Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

miércoles, 5 de junio de 2024

Enfado a la tercera potencia


 ENFADO A LA TERCERA POTENCIA

 

Estaba yo enfadada por estar enfadada de estar enfadada,

o sea, un enfado elevado a la tercera potencia.

 

Un día perdido dando vueltas a la herida,

esa herida que se cierra si no la molestan,

pero que es fácil que vuelva a abrirse de nuevo.

 

Y mira que he rezado las letanías esas,

las de la humildad, el pobre Merry del Val 

se revolvería en su tumba si pudiera

sabiendo bien que no era verdad,

pero para que lo fuera.


Y entonces, me dan, zas, otra vez (más)

la oportunidad de que lo sea (verdad, digo).

Y en vez de “oye, que es esto, aquí lo tienes"

y aprovecharlo, que me vendría al pelo,

me vuelve a doler ese silencio generalizado

diríamos que precisamente,

de quienes de modo frecuente 

comparten un mismo perfil:  milennials.

 

Porque no es el primero, no.

Hace casi un mes que espero una respuesta. 

Y están muy ocupados ellos siempre.

Y a gala deben de llevar que no se conteste.

O, al menos, no a determinada gente.

 

Total, que enfadada, como ya digo, a la tercera potencia

enfadada por estar enfadada de estar enfadada,

y enfadada fundamentalmente por el día malgastado,

salgo por la puerta...


“Que ya me voy andando yo,

que no hace falta que me lleves”...,


una tarde de un día cualquiera

camino de mi parroquia, 

misa de siete y media.

 

Y cruzo el descampado:

solecito, nubes, brisa, etcétera.

Campo humilde al fin y al cabo,

campo entre urbano 

y el campo-campo-campo 

machadiano y señorial de la dehesa,


y el enfado se va diluyendo...

 

Se me caen unas gotas de enfado

tarabilla macho posada en farola,

que se hacen lluvia  

verdecillo jugando en reja—,

y luego viene ya todo en torrente:

collalba gris en verja,

espino albar florecido

con sus rosas, tan pequeñas,

y los chopos, que ya no están enfermos.

 

Y mi enfado a la tercera potencia

se queda ahí, empapando la tierra,

diría que haciéndose fango

si no fuera porque nuestro actual Presidente dice fango

y ya está el sustantivo perdido para los restos.

 

Porque Dios tiene estas cosas, 

y es capaz de alegrarme la tarde

y llamarme a la vez boba educadamente: 

"tú, sí, tú, boba, que lo eres".

 

Y sabiendo que he perdido casi el día entero

(en general el tiempo en todo el, 

llamémoslo, “proceso”),

puedo oír misa algo recompuesta 

y pidiendo perdón por ser eso,

imbécil,

porque estas cosas me duelan,

y también por no aprender de mi propia experiencia,

y quebrar mi intuición y mi regla.

 

Al margen,

a distancia siempre,

y con todos mis pájaros

los niños de catequesis,

el centro de Alzheimer,

mi marido, mis hijos y mi nieta,

las croquetas y los helados, 

la escritura, la lectura,

los amigos buenos, 

mi comunidad parroquial:

muchas alas, cuántos vuelos

y Dios, si no ha perdido la paciencia.




Nota: las fotos son de otro día.  

 


2 comentarios:

Nuevepornueve dijo...

Pero ¿qué preciosidad es esta? Vamos a ver... Esto es una especie del, "Felix Culpae" pascual. Ese enfado ha dejado este poema que nunca se te hubiera ocurrido. Es una maravilla ver comprobar -otra vez- cómo Dios permite males sólo si de ellos puede sacarse algún bien. Ea.
Boba, pero poco.

Máster en nubes dijo...

Me troncho yo ahora sola, Nuevepornueve, a ver si te veo... digo en carne mortal y eso.