Cocino y rezo, le digo a un amigo. Y poco más. Nada más realmente. Trabajo y escribo como puedo. Y leo también como puedo. Lo que puedo. El cuerpo es el que es y el alma también es como se encuentra en este momento. Así que especialmente católica me encuentro: lo que se pueda buenamente. Ya está.
Me alegran los bulbos del jardín. Están saliendo, a puntito. Y coincido con una prima, que ella está igual ya, oliendo y viendo la primavera. Y eso que vivimos en Castilla la Vieja. Y la fría. Pero no hay primavera más bonita que la de Castilla. Bueno, una de ellas.
Me gusta el silencio. Y el verse las caras. Uno a uno, no en masa. Más de cuatro ya me cuesta. Pero sí, echo de menos a mis hijos. Y a mis hermanos. Y poder tomarte un vino en casa de alguien o invitar "de a pocos" en casa.
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