Ha muerto Nora Ephron. Quizás muchos no sepan quién era, pero
sí conozcan su trabajo. Los guionistas son a menudo los menos populares
del mundo cinematográfico. Aunque no hay actores ni
director, por muy buenos que sean, que salven un mal guión. O eso dicen, ¿no?
Ephron fue una buena guionista y, además, productora y directora,
pero fundamentalmente lo primero. Escribía con gracia, con encanto y
sello personal. “Cuando Harry encontró a
Sally”, “Tienes un email” y “Algo para recordar” están para demostrarlo, como
también “Silkwood”, ahí un drama, y otros
títulos, algunos menores en comparación con los anteriores. También los grandes
tienen sus irregularidades. Su última pelícua, que remontó el desastre de “Embrujada", “Julie & Julia”, trataba sobre cocineras y cocina, una película amable y muy entretenida.
Creo que no es desdoro decir que Nora tocó sobre todo un palo maravillosamente bien,
el de la comedia romántica. Y lo hizco antes de que fueran esos churros hechos por
encargo y todos iguales que hoy nos sirve Hollywood, habitualmente un espanto: ya sabes qué va a pasar, los personajes son romos y previsibles, un auténtico aburrimiento plano. No me extraña que los
chicos no vayan al cine a ver semejantes bodrios.
Como Nancy Meyers, otra maestra del ramo, Nora Ephron afilaba bien su lápiz, se lo curraba, sabía que no hay nada peor que pasarse
con el azúcar. Ni con el azúcar ni con nada, no hace falta. Y al final demostraba
que no hay mejor romántico que un cínico que se trabaja.
Tenía además un don que hoy se echa mucho de menos cuando las mujeres escribimos: no ir de eterna
víctima al escribir, no pasar factura al género masculino en bloque, mostrar a través de sus personajes algo de la guerra
de sexos donde ambos no salimos muy bien parados y no pasa nada. Las chicas
listas no piensan que son las únicas listas de la clase o las más listas...
Nora Ephron tenía en definitiva capacidad para el matiz, tenía mirada, por
eso era tan buena escribiendo guiones.
Hizo en definitiva, y aún siendo injusta, cierto chick lit
cinematográfico de altura con la inteligencia de una auténtica newyorquina y bastante más glamour que iconos posteriores de
la ciudad como Sarah Jessica Parker, otro espanto.
Nora no. Nora era ese tipo de mujer muy brillante, inteligente
y terriblemente rápida. Como lo eran sus diálogos, otra habilidad que dominaba y que nos ha
dejado escenas memorables que han pasado a la cultura popular.
¿Un palo solo? ¿Pocos registros? Es posible, pero ¡qué bien
tocaba ese palo!
A veces no hace falta más, con hacer algo muy bien ya basta.
Quisimos mucho a Nora porque nos hizo reír haciendo algo que
hacía muy bien y que no es nada fácil.
Descanse en paz, Nora Ephron.
PS: El vídeo es en un homenaje a Meryl Streep. Tiene muchísima gracia.