Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

viernes, 29 de abril de 2022

De Sor Sacrificio a Petronio (s), ida y vuelta



21 de abril, 2022

Hay días geniales de conversaciones telefónicas, por dm o whats up, que me dan la vida. 

Como hay gente muy pendiente de los demás, y yo las tengo cerca, las remontadas a veces son posibles no (sólo) porque existan fármacos y profesionales, sino por una voz amable. 

A veces sólo hace falta una voz amable.

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Sor Sacrificio es un petardo eterno. Y hay que tener cuidado cuando aparece. Soy injusta llamándola así, las personas más alegres y que menos "pasan cuenta" de lo que dan o hacen, las más eróticas (ver a continuación esto) son las monjas que yo conozco, he tratado y trato. 

Hablo con t. Me manda justo un texto que necesito,  Ulises y las sirenas. Y hablamos del mal que a muchas mujeres puede aquejarnos. El diablo es muy sabio, no es imbécil, y detrás de muchas cosas que supuestamente se hacen altruistamente está Sor Sacrificio al acecho, esperando, agazapada. 

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"Erótica y materna", el libro de Migliarese, es un libro fundamental para cualquier mujer que se precie. Para entendernos. Es fundamental la maternidad. Se puede ser madre de muchas maneras, no sólo la biológica, que hace falta solo 10 minutitos y está hecho, parir lo hacen hasta los animales. Hablo de lo que es "ser madre" en profundidad. A la vez, necesitamos un espacio propio, nuestro, el justo punto... ni caer en el narcisismo (otro petardeo hoy muy fácil) ni en el "yo, que te quiero tanto", Sor Sacrificio, vamos. 

Le llevo el libro a t.  

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Me cabreo leyendo algo que me parece una bobada. Soy joven aún porque me cabreo con gran facilidad. También porque me río mucho. 

 El mejor de los nuestros ya es un concepto que me asombra. Discuto 1000 veces con supuestos "nuestros", o no discuto, simplemente no estoy de acuerdo contigo en esto o sobre esto. No pasa nada. 

¿Quiénes son los nuestros, por favor? 

Busco la independencia. Adoro la independencia. Sé que alguien es independiente cuando es pobre habitualmente. Y cuando lleva heridas, muescas, de un lado y de otro, con frecuencia. Mi ejemplo es Cyrano. Bueno, Cyrano y una comunidad que no sea autocomplaciente y que esté abierta. 

Frente a esos independientes, poquitos, están los corchos que flotan en todo agua, llueve o truene, siempre. 

Es como si me dijeran, no sé, que Petronio es un ejemploPetronio es todo un personaje, estupendo literariamente. Pero a mí los que me admiran son los cristianos muriendo en Quo Vadis, no Petronio que se suicida finalmente. 

Me lo recuerda J cuando me manda esto

Querer ser aceptado, "querido", nombrado, formar parte del grupito de lo que sea, es comprensible: el mundo nos quiere para él. Pero para cualquiera cuyo fin no sea él mismo constituye precisamente esa la batalla esencial y la que hay que prestar justo al contrario de lo que el mundo pretende. 

Hoy hay mucha fascinación con lo que es carcasa: llámalo reputación personal o, también, qué pena, corporativa. La de tiempo que dedicamos a vendernos individual y colectivamente, a figurar, a estar... donde sea (bueno, no donde sea, lo que mola, la "gran" aspiración al parecer, es que me entra la risa con esto, son los cenáculos en los que te ahorcarían sin pestañear siquiera si fueras mínimamente molesto).  

Postureo, como tantas normas del Covid en tantos lugares, o como los programas de igualdad de género, o como tantas otras cosas, sostenibilidad, llámalo zeta: para la galería se trabaja. Fuegos artificiales mayormente. 

¿Pero cómo no me voy a reír cuando leo que la aspiración, lo fascinante o lo admirable es... el mediterráneo, la exquisitez, un anuncio de cerveza en verano en una playa llena de gente o un té en el Ritz levantando el dedo, por Dios bendito? 

Hay versiones diversas, pero al final es una cosa estética, bonica y divertida, sí, pero que acaba quedándose en rancio casino  de pueblo aún pasado por grandes capitales europeas, sean Londres o Atenas. Limitadito y ya visto 100 veces en la historia. Ya sabemos a dónde nos lleva.

Porque no es la Belleza en mayúsculas esa cosita spleen o exquisita, por bonica que sea y atraiga. A mí me gustan mucho la playa, los banquetes y las tertulias de noche mientras me lleven a donde quiero, que no es a engrosar mi cuenta ni a que me digan que qué mona soy, qué lista o que lo que sea. No son un fin en si mismas ni una playa ni unas perdices bien hechas. 

Pues no lo ven, no, rendidos a algo tan antiguo como un Petronio, varios Petronios, que no hay sólo uno, proliferan. 

Quizás hace falta cumplir años o amar más los hechos que las palabras por muy bonitas que sean. 

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Bajamos a Madrid a un tema familiar y aprovechamos para visitar a N, que está enfermo. N ha estado durante 30 años a mi lado aún y cuando estuviéramos a distancia. 

N me ha dado su ordenador para ayudar a alguien, de las pocas cosas que "tiene" en propiedad. 

Vino a casa hace ya un mes a comer, lo ha hecho con frecuencia estos años, y nos trajo su ordenador. A mí me extrañó. A ver, N escribe, ¿qué hace desprendiéndose de algo que puede necesitar?  Luego, como quien no quiere la cosa, nos contó lo que pasaba. Tuve que salir del cuarto y dejar a mi marido con N, se me caían las lágrimas.

N es un hombre bueno en el mejor sentido de la palabra. No "bondadosito", no buenecito, BUENO, con mayúsculas. Y yo desde luego le necesito a mi lado porque me quedan muchas batallas de las importantes. Y él es de los que sabe de esas batallas. Nunca le he oído hablar mal de nadie. O sea.