“Nuria, estoy aquí para ayudarte…"
Se sienta a mi lado y me quedo mirándola. Le calculo menos de treinta años. No tiene pinta de tener experiencia, pero sí de poner mucho interés, la carta atenta y despierta. Es justo lo que necesito, alguien en quién poder descargar, dispuesta a escucharme.
Seguramente está fascinada con el caso que le ha
tocado. Y es que no hay nada como matar para impresionar. Decido ser sincera y
contarle lo que ocurrió este año que acaba ya, 2012, ayer la lotería y mañana
la Nochebuena, y, en 8 días, fin de año, y la siguiente semana, Reyes. Lo de cada
Navidad, vamos. Aunque este año es especial. Sin duda lo es para mí. No se
parece a los demás.
“Mira, no tengo nada que perder, así que te voy
a decir qué pasó desde el principio hasta el final…"
Hago una pausa para recordar mejor, porque… ¿cómo
empezó realmente lo de mi asesinar?, ¿cómo fue?, ¿qué me hizo llegar hasta
aquí?
Mientras intento ordenar
mi cabeza, ella saca un cuaderno pequeño forrado de tela escocesa roja y verde,
con un pequeño cierre metálico que, al presionar de lado, se abre de par en par
con un sonoro clic.
Me parece raro que no lleve portátil o un notebook siendo tan joven, ¿por qué
será? Quizá no le han dejado entrar con él por confidencialidad o por temas de seguridad.
En fin, no lo sé, y, además, da lo mismo. Lo que pueda escribir a mano también
será útil. Sólo espero que traiga otro cuaderno porque no sé si todo lo que quiero
contar va a caber en ese cuaderno tan pequeño que parece de una escolar.
A ver,
que me disperso, como es habitual, y ahora tengo que recordar.
¿Cómo fue todo?, ¿cómo empezó…?
Sí, es verdad, fue justo hace un año mañana, 24
de diciembre, ¡qué casualidad!, hace un año ya.
"… Digamos que todo empezó por estas
fechas… ¿sabes? De hecho, comenzó una Nochebuena, la del año pasado. Bueno, antes
ocurrieron otras cosas importantes que te contaré. Pero el origen de eso de matar
tuvo lugar el 24 de diciembre de 2011 por la noche, precisamente la Nochebuena
del año pasado, verás… ”
La chica escribe 24 de diciembre con una letra redonda
y cuidada, apretada y pequeña, preciosa, algo extraño hoy, que todo el mundo escribe
tan mal. Lo hace aprovechando cada espacio de las pequeñas hojas color crema que
tiene su bloc. Se ve que quiere hacerlo
bien y no perderse nada que yo diga que me pueda ayudar. Seguramente se imagina
como en una película americana, en uno de esos casos difíciles de los que
logran dar el espaldarazo profesional, salir en los periódicos, alcanzar fama.
En fin, yo a lo mío, que me vuelvo a enredar con
la historia de la chica esta que ni me viene ni me va.
“A ver, te cuento. Me llamo Nuria Estilles,
bueno, qué tontería, eso tú ya lo sabrás, para llevar mi caso te lo habrán
dicho ya, ¿no? Estoy divorciada. Tengo tres hijos, Pablo, Santiago y Juan, los
tres independizados. Un milagro hoy eso de no tenerles hasta los 35 en
casa y con mamá. Pero ese día de hace un año venían a mi casa a cenar los tres,
era Nochebuena. El día 25, en cambio, iban a ir con su padre, nos turnábamos,
si cenaban en mi casa, la comida era con su padre, y si cenaban con él, venían
por Navidad…”
Escribe divorciada, los nombres de mi ex y de
mis hijos, todo casi sin respirar, como si no pudiera seguirme. Suspiro. Voy a
tener que ir más despacio para que lo coja todo.
“Me divorcié hace más de ocho años. Mi
marido, Mauro, se fue con una doce años menor que yo, quince menos que él…
La vida, ya sabes…”
Sigue escribiendo sin parar.
“Pasados los cuarenta algunos hombres se ponen
raros y les da por ahí. Así que lo suyo ni siquiera fue original. Y allí que me
quedé yo plantada con los tres chicos de 23, 21 y 18 años. Casi formaba parte
del guión habitual.
El caso es que, a pesar del sofocón y del dolor,
luego los dos nos hemos llevado bien, aunque a mí Mauro me demostró ser un
tonto de baba. No malo, solo un tonto más de los muchos que hay. Pero, además, yo
me había casado con él. En fin, no pasa nada, porque a los tontos se les puede
llegar a querer. Afortunadamente, el amor no tiene nada que ver ni con la inteligencia
ni con la bondad, si no, aviados estaríamos. Así que, incluso tras nuestro
divorcio, seguí queriéndole, aunque con prevención y a cierta distancia ya. Pero
quedó mucho afecto, mucho, a Dios gracias.
Eso le protegió de lo que pasó después, menos
mal. Eso le
protegió”. Lo repito al final... “Le protegió, ¿sabes?, le protegió…”.
La chica se estremece mientras toma notas. Me
doy cuenta del repelús que le doy. No levanta ni la cabeza, pero un escalofrío le
recorre la espalda. Es lo que tiene ser una asesina, que das algo de miedo a la
gente normal.
Sigo contándole mi historia, todo lo que le
puedo y sé contar para que ella lo escriba en el cuadernito que lleva y que ha
abierto para mi caso casi al final, muy pocas páginas le quedan. De tan usado
como parece que está, tiene el forro de tela un poco roto por las esquinas, y unas
letras doradas en la cubierta, desvaídas, borradas ya. Las vi cuando lo abrió,
pero no pude leer qué ponía...
¿Será de promoción ese cuadernito, de esos que
dan de propaganda…? Es raro, se escribe poco a mano hoy. Debe de tenerle cariño
o ser muy especial para ella. Pero no es un Moleskine, no… Y el caso es que me
resulta familiar, ¿dónde he visto yo algo así?
.......................................
Querido lector, querida lectora:
Este es el primer capítulo del cuento de Navidad "Y entonces me dio por asesinar". Lo escribí ya hace años y lo colgué en este blog como si fuera una novela por entregas, desde el 23 de diciembre hasta el 6 de enero. Si te interesa, puedes seguir el relato aquí mismo hasta Reyes. Cada día -salvo uno- tendrás un capítulo nuevo. Si lo prefieres puedes descargártelo completo en http://www.amazon.es/gp/product/B00R81L7BU
No hay comentarios:
Publicar un comentario