Hace unos años había un blog con ese nombre tan bonito. Y no lo encuentro.
Y hoy me lo han recordado. 8 de septiembre, fiesta de la Virgen, la Natividad, mi santo.
Sólo un huerto, nada más, un claustro, un jardín. Y cultivarlo. Cuidarlo. Cerrado a las miradas indiscretas o simplemente de quienes pasan. Hacia dentro.
Hoy he recordado a una amiga embarazada y he pensado en que es ella, también, un huerto cerrado.
Esa Virgen niña durmiendo con un libro en el regazo que tengo en el móvil como pantalla. A veces una está así, durmiente, todo corre y tú no puedes despertar, salir de ese letargo.
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