Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

jueves, 19 de marzo de 2009

Médico de pueblo


Vivir en un pueblo tiene estas cosas. Es un pequeño universo donde la enfermedad es más evidente. Veo a Matías en el bar, es el borracho del lugar, el que mueve a la risa con su bamboleo y su hablar entrecortado. Como no molesta mucho los vecinos le toleran y hasta le jalean. Su enfermedad no va con ellos y les resulta incluso graciosa. Rara vez viene Matías a mi consulta. Su alcoholismo le dejó trabajar y vivir bien durante años. Ha ido lentamente instalándose sin síntomas apenas, sólo ahora empieza a pasarle factura en su soledad de cuarenta años. Yo lo sé pero poco puedo hacer. Le abrazo en el bar y hago que coma algo caliente.

Ser médico de pueblo tiene estas cosas. Sabes que tu medicina es limitada, aunque tus vecinos tengan a veces una fe inquebrantable y casi inexplicable en ti. Soy el doctor y como en otras fuerzas vivas se confía en mis poderes de modo a veces infantil. Algunos buscan la pastilla de oro, el tratamiento mágico y fácil que les curará de sus dolencias, la sabiduría de un diagnóstico certero bajo nombres incomprensibles. Cuanto más incomprensibles más les gustan, es curioso. Ellos mismos se buscan a veces unos nombres inventados para lo que tienen. Yo sonrío y no corrijo. Y los remedios: a veces también se los buscan, a cada cual más raro: "el agua por la mañana bebida en ayunas encomendándose a San Expedito". Les dejo hacer.

Vienen otras veces como en procesión a mi consulta con pretensiones chocantes, sin poderse explicar a menudo. "Doctor, que tengo un dolor como por aquí que me sube y que me baja entre las cuatro y las seis de la tarde los primeros viernes de mes..." Es María que se vuelve a señalar la cadera. Le pregunto lo evidente "Pero, hija, ¿tú cargas con mucho peso?" "Pues ahora que caigo, un poco...". Decir lo sencillo es a veces lo que no se puede decir. Cargar con el saco de pienso de los cerdos es la lógica causa de la dolencia. Pero ella quiere la pastillita milagrosa que le hará enfrentarse al dolor con seguridad mientras sigue cargando el pienso. Dejarlo nunca jamás. Para ella es imposible, no puede imaginar su vida sin ese fardo, el ir y venir del corral y al corral, los pies sucios y agotada con tanto trajín. Pero se ha acostumbrado casi hasta al dolor aunque sea molesto.

Ser médico de pueblo tiene estas cosas. Sabes que todos tus vecinos están enfermos, son enfermos. Incluso los que piensan que no lo están. Conoces sus antecedentes familiares y has trazado su historial clínico desde hace tiempo, vengan o no a tu consulta. No hay enfermedades sino enfermos, qué gran verdad. La humanidad son enfermos de gripe, cáncer, reumatismo, obesidad y, ahora, anorexia. Enfermos con pulmonías en invierno, úlceras de estómago en primavera y muchas otras dolencias ocultas, conocidas y desconocidas. Algunas se hacen crónicas. Por todos siento la misma compasión, por los que se pasan por mi consulta y por los que me saludan con miedo en la calle, esos que piensan que el médico cuanto más lejos mejor.

Siento una ternura especial por quienes cuidan de su salud, temerosos de los malos vientos, de las bacterias o virus: no saben que cualquier día se los lleva por delante una enfermedad desconocida, tan expuestos están como los demás. Ser hombre es estar enfermo.

Ser médico de pueblo tiene estas cosas. Vino el otro día Pablo, buen hombre, le notaba triste y muy desmejorado los últimos meses. Me lo encontré el miércoles en el mercado y le anime a visitarme. Vencí su natural timidez y resistencia con afecto y bromas. Hay hombres que no van al médico ni aún los maten. Se quitó la camisa sin ganas y como con miedo todavía, lo ausculté con calma. Hablamos un rato.

Al irse me preguntó Ana, mi enfermera "¿Qué le ocurre a Pablo?"

"Nada que no hayamos visto, Ana, otra forma de mal de amores", contesté.

Sonrió Ana.

Podría haberle dicho a Pablo que no buscara con tanto ahinco en el lugar equivocado, una y otra vez. Pero soy médico de pueblo y sé que no servirá de nada. Se le pasará.

Estoy para curar y, cuando no puedo, que es la mayoría de las veces, simplemente acojo.

Ahí va Pablo, el corazón roto de parte a parte, abierta la carne y a la intemperie. Sólo mi enfermera Ana y yo lo podemos ver.

El Boalo. 19 de marzo de 2009. San José. Día del Padre, recuerdo a los que no están.

Para Ana. Porque sé que me pasé ayer, nunca mejor dicho, tres pueblos.
En el fondo estamos de acuerdo. Ubi caritas.


20 comentarios:

Jesús dijo...

Ana quedará encantada con esta entrada tan emotiva. Y yo también.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Pues sí, la labor en los pueblos siempre es muy grata. Un privilegio más de nuestra profesión.

Yo he tenido la suerte de ser "la prácticanta nueva" de algún que otro pueblo, y me encantaba llegar un día lleno de sol a un pueblín con mi seat Panda y empezar a buscar la plaza del pueblo, que por norma es donde se encontraba el dispensario médico.

Recuerdo un día una señora que al verme dar vueltas me saluda por la ventana (era verano). Bajé del coche y la devolví el saludo.

_ Buenos días
_ Buenos días. ¿Es usted la practicanta nueva?.
_ Sí, sí...
_ Siga, siga recto... al final a la derecha está la plaza.

Dejé allí el coche, en una estupenda sombra, y decidí ir andando. Para mi sorpresa la señora salió de su casa y amablemente me acompañó.

Aquellas personas seguían a lo largo de los días trantándome con ese usted que a mis veintipocos años me quedaba tan grande, como un traje descolgado... y ellos siempre con su inmensa hospitalidad y gratitud.

Ha sido una gratísima experiencia profesional, personal y también culinaria... (casi siempre volvía a mi casa con algo... cosas de la huerta, los chorizos...)

Sí... tendría que escribir sobre aquellas gentes, sobre esas presencias que cabalgan en la humildad y que se sostienen siempre en la gratitud. Que tienen por Padre a Dios y por Madre a la Tierra.

A nada que hicieras, recibías todo un mundo.

GRACIAS MÁSTER.

(Y una cosa... yo no he visto nunca que te pasaras ningún pueblo... seguro que pueblos... los disfrutas todos... jajajaja... y... me gustan las personas con sangre en las venas. Lo sabes.)

Máster en nubes dijo...

Gracias, Suso, abrazo muy especial para ti hoy. Somos unos pobres huerfanitos.
Aurora

Máster en nubes dijo...

Ana, a ver si abres blog, te lo hemos dicho varios. Te queremos. Y yo te quiero aunque discuta, mejor dicho, porque discuto. Y perdón de nuevo, las formas ... y el contenido también. Mira que me embalo ¡y no mejoro con la edad! En fin, Dios nos quiere a pesar de todo ;-)
Aurora

Lumroc dijo...

Yo puedo escribir esto ahora gracias a un médico de pueblo.

Sucedió (me lo contó mil veces mi madre) cuando apenas tenía un año. El especilista "privado y caro" dijo que esa enfermedad me mataría en unos días. El del pueblo (que no había sido llamado hasta entonces) tiró a la basura aquellas medicinas extrañas y mandó a mi padre a por otras inyectables. Se quedó en casa horas y horas. Al cabo de una semana ya podía decirse que estaba bien ....

Así me lo contaron y así lo cuento.

Cuando ese médico de pueblo pasaba por la calle, mi padre le saludaba con respeto y afecto. Todavía recuerdo su cara de admiración ante él. Decía de él que Dios lo puso en mi pueblo para que me curara a mí ...

Yo apenas lo recuerdo. Ya era muy mayor cuando yo era un adolescente. Recuerdo su cara, su nombre, su consulta, el sargento de su mujer, sus paseos por el pueblo, .. y poco más.

Máster en nubes dijo...

En general todos estamos aquí gracias al Médico del Pueblo.

Abrazos, y felicidades, un Viceroy, un señala lecturas ¡y un berrinche! Eso son regalos y lo demás tonterías.

Buen día del padre

Aurora

sunsi dijo...

Me disfrazo de Ana y te doy las gracias. Se lo merece. Es una auténtica cuidadora, una mujer de pies a cabeza. Y quien escribe porque se da cuenta de ello, también. Médicos de pueblo... o médicos de familia de los de antes, que te visitaban en casa cuando tenías fiebre...una especie en peligro de extinción.

Un relato precioso, Máster.

Sinestesia Gastronómica dijo...

Ser médico de pueblo es otra cosa, sí señora. Yo lo sé desde pequeña, mi abuela antes iba más a la casa del médico, Don Emiliano se llamaba, era muy querido por todos; era doctor, amigo, consejero, conocía a las personas y las escuchaba (digo, por lo que me contó mi abuela). La prueba está, en que desde que Don Emiliano nos dejó, a mi abuela le da pánico ir al médico y cada vez lo visita menos.

Es un orgullo ser médico de pueblo, tratar a las personas con un cariño especial, esto te cura más que cualquier antibiótico; ahora, pastillas van y vienen. Escribiendo ahora, me viene a la cabeza la nueva serie "Doctor Mateo", y la verdad, buena parodia están haciendo de lo es un médico de pueblo.

Buen puente a todos, yo en mi estupenda aldea, Barcarrota, respirando aire puro.

Olga Bernad dijo...

Precioso, Aurora.
Leyéndote día a día voy entendiendo lo que me llamó la atención de ti: tu manera de hablar y callar y, sobre todo, tu manera de no juzgar.
¿Tu padre era médico?
Un beso.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Muy emotivo y muy bonito Aurora. Felicidades.
Los pueblos son una sorpresa desde que entras en él hasta que lo dejas.
Me encantan los pueblos.
Gracias Aurora.

Máster en nubes dijo...

Raquel, Raquel, ¿cómo están las encinas? ¿Y tu abuelo? ¿Tu madre, tu padre? Diles que me acuerdo de ellos... y que hoy comeré esa lasagna de morcilla de lustre de la matanza que hicieron en enero (con tu consejo: mezclándola con cebolla caramelizada y los pimientos).

Estoy deseando volver (y no es una indirecta, es una MUY directa): tengo que ver Barcarrota en primavera, por favor.

Te llamo y enhorabuena por tu blog, está cada día más bonito ¡y con mejores recetas y sugerencias gastronómicas!
Aurora

Máster en nubes dijo...

Querida Olga:

Ya me gustaría a mí no juzgar. Desgraciadamente no soy así y tengo la lengua demasiado rápida y afilada a menudo, o la cabeza, o el corazón, que es peor.

Pero eso sí, tengo amigos que sin llamarme la atención... me hacen entrar en razón. Y si duermo las cosas que a veces digo ¡me entra una vergüenza! Tal es el caso de hoy.

Bueno, guapa, aragonesa-pasada-por la educación clásica- pero no de-monjas-sino-clásica-clásica-de los griegos-con-aire-de-actriz-italiana y un tanto Medusa o hasta iceberg cálido que te han llamado (joé). O sea, Olga, un beso

Aurora

Máster en nubes dijo...

Gracias por tu visita, Javier, bienvenido, me alegro que te guste.

Los pueblos me gustan, Javier, pero casi más el campo de alrededor.

Me he venido de Madrid a un pueblo y me ha costado un poco, pero en fin, mañana empieza oficialmente la primavera ¿no?

Un abrazo en este soleado día del padre.

Aurora

Máster en nubes dijo...

Perdona, Olga, mi padre no era médico pero se daba un aire ;-) en eso de acoger al alma humana, la de su hija incluída.

Me contarás de tus compras y resultados el sábado, ¿Eh?

Un abrazo
Aurora

Sinestesia Gastronómica dijo...

Jejejeje, sabes que cuando quieras podemos volver a Barcarrota, que queda mucho por ver!!

Espero que la lasaña estuviera muy muy rica; gracias por animarme con el blog, ahora no puedo dedicarle todo el tiempo que quisiera "estoy con nuevas cosas para el trabajo", pero poco a poco iré añadiendo mis recetas.

En casa todos bien, pero a mi padre aún no le vi, como siempre de viaje, trabajando y trabajando.

Besin

Anónimo dijo...

Máster... el abrazo más grande del mundo... hoy para tí.

Jeronimo Nisa dijo...

Gracias por tu comentario a mi foto. Aun te debo unas cuantas de nubes...
Me ha encantado tu entrada de hoy. No sabia que fueras doctora. Como te gusta la fotografia y ademas eres medica de pueblo, estoy seguro de que fliparas con el famoso ensayo de W. Eugene Smith. Se llama "COUNTRY DOCTOR" y, en fotoperiodismo, esta' considerado como uno de los precursores (si no el primero) del documental fotografico.

Puedes ver parte aqui:

http://www.magnumphotos.com/archive/C.aspx?VP=Mod_ViewBoxInsertion.ViewBoxInsertion_VPage&R=2S5RYDZX6QLR&RP=Mod_ViewBox.ViewBoxThumb_VPage&CT=Story&SP=Story

Jero

Jeronimo Nisa dijo...

Y aqui esta' el layout de cuando LIFE lo publico' en septiembre de 1948:

http://www.slightly-out-of-focus.com/W_Eugene_Smith_Doctor.html

Máster en nubes dijo...

Hombre, gracias por venir, pedazo de fotógrafo...

Pues sí, Jero, me debes unas cuantas nubes ;-), pero creo más bien que te voy a "pedir" otras fotos, no por nada, es que nubes ya me dijo Toi que cogiera las suyas y tengo una buena colección y necesito en cambio otra cosa tuya.

Quiero fotos de EEUU, en concreto de un estilo, ya te escribo y te lo digo, es para una entrada que estoy haciendo, dentro de la etiqueta "The pursuit of happiness" que la tengo muy abandonada y que va de eso, de EEUU...

Un abrazo, y como dice Toi "Jero se lo pasa mal haciendo fotos por EEUU", saludos aunque ahora estarás durmiendo...

Aurora

Máster en nubes dijo...

Ana, como habrás estado sujetando el mundo esta noche ni te contesté además de que ya sabes que a las 10 suelo estar bostezando ya.
Eso, tú a sujetar el mundo... mientras dormimos otros, me da cierta tranquilidad.
Un abrazo, guapa
Aurora