toxicidad de los residuos en muchos casos es evidente y no podemos ni enterrarlos, ni quemarlos, tampoco reciclarlos o reutilizarlos, ni todos ni siempre.

Cuando hablamos de reciclaje o reutilización, también de reducir el consumo de materias primas o energéticas, no es sólo una imposición socialista o estatalista. Es que gran parte del sistema que hemos tenido de producción es insostenible , por mucho que se empeñen los neoliberales. Ni pensar que no podemos abrir un tajo a la tierra -como ya escribí, vivir mancha, vivir duele-, ni pensar que nos la podemos cargar. Si todo el mundo produce como nosotros, como venimos produciendo en Occidente, los recursos se esquilman, la vida se hace insostenible.

Cuando trabajas en consultoría te das cuenta que el sistema de las grandes (Price Waterhouse, Cap Gemini, Ernst & Young, etc.) se basa en coger a gente joven, explotarla al máximo a base de bien, sólo unos seguirán en la empresa, serán socios, los otros se marcharan hartos de un modo de hacer las cosas que quema. Es cierto que la gente que se va no lo hace siempre abrasada y esa experiencia le sirve en otros trabajos. Pero a mí por lo menos me hace pensar cómo es posible que esas consultoras con esos sistemas de trabajo y esa gestión de recursos humanos sean quienes asesoran a otras empresas. Y más. En cierta manera me hace temblar.

Pienso yo que no es sostenible este sistema, o lo es mientras haya gente joven a la que se puede machacar hasta la extenuación. Vamos a ver qué pasa ahora con la crisis que no sólo es económica, es también de talento, de personas preparadas que quieran formar parte de un sistema así.

Hace años que leí un libro que me apasionó. Se llamaba "The natural advantage" y explicaba cómo la naturaleza es en algunos casos ejemplo de producción. Había cosas muy aprovechables en él. Yo intento coger todo lo aprovechable, soy urraca o pirata, ya no sé bien.

Entre otras perspectivas del libro, se decía que teníamos que estar atentos a los residuos, no sólo a lo que se produce. Y no sólo a los "materiales". Cada trabajo, cada vida, quema energía y recursos, produce residuos. Sin embargo hay sistemas mucho más contaminantes que otros, producen a lo mejor mucho o poco pero a un coste de residuos bestial.

Por eso saber que uno es tanto un cuerpo que lo sostiene -y al que hay que sostener- como un alma, y que tiene necesidad de agua, luz, aire y algo de calor para crecer, para vivir, puede sonar new age, pero es totalmente real. Uno se da cuenta que hay veces que necesitas poner más energía, otras que entre el aire, otras dejar que la luz te llegue, tener el nivel justo de agua, permitir a veces que drene. Es posible que haya que pararse a pensar si en vez de la producción lineal -más, más, más- no sería mejor plantearse eso: mejor, más sostenible, menos residuos, etc.

Muchas veces es tiempo de dejar a la tierra tranquila, simplemente en barbecho: no plantar nada, no abonarla tampoco, dejarla simplemente a su aire. Fallow lands. Esto que parece un anatema es a veces la clave de que la tierra pueda dar algo de nuevo.

De igual modo es bueno reconocer que la vida -cualquier vida- produce residuos, de diverso tipo, siempre, más o menos en función de cuántos recursos y qué tipo de energía se utilizan, también del sistema de producción. Otra cosa es ver cómo podríamos hacerlos entrar de nuevo en el ciclo de la naturaleza, si pueden entrar. Si, como en la naturaleza, esos residuos a veces putrefactos son vida si los miras bien, no son simples basuras: fertilizan el suelo.

Pensaba hoy que el tema de las basuras por tanto no es tan solo dejar que el camión se las lleve para que no haya olor en casa. Y olvidarse de ellas. Creo con toda honradez que es bueno, para empezar y antes que nada replantearse algunos sistemas de producción, y, para seguir, cuando el residuo ya se ha producido intentar el reciclaje o su reducción, o todavía mejor, hacer compost con los que son orgánicos.

Me vino esta tarde la imagen del compost que hacía mi hermano ilusionado en Boecillo. Hay gente que nos ilusionamos con un chupa chups. Materia orgánica, todavía con algo de vida, que necesita ser sacada de casa, fuera, y dejada una temporadita con capas de hojas, palitos y otros materiales, a la sombra, sin contacto con la luz ni el aire. Lo tapábamos con una lona. De vez en cuando añadíamos otra nueva paletada de restos orgánicos y otra de hojas y palitos. Esperando que se produjera la putrefacción y todos los procesos químicos que hacen posible el compost. Luego cuando está listo se airea un poco, nunca antes: se estropea el compost. Y entonces, cuando ha pasado cierto tiempo con oscuridad y cierto calor que le ha hecho fermentar, está listo el compost y sirve para hacer crecer cosas nuevas, muchas.

El jardín de mi casa - en plena Castilla, con tierra pésima- parece ahora otra cosa. También es cierto que las manos de Josianne han ayudado lo suyo.

Yo soy un desastre para las labores del jardin, no sé qué va a ser de mi vida ahora que me voy al campo, pero la idea me ha quedado clara. Aprenderé.

Toda vida, la vida en sí, produce residuos. En cualquier caso hay sistemas enteros que producen más residuos y pienso que son poco sostenibles. Reconocer lo primero no implica olvidar lo segundo.

Cada uno en su casa, pienso yo que puede intentar no sólo que el camión venga y se lleve la basura separada y aquí no ha pasado nada. Creo que hacer crecer nuevas cosas con lo mucho que tenemos de vida orgánica, con lo que consideramos basuras propias o del sistema, es importante.

Esparcir la basura sirve quizás de poco.

Negar su existencia, atribuirla sólo a la vida, al roce de vida, pero no al sistema, es esconder la cabeza.

miércoles, 22 de octubre de 2008

A veces es mejor no hablar



Nunca creí que podría llegar a pensar esto.

Hace unos meses llamé a un viejo amigo, estaba pasando por una situación difícil en su matrimonio, quedamos a comer y a hablar, nos queremos mucho. Me contó por encima la situación, no era plan explayarse, no habia terceras personas, era otra cosa.

Le escuché con calma, aunque me daba muchísima pena. Y se me ocurrió mencionarle lo de la terapia de parejas. Saltó como un lince y me callé. "No me digas ahora lo mismo que ella. Pero ¿de qué vamos a hablar, con quién y para qué?". Siguió explicándome su resistencia. Y su dolor, sobre todo.

Siempre creí que los demás nos pueden ayudar, que un tercero no implicado y experto puede ayudar a alguien a salir adelante en una situación que puede ser muy habitual. No obstante me callé y recé, no pude hacer más que eso. No era plan insistir en la terapia. Sólo tiempo de rezar.

Afortunadamente tras el verano sé que la cosa va bien, mejor. Me alegro mucho, pero sigo rezando.

A veces las cosas se arreglan sin hablar. O no. Pero a veces no hay que hablar, no hay nada de lo que se pueda hablar. Hoy me he dado cuenta ya de una vez por todas.

Soy mujer y creo en la comunicación, venimos asi de fábrica. Las mujeres necesitamos hablar y que nos hablen. Necesitamos ponerle nombres a las cosas, establecer un hilo conductor, buscar una razón. Por lo menos yo. Necesitamos no sólo una explicación racional, sino emocional, de todo. Y puede ser agotador, lo sé.
Pero a veces no es posible. Mejor dicho: hablar no va a servir de nada. Si algo se tiene que arreglar, va a ser solo o por otra cosa que no es hablar, por otro lado. Como el matrimonio de mi amigo.

Hay veces que no se puede hablar. Y no es porque haya una lista de agravios personales tan duros que sea complejo entrar a saco. En algunos casos ni siquiera hay algo personal.

No hay nada personal que reprochar. Lo que hay es la constatación interna y machacona de que algo no funciona, o al menos no nos funciona.
Esa convicción de que algo no marcha es profunda, no temporal, y puede comenzar con la sensación ya lejana de que uno no encaja. Que tiene un espíritu que no acaba de adaptarse con el estilo, no sé si es el espíritu, de la otra persona, que es el que es. Que aquello que te atrajo y te ilusionó no es realmente como él es. Que hay algo que no es la simple vida -y como tal imperfecta- que produce un constante "no es él, no es esto, no". Que no es sólo un tema de roce vital.
A veces es mejor aceptar que las cosas son así, que no se va a cambiar nada de una persona a estas alturas de la vida, pero hay que reconocer que uno no es feliz.
Esa sensación de falta de encaje también se apuntala con otra: sabes que has hecho de tu capa un sayo muchas veces, interiormente. Puede ser al fin y al cabo una forma de sobrevivir que podría haberte hecho caer en la cuenta antes. Sabes también que tu entrega a esa persona no ha sido tal. Había algo que te reservabas siempre, una manera quizás de poder tirar adelante. A mí esto me lo dijo un amigo hace bastante tiempo. "Eres demasiado fresca para estar ahí, y si estás es porque realmente no estás". "Demasiado libre". "Demasiado independiente mentalmente". Me lo han repetido varios, muy diferentes. Me dolía en el alma. Pero era verdad. Es verdad.
Y pese a que una creía, porque también se lo habían dicho, que ella tenía bien "cogido" el espíritu de la otra persona se da cuenta que no. Que no era el espíritu del otro. Era otra cosa, no sé si propia de una misma, no sé si proyección de lo que le gustaría a uno, de lo que quisieras que fuera, no lo sé. De verdad que no lo sé.
Precisamente por todo eso uno a veces no necesita un ajuste de cuentas. Porque sabe que en su caso todo es mucho más fácil. Porque de una manera inconsciente, es posible que natural, una ha salvado siempre una parte de sí -la conciencia, el alma, la libertad, lo que fuere-. Y eso mismo que le ha permitido sobrevivir mejor hace que el adiós sea, también, con mucho menos dolor, más fácil.
No es el caso de otros ni de otras cuyas palabras desabridas, cuyo dolor, o incluso humor, claman al cielo y deberían hacer pensar. Y no sólo estar al quite para rebajar la tensión o puntualizar dejando a salvo e impoluta a una de las partes. Creo que a veces puede sobrar elegancia, incluso corrección formal o de contenidos o una apariencia de neutralidad, pero pueden faltar agallas, corazón y cabeza. Es una opinión mía, no puedo estar segura.
Puede suceder también que tras un proceso largo puedas poner nombres a los sentimientos, las intuiciones, las constataciones, las preguntas y las respuestas que uno venía haciéndose. A veces no podían ni ser formuladas de una forma coherente. Otras, por pereza, por lealtad, por un montón de cosas, no se expresaban con la contundencia y claridad que hubiera sido deseable. Otra sí, otras se han podido decir por activa y por pasiva. Seguro que todo eso también se lo han dicho antes otras personas, más buenas y mejores que una. Creo que también hay ambientes que no son especialmente propicios para mostrar dudas, preguntas o desacuerdos, no ya de fondo, de forma también. Y él es como es. Y tú como tú eres.

La literatura sirve para poner nombres y reconocer. Leer y escuchar a otros sirve para eso. De repente lees o escuchas algo y dices "eso es lo que llevo sintiendo, pensando, desde hace mucho y no sabía explicarlo bien". Es pasar de lo que te parece anécdotico, porque no lo puedes clasificar o calcular bien su peso, -piensas que sólo te pasa a ti-, a darte cuenta que algo existe, no es sólo tu percepción, tu imaginación, una mala racha, algo que conviene no pensar.
Pensar y rezar ayudan. Reirse mucho, tener hermanos y amigos también sirve para que, sin hablar con ellos siquiera, las cosas tengan un nombre, acaben teniéndolo. Acaban así el corazón y la cabeza convencidos de que no es posible: los dos.
Dejar a una persona con la que has compartido muchas cosas, con cuya familia y amigos has encajado en muchas cosas es muy difícil. Lo sé por experiencia. Has cogido mucho cariño a mucha gente. Pero sabes también que si hay cariño permanecerán en tu vida, lo esperas y, por tu parte, no quedará.

Creo que dejar a alguien cuando todavía piensas que le quieres, cuando todavía asumes que puede no haber culpables, es mejor que hacerlo cuando hay un deterioro bestial. Creo que el momento es cuando estás segura que esa persona no está hecha para tí, ni tú para él, pero no quieres juzgar, ni siquiera valorar -faltaría más- si puede hacer a otras personas felices, muy felices. ¿Quién soy yo para decir una cosa así? Ni se me ocurre. Sólo sé que a mí no.
Creo que reconocer el cariño que ha existido y lo que has crecido con una persona, con muchas personas, es de simple justicia y sirve para emprender otro camino con serenidad y sin reproches.

El despido interior puede comenzar a veces antes de expresar la decisión, del decir "mira, lo dejamos". Creo que es otra estrategia de supervivencia interior. Cuando descubres que hace tiempo que tú no estás escuchando porque sabes ya lo que te van a decir y sigue sin convencerte, sin llegarte al corazón o al alma comienza ese despido interior que lentamente te va preparando para decir adios. Cuando ves que tu vida y lo más sagrado que tienes de ella, tu interior, puede seguir adelante, que no necesita de algo que consideras un aparato externo. Que necesita realmente sólo lo esencial. Que busca posiblemente otra cosa que ahí no está.

Creo que entiendo ahora mejor a mi amigo, creo que entiendo mucho mejor a otros muchos amigos, amigas, creo que sé porqué no siempre lo mejor es hablar.
Sé ahora porqué a veces la gente simplemente ya ni habla, porqué se rompen las cosas con tanto estruendo y dolor, porqué incluso alguno quiere que le pillen in fraganti en una infidelidad y no sólo la comete, deja el movil a la vista.
En cualquier caso no es bonito ver a gente que se quiso mucho tirándose las cosas a la cabeza,. Tampoco creo yo que sea justo interpretarlo siempre como simple resentimiento de sólo una de las partes.
Quizás el estruendo -tanto en número como en el tipo y calidad de personas detrás de tantas rupturas- deberían hacer reflexionar a algunos hombres, a algunas mujeres. Más allá de lo personal pueden existir otras razones, se me ocurre . Pienso que quizás puede ser fácil, y hasta cómodo, tachar a la gente de resentida, de mal estilo y malas formas. Y quedarse ahí. Pero yo creo que cabe la posibilidad de que quizás detrás de todo ello a veces puede haber algo de verdad, escupida sí, con mal estilo, pero verdad al fin y al cabo. Algo de verdad. Se me ocurre. No sé.
Sólo sé que yo no. En conciencia y de corazón.
Abriendo los ojos mucho para ver, pero sobre todo mirándome por dentro.
Yo no. Sería más cómodo, sería más fácil, pero no sería yo.
Por todo esto no hay nada de qué hablar a veces.
Es sólo saber que no.
Con mucha paz.
Con mucha fe.
Simple y llanamente no.
Sin dar muchas explicaciones.
Es mejor.
Ahora sé que es mejor.

De vinos 1)


Qué cosa más rica el vino, mejor siempre en compañía, beber sola como que no.

Pero, también, qué pesaditos se han vuelto algunos con esto del vino y que ritual de espanto lo rodea en algunos casos. Tengo ya casi un ex-jefe que es un pesado, queremos regalarle un vino y me avisa su socio: tened cuidado no vaya a ser que no le guste, que es todo un experto. Joer, tío, que no le vamos a buscar mujer -va por la tercera- sino un vino para un ratito, tontas no somos.

Bodegas. En casa. Que vale, que estupendo que la tengas y me alegro un montón. Pero no me rayes con el tema y bajemos a un sitio donde se acumula el vino y no se bebe casi. Y se acaba picando si no se toma. Que por muy bueno que sea si está ahí por los siglos de los siglos se acaba picando. Y ni bodega ni nada: lo abres y no hay quien se lo tome.

Muere alguien de la familia lejano. Un ELA, terrible, duro, bestial. Otras circustancias complejas que no vienen al caso. Mi tío y mi hermano acuden. Alucinante, pero un familiar les da la barrila con la bolsa casi estando el finado de cuerpo presente. Hay gente que no sabe de qué hablar en estos casos, con lo bien que se está en silencio. Acompañando. O rezando. Pero no: la bolsa, sube, baja, qué hay que comprar, qué hay que vender. Ve que con un jubilado y un tipo que se dedica al cine no hay mucha aceptación y pasa al vino. Barrila otra vez. Sigue. Tengo los vinos mejores, porque en una bodega, porque si plin si plan... Se calienta. Decide pasar a la acción y hacerles probar su mejor vino. Lo abren. Picado. Estaba picado. Dos caballeros beben un vino picado sin rechistar: mi hermano y mi tío.

Celebraciones familiares. Nos queda muy cerca la Ribera de Duero y lo practicamos, especialmente el Prado Rey, también practicamos otros de por ahí y más allá.

El umbral de mi gusto se estanca en los 20 euros, no más, en cualquier caso. También el límite de mi presupuesto al comprar. Por encima de ese precio ya no aprecio la calidad, el matiz, qué se yo, no tengo más paladar, no soy tan fina. Hay vinos espléndidos en este país por debajo de ese precio. Muchos.

Ahora la copa grande cuando siempre fue la chica, que si el termómetro, que si qué se yo. Nada. Beber en compañía, siempre. Cuanto mejor es el vino más deprisa se acaba. Es el problema del vino bueno. Pues eso, jolín, que se abra y se acabe. Que si no se pica.

Una película genial: Entre copas. Magistral todo, los actores, el paisaje de viñedos de California y, también, el cabreo del 10 de la chica contra el cara.

martes, 21 de octubre de 2008

E de envidia


Vengo hecha una furia. Presentación de un libro, digamos que del poeta Jaime, pongamos que hablo de Madrid. En la universidad: su cátedro, otro señor muy conocido y que representa algo muy importante, el poeta y yo.

Jaime es profesor, pero sobre todo es poeta. Bueno no, es profesor a partes iguales: quiere a los alumnos. Esto los alumnos lo saben. Se nota. Se siente. Conecta con ellos. Ellos conectan con él. Qué bien ¿no? Qué suerte ¿no?

Llego demasiado pronto y compro otro libro de Jaime, no el de la presentación, que me lo leí de cabo a rabo ya y varias veces.

Me emociono ahora con el pequeño libro de poesía, el que no conocía, no en vano fue finalista de un importante premio.

Ultimamente me emociono más, no sé, es la edad. Me emociono con los niños, con los curas, con los poetas (Driver entre otros), con las embarazadas, con los amigos, las películas y el telediario. Debo de estar ya muy mayor.

Veo a los padres y a un par de hermanas de Jaime, encantadores todos, a apoyar vienen, a eso venimos ¿no? La sala vacía se llena de repente de alumnos, a rebosar, increíble en un acto de éstos. Jolín, que suerte. Me alegro un montón. Fuerte y cerrado aplauso natural, no impostado, de los alumnos cuando Jaime entra. Y de repente empieza el cátedro. Hemos cometido el error del siglo, qué torpes son los alumnos. "Bueno, bueno, este aplauso que recibe Jaime pues no se le puede dar antes...". Se oye un leve silbido.

Dios mío, con todo el equipo nos hemos caído, un error imperdonable: ensombrecer a un cátedro con una tímida luz de poeta que ha escrito un libro, vaya por Dios. Si fueras listo, o un poco magnánimo, o quizás te hubieras leído bien el libro, que es lo primero a estos efectos, te hubieras dado cuenta: no te hace sombra, bobo cátedro. Pero no, hay hombres que han bailado con la más guapa de 40 -cuando tuvo 20- e incluso con la de 30... pero no puede permitir que otro hombre baile ahora con la adolescente rubita de ojos azules, cañón. Es un decir, Jaime no baila. Hay cátedros que no soportan no ya el éxito académico -ya se ocuparán ellos de hacer parecer que es "suyo", de la "cátedra" y no del doctorando o lo que sea- sino el éxito afectivo, del calor y cariño de los alumnos. Ni ese, es superior a sus fuerzas.

Pues lo siento, hombre, pero ha sido por goleada. Y has quedado a la altura del betún, tonto y pequeño. Jaime es un poeta y es bueno. Pero yo no lo soy y tengo ya muchos años: eres un miserable. Y por lo menos tengo este blog para desahogarme y carezco de la elegancia de Jaime. Encima te has permitido luego el lujo final de decirles a los alumnos "cuándo" tenían que aplaudir (cuando tú lo decides ¿no?) y de decirle públicamente a Jaime qué libros debiera escribir. Debe de ser que el pobre no lo sabe. Vamos, anda. Hombre, por Dios, que no es un acto académico puro y duro de una tesis doctoral, de un manual, es una presentación de un pequeño libro que, insisto, no se puede comparar a otros. Y no te ensombrece, idiota, es su luz, la de Jaime.

Pero hay gente que no entiende que la luz de otros no va a ensombrecer la propia y que cada persona tiene una, distinta, diferente. Ni mejor ni peor, sólo suya. Y que hay luces que van a alumbrar mejor, cual es el caso, por ejemplo, a gente más jóven. Y a ti ¿qué? Debería alegrarte, no entristecerte. Pero hay veces que como a San Pedro dan ganas que Cristo vuelva a repetir refiriéndose a San Juan: "Si Yo quiero que éste se quede aqui, ¿a tí qué?" Cuánto San Pedro, cuánto perro también queriendo mear siempre por encima: yo, yo, yo, estuve aquí. Que se note que es mi cátedra, que se note que este chavalín está bien intencionado pero no... yo, yo soy el que sabe de qué va esto, yo, yo, yo. Y si el otro acierta será por mí, y si hace algo distinto y que tiene éxito y que ni por asomo yo podría, ya estoy al quite para minimizarlo. Miserable. Pues no. No podrá ser, cátedro ilustre, lo siento. Este libro u otro de Jaime lo leerán los alumnos y les gustará más o menos, casi es lo de menos. Pero seguro que lo compran, fíjate tú lo que te digo, sin que sea el tuyo que por obligación tienen que adquirir, apuesto una cena a ello.

Y lo que es más importante, Jaime, el cariño de los alumnos. Ese ya lo tienes y te lo ganas día a día con las clases y algo más. Otros tienen la cátedra.

Estoy segura -ha sido un pequeño detalle muy revelador el de hoy- que te las van a hacer pasar canutas, como es habitual en la universidad española. No porque tú no vayas a hacer una tesis brillante o lo que sea: porque tienen que tenerte debajo de su bota, debajo no de de su sombra protectora y de aliento, sino con el temor que hoy hemos visto de que alguien, un poeta de apenas 30 años, pueda ensombrecer al cátedro, gran cátedro.

Entré emocionada con la poesía de Jaime y pensé que iba a llorar en mitad de la presentación. No sería la primera vez que me pasa, me conozco. Pero el cabreo actuó a la contra: me envalentoné. Y sono todo quizás no con el cariño que yo quería transmitir a Jaime, sino como un puñetazo a mis dos compañeros de mesa en plena nariz, al menos como una fuerte colleja, al otro también. Por otras razones: tú tampoco has venido aquí a hablar del libro de Jaime, tú representas no sé qué muy importante y vital que me puede parecer bien, pero que no era el libro. Pero eres también chiquito, te lo digo a tí también. Y no te has leído el libro: se ha notado. Y quieres dejar claro que tú tienes las cosas claras, no vaya a ser que aquí falte la "doctrina": eres un lelo.

Veníamos a hablar del libro de Jaime, ¿a qué viene la gente a estas cosas? ¿A lucirse, a predicar, a hacer apostolado, a evangelizar a estos chicos que no se enteran, a dar testimonio? Vosotros a lo vuestro, perdonad, pero es lo vuestro al final. Yo no me creo que sea una causa, sois vosotros, personalmente quienes queréis luciros. Todo lo demás es un medio, todos los demás son medios.

Leí mi presentación, dicha a trompicones, me hervía la sangre por dentro, dando gracias a Jaime porque había hecho un libro bonito . No soy tonta, no es un libro magistral, pero en su humildad y sencillez es precioso, lo es, no hace falta decir lo que no se piensa, nunca lo hago. Pero hace falta decir lo que la gente es, que es ya mucho. Habla su libro de la familia de otro modo, diciendo cosas que al final nosotros, la gente "normal" nos decimos todos los días pero de otro modo. A través de retazos de literatura, poesía, entrevistas con actores, poetas, etc. Algo diferente ¿no? Y propone que la belleza y la protección al más débil -no sólo lo "normativo"- tienen que formar parte de esa renovación. Los artistas hacen lo que la gente normal hacemos y lo ponen en bonito, pero nosotros lo decimos también, lo hacemos del modo original sobre el cual se inspiran esos artistas, ¿cómo no sois capaces de verlo? Es la poesía la que hila, no es la puñetera norma solo. Y con tochos infumables y gente cursi se repele.

Tenía un cabreo que se notaba, sé que se notó, ahora casi espero que se notara. Dije lo que tenía preparado, no cambién ni una coma, pero estaba furiosa. Dije que la familia nos salvará de los cursis a derecha o izquierda. Juro por la memoria de mi padre que no conocía al cátedro ni al otro. Yo no sabía qué iban a decir ni cómo, pero sé que di en diana por chiripa: los dos eran, son, unos cursis de espanto, cuando los tuve delante me di cuenta, pero fue una casualidad o no, quién lo sabe. Espero ahora que pensaran que aludía a ellos. De verdad que ahora lo espero.

Es posible que todo sea cuestión de personas que, como todos, podemos no dar el 2 a veces: a todos nos pasa. A mí también: todos los días meto la pata hasta el cuello. Es posible que, como en la familia, no estemos siempre a la altura de las expectativas en la vida familiar y académica. En un acto como éste también. Yo sé que al final también la he fastidiado tal era mi indignación. Perdóname, Jaime.

Pero es posible también que haya algo más allá: un sistema, una estructura, la propia universidad española, instituciones varias, el establishment, yo qué sé, que premia al miserable y lo encumbra. Y machaca al poeta, al diferente. Al que conecta con los alumnos y dice las cosas de otro modo: su único pecado, el que no se puede soportar.

Lo dicho, Jaime, tú eres un caballero y no has escuchado mi cabreo del 10 por teléfono cuando me has llamado para darme las gracias. No podía, se me llevaban los demonios, no soporto la envidia, me pone enferma. Tendrás siempre un plato en casa de tus padres, otro en tu casa, pero en la mía, en la mía, también. Siempre. Que les den, y no precisamente morcilla.

Concatenaciones y enlaces


El otro día salí con un nuevo amigo. Nos conocíamos muy poco y tras el cine anduvimos Madrid arriba, Madrid abajo, en esa especie de Manhattan que tenemos y que es la Gran Vía. Hablando. Venga a hablar.

Jugamos a las concatenaciones, asumo que no es el nombre real del juego. Bueno, en realidad es algo que me he inventado o que copié de alguna parte, ya ni me acuerdo.

Más que conversaciones largas sobre qué piensas tú, qué pienso yo y ver si nuestras visiones encajan o no, descubrí hace tiempo que con sólo una palabra, un enlace, sabes más de qué va una persona que con todo un discurso sobre Dios, a quién votas, qué has hecho los últimos 30? años con tu vida, etc.

Se trata de decir una palabra, sólo una, y ver qué le sugiere al otro esa palabra.

Rápido y como disparos, no vale pensar mucho, si piensas mucho -mejor dicho, si piensas algo- es que estás construyendo tu respuesta y corres el riesgo de no ser sincero, contestar lo que al otro u otra le gustaría oir, incluso lo que has sido enseñado.

El truco de esto es ir a toda velocidad, uno dispara y el otro contesta con la palabra -verbo, adjetivo, lo que sea- que le sugiere. Y a continuación el otro.

Hay veces en las que la contestación del otro es tu pregunta, otras no. Hay también espacios de concacatenaciones sobre un mismo tema, otras divagas hasta el infinito, te metes en otro jardín, te escapas. Hay silencios en este juego, a veces una palabra a la otra persona no le dice nada, pero nada, otras no acaba de encontrar su enlace y se pasa a la siguiente, no pasa nada. A veces los silencios dicen más. Y es bonito.


Tras unos minutos de juego uno percibe con más claridad quién tiene delante. También se aprende algo con este juego: te "contaminas". Acabas pensando que la palabra con la que el otro te contestó no sé si es mejor, pero que te sugiere todavía más que la tuya, con la que hubieras contestado a tu propia pregunta. O no, o ves el contraste así a lo burro y sabes un poco a qué atenerte. Y sobre todo te ríes mucho si el tío que tienes delante no va de listo ni de nada, es como es. Cuando la gente es como es es cuando mejor te lo pasas.

Esta es la lista corta, pero muy corta, de las concatenaciones que hicimos, como digo una se contamina, y a su vez contamina al otro, ya no me acuerdo de quién dijo qué y no sé si he metido las suyas y no las mías. Creo que son las mías, pero ahora dudo.

En tan solo una tarde puedes ver que la mirada del otro no es que valga lo mismo que la tuya, es que tiene sus recodos donde te sentarías un ratito.

¿Mujer? Madre
¿Mujeres? Bandera
¿Hombre? Compañero
¿Hombres? Valientes
¿Dios? Padre
¿Jesús? Hermano
¿Amor? Calor
¿Sexo? Gusto
¿Niños? Follón
¿Tarde? De paseo
¿Mañana? De sol
¿Vacaciones? En el mar
¿Campo? Libertad
¿Aire? Libre
¿Noche? Alguien
¿Religión? Unir
¿Calma? Chicha
¿Perro? Fiel
¿País? Patria
¿Foto? Fija
¿Cine? Palomitas
¿Artista? Libre
¿Intelectual? Independiente
¿Reloj? No marques las horas
¿Televisión? Estupidez
¿Escribir? Decir
¿Leer? Saber
¿Amar? Entregarse
¿Abrazo? Fuerte
¿Beso? Cálido
¿Espíritu? Libre
¿Morir? Principio
¿Vivir? Pasión
¿Aborto? Muerte
¿Iglesia? Hija
¿Cura? Pobre
¿Monja? Hermana
¿Hermano? Seguridad
¿Familia? Calor
¿Miedo? Vencible
¿Trabajo? Tiempo
¿Tiempo? Libre
¿Política? Servicio
¿Paz? Guerra
¿Cocinar? Comer
¿Comer? Placer
¿Carne? Pescado
¿Pescado? Mar
¿Mar? Abierto
¿Horizonte? Abierto
¿Vejez? Debilidad
¿Juventud? Rebeldía
¿Madurez? Paz
¿Años? Pasan
¿Sangre? Espesa
¿Amigo? Abrazo
¿Amiga? Hablar
¿Hablar? Reir
¿Reir? Relajar
¿Dormir? Placer
¿Placer? Corto
¿Corto? Y cambio.

Pues eso, corto y cambio. Buenos días.

PD: no se puede jugar en grupo, se rompe la magia. Como otras cosas, sólo de dos en dos.

lunes, 20 de octubre de 2008

Hierba que está para tí...




...no hay (otra) vaca que se la coma.

Me encanta este refrán o dicho indio o hindú, ya no sé bien de dónde procede.

Comprendo que suena budista o fatalista, no sé, quizás poco cristiano, pero el tema de fondo de la confianza en la Providencia o en el destino es el mismo, aunque es cierto que sin Dios todo es mucho más frío y bastante menos divertido, por lo menos para mí.

Este descansar en el presente, que ya el Encargao tiene en sus manos el futuro, es todo lo contrario que muchas veces se predica. Mejor dicho, se predica a menudo esto, pero se vive como si todo dependiera de uno, en una carrera con una escasa tolerancia a la frustración.

Supongo que más allá de la fé, el abandono o la simple pachorra, que también puede ser, hay rasgos del carácter que ayudan. Por jemplo, ayuda la falta de competitividad, también cierto escepticismo (lo que decía Santa Teresa de "Hay más lagrimas derramadas sobre oraciones respondidas que sobre oraciones sin respuesta"). Y por supuesto la falta de constancia o paciencia.

Los deseos, las ilusiones o el entusiasmo siempre están ahí, pero hay una entrega al hoy, mitad actitud curiosa ante la mosca que vuela, mitad mucha tranquilidad, que con mi rabo la espanto: como una vaca.

O sea, una mezcla de dejar la perra chica o gorda para tí, que por eso no vamos a discutir; de intuir que ni Guatemala es tan mala ni Puerto Rico tan Rico; y otra tercera de simple y llana pereza. Ver fluir las cosas, no empeñarse demasiado. Como dice mi hermano a veces lo que hay que hacer es nada, y todo se va encajando.

Al final nada muy elevado en esa paz, todo bastante pedestre y diré que hasta simplemente vacuno.

La idea de que soy como una vaca aparte de risa me proporciona mucha serenidad.

Aquí estoy mirando pasar la vida y disfrutando del paisaje y las alturas. No es individualismo de vaca, pero creo yo que contemplar cada uno su prado, el que nos toca, nos hace vacas más felices.

Qué cansancio estar pendiente de lo que hacen otras vacas en otros prados. A ver si por estar pensando que si la vaca del al lado come o no, si mueve o no mejor el rabo que yo, o envidiando su hierba ... se me escapa este delicioso trebol que lo estoy viendo aquí mismito, mmmmmmmmuuuuuuuuu, perdonen Vdes. es que esto está buenísimo.


De verdad, creo que se pierde mucho tiempo y esfuerzo en seguir cercados ajenos. Y yo quiero estar en una permanente orgía de hierba, pero la mía siempre.

PD: Juro que en mi prado no se fuma marihuana.