Es uno de los términos que explica María Ángeles Sastre en el cultural "La sombra del ciprés" del Norte de Castilla este sábado. La leo como también escucho a Sagrario Fernández Prieto en Esradio. La primera con "Uso y normas del castellano" y la segunda con sus "Palabras al aire" enseñan cómo hablar y escribir mejor, los errores que cometemos, qué opciones -que hay muchas- para expresar algo en un buen castellano. Para una laista, entre otros muchos defectos gramaticales que tengo, es bueno escucharlas.
Duración e intensidad de la lluvia son dos de los factores para tanto término y expresión como utilizamos. La lluvia amorosa, que yo no conocía, es un chirimiri o sirimiri, constante y suave, como un calabobos, que también la llaman. Frente al chaparrón, a ese caen chuzos de punta, al está jarreando, it's raining dogs and cats, que dicen los británicos, la lluvia amorosa, también mojina en otros lares, humedece el campo. Deja tiempo para que penetre el agua, no como esas lluvias torrenciales que tanto se dan en algunos lugares de España.
Ayer nos cayó un breve granizo con furia. Salía con la perra e intentamos cobijarnos bajo una encina muy grande. Corrimos luego, nos calamos hasta los huesos. Eran además pequeñas agujas, cuchillitos de agua que se clavaban. Llegamos a casa y tuve que cambiarme y secarme el pelo. Cuando fui a la cocina lucía ya el sol. Luego llovió otro rato. Todo muy de abril. Y así estuvimos la tarde. Eché esa siesta que no lo es metida en la cama leyendo. Me quedé escuchando las ráfagas de aire y la lluvia golpeando mientras yo estaba en casa, a salvo. Entró Gonzalo en el cuarto.
-¿Qué haces?
-Oyendo la lluvia y pensando.
-¿Y en qué piensas?
-En tu amparo.
-Tú también me amparas...
-Vale.
Domingo de misericordia hoy, el siguiente domingo tras la pascua. Y abril hace lo que tiene que hacer. Que caiga más agua.
3 comentarios:
Muy bonita entrada. Estoy leyendo El pábilo vacilante, de Enrique García-Máiquez, donde habla habla de la lluvia también.
Me temo que este abril es más siberiano que común. Por cierto, a esa lluvia en Asturias se la llama orbayu.
Gracias, Ángel, leeré a García-Maiquez, el maestro ;-) como le leo en su blog siempre que puedo.
JC, a ver, dime tú si es que en esta ciudad amurallada no llega nunca la primavera aunque se la espere y es en el Corte Inglés donde tengo que ir a buscarla (tan llena de esas chicas ideales, con sus maripositas y eso....). Eso sí, la Serrota nevada al fondo está preciosa...
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